2015/06/27

Las cartas están echadas

En el juego de naipes más popular: el truco, es posible mentir mientras nadie sabe las cartas que se tienen en las manos. Se puede cantar el vale cuatro o la falta envido, pero cuando las cartas están echadas, es decir dadas vueltas, visibles para todos los que juegan, puestas sobre la mesa, ya “no hay tu tía”. O tenés 33 del tanto, o el ancho de espada, venció al de bastos. Mientras tanto se puede jugar a ese truco tan común en las sociedades posmodernas, que es la simulación y el simulacro. Sin dudas la mejor forma de mostrar que las cartas son las correspondientes es la gestión misma. Esa clase de demostraciones son realmente contundentes. De todas formas, no existe gestión que no intente resaltar lo que ni siquiera pudo llevar adelante. La apatía de gran parte de la ciudadanía es un poco producto de ello, y a su vez es la condición de posibilidad de una zona de malentendidos.

Éste cómo todos sabemos es un año electoral. Y no de esos en los que se eligen legisladores y concejales nada más. En 2015 se elegirá el nuevo presidente, los nuevos gobernadores y localmente los nuevos intendentes. Por eso 2015 no es cualquier año.

Desde el pasado 20 de junio ya se sabe cómo estarán constituidas  todas las listas que participarán de las Elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (Paso) que tendrán lugar el 9 de agosto. Ellas serán el primer termómetro que indicará para qué lugar podrá moverse el amperímetro en las elecciones de octubre. Probablemente sean un fuerte indicador de sí cabe o no,  la posibilidad de una segunda vuelta en cuanto a la elección del nuevo presidente. Tras bastante tiempo de especulaciones, sondeos, negociaciones, acuerdos y desacuerdos; ya es posible saber quiénes serán parte de las diferentes listas para precandidatos a presidente, gobernadores, intendentes, legisladores nacionales y provinciales, y concejales en los distritos.

Tal como si se tratara de una fiesta muy significativa, nadie de los que son parte de las diferentes organizaciones políticas, quería quedar afuera. Por esa misma causa algunos intentaron hacerlo yendo primero con tal invitado especial, y viendo luego que no podían de esa forma, pasaron a engrosar las tarjetas de otros invitados a la fiesta. Lo cierto es que hubo diferentes pasajes, de una fuerza a otra y se produjeron algunas alianzas atípicas.

Tras el cierre de las listas, el director de El Correo Gráfico Omar “Copper” Zuccarini, se hizo algunos interrogantes en el programa radial, acerca de todos estos movimientos en el seno de las organizaciones políticas, considerando de alguna forma si la posibilidad de constituir diferentes frentes y alianzas no representa de alguna forma la supresión gradual de las principales identidades políticas. Copper de alguna forma emparentaba todo esto a la supresión de las razas puras a través del mestizaje y observando que en ese proceso, pareciera que las ideologías se fueran licuando. Atento a esa pregunta, este cronista consideró que la cosa debería ser a la inversa, y que es justamente la existencia de ideologías blandas la que lleva a unidades poco convencionales, como también a pasarse de una opción electoral a otra, sólo para poder llegar a entrar en la fiesta. Pero para entender o al menos intentar explorar estos fenómenos de la política, vayamos por parte.
Desde los años noventa, no sólo se declamó el fin de las ideologías, también se lo practicó en lo referido a la política. Desde allí comenzó a hablarse de gestión, casi como si un candidato o una fuerza que se proponen para gobernar, lo hicieran como una empresa que se postula para realizar determinados trabajos, como si fuera un llamado a licitación. De hecho la política en estas sociedades, si bien es un hecho público, algo que nos incumbe a todos, fue convirtiéndose en un espacio reducido al cual no todos tienen acceso. De derecho sí pero de hecho no. Esa es una de las causas principales para entender la apatía de gran parte de los ciudadanos, que ven a la política con malos ojos, y hasta la consideran una mala palabra. Esto sin dudas en los últimos años cambió bastante, pero esa marca persigue a las coyunturas.

Recordemos que en diciembre de 2001, hace apenas poco más de una década, se produjo en la Argentina la mayor crisis de gobernabilidad, plasmada en una escasa representatividad y en una casi nula legitimidad. “Qué se vayan todos” fue la consigna de ese momento, que terminaba con un “Qué no quede ni uno solo”. Para entender diciembre de 2001 hay que remontarse a las elecciones de medio término que tuvieron lugar dos meses antes. Ya parece historia antigua, pero no lo es. En las legislativas de 2001 hubo un gran vencedor, se llamó el “Voto Bronca”. La gente ponía la foto de Bin Laden o Siete Sacos en el sobre, o votaba en blanco o ni siquiera fue a votar. Ni la gobernante Alianza ni el entonces opositor Partido Justicialista pudieron zafar de esa hecatombe. En diciembre el por entonces presidente radical Fernando de La Rúa, huía de la Casa Rosada en helicóptero. El 2 de enero de 2002 sería nombrado Eduardo Duhalde como presidente interino. Desde el 20 de diciembre a esa fecha habían dimitido ya 3 presidentes. El 26 de junio se iría a producir la Masacre de Avellaneda en la cual fueran asesinados los militantes Darío Santillán y Maximiliano Kosteki. Por ese entonces el diario Clarín titulaba “La crisis se llevo nuevas muertes”. Si hacemos un raconto de lo sucedido en aquel tiempo es porque no se podría entender de ninguna otra forma la llegada de Néstor Kirchner a la Rosada en 2003, ni tampoco entender muchas de las políticas que comenzó a llevar adelante. Lo cierto es que las identidades partidarias estaban partidas e incluso debilitadas. La Unión Cívica Radical por ejemplo había sucumbido ya al tercer lugar en el podio de los partidos, en el 95, cuando hizo su debut el Frepaso con la fórmula Bordón- Chacho Álvarez quedando esa fuerza en el segundo lugar. El radicalismo se había recompuesto algo uniéndose precisamente a esa fuerza del centroizquierda para conformar la Alianza en el ‘97, pero después de eso quedó completamente debilitada. Por su parte el peronismo en 2003 iría a marcar su primera vez electoral en tres opciones diferentes. Ya no se trataba de no sacar los pies del plato, ahora había tres platos: el Frente para la Lealtad de Carlos Menem, el Frente para la Victoria con Néstor Kirchner y el Frente Movimiento Popular con Adolfo Rodríguez Saá. Esa fractura del peronismo, nunca se resolvió. Es más muchas de las fracciones peronistas anti K se pasaron a otras opciones como lo es ahora el Frente Renovador, e incluso los peronistas que anidan en el Pro o se aliaron a él, como el Momo Venegas, Carlos Reutemann y Cristian Ritondo. La existencia actual de 5 centrales sindicales diferenciadas, no es para nada ajena a la fragmentación política.

La apuesta de Néstor Kirchner a la construcción de una fuerza transversal obedecía en primer lugar a esa crisis de los partidos políticos, pero si bien pudo ir articulando un frente bastante amplio, esa experiencia aún no pudo romper el anclaje en fuerzas tradicionales.

Vale señalar que en el actual proceso latinoamericano, la gran parte de las fuerzas que gobiernan bajo el sello del progresismo son fuerzas que emergieron en el proceso mismo. La Alianza País del presidente ecuatoriano Rafael Correa, el Partido Socialista Unido de Venezuela que fundó el comandante Hugo Chávez o el Movimiento al Socialismo que conduce el mandatario boliviano Evo Morales. El Siglo XXI de alguna forma recién comienza, promediamos la segunda década. En la Argentina al igual que en el resto del continente se están dando cambios que nadie imaginaba hace no mucho tiempo atrás. En ese camino lo nuevo superará a lo viejo. Es una ley histórica.

2015/06/22

Dylan Roof, el tirador de Charleston

Tal vez Dylan Roof no sea un muchacho como la mayoría. Es probable que muchos crean que el chico, debiera someterse a complejos tratamientos psiquiátricos. Muchos si no tal vez la mayoría podría llegar a pensar que lo que Dylan hizo representa algo similar a un accidente de la naturaleza. Quien escribe lejos de trivializar el asunto, supone que lo que el francotirador de Charleston -aunque llevado a ciertos extremos- no deja de ser un emergente bien preciso de un síntoma social, del cual Roof no es más que un mínimo eslabón, en un entramado complejo.

Dylan Roof de 21 años, el pasado miércoles 17 de junio, es el principal sospechoso de haber ejecutado a 9 afroamericanos mediante disparos de escopeta, mientras las víctimas debatían La Biblia en la Iglesia Metodista Episcopal africana Emanuel. Las masacres de esta índole no son ajenas a la comunidad norteamericana. Pero en este caso hubo un componente bien específico que es el racismo. Roof había publicado un Manifiesto en internet, en el cual es posible leer muchos de los elementos que podrían componer una auténtica justificación de lo realizado.

Si bien el actual presidente de los EEUU Barack Obama es alguien que pertenece a la comunidad afroamericana, el racismo pareciera mantenerse intacto. Obviamente no basta ni tener un mandatario de color ni hacer campañas para mostrar que todos los humanos somos iguales. Sencillamente porque nadie lo cree, y porque las grandes diferencias son parte de una problemática que nadie toma en serio o intenta resolver de forma efectiva. A la profundización de las grandes grietas sociales y culturales, hoy lejos de intentar detenerla, ponerle un tope, sólo se intenta atenuarla, hacerla comprensible, tolerable. Obviamente que es necesario respetar la pluralidad, las diferencias, lo múltiple; aunque el problema de ello es que si desde diferentes etnias se apunta a un mismo y único objetivo, se produce la guerra. El capitalismo unifica un solo objeto de deseo, para la multiplicidad. Ése es uno de los problemas. 

2015/06/07

Intríngulis de la política. Siendo donde no es.

Un candidato a presidente o a gobernador puede prometer hacer cosas, que nunca hará. Eso es conocido por todos. Por esa misma razón hay quienes plantean que si un gobierno no lleva adelante lo que dijo que iba a hacer –sus bases programáticas-, debiera ser destituido, tildando eso como una traición a quienes lo votaron, como un engaño. Los ejemplos abundan, pero hoy influye otro aspecto que pone en dudas o relativiza lo que efectivamente una gestión realiza. Ya no sólo se trata de lo que un candidato dice qué hará, sino en primer lugar lo que un gobernante elegido hace. Un vendedor de ropa puede decirnos que nos está vendiendo un saco azul, mientras que uno ve que el color del saco no corresponde a la descripción. Inmediatamente le podemos decir que “no es así”, y pedirle que nos dé el color adecuado. El problema es cuando el vendedor nos está vendiendo un saco azul, sin que tengamos la posibilidad de constatar el color. Esto implica que hay muchas mediaciones de por medio, y poca posibilidad de reclamo. En cierta forma, pasa como cuando un usuario tiene que comunicarse con su proveedor de telefonía o internet. “El cliente nunca tiene razón” y es una epopeya poder contrastarlo.

Hoy se recrudece la ofensiva, ya que muchos de los que gestionan también son candidatos a otros puestos, o a ser reelegidos. Hay elementos de la vida cotidiana que permiten evaluar a una gestión gubernamental, sin que dejen demasiadas dudas. Se sabe cuando la cosa está mal, porque hay hambre o falta de trabajo, pero hay otros elementos que son incontrastables, y que muchas veces son perceptibles por fuera mismo de lo que a la política incumbe, como si se trataran de desastres naturales o transpolíticos. La violencia en el fútbol, las inundaciones o el cambio del clima, por ejemplo. Pero lo que abunda es la promoción de lo intangible, de la oferta del simulacro. “Estamos trabajando en eso”, “Avanzamos aunque todavía falta” son lugares comunes, que es muy difícil retrucar. Volviendo al vendedor del saco azul, hoy existe un bache en cuanto a la posibilidad de evaluar, de constatar lo que una gestión hace. Se constituyó una cultura de votar por quien “Me cae bien”. Si no fuera así los candidatos no asistirían a programas como el de Tinelli. En 2009 muchos votaron a De Narváez más por su clon que por el mismo. A ellos qué plan tenía, poco les importaba. Eso sí bailaba bien el reggaetón y decía “Alica alicate”. 

2015/06/04

En un principio ¿Fue el Verbo?

Cuando quien escribe descubrió a Jacques Lacan, y posteriormente a los diferentes popes de la pléyade estructuralista, es cuando se acordó de algo que había escuchado en una clase de filosofía del secundario, a saber que, todo pensamiento –según Hegel- está construido con palabras.
Para ser más precisos con los tiempos, podemos decir que quien escribe tiene 61 años. Escuchó decir la frase de Hegel a los 17, y se encontró con Lacan a los 28, cuando la labor de analizante le demostró que la experiencia de Freud era tan científica como la de Marx, Lenin y Mao que quien escribe conocía desde su adolescencia. Decir 28 años es hablar del ocaso de la dictadura cívico- militar argentina. Digamos que en el ’82. Un sobreviviente que si no fue aniquilado por las armas y la violencia de los aparatos represivos del Estado, debía al menos salir del aniquilamiento que producen los aparatos ideológicos del Estado. Esa salida fue con el psicoanálisis. Esta perorata autorreferencial sólo sirve para darle un contexto a lo que acá se intenta subrayar, aunque quien esto escribe da por sentado que no es el único ejemplar de lo acá se intenta decir. Al menos es lo que cree.
Desde esos tiempos señalados, la idea de que toda idea es construida sólo con significantes perduró hasta no hace tanto. Podemos decir que hasta algunos meses atrás. Obviamente que hablamos de lo más reciente. Y todo esto a pesar de haber leído no pocas veces que en la enseñanza de Lacan “No todo es significante”.

Marx y Freud. Lacan y Althusser.

Según la espléndida lectura que hizo Louis Althusser sobre Marx, vale señalar que la ideología, es decir el edificio de la superestructura (Überbau), a ésta no hay que entenderla como un mero artificio, sino como algo que se despliega en la realidad social de forma tan material como la economía, esa que Engels muy bien señala en su carta a J. Bloch, es aquello que es determinante sólo en última instancia.
En La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung), Freud realiza una elaboración muy interesante acerca de lo que él denomina el trabajo de sueño (traumarbeit). El sueño, lo que nos visita luego de la vigilia es algo que se elabora mientras ella reina. Sólo que se ordena de acuerdo a otros parámetros y a otros códigos. Freud dirá que son los del principio del placer (lustprinzip). El trabajo del sueño recopila todos esos elementos de la vida diurna y los articula, les da tiempo. Esa es la tarea del sueño, y el material resultante, es ese fragmento discursivo que Freud considera elemental para el análisis y que a su vez considera como la realización del deseo. No ahondaremos sobre esto, sólo señalar el valor fundante de la articulación de los significantes para entender que el sueño es una construcción discursiva que no necesariamente debe coincidir con lo que el Yo consciente considera como tal.
En la clínica psicoanalítica lo que vale es la verbalización del sueño, es decir poner en palabras, lo que en lo onírico fueron secuencias. Pero vale preguntarse si todo lo que se recupera de ello es ¿significante?

Hoy hay que preguntarse si todo lo que nos rodea puede verbalizarse. En otros términos habría que ver qué relación tienen con nuestros pensamientos, elementos ajenos a la lengua -pero no al significante-, como lo son la topología o la lógica matemática. En algunos casos imposibles de verbalizar.