2021/02/15

Pandemia y política- La crisis y el gobierno judicial


 La pandemia de Covid-19 desmoviliza a la sociedad, impidiéndole utilizar su mejor arma para defender sus derechos, mientras otros actores – entre ellos el Poder Judicial -, sin ese freno hacen su juego con más libertad y casi sin tapujos.

Con la llegada de la pandemia, hace aproximadamente un año, las medidas que comenzaron a adoptarse para enfrentarla, inevitablemente terminarían deteriorando la economía. Esto no es un dato local sino que afecta al escenario global, aunque haya habido gobiernos que tuvieran una actitud de despreocupación completa con respecto al abordaje del Covid19, por considerar que éste no podía obstaculizar el despliegue económico. El coronavirus, aunque lo hayan considerado como “una gripecita” no dejó de afectar a los países gobernados por quienes así lo tildaran.

Habría que convenir en que la actual crisis producida por la pandemia no es un mero accidente, una rara excepción a la regla, sino un síntoma estructural más, producido por el modelo actual de acumulación capitalista. Se da enmarcada en un proceso de deterioro creciente del medio ambiente, principalmente apuntalado por los agronegocios y que no permite vislumbrar ninguna atenuación.  No se trata pues de disminuir la brecha entre los que más y menos tienen sino de revertir este proceso para generar otro modelo de acumulación económica que no permita, entre otras cosas, el desplazamiento de grandes masas de habitantes del campo para engrosar precarios asentamientos urbanos, condenándolos a la marginación.

Si nos atenemos a la norma, las crisis siempre las pagan y las sufren mucho más los sectores populares que los verdaderos hacedores de las mismas que además están preparados para encararlas intentando obtener ganancias de ellas. De todas formas una crisis siempre ofrece un grado de indeterminación que la convierte en posibilidad. Bajo la leve salvedad de que hoy en la Argentina no gobierna la derecha, estando al frente el peronismo, uno podría preguntarse cuánto margen favorable poseen los sectores populares para zafar de la depresión. Esa respuesta sólo puede darse en el día a día descartando cualquier conjetura cercana a la justificación.

En la Argentina cualquier intento de redistribución que a su vez pueda permitir la reversión del actual modelo de acumulación económica siempre encontrará grandes adversidades a las cuales sólo se podrá sortearlas si se lo hace con gran determinación y sobre todo mostrando potentes relaciones de fuerza. Este último componente no deja de ser quien impulsa en última instancia la voluntad de cambio. Tras muchos años de gobiernos progresistas interrumpidos por cuatro años de rapiña macrista, no se pudo nunca avanzar en transformar la matriz productiva preponderantemente agroexportadora ni revertir la especulación financiera que condena a millones a la marginación. 

El aislamiento social creado por la pandemia produjo un grado significativo de desmovilización social, principalmente por el hecho de que las organizaciones populares fueron de las primeras en advertir el riesgo sanitario y el cuidado de sus adeptos. No es el caso por cierto de la derecha que aprovechó esas circunstancias para ganar las calles ante la inmovilidad del resto a sabiendas del apoyo irrestricto de los grandes medios. Tampoco desde el gobierno se adoptaron medidas para evitarlo cayendo en los mismos prejuicios liberales de los que sacaban a relucir sus cacerolas. 

Distinta vara

Antes de fin de año, el 28 de diciembre el presidente de Bolivia Luis Arce promulgó la Ley 1357 de Impuesto a las Grandes Fortunas. La medida consiste en el cobro a todos aquellos ciudadanos que superen en sus arcas los 30 millones de bolivianos. El Estado recaudará unos 4,3 millones de dólares mensuales, y que alcanzará a 152 personas fraccionadas en 3 segmentos. Lo interesante de la medida es que dicho impuesto será permanente.

A diferencia del "Aporte Solidario y Extraordinario para Ayudar a Morigerar los Efectos de la Pandemia" sancionado en nuestro país, el impuesto boliviano tendrá extensión en el tiempo y eso dará mucho mayor previsibilidad que el cobro de determinada cuota una sola vez. Lo interesante es saber qué ocurre cada vez que en nuestro país se intentan plasmar medidas que verdaderamente pueden aportar a revertir el modelo de acumulación económica.

Si se googlea impuesto a la riqueza en la Argentina, curiosamente la mayor cantidad de información corresponde a bufetes de abogados preparados para actuar en contra de “medidas comunistas” que propician “expropiación, “confiscación” en el marco de una creciente “inconstitucionalidad”. Respuestas exageradas a medidas que no dejan de ser tenues. Los grandes medios son la principal caja de resonancia.

El gobierno judicial

No alcanza con señalar determinadas falencias si no se pone en marcha algo que pueda cambiarlas. “Como yo soy un republicano de verdad, respeto la autonomía judicial, pero no quiere decir que avale lo que ellos hacen” dijo el presidente Alberto Fernández para luego afirmar que “La Corte está mal y lo que era un tribunal prestigioso en los años de Néstor hoy es un tribunal muy poco calificado socialmente”.

Durante este gobierno no se pudo lograr la expropiación de Vicentín, una empresa plagada de irregularidades con indicios claros de delincuencia económica, y que hubiera logrado una mejor plataforma para  el comercio de granos. El poder judicial les puso el freno.

El desalojo de centenares de pobladores en Guernica el año pasado, fue motorizado por el poder judicial, haciendo que las fuerzas de seguridad vayan en la dirección que esa corporación les señalaba. Se sabe que ni el mismo gobernador Axel Kicillof ni el Ministerio de Desarrollo nacional estaban a favor del desalojo aunque carecían de cualquier margen de acción para impedirlo. ¿Esto será ser “republicano de verdad”?

Aproximadamente 10 años atrás, la por entonces presidente Cristina Kirchner no dejaba de hablar de la “Justicia cautelar” o de la “máquina de impedir”. Por aquellos años se hablaba de “profundizar un proyecto” que cada vez fue quedando más  en la superficie de un realismo político hoy dominante.

Mientras el poder judicial sea uno de los principales bastiones heredados de la dictadura cívico militar, no se podrá avanzar demasiado. Se podrán decir muchas cosas.

Para todos aquellos que no dejan de señalar que “no hay que hacerle el juego a la derecha”, habría que precisar que éste es ese juego porque les estamos permitiendo que se reagrupen, organicen y tengan mayor piso de sustentación que los sectores populares.

2021/02/04

Sobre Horacio Quiroga- Mucho más que “una superstición uruguaya”


Uno de los mejores cuentistas de Latinoamérica, Horacio Quiroga nació en Salto Uruguay el último día de 1878. Durante las tres primeras décadas del Siglo XX fue uno de los principales artífices en el cambio de rumbo que la literatura rioplatense realizaba por entonces para ingresar en la modernidad. Trágicamente falleció el 19 de febrero de 1937.

El cuento como estilo.

En la introducción que el notable escritor británico James G. Ballard realizó en 2001 para presentar su extensa colección de cuentos, decía que “Los cuentos son la calderilla del tesoro de la ficción. Es fácil pasarlos por alto ante la abundancia de novelas disponibles, una moneda sobrevalorada que con frecuencia resulta ser falsa. En su máxima expresión –Borges, Ray Bradbury y Edgar Allan Poe-, el cuento está acuñado en metal precioso y sus destellos dorados brillarán para siempre en el hondo talego de la imaginación del lector”.

Ni Borges ni Poe se hicieron célebres por la escritura de alguna novela, mientras que algo similar sucedió con otros grandes escritores. E.T.A. Hoffmann, Guy de Maupassant, H.P. Lovecraft son algunos casos paradigmáticos al respecto. En el Río de la Plata durante las primeras décadas del pasado siglo fue de gran relevancia la obra de Horacio Quiroga. Si bien escribió dos novelas (Historia de un amor turbio y Pasado amor) Quiroga fue principalmente un escritor de cuentos. Incluso para los críticos, las dos novelas no están a la altura de su talento narrativo.

En sus Consejos para la escritura de cuentos, Quiroga insistía -en sus dos primeras sugerencias-, en el valor referencial de las lecturas que antecedieron el posible despliegue narrativo. “Cree en un maestro – Poe, Maupassant, Kipling, Chéjov– como en Dios mismo” para seguidamente enfatizar “Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo”, advirtiendo en su tercera recomendación “Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia”. Lo cierto es que la narrativa quiroguiana no podría entenderse prescindiendo de sus experiencias vitales.

Lo que sigue no será incursionar en la integridad de la vida o la obra de Quiroga sino más bien incursionar en algunas provocaciones que produjo su experiencia. A Quiroga hay que leerlo, tal vez dejarse atrapar por su prosa en la que prima un terror entre sarcástico, lúgubre e hiperreal que recuerda en gran parte a los fantasmas de Guy de Maupassant.

“Superstición uruguaya”

Vaya a saber por qué, el notable Jorge Luis Borges alguna vez dijera que: “Horacio Quiroga es en realidad una superstición uruguaya. La invención de sus cuentos es mala, la emoción nula y la ejecución de una incomparable torpeza”. Atrapado en este dilema el escritor Sergio Olguín en su prólogo a los Cuentos Completos de Horacio Quiroga (Seix Barral 2017), nos dirá que “Siempre (le) llamó la atención  que nuestro escritor más importante haya sido incapaz de reconocer el talento de Horacio Quiroga”. Sujeto a esta apreciación Olguín dirá unas líneas más adelante que “No se ha remarcado suficientemente lo injusto, arbitrario y egoísta que podía ser Borges con escritores que no pertenecían a su universo estético” a pesar de ser ambos grandes cultores de lo fantástico.

Olguín aventura que Borges no le haya perdonado a Quiroga el haber roto con el paradigma literario argentino en el que primaba lo gauchesco, la referencia a Buenos Aires y a la Pampa húmeda.

Tras viajar a Misiones en 1903 acompañando a Leopoldo Lugones, Quiroga quedó fascinado por la selva misionera. Al poco tiempo se mudaba al Chaco y en 1910 a Misiones para llevar adelante una vida agraria. Ese paisaje que lo acompañó hasta sus últimos días, marcó a fuego su literatura, constituyendo el  fondo visual, imaginario que podrá vislumbrase en sus relatos.

“Paris no es América”

Para aquellos a los que les interese indagar sobre el pensamiento del cuentista de Salto, no pueden dejar de leer  Quiroga íntimo- Correspondencia. Diario de viaje a París, editado por la escritora española Erika Martínez en 2010.

Con el nacimiento del nuevo siglo, y con apenas 22 años, Quiroga se embarcó hacia Europa. El joven escritor partió hacia Paris casi como un verdadero dandy de los que hablara Jean Baudelaire, pero tras su viaje regresaría desilusionado, con la barba crecida y la ropa desgastada. Estaban ahí, probablemente, las condiciones para su futura mudanza a la selva misionera.

Según escribiera Erika Martínez en el prólogo al libro señalado, en su segunda libreta del Diario de viaje…,  Quiroga parecía insistir con que “Paris no es América”, intentando mostrar que lo maravilloso del nuevo continente no volvía a hallarlo en la considerada Ciudad de la Luz y esto era algo que terminará decepcionando al joven escritor. No encontrará por cierto algo que trascienda lo ya conocido. “Paris es una buena cosa, algo así como una sucesión de Avenidas de Mayo populosísimas, llenas de luz, de gente corriendo, de gente hablando en las calles…” dirá, comparando al paisaje parisino con la avenida más ancha de Buenos Aires.

En una anécdota correspondiente al 16 de mayo, Quiroga contará un diálogo sumamente interesante que tuvo con el ascendente escritor guatemalteco  Enrique Gómez Carrillo, en el Café Cyrano. Mientras Carrillo jugaba a las cartas, Quiroga jugando al ajedrez no se le ocurrió otra cosa que provocarlo y le preguntó: “Diga Carrillo, ¿usted habla guaraní?” generando un ríspido diálogo que implicaría a otro de los presentes, afirmando Quiroga que, no podía ser que alguien no conociera uno de los grandes idiomas americanos, mientras que Carrillo le devolvía que: “…los americanos son bastante ridículos, todavía recuerdan sus cosas de allá” haciendo que al rioplatense le chocara “la impertinencia de la respuesta”, devolviéndole un fino sarcasmo que Carrillo pareció ignorar, dejando ahí la conversación.

En el prólogo ya señalado, Sergio Olguín dirá que los cuentos de Quiroga “están cargados de inmigrantes que enloquecen, empobrecidos por el alcohol y las injusticias sociales” haciendo que en su narrativa no haya épica posible, sino drama.