2025/12/28

Brigitte Bardot: el objeto que miró de vuelta


En 1957, Bosley Crowther, desde el The New York Times, celebraba a Brigitte Bardot como “una creación de artesanía superlativa”. La frase, leída hoy, no suena ingenua: nombra con precisión el nacimiento del sex symbol moderno, una figura técnicamente producida, resultado de un dispositivo cultural que articula cine, mercado, mirada y deseo.

En And God Created Woman (1956), de Roger Vadim, la mujer aparece expuesta de manera constante: mirada, deseada, disputada, incluso golpeada. No se trata de un exceso anecdótico del guion sino de la lógica misma del dispositivo. La película no “representa” a la mujer: la produce como objeto visible, como superficie de inscripción del deseo masculino.

El psicoanálisis permitió nombrar ese mecanismo con precisión. El fetichismo no es una patología marginal sino una solución cultural: fijar la mirada en una forma para no saber demasiado. La fascinación estética suspende el pensamiento y captura el cuerpo; el goce escópico organiza una economía del ver donde el objeto parece pasivo, pero gobierna la escena. Allí no hay engaño: hay eficacia. Por eso esta tensión no se resuelve por vía moral ni pedagógica; es estructural.

Toda reivindicación femenina que ignore este proceso de producción corre el riesgo de volverse abstracta. Pero asumirlo no implica celebrarlo. Implica leerlo. Bardot no fue sólo objeto de mirada: fue el punto exacto en el que el objeto miró de vuelta, desestabilizando el dispositivo que la había construido. Su presencia no cerraba el sentido; lo abría.

Con su muerte no desaparece una figura del pasado. Lo que se vuelve visible es la persistencia de ese montaje: el deseo sigue necesitando objetos, y los objetos siguen devolviendo la mirada. Como en ciertas imágenes históricas, Bardot no pertenece al ayer: es un relámpago que aún ilumina la escena. Allí donde la fascinación parecía clausurar el pensamiento, algo insiste en pensar.

No hay comentarios.: