El tiempo roto
-
El fin del mundo ya no es un suceso:
es un clima. -
Freud vio en el Weltuntergang una fantasía libidinal.
Hoy esa fantasía consiguió presupuesto, ingenieros y algoritmos.
Se volvió productiva. -
Antes preguntábamos:
¿Qué harías si el mundo terminara la semana que viene?
Ahora vivimos como si la semana que viene fuera ayer. -
La catástrofe dejó de ser un futuro temido.
Es un presente sin después. -
No es inmediatez hedonista:
es el presente absoluto, un tiempo tapiado por dentro. -
Naomi Klein lo nombra sin rodeos:
el fascismo del fin de los tiempos.
Un fascismo sin mañana, sin promesa, sin imperio.
Solo ahora.
Solo sádica administración del ahora. -
Los ricos excavan búnkeres.
Los pobres excavan el día.
Ambos respiran la misma atmósfera:
un mundo que se piensa perdido. -
Cuando el futuro desaparece,
el poder se vuelve un espectáculo de castigo.
No gobierna: castiga para existir. -
La ilusión de un mañana es hoy subversiva.
La esperanza —ese afecto debilitado— vuelve a ser
una posición política. -
El enemigo no es la catástrofe,
sino el tiempo sin salida en el que nos disciplinan. -
Resistir es abrir un pliegue temporal:
reinstalar un después donde nos dicen que no hay nada. -
Mientras haya tiempo, aunque sea ínfimo,
la historia no está concluida.
El presente absoluto aún puede romperse
como se rompe una superficie
para dejar pasar la luz.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario