2014/04/27

La alianza obrero-campesina en la reforma agraria boliviana

“Nos quieren quitar la tierra para que no tenga suelo nuestro paso” Subcomandante Marcos
Cuando el grueso de la población campesina migra hacia las grandes concentraciones urbanas, pareciera que el debate sobre la ruralidad, fuera un dato del pasado. Transformar la estructura agraria en Latinoamérica, dejando atrás el latifundio, lejos de ser una simple quimera, resulta hoy la condición necesaria para que los países de la región abandonen el atraso estructural relativo, y peguen el salto cualitativo que posibilite no solamente un desarrollo industrial acorde a las necesidades del mercado interno (y regional), sino para dejar atrás las grandes desigualdades tanto sociales como territoriales. Las formaciones sociales y económicas, si bien pueden (y deben) ser analizadas a través del prisma de la cientificidad, para ser transformadas, hay que convenir que sin la existencia de sujetos o actores que las lleven adelante, que las impulsen según un programa y una voluntad, es muy poco probable que evolucionen naturalmente. Porque desde ya, existen los que de una u otra forma, intentarán preservar lo dado, a toda costa. En la economía priman el interés y la necesidad.
En la Europa de fines del Siglo XVIII y principios del XIX, la ascendente burguesía comprendió la necesidad de suprimir las grandes propiedades territoriales, porque percibió claramente que ellas eran una traba estructural al desarrollo de la industria. En dicho sentido, esa burguesía era un actor determinante, pero a diferencia de lo que sucedió en el viejo continente, las burguesías latinoamericanas nunca tuvieron un interés suficiente como para desterrar la gran propiedad agraria, ya que sus rentas no dependían de desarrollarse en la industria, sino mantenerse como intermediarios entre los grandes terratenientes y los actores externos. Los intentos de reformar y transformar la estructura agraria latinoamericana a lo largo del Siglo XX, dependieron principalmente de movimientos políticos nacionalistas con fuerte arraigo popular. Fueron precisamente esas bases populares (principalmente cuando contaban con raigambre campesina) las que empujaron a sus dirigentes, a pensar en una nueva distribución de la tierra, pero también porque comprendieron que ésa era una traba para el desarrollo capitalista local, que pudiera generar un nuevo posicionamiento a escala mundial, fundamentalmente en momentos en los que el mundo desarrollado atravesaba grandes crisis. Si bien estos movimientos tanto nacionalistas como desarrollistas cuestionaron de las formaciones capitalista-dependientes sólo el segundo de los términos, no contaron entre sus actores con quien debía ser necesariamente su principal fuerza motriz: las burguesías nacionales, y por esa misma razón suplieron esa carencia, con el rol preponderante del Estado como sustituto. El principal supuesto era que en el proceso de desarrollo –de una industria que sustituyera importaciones– bajo conducción estatal, surgiría un empresariado nacional con vocación transformadora, y que a su vez armonizando con los diferentes sectores populares, se conformaría un bloque social que pudiera romper definitivamente con la dependencia. Hasta ahora, esa hipótesis aún no pudo ser demostrada, y tal vez los actuales intentos de desarrollo de la economía social en algunos países de la región sean una alternativa al respecto, ya que desde emprendimientos que también pueden considerarse como empresa pública, es posible encontrar productores con iniciativa y empuje. Hace dos siglos, Mariano Moreno ya había vislumbrado y advertido que sólo el Estado podía suplir la ausencia de una burguesía nacional comprometida, aunque esa ecuación aún no posea un fundamento unívoco.
En lo que prosigue se intentará rastrear los trazos histórico-estructurales de lo que fue la reforma agraria en Bolivia, como una de las experiencias más significativas por reversar la estructura territorial heredada desde el tiempo colonial.
La revolución boliviana del ’52. La situación política de Bolivia, desde la Guerra del Chaco (1932-1935), en la que el país del altiplano se enfrentó a Paraguay, fue una realidad inestable, con gobiernos de corta duración, y en donde el descontento popular iría in crescendo, principalmente el del sector de los obreros mineros, que en Bolivia constituye aún la fracción más poderosa de la clase trabajadora. El 7 de junio del ’42 se fundaría el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que contaría en sus filas a futuros presidentes como Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Zuazo. El MNR constituiría un partido de tipo reformista con raigambre popular y con aceitados contactos en sectores nacionalistas de las fuerzas armadas. Por su parte durante la década del 40 se produciría de forma simultánea –al surgimiento del MNR– la organización sindical de los trabajadores mineros. Tras la represión violenta del ejército a los mineros, sucedida en las minas de estaño de Oruro y Potosí en 1942, esto haría que dos años después, más precisamente el 11 de junio del ’44, se conformara la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (Fstmb) como una organización que contuviera al sector. Desde su fundación la Fstmb contó entre sus principales dirigentes a miembros del Partido Obrero Revolucionario (POR) de orientación trotzkista, entre ellos Juan Lechín Oquendo. Tanto el MNR como la Fstmb serían por ese entonces la oposición orgánica más visible a “La Rosca”. Así se la denominaba, a la oligarquía boliviana constituida por magnates mineros y latifundistas.
El 8 de noviembre de 1946 reunidos en el Congreso de la Fstmb, los mineros aprobaron las denominadas Tesis de Pulacayo, presentadas por la delegación obrera de Llallagua, que consistían en un programa revolucionario para los trabajadores de Bolivia, y que había sido inspirado por el entonces joven dirigente del POR Guillermo Lora. Señalar al programa de Pulacayo, la lucha de los mineros, y la incidencia del MNR, resulta válido para entender el proceso que se desencadenaría en 1952 cuando las fuerzas populares tomarían por asalto el poder que ostentaba La Rosca. Mucho más para entender la base de la reforma agraria que se iniciaría, en tanto podría ser considerada como el mayor logro de dicha revolución.
En el apartado 4 de los fundamentos de las Tesis de Pulacayo se señala que “la particularidad boliviana consiste en que no se ha presentado en el escenario político una burguesía capaz de liquidar el latifundio y las otras formas económicas precapitalistas, de realizar la unificación nacional y la liberación del yugo imperialista. Tales tareas burguesas no cumplidas son los objetivos democrático-burgueses que inaplazablemente deben realizarse. Los problemas centrales de los países semicoloniales son: la revolución agraria y la independencia nacional, es decir, el sacudimiento del yugo imperialista; tareas que están estrechamente ligadas las unas a las otras”. En este punto, el rumbo de los mineros, conducidos principalmente por el POR, daban por sentado su alianza táctica con el MNR, ya que no renegaban del objetivo de desarrollar tareas democráticas y de liberación nacional. “Los trabajadores del subsuelo no insinuamos que deben pasarse por alto las tareas democrático-burguesas: lucha por elementales garantías democráticas y por la revolución agraria antiimperialista” expresaba la Fstmb en el capítulo II de las tesis.
Desde mayo del ’51, el general Hugo Ballivián Rojas, tras invalidar las elecciones presidenciales realizadas en mayo del mismo año, se enquistó en el poder, decretando el estado de sitio y desencadenando una muy fuerte represión al movimiento popular. Pero pareciera que la concurrencia estaba desatada entre los diferentes ministros de Ballivián: todos querían ser presidentes, y más precisamente el Ministro de Gobierno, el general Antonio Seleme, convenció a un grupo reducido del MNR para que lo acompañen en su cruzada. La idea era básicamente realizar un pequeño putch para derrocar a Ballivián y hacerse del poder. Miembros del MNR junto a carabineros que dependían de las órdenes de Seleme, se apoderaron la madrugada del 9 de abril del ’52 de varios edificios públicos, y proclamaron la revolución. Pero el anuncio fue anticipado, ya que las fuerzas armadas gubernamentales coparon inmediatamente las calles. El pueblo boliviano, y principalmente los trabajadores mineros fueron los que desencadenaron una verdadera insurrección armada, que al final destronó al gobierno de La Rosca. Si bien el rol de las milicias obreras fue determinante, ante la falta de una herramienta política propia, no tuvieron más opción que entregar el nuevo gobierno al dirigente del MNR Hernán Siles Zuazo, quien luego se lo pasaría a Víctor Paz Estenssoro al regreso de su exilio en Buenos Aires. El POR, si bien tenía una muy importante inserción sindical, era un partido pequeño con escasa incidencia política en sectores ajenos al mundo laboral.
Aunque los hechos del ’52 puedan despertar diferencias de interpretación, ya que muchos autores le atribuyen la revolución al MNR solamente, vale señalar que a las pocas semanas nomás el nuevo presidente logró postergar la nacionalización de las minas, que era uno de los principales reclamos de la Fstmb, y posteriormente disolvió las milicias obreras. En verdad se trató de un proceso complejo en el cual confluyeron diferentes actores políticos y sociales, pero en el cual se expresaría principalmente un fuerte rechazo popular a las injusticias. Como en todo proceso de transformaciones profundas hubo andariveles que fueron abordados de una forma efectiva y otros que no tanto. Se puede afirmar con toda justeza que en torno a la cuestión agraria y el desmantelamiento del orden señorial y la servidumbre, con la concomitante incorporación del campesino-indígena a la vida social, la revolución nacional del ’52 cumplió e hizo que ese ítem fuera casi irreversible.
La reforma agraria. 
Antes del ’52, el campesinado indígena vivía subsumido en una casi esclavitud desde el tiempo de la conquista española. Nada había cambiado desde 1825 cuando se fundara el país, y mucho menos antes de 1952. Según precisara Ángel Jemio-Ergueta en su trabajo “La Reforma Agraria”, antes de que ésta fuera realizada, sólo el 4,5% de los propietarios rurales, detentaban el 70% de las tierras cultivables, había ausencia de inversión de capital suplementario, desconocimiento del concepto de salario (servicios personales gratuitos) y empleo de métodos anticuados de cultivo, remanentes de la época colonial. Si la revolución del ’52 había propuesto como principales consignas la nacionalización de las minas de estaño, la reforma agraria, la reforma educativa, el sufragio universal y la diversificación de la economía como prerrequisitos para transformar a Bolivia en un Estado moderno, se podría afirmar que fue consecuente principalmente con la implementación del sufragio universal y con el desarrollo de la reforma rural.
Cuando los conquistadores españoles llegaron a Bolivia dieron fin al régimen comunitario de explotación de la tierra que había sido el predominante durante el imperio de los incas. Al instalarse la colonia, se trasplantó desde España el régimen latifundista y a los pueblos originarios se los convirtió en servidores de los nuevos amos. No solamente en cuanto al trabajo de la tierra, ya que también se establecieron diferentes rangos de servidumbre.
Fue así que surgieron el pongueaje (obligación de cada colono de la tierra a asistir a la casa citadina del patrón para cumplir funciones de mozo de mandados) o el mitanaje que consistía en que la mujer del colono, debía cumplir mientras durase el pongo, la tarea de sirvienta o cocinera. De igual forma se daban diversas funciones serviles en la cuales se esclavizaba al indígena.
Por su parte estaban los comunarios, que eran los campesinos indígenas que aún conservaban la propiedad colectiva de la tierra, pero que no escapaban al régimen de servidumbre personal, ya que aunque no tuvieran patrones debían servir a los intendentes, el clero, los corregidores, los jueces de paz y los comisarios. Esta modalidad de explotación de los indígenas, no se transformó con la formación de la república en 1825, se extendió hasta 1952.
La población campesina e indígena en Bolivia era para ese entonces el 65%. Tal como señala Roberto Jordán Pando en su libro De Bolívar a la Revolución boliviana, toda esa franja poblacional mayoritaria no contaba con un instrumento político administrativo para atender sus problemáticas. En tal sentido, la revolución nacional, una de las primeras medidas que toma es la de crear el Ministerio de Asuntos Campesinos a cargo de Ñuflo Chávez Ortiz, un experimentado activista e intelectual del MNR. La tarea del nuevo ministerio era preparar el terreno para la reforma agraria, organizando a los campesinos, estableciendo regulaciones laborales en las áreas rurales, ofreciendo alfabetización y educación, además de proporcionar herramientas sobre cooperativismo y organización comunitaria. Por su parte, la recientemente conformada Central Obrera Boliviana (COB) impulsaba la formación de la Confederación Nacional de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Cntcb), la cual al poco tiempo ya contaría con 700 mil afiliados. Además generaría a sus propios cuadros dirigentes, ya que había sido organizada principalmente por sindicalistas obreros.
El 20 de enero de 1953, el gobierno de la Revolución Nacional, por el Decreto 3.301, creó una comisión encargada exclusivamente de estudiar el problema de la tierra y la incorporación de los pueblos indígenas. Esta comisión integrada por economistas, sociólogos y cuadros políticos de diferentes orientaciones ideológico-partidarias, debía indagar la cuestión agraria en sus múltiples facetas de índole tanto económica, social, jurídica, técnica y educativa. Habiendo trabajado la comisión entre el 9 de abril y el 28 de julio, presentó un informe de tres volúmenes, que sería el anteproyecto de Ley de Reforma Agraria, más varios proyectos complementarios. Esta sería la base del Decreto Ley Nº 3.464 firmado por el mandatario Víctor Paz Estenssoro el 2 de agosto de 1953. Ese día, ante una multitudinaria concentración campesina en la localidad de Ucareña, Paz Estenssoro realizó el anuncio de la medida.
Tal como señalara Jemio-Ergueta en el trabajo señalado, la Reforma Agraria fue un acto de justicia histórica, fue destinada principalmente para liberar al indio de su condición de siervo e incorporarlo a la vida ciudadana de la Nación. Para garantizarle esa libertad, había que dotarle de una base material: la tierra, y la tierra debía ser para quien la trabaje.
A la luz de un análisis más objetivo, la ley de Reforma Agraria de Bolivia se propuso asimilar las técnicas capitalistas de producción en el campo, liquidando las trabas impuestas por resabios feudales e incorporando a las masas campesinas al mercado interno en su doble condición de productores y consumidores. La esencia democrática de la reforma agraria boliviana radicó en el hecho de que instituyó el trabajo como la principal fuente del derecho a la propiedad de la tierra. Las principales cuatro finalidades de la reforma eran:
a) proporcionar tierra labrantía a los labriegos que no la tienen o la poseen en grado insuficiente, expropiando para ello a los latifundistas que la detentan en exceso y disfrutan de una renta absoluta que no proviene de su trabajo ni de inversiones de capital suplementario;
b) proscribir los servicios personales y gratuitos de carácter servidumbral, instituyendo el régimen de salario como única forma de pago al peón agrícola por su trabajo;
c) reivindicar las tierras despojadas a las comunidades indígenas, valiéndose del fraude, la influencia política y la extorsión administrativa para convertir a aquéllas en cooperativas de producción, y
d) conseguir la explotación racional e intensiva de la tierra a fin de lograr el autoabastecimiento alimenticio del país, otorgando créditos fáciles y accesibles a los campesinos y ejecutando un plan de mecanización de las labores agropecuarias.
Si bien en 1964, con el golpe militar que pondría en el poder al General René Barrientos, hubo un cierto estancamiento con respecto al proceso reformista rural, se puede decir que el ciclo iniciado en 1952 –en lo referido específicamente a la reforma agraria– no tuvo grandes retrocesos. En este sentido muchos analistas sostienen que la reforma fue un hecho irreversible, aunque sí habría que analizar cuáles fueron sus principales falencias.
La revolución nacional del ’52 se planteaba varios objetivos, entre ellos, la nacionalización de las minas de estaño y la diversificación de la economía, además de transformar la estructura agraria. Los otros objetivos no se lograron, y vale subrayar al respecto que no es posible transformar la estructura de una formación social, solamente desde uno de sus flancos, mucho más cuando los más importantes (como el de la minería) permanecen sin una sustancial modificación.
Por otra parte, en referencia a la cuestión de la tierra, la reforma fue efectiva principalmente en la región occidental, en donde vive el 70% de la población rural de Bolivia. Paradojalmente en la región oriental (Santa Cruz, Beni) en la cual la agricultura es mucho más factible, sobre una extensión aproximada de 700 mil km², solamente había una población de 0,8 habitantes por km². La mayor población labriega de Occidente se desarrollaba en terrenos ubicados entre 2.500 y 4.000 mil metros sobre el nivel del mar, que fue el sitio donde fue efectiva la reforma agraria. La tierra distribuible siempre fue considerada aquella a la cual se la considera cultivable, aunque en algunos casos el Estado declaraba a ciertas tierras como empresa, y por ende no se encontraban sujetas a ser entregadas a los agricultores.
A modo de conclusión. No alcanza con “tierra para el que la trabaja”, es necesario un proceso de industrialización de la ruralidad desde la obtención de la materia prima, hasta la obtención de productos con alto valor agregado. Puede alcanzar para la subsistencia de los campesinos, pero no para transformar la estructura productiva de un país. En Bolivia se abortó el proceso de la revolución del ’52 debido a que no hubo desarrollo de los otros factores económicos intrínsecos. Incluso varios expertos sostienen que si bien los campesinos contaban con la tierra, no contaban con los recursos necesarios para poder explotarla de la mejor forma.
La revolución agraria tal como la habían planteado los mineros de Pulacayo en 1946, en cierta medida fue realizada, también la tarea democrática de otorgarle la ciudadanía a la población indígena, pero el problema principal es que el proyecto de nacionalizar los grandes recursos naturales como son los productos de la minería, quedaron casi en las mismas manos.
Desde la nacionalización de los grandes recursos energéticos realizados por el actual gobierno de Evo Morales, el país del altiplano pareciera entrar nuevamente en el terreno que fuera abandonado hace décadas, para comenzar a soñar con las metas anheladas.
En una próxima entrega sobre la cuestión agraria, Miradas al Sur abordará las experiencias de reformas realizadas en Perú y Chile durante la década del ’60, y la ejemplar lucha del Movimiento de campesinos sin tierra (MST) de Brasil.


2014/04/20

El latifundio es la herencia maldita del régimen colonial

La gran propiedad terrateniente es uno de los fundamentos del atraso relativo de las naciones latinoamericanas.
Artigas y la tierra. El líder oriental propuso uno de los primeros
 planteos revolucionarios que apuntaba a terminar
con el predominio de la oligarquía terrateniente.
“En qué clase se considera a los labradores? ¿Son acaso extranjeros o enemigos de la patria para que se les prive del derecho al sufragio? Jamás seremos libres si nuestras instituciones no son justas.” 
Bernardo de Monteagudo
Hace dos siglos se producía la ruptura de los pueblos americanos con la corona española. Pero lejos de llevarse adelante una verdadera revolución, durante el tiempo subsiguiente se preservó una estructura económica y social no muy diferente a la de los tiempos de la colonia. Los principios revolucionarios de los principales protagonistas de las jornadas emancipatorias cayeron en saco roto, y lejos de alcanzarse los sueños libertarios de Bolívar, San Martín, Monteagudo, Moreno o Sucre, prevalecieron las posiciones de todos aquellos que ajustaron la realidad regional a una nueva sujeción imperial. Hoy podría decirse que renegociaron la dependencia, para preservar sus principales beneficios de clase, que ya ostentaban en los tiempos coloniales.
Si el primer intento emancipatorio tenía como objetivo –en las ideas de sus principales artífices– desarrollar una gran nación americana, autónoma y soberana, a tono con los avances de las fuerzas de la producción económica, tal como se empezaban a desarrollar en Europa, con el reciente advenimiento de una burguesía que por ese entonces marcaba el principal camino de progreso de la humanidad, los revolucionarios locales, no solamente veían la posibilidad concreta de construir una pujante nueva nación, sino que simultáneamente eran partidarios de romper con todas las ideas oscurantistas y conservadoras del tiempo virreinal. Realizar un balance de por qué ese primer intento fue derrota, debiera hoy interrogar a los ciudadanos de la región, como una marca que permita delimitar el trazo estratégico de un nuevo intento. Lejos de intentar dicho balance crítico, se intentará en lo que sigue, proseguir con la cuestión agraria latinoamericana, como uno de los núcleos duros, de por qué la perspectiva emancipatoria no llegó a prosperar. Fundamentalmente, la existencia del latifundio como formación específica, que impidió el desarrollo de una burguesía progresista y transformadora, un empresariado con iniciativas propias que no quedase reducido al único rol de intermediario entre los latifundistas y los principales agentes imperiales.
El latifundio. En la América precolombina hubo regímenes de explotación y tenencia de la tierra. Aunque muchas etnias aborígenes eran principalmente pueblos nómades y cazadores, prevalecieron los grandes imperios: inca, azteca y maya, que constituyeran no sólo el modo de producción dominante del continente, sino también el blanco principal de los conquistadores españoles. De todas formas, rastrear históricamente la conformación del latifundio como rasgo principal de las formaciones económico-sociales en Latinoamérica, está referido en primer lugar a las formas de colonización que tuvieron tanto España como Portugal en esta parte del mundo. Lejos de un debate sobre todo árido y de improbables certezas, sobre si la economía del virreinato era de tipo feudal o desde sus inicios ya implicaba la presencia del capitalismo, lo que sí se puede aseverar es que la existencia de grandes y extensas concentraciones de tierra en pocas manos, sumada la existencia de una elite portuaria compradora-vendedora, que nunca pudo constituirse en industrial, marcó a fuego un patrón económico de acumulación capitalista pero con sujeción a las economías más desarrolladas.
A diferencia de los Estados Unidos, en Latinoamérica no se tocó la propiedad de la tierra tal como se estructuró en el tiempo de la colonia. Tras la Guerra de Secesión, en los Estados Unidos, el Norte suprimió al latifundio esclavista del Sur e implementó un régimen de colonización del Oeste que no permitía que los colonos pudiesen tener propiedades mayores a 100 acres (89 hectáreas). Esto –si se quiere– funcionó en el país del Norte como una reforma agraria que posibilitó un acceso más democrático a las tierras y al trabajo agrícola, principalmente de forma familiar.
El terrateniente –según asevera el historiador León Pomer en su libro Continuidades y rupturas. De la Colonia a Mayo–, siendo producto dilecto de la sociedad colonial, es “especialidad” española. Señala Pomer que el latifundio en España fue el resultado de la Reconquista, es decir, de la recuperación de las tierras peninsulares –que estaban en poder de los musulmanes–, por parte de los reinos cristianos. Un proceso de guerra prolongada y discontinua que se extendió desde el Siglo VIII al XV, cuando los denominados Reyes Católicos, el 2 de enero de 1492 tomaron Granada. El latifundio se constituía de esa forma como parte constitutiva de la conquista y apropiación gradual del territorio. Algunos autores sostienen que durante el tiempo de la conquista del nuevo mundo, en España solamente entre el 2 y el 3% de los propietarios (incluso están los que aseguran que sólo el 1,65 %) eran los poseedores del 97% del suelo de la península. Los grandes latifundios eran propiedad de los dignatarios de la Iglesia, de las órdenes laicas y religiosas, de los nobles y los municipios. La gran propiedad territorial representaba así una fuente de renta desorbitante y un signo de grandeza. Por esta razón, muchos grandes mercaderes emergentes intentaban quitarle a la realeza las grandes propiedades de tierras, y constituirse así en clase nobiliaria; mientras que los pobres de la península tenían algunas tierras realengas, en las altas montañas. De tal forma la gran propiedad territorial se oponía a la pequeña propiedad agrícola que además de ser mal vista, gozaba de mala prédica.
Si la corona española durante la conquista hizo un traslado al nuevo continente de sus características principales como formación social, fue el latifundio una de esas típicas formaciones. Por otro lugar invadió y masacró a las principales civilizaciones precolombinas, como fueron la de los aztecas y los incas, para apropiarse de los metales preciosos que estos pueblos extraían de las grandes montañas. Según las creencias de los conquistadores, exterminar a los pueblos originarios de las Indias era lo más conveniente, ya que siendo paganos, consideraban que les redimían el alma. Era ésta la justificación ideológica del acto de masacrar. La conquista del desierto llevada adelante por el general Julio Roca, varias décadas después de Mayo de 1810, demuestran a las claras que ese tipo de ideología seguía casi intacta, y que los motivos por los cuales lo hacían era el de expandir sus privilegios económicos. Una muestra muy clara de que los ideales libertarios de los revolucionarios de mayo habían sido completamente derrotados, no solamente en relación con el desarrollo de un nuevo tipo de modo de producir, sino también en cuanto a aplastar y sustituir las ideas dominantes del tiempo virreinal.
Artigas y la reforma agraria. Tal como señalara Eduardo Galeano en el ya clásico Las venas abiertas de América latina habían sido “los desposeídos quienes realmente pelearon –cuando despuntaba el Siglo XIX–, contra el poder español en los campos de América” pero pese a eso, la supuesta independencia no los recompensó. Lejos de producirse los cambios que proponían los revolucionarios, los dueños de la tierra y los grandes mercaderes incrementaron sus ganancias, y habiendo caído los cuatro virreinatos españoles, el continente se fragmentó en múltiples países, cayendo en saco roto la idea de construir la gran nación americana del Sud. “¿Pero qué burguesía nacional era la nuestra, formada por los terratenientes, los grandes traficantes, comerciantes y especuladores, los políticos de levita y los doctores sin arraigo?” se pregunta Galeano en la obra señalada, y se responde: “Las burguesías de estas tierras habían nacido como simples instrumentos del capitalismo internacional, prósperas piezas del engranaje mundial que sangraba a las colonias y a las semicolonias. Los burgueses del mostrador, usureros y comerciantes, que acapararon el poder político, no tenían el menor interés en impulsar el ascenso de las manufacturas locales, muertas en el huevo cuando el libre cambio abrió las puertas a la avalancha de las mercancías británicas. Sus socios, los dueños de la tierra, no estaban, por su parte, interesados en resolver la cuestión agraria, sino a la medida de sus propias conveniencias. El latifundio se consolidó sobre el despojo, todo a lo largo del siglo XIX”. Según el autor uruguayo se llegó a padecer “frustración económica, frustración social, frustración nacional: una historia de traiciones sucedió a la independencia y América latina, desgarrada por sus fronteras, continuó condenada al monocultivo y a la dependencia” aunque “la reforma agraria fue, en la región, una bandera temprana”. La bandera del caudillo oriental José Gervasio de Artigas, quien a contramano de las políticas que llevaba adelante por ese entonces Buenos Aires se propuso revolucionar las relaciones de producción en el campo de la provincia oriental y el resto de las provincias hoy argentinas (Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Corrientes) que integraban la Confederación de los Pueblos Libres, que encabezaba precisamente Artigas. Si bien la implementación en 1815 del denominado Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de su campaña y seguridad de sus hacendados (ver abajo recuadro 1), fue el resultado concreto de la lucha artiguista contra los imperios español y portugués de forma simultánea, y en contraposición a los designios del gobierno centralista porteño a quien luego también enfrentó; llevó a rajatablas algunos de los principales postulados del Plan Revolucionario de Operaciones, escrito por Mariano Moreno. En el Plan, Moreno subrayaba en los apartados 7º y 8º (ver abajo recuadro 2) algunos de los elementos principales que darían vida al Reglamento agrario de la provincia oriental.
En 1811, el entonces gobernador de la provincia oriental Javier de Elío, quien luego fuera nombrado como Virrey del Río de La Plata, le declara la guerra a la Junta revolucionaria creada en Mayo con sitio en Buenos aires. De esta forma, el 18 de mayo de 1811 Artigas, encabezando su ejército popular derrota a los realistas en el combate de Las Piedras y comienza el sitio a Montevideo. La elite porteña veía con preocupación la labor desarrollada por el caudillo oriental, pues temía que su ejemplo se expandiera de este lado del Río de la Plata. Una burguesía intermediaria y mercantil, asociada a los grandes terratenientes no veía con buenos ojos el reparto de tierras y ganado, que si bien eran expropiados a los realistas; más allá de la denominación o de las banderas, la elite porteña en términos objetivos no era demasiado diferente de los españoles derrotados. Esa burguesía (conformada por contrabandistas y mercaderes ingleses) propició el advenimiento del Primer Triunvirato, y el confinamiento de los principales líderes revolucionarios. Por esta razón, en octubre de 1811 el primer Triunvirato pacta con Elío el retiro de las tropas y declara a Artigas como traidor, poniéndole a su cabeza el precio de 6 mil pesos. Fue allí, que replegándose en Entre Ríos Artigas reagrupa fuerzas y se constituye en el protector de los Pueblos Libres. El enfrentamiento con Buenos Aires ya era un hecho ineludible por parte de todas las provincias mesopotámicas que siguieron a Artigas.
Cuando en 1815 las tropas de los Orientales recuperaron Montevideo, que estaba por ese entonces bajo la tutela de los porteños, Artigas convoca en Concepción del Uruguay (Entre Ríos) al Congreso de los Pueblos Libres. El documento político fundamental es el Reglamente de Tierras y de Fomento de la Campaña emanado de Purificación en 1815 y presentado ante dicho Congreso.
Vale precisar que la presentación de ese proyecto de reforma agraria para la Banda Oriental, en un congreso con las demás Provincias “debe ser entendido como la presentación concreta, para la provincia más atrasada y que más había sufrido en el curso de la guerra, de un proyecto de ordenamiento e impulso de la producción que se basaba en principios de justicia social y en la búsqueda de un desarrollo económico soberano”, sostienen desde su portal las Comisiones Unitarias Antiimperialistas del Uruguay (Comuna).
Este proceso de conformación de pequeños y medianos productores agropecuarios no prosperó, ya que Artigas fue derrotado, y siguió prevaleciendo la presencia dominante del latifundio y el poder de los terratenientes, con lo cual el desarrollo de nuevas fuerzas productivas no resultaba lo más indicado para una burguesía que desde su nacimiento se caracterizó por el parasitismo.
Este abordaje de la cuestión de las tierras en la región del Río de la Plata es un indicador bastante aleccionador del comportamiento casi lumpen de las burguesías hispanoamericanas, que siempre tuvieron como principales socios a los terratenientes y los agentes imperiales, y muy poco interés por desarrollar otra matriz productiva.
En una próxima entrega sobre la cuestión agraria, Miradas al Sur abordará los intentos de reforma de la propiedad territorial durante el Siglo XX.
El reglamento artiguista para el campo
Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de su campaña y seguridad de sus hacendados (fragmento)
1º. El señor alcalde provincial, además de sus facultades ordinarias, queda autorizado para distribuir terrenos y velar sobre la tranquilidad del vecindario, siendo el juez inmediato en todo el orden de la presente instrucción.
2º. En atención a la vasta extensión de la campaña podrá instituir tres subtenientes de provincia, señalándoles su jurisdicción respectiva y facultándolos según este reglamento.
6º. Por ahora el señor alcalde provincial y demás subalternos se dedicarán a fomentar con brazos útiles la población de la campaña. Para ello revisará cada uno, en sus respectivas jurisdicciones, los terrenos disponibles; y los sujetos dignos de esta gracia con prevención que los más infelices serán los más privilegiados. En consecuencia, los negros libres, los zambos de esta clase, los indios y los criollos pobres, todos podrán ser agraciados con suertes de estancia, si con su trabajo y hombría de bien propenden a su felicidad y a la de la provincia.
7º. Serán también agraciadas las viudas pobres si tuvieren hijos. Serán igualmente preferidos los casados a los americanos solteros, y estos a cualquier extranjero.
12º. Los terrenos repartibles son todos aquellos de emigrados, malos europeos y peores americanos que hasta la fecha no se hallan indultados por el jefe de la provincia para poseer sus antiguas propiedades.
15º. Para repartir los terrenos de europeos o malos americanos se tendrá presente si estos son casados o solteros. De éstos todo es disponible. De aquellos se atenderá al número de sus hijos, y con concepto a que no sean perjudicados, se les dará bastante para que puedan mantenerse en lo sucesivo, siendo el resto disponible, si tuvieran demasiado terreno.
16º. La demarcación de los terrenos agraciables será legua y media de frente, y dos de fondo, en la inteligencia que puede hacerse más o menos extensiva la demarcación, según la localidad del terreno en el cual siempre se proporcionarán aguadas, y si lo permite el lugar, linderos fijos; quedando al celo de los comisionados, economizar el terreno en lo posible, y evitar en lo sucesivo desavenencias entre vecinos.
Mariano Moreno
El Plan de Operaciones de los jacobinos de Mayo
Plan Revolucionario de Operaciones, de Mariano Moreno (fragmento).
7ª Debemos igualmente hacer publicar en todos los pueblos que a todas las familias pobres, que voluntariamente quisiesen trasladarse a la Banda Oriental y a las fronteras a poblar, se les costeará el viaje, dándoles las carretas y demás bagajes para su transporte y regreso, y contemplándoles como pobladores, se les darán terrenos a proporción del número de personas, que comprenda cada familia, capaces y suficientes para formar establecimientos, siembras de trigo, y demás labores, y esto por el término de diez años, que serán los precisos que deberán habitarlos, y pasado dicho término, podrán venderlos o enajenarlos como más bien les pareciere, sin que el valor de dichas tierras tengan que abonarlo.
Que para el efecto y fomento se les suministrará, en los dos primeros años, con algunas fanegas de distintos granos, algunas yuntas de bueyes y vacas, para sus establecimientos, y asimismo algunas yeguas y caballos, supliéndoles para la fábrica de sus moradas doscientos o trescientos pesos, según lo que dispusiere en esta parte el Superior Gobierno, como igualmente las herramientas precisas para sus labores, quedando exentos en el dicho término de diez años, cualquiera de tales familias, de servir en las milicias, ni en ningún otro cargo que pudiera perjudicarles, y en la misma forma, en dicho término, serán exceptuados de toda contribución y derecho de cualquier fruto que vendan o introduzcan, en cualquiera pueblos o provincias, dependientes del Gobierno Americano del Sud.
8ª En los mismos términos y en igual forma, bajo las mismas proposiciones, debe de proponerse este mismo convenio a las familias pobres de la Banda Oriental de Montevideo y Capital de Buenos Aires, que quieran ir a poblar a los territorios del Río Grande, para de esta manera introducir en dichos destinos el idioma castellano, usos, costumbres y adhesión al Gobierno, pues ya en estas circunstancias se deberá haber allanado todas las dificultades, y, levantando nuestra bandera en aquellos destinos, declararlos como provincias unidas de la Banda Oriental y Estado.

2014/04/13

Los condenados de la tierra

La cuestión agraria en América latina y la integración regional. Los latifundios y la división internacional del trabajo.
“¡A desalambrar, a desalambrar!/ que la tierra es mía,
tuya y de aquel…”
Daniel Viglietti
Cuando se plantea hasta dónde es posible llevar adelante al actual proceso de integración latinoamericano, no pocas veces se la deja supeditado nada más que a la voluntad política de los líderes regionales, que sin dudas es una condición indispensable; pero si se considera que la integración es parte simultánea de un sustancial cambio en relación a los actores globales externos al continente, que implica dar un corte definitivo a la histórica dependencia, no alcanza con la voluntad, sino que en primer lugar resulta imprescindible transformar sustancialmente la estructura económico productiva que dio condición de posibilidad a la subordinación a los diferentes imperios, quedando la región sumergida en una marcada fragmentación. Conocer –con precisión propia a los postulados de la ciencia– cuáles son las trabas estructurales que obstaculizan la profundización del cambio de época, debiera ser parte integral no solamente de los programas políticos de los gobiernos progresistas, sino principalmente de los movimientos sociales y las mayorías populares, que son los verdaderamente interesados –por su situación objetiva– en que las diferentes crisis cíclicas se resuelvan efectivamente, alcanzando un punto histórico que pueda considerarse como irreversible y no sujeto a retrocesos. Las diferentes experiencias de integración y desarrollo autónomo que precedieron al actual proceso, hasta ahora fueron intempestivamente inclinadas hacia la regresión. Si hay una cuestión central, que hizo que el continente fuera solamente un gran reservorio de recursos naturales, con muy escaso desarrollo de la industria, signado en la división internacional del trabajo a ser sólo un gran productor de materias primas, es sin dudas la cuestión agraria, o para ser más precisos, el régimen de explotación, posesión, tenencia y reparto de la tierra.
Desempolvar la cuestión agraria y la necesidad de la otrora famosa reforma agraria u otra política acorde a ella, no es solamente un problema que atañe a lo específicamente relacionado con las actividades productivas del campo, sino que en la actualidad cobra suma vigencia a partir del engrosamiento de las grandes ciudades del continente, con todos los rasgos propios presentes en ellas, que ponen sobre el tapete la más cruda desigualdad social. Ciudades con grandes zonas suburbanas en las cuales se producen continuamente asentamientos de migrantes del campo, que lejos de resolver sus problemas esenciales, agudizan la exclusión y la marginación.
Introducción al problema. En nuestras sociedades, existe un hecho económico y social (también se traduce en lo político) que es la desigualdad entre la ciudad y el campo, y la misma no desaparecerá de forma inmediata por más transformaciones que se produzcan en las estructuras sociales. Para ello es necesario un largo proceso, que no solamente revolucione ese desequilibrio, sino que altere considerablemente el desarrollo desigual que se da a nivel planetario producto de la división internacional del trabajo. De tal forma, existen zonas en las cuales se privilegia la producción industrial, y otras en las cuales, el único destino pareciera ser consolidarse como regiones productoras de materias primas. El último caso es el rasgo dominante en Latinoamérica, y ello no es un hecho fortuito o azaroso, sino producto de cómo está estructurada la relación entre el campo y la ciudad, y de qué manera esa relación se liga íntimamente a la cuestión agraria. Desde el tiempo de la colonia, la región está caracterizada por un régimen de tenencia de la tierra, en la cual prevalecen los llamados latifundios, es decir, una excesiva concentración de la propiedad territorial en pocas manos, las de los grandes terratenientes. Vale señalar que en los países y regiones en los cuales hubo un desarrollo industrial considerable, como son los Estados Unidos, Europa y a posteriori también los países del llamado campo socialista, la propiedad de la tierra fue necesariamente redistribuida en proporciones diferentes, privilegiando la pequeña y mediana propiedad.
Con el advenimiento de la revolución francesa, a finales del siglo XVIII, las nuevas elites burguesas comprendieron cabalmente que el antiguo régimen de propiedad de las tierras heredado del sistema feudal, consistente en la concentración de la propiedad territorial, era un obstáculo al desarrollo del capitalismo, y por ello se dieron a la tarea de ir desmontando progresivamente dicha concentración. En América latina, procesos similares de redistribución de las zonas agrarias –si bien existieron intentos, que a la postre dejaron algunos cambios– no lograron afectar ni transformar el carácter dominante del latifundio, y marcaron a fuego, de esa forma, el predominio de una estructura económico social en la cual lo principal sigue siendo la exportación de commodities y la importación de productos industrializados. Todos los intentos de industrialización y promoción de sustitución de importaciones chocaron con ese límite preciso que es la cuestión relacionada a la tensión específica entre campo-ciudad y al interior de ella, a la cuestión agraria, entendida como la relación principal en la cual la propiedad terrateniente se impone con respecto a las medianas y pequeñas propiedades agropecuarias.
La cuestión agraria de la forma señalada está indisolublemente asociada a una formación social históricamente determinada. Se podría afirmar que es la relación contradictoria entre dos modelos de propiedad y producción del agro –o en todo caso, de utilización de las tierras–, permanentemente en puja. Desde la primera emancipación americana sucedida hace dos siglos, se vienen dando intentos de inclinar el predominio latifundista, pero también vale señalar que los grandes terratenientes se van acomodando a las diversas coyunturas, haciendo que la renta de sus tierras sean acordes a los negocios de cada época respectiva. Negocios que sin dudas no los establecen ellos, sino el mercado mundial, y las necesidades de producción y consumo del mundo industrializado. De la propiedad de la tierra utilizada en parte para la ganadería, pero con grandes proporciones de zonas improductivas, hoy se asiste a una preeminencia de los agronegocios, entre los cuales las tierras utilizadas para la siembra expansiva de la soja y de oleaginosas para hacer agrocombustibles, resulta el dato sobresaliente.
Campo y población. Cuando se piensa que hoy la población del campo es cada vez menor, no solamente en Latinoamérica sino en todo el planeta, pareciera que el planteo de “Tierra para el que la trabaja” resulta algo anticuado. En una conferencia que diera el célebre historiador Eric Hobsbawn el año 2004 en Delhi, expresaba que desde mediados del Siglo XX la humanidad está asistiendo a una gran revolución, no sólo en referencia a la tecnología, sino a que hace poco más de medio siglo, se produjo el fin de una historia que se extendió por diez mil años. De esa manera Hobsbawn anunciaba la caída vertiginosa del campesinado como esa clase social que fuera dominante desde los albores de la humanidad sedentaria. Según el historiador británico, hoy en el mundo más desarrollado las tareas agrícolas son muy ínfimas, por ejemplo, sólo el 4% de la población de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) hoy trabajan en el campo, mientras que en los Estados Unidos el porcentaje es del 2%. Si en los inicios del siglo pasado solamente el 16% de los habitantes del planeta vivía en ciudades, esa cifra hoy ronda el 50%, siendo ese porcentaje engrosado principalmente por el África subsahariana y los países del sudeste asiático (India, Bangla Desh, Myanmar y los países de Indochina). La migración permanente desde el campo a la ciudad es un rasgo de la época, al igual que el vertiginoso crecimiento de las poblaciones urbanas y suburbanas. Latinoamérica, a pesar de sus grandes extensiones rurales, no es una excepción a esa regla, más bien es uno de sus principales indicadores. Cuando se piensa en una reorganización de las sociedades para que las mayorías populares tengan acceso a la cobertura de sus necesidades básicas, sin dudas la desigualdad actual entre ciudad y campo, no deja de tener capital importancia, mucho más cuando los grandes asentamientos que se prodigan alrededor de las grandes ciudades, lejos de beneficiar a sus habitantes, los sumergen más, en una pobreza estructural. Vale señalar que un movimiento como el de los campesinos Sin Tierra (MST) de Brasil, se inició en las zonas conurbanas de Sao Paulo. Relegados a la más cruel exclusión social, se organizaron para realizar el proceso inverso, ir de la ciudad al campo. Tomar tierras para producir y vivir en condiciones dignas. Si existe algún actor social preponderante hoy, que revitaliza siempre la necesidad de la reforma agraria ése es el MST brasileño, sin dejar de obviar a movimientos campesinos similares tanto de Paraguay como Argentina.
Tal como lo planteaba Edgar Allan Poe en el cuento “La Carta Robada”, lo que está más en la superficie es casi siempre lo más lejano a la visión. La policía buscaba la epístola quitada del palacio de los reyes, pero lo hacía con métodos sofisticados y rigurosos, sin poder encontrarla, pero sin prever que la carta estaba entre los papeles desordenados que estaban ubicados por encima de un escritorio, a la vista de cualquier visitante de aquella casa. La cuestión agraria, si se quiere, es como esa carta robada, es algo que está en la superficie pero nadie alcanza a verla como un problema a resolver. Si bien en la Argentina, con la 125 pudo haber despuntado el debate sobre la cuestión agraria, todo quedó supeditado al porcentaje de las retenciones, y no precisamente al régimen de tenencia de la tierra.
Si tal como se dijera más arriba, el MST de Brasil y en menor medida otros movimientos campesinos de la región, hoy siguen manteniendo vigente la problemática referida a la reforma agraria, hay que precisar que también bajo ese nombre existen políticas para el campo, que son contrapuestas, aunque se inscriban bajo la misma denominación. Es así que el Banco Mundial (BM) también pregona la reforma agraria, pero en términos muy diferentes a como lo hacen los movimientos campesinos. Si bien en los planteamientos del BM está resolver cuestiones sociales referidas a ciertos conflictos emergentes de la actual situación, ellos no se proponen eliminar al latifundio, sino concertar entre pequeños y medianos campesinos, las compras de parcelas de tierra a los terratenientes. Según expresara el investigador chileno Cristóbal Kay, profesor emérito en Estudios del Desarrollo y Desarrollo Rural en el International Institute of Social Studies (ISS) de La Haya, el Banco Mundial concibe a esta reforma de un modo neoliberal, neoinstitucional, como un mediador entre compradores y vendedores de tierras, entre campesinos que quieren adquirirlas y latifundistas que están dispuestos a venderlas. De esta forma el BM otorga préstamos para establecer un banco de tierras y mediar en el proceso de compra y venta. Esta política del Banco Mundial se realiza sin la participación del Estado, y hoy tiene bastante raigambre en un país como Colombia. No pocas veces, durante la primera ronda de conversaciones de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc que se realizan en La Habana, emergió este debate entre dos tipos de reforma agraria. En primer lugar, porque según los negociadores de la guerrilla, es precisamente la existencia del latifundio lo que generó el conflicto armado más viejo del continente, aunque por su parte el gobierno subrayó al respecto que, no se tocarían las propiedades agrarias adquiridas legítimamente enviando un mensaje de confianza a los grandes propietarios.
El geógrafo brasileño Bernardo Mançano Fernandes, en un interesante trabajo que lleva el nombre de “La geopolítica de la cuestión agraria” explica cómo se viene dando a nivel planetario, el problema agrario, en un tiempo en el que priman los agronegocios, principalmente la producción de agrocombustibles, en detrimento de la producción de alimentos. La necesidad de búsqueda de nuevos territorios por parte de los principales trust hizo que existan hoy gobiernos que junto a empresarios y terratenientes estén arrendando y comprando gigantescas extensiones de tierras en países diversos.
De tal forma, Mançano sostiene que hay tres clases de países: los arrendatarios o compradores de tierras, los arrendadores, y los que son las dos cosas a la vez. Con la excepción de Brasil, que es tanto arrendatario como arrendador, los demás países de la región son fundamentalmente arrendadores. Este hecho no es fortuito, ya que es la existencia misma del latifundio lo que permite que sea de esta forma. En cambio los diferentes países de la Comunidad Europea, Japón y Canadá son los principales arrendatarios de tierras. Según precisa el experto brasileño, esta modalidad implica un nuevo elemento en la cuestión agraria: la unión del Estado y el capital para explotar tierras, personas y países. Sin dudas este proceso de explotación no es nuevo, lo que es nuevo según el autor es que más allá de las empresas, los gobiernos estén más involucrados en acuerdos que refuerzan el neocolonialismo y consecuentemente profundizan las formas de dependencia.
Esta novedad está también relacionada, según Mançano, con las crisis de falta de alimentos y con el aumento del precio de los combustibles. Un factor nuevo –precisa– es que estamos viviendo un momento de cambio estructural en la producción de energía. El campo productor de alimentos y fibras pasa a producir cada vez más energía. Es evidente que esta nueva realidad exige la expansión de los territorios. Y los países ricos en capital, pero pobres en extensión territorial están adoptando las estrategias imperialistas.
De tal forma, la existencia de países con grandes extensiones territoriales, pero con una población eminentemente urbana, hacen que la mayoría de los ciudadanos conozcan muy poco acerca de lo que ocurre en zonas en las cuales viven muy pocos habitantes. Tanto la producción de agrocombustibles, como también la minería a cielo abierto, y todas las variantes extractivistas y productoras de commodities, se desarrollan en un plano de invisibilidad notoria, ya que los grandes medios de comunicación, principalmente radicados en las grandes ciudades, de eso no hablan.
Un problema también muy importante relacionado a la cuestión agraria es el de los pueblos indígenas y originarios del continente, ya que ellos fueron despojados de sus tierras a partir de la colonización hispánica basada en el latifundio. Hoy, con el despertar de las naciones latinoamericanas, también emergen con fuerza las voces originarias, que no sólo reclaman con toda justicia sus propiedades ancestrales, sino que a su vez reclaman una relación armónica con la tierra, tal como se plantea en el Buen Vivir de los pueblos andinos. Un flagelo como el del narcotráfico, tanto en la producción de estupefacientes, como en sus rutas, tampoco es ajeno a la cuestión agraria.
En las próximas entregas que Miradas al Sur hará sobre esta problemática, se intentará realizar un somero rastreo histórico de la cuestión agraria latinoamericana, regresando sobre algunos de los temas brevemente ya expuestos. Sobre los diversos intentos de reformar la estructura territorial del agro, desde la reforma agraria propuesta por José Gervasio de Artigas hace dos siglos, hasta experiencias como la de los movimientos campesinos sin tierra, sin dejar de lado los intentos realizados por el pueblo de Bolivia en 1952, y los gobiernos de Perú y Chile durante la mayor parte de la década del ’60. Se pretende contar así con algunos elementos de análisis para el presente de la región, que ante la crisis del mundo occidental hoy tiene una oportunidad, que si no es aprovechada correctamente se corre el riesgo de repetir experiencias fallidas del pasado.


2014/04/08

El Lozano: el teatro donde todo comenzó

Nota publicada originalmente en la Revista Sudestada

Hay lugares que tienen nombres conocidos, sitios a los que se los asocia con determinados hechos o personajes, pero poco se sabe de sus particularidades, de cómo ciertos envases, moldean y a su vez representan a los productos que llevan adentro. El Teatro Lozano de la ciudad de la Plata es un ejemplo de eso. Sí no fuera por la trascendencia que alcanzó por el hecho indiscutido de que ahí se produjeran las primeras presentaciones del emblemático Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, su nombre sería desconocido hasta incluso por muchos habitantes de la ciudad de las diagonales. Los llamados “Lozanazos” se asocian indefectiblemente a dicha banda de rock, pero lo que acontecía en aquel pequeño teatro durante los años ’70 fue bastante más,  fue uno de esos sitios que albergaron a muchas de las principales expresiones de de la contracultura platense, entre ellas a los Redondos.
El teatro, o para ser más precisos el Salón Cultural Lozano, ubicado en la calle 11 entre 45 y 46, es un lugar perteneciente a la Agremiación Bonaerense de Empleados de Reunión del Hipódromo de La Plata, una entidad gremial con un largo antecedente de luchas y solidaridades.  El teatro está considerado por los trabajadores del sector como un factor de sostenimiento económico y verdadero orgullo de la agremiación.
Carlos Mariño uno de los precursores del rock platense, no por ser precisamente músico, sino por sus programas radiales, por ser un organizador de eventos, y sonidista entre varias cosas más; en 1972 les alquiló a los empleados por reunión del hipódromo el emblemático teatrito. Una vez por semana iría a presentar a alguna de las bandas del under platense. Según contaba Carlos por aquel entonces la mayoría de los grupos de rock de la ciudad no estaban afiliados al sindicato de los músicos, y esto hacía que fueran perseguidos y que no los dejasen tocar. En Buenos Aires era mucho más fácil entrar al gremio, pero en La Plata los requisitos eran tantos que ningún rocker aceptaba esos condicionamientos burocráticos. De esa forma realizar lo que propiamente se podría llamar un recital era casi una ceremonia clandestina, o camuflada con otros condimentos, principalmente expresiones culturales como teatro, poesía, muestras artísticas, etc. Y lo del sindicato de músicos no era pavada, una vez iba a presentarse en el Lozano una banda de Ensenada que se llamaba La Primera Flor que brotó después de la nevada, y cuando llegaron al lugar los estaban esperando con un patrullero. Burocracia sindical y policía de la mano.  No era para menos que muchos de ese sindicato eran músicos integrantes  de las bandas de la Marina y el Ejército. Tanto es así que los integrantes de la Cofradía de la Flor Solar tuvieron que afiliarse en Buenos Aires.
Eso sí, los que comenzaron a organizar eventos en el Lozano, metieron mano y tuvieron el permiso de los propietarios para hacer algunas cambios. Por ejemplo -según contaba Mariño-, la iluminación pasó a ser obra de una cantidad importante de luces de automóviles, faroles de 12 voltios metidos en latas de aceite de 5 litros, que pendían de unas barras de hierro sujetadas al techo. Esas barras se habían construido en la Escuela  Industrial de Berisso.  Las actividades tuvieron algún parate pero retomaron con fuerza a partir de marzo del ’74. Cuando a nivel de la sociedad la cosa se puso más dura, y la represión comenzó a ser moneda corriente, no solamente para los militantes de la izquierda, sino para cualquier cosa que pintase diferente, los grandes recitales en la Plata comenzaron a ser cada vez más espaciados. Ya no llegaban las bandas porteñas al Estadio Atenas, ni era factible hacer festivales ni en el Teatro del bosque, ni en el Comedor Universitario, en donde las bandas locales eran las principales protagonistas. Había que refugiarse en los tugurios, y cuidando que no se sepa que fuera un concierto, ya que los del sindicato de músicos te mandaban a la policía. No tenían ninguna compasión. Entonces eran eventos culturales, no sólo como fachada. Además porque ése era un gusto bastante arraigado en la bohemia platense. Sol de Barro, Ataúd, Liverpool, Experiencia Cósmica, Gusano, Planetas fueron algunos de esos grupos que tocaron en el Lozano desde el ’74, matizando con poetas que leían sus versos, con actores que improvisaban escenas, e incluso con espectáculos infantiles. Durante la semana la mayoría de esos grupos tenían permiso para ensayar en el lugar. El Lozano adecuaba su sala para diversas expresiones artísticas. No solamente era rock lo que se ofrecía, también tango y folklore para gente más grande, así como ciclos de cine, grupos de teatro, exposiciones de plástica y fotografía. Fue en ese escenario donde Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota iniciarían sus célebres ceremonias, con una cantidad importante de miembros que muchas veces rotaban, con dialoguistas y bailarinas que hacían striptease. Mucho se escribió sobre el antecedente de la Cofradía de la Flor Solar, pero si los Redondos musicalmente tuvieron algún predecesor, ese fue Billy Bond con su Pesada del Rock, que desde el ‘72 orbitaban por La Plata, e incluso ensayaban en una casa de Punta Lara, habiendo  incorporado a su formación a algunos ex integrantes de la Cofradía, como Kubero Díaz, Jorge Pinchevsky e Isa Portugheis. En el ’74 cuando la mano se puso dura muchos de ellos emigrarían a Europa. Y no era para menos, ya que por esos años anteriores al golpe de Estado del ’76 las patotas parapoliciales y fascistas, asediaban a todo lo que pareciera ir a contramano de la moralina social, en una ciudad en la que se convivía con una clase media bastante conservadora y reaccionaria.
Entrada ya la dictadura, allá por el ’77 la ciudad de La Plata se había vuelto grisácea y descolorida. La dictadura había golpeado muy duro en la región, mucho más que en otros sitios. Todo el empuje contracultural de años atrás había quedado reducido a pequeños tugurios, donde se pudiera ejercer cierta resistencia. Aquella “Pálida ciudad” que habían entonado Billy Bond y la Pesada del Rock, ya no sonaba ni en las diagonales, ni en la ribera. Aquel tema de Kubero, desde el silencio cobraba mucha mayor vigencia. Tan pálida se había vuelto la ciudad que ya ni siquiera era posible decirlo. Si bien el sol podía salir, su brillo estaba opacado y era preferible la noche, a pesar de sus peligros. Los sobrevivientes disimulaban su condición, a sabiendas de que a muchos amigos los habían perdido. El rock y la cultura ocuparon un lugar de resistencia, a condición de no masificarse. Los milicos no podían liquidar todo, porque menos, ya era mucho.
Durante los últimos meses del  ’77 Mariño consiguió un socio especial para darle un nuevo empuje al Lozano. Un escribano platense, de considerable billetera, y de renombre. Éste quiso ponerle  fichas a algo que para él era completamente desconocido, pero atractivo. Algunas nuevas remodelaciones, se hicieron y programaron otras actividades. El suplemento Imagen Platense del diario El Día, les brindó una hoja de una de sus publicaciones. El escribano tenía sus influencias. Fue así que llegaron al Lozano los cómicos Juan Carlos Mesa y los hermanos Basurto.  Pero también se daban hechos que no hay que dejar pasar por alto. Una vez se llevó la clásica obra "Pabellón 7" de Paul Vanderberg que interpretaba el actor Alberto Mazzini, una obra que mostraba la prisión y los avatares que suceden en ella. Justo enfrente del teatro está el Instituto Inmaculada, un tradicional colegio católico femenino, de los más caros; y el cura encargado se cruzó la calle para reclamar que esa obra no se realice más porque era una perversión, un mal ejemplo para las señoritas que cursaban en su institución. Obviamente no fue escuchado. Durante las presentaciones de Patricio Rey no pocas veces cayeron de Inteligencia y se suspendían las actividades. Un hecho bastante peculiar fue cuando se realizó un evento que contaba con la presencia de Armando Tejada Gómez y Hamlet Lima Quintana, que se denominaba “El Show de la Palabra”. El casero del teatro recibió un llamado telefónico en el cual decían que iba a explotar una bomba debajo del escenario. Rápidamente evacuaron el lugar y tras ir los de la brigada de explosivos, comprobaron que no había nada. Todos de nuevo adentro para que el show se haga.
Cuando los principales protagonistas de los eventos en el Lozano recuerdan aquellos tiempos no dejan de señalar la sana complicidad del gremio de empleados de reunión del hipódromo. Ningún otro locador hubiera dejado que se haga tanto, y que a su vez todo eso los comprometa. Mariño recuerda que el hijo del casero es uno de los treinta mil desparecidos y que siempre se prendía de todas las movidas que allí se hacían.

Tras la gira que los Redondos hicieran por Salta, más precisamente en el ya célebre Bar El Polaco, a su regreso ya siendo el ’78 volvieron a presentarse en el Lozano. El suplemento dominical del diario El Día decía en esa oportunidad: “Patricio Rey es una banda que hace un tipo de música nueva para nuestro país, con ciertas reminiscencias de la música de California, y, paradojalmente, también del punk rock, todo eso pasado por el tamiz de lo nacional, aquello con influencias de La Pesada y letras que se entienden y quieren decir algo” señalando luego que  “Esperamos que tanta ansiedad por parte del público rockero sea bien correspondida por Patricio. Lo esperamos por el público, por nosotros, y por el rock local, que este año parece querer salir de un largo letargo en el que parecía sumido. Será una cita con la música y además, suponemos, con todos los viejos popes de la música local y porteña, que esperan, igual que Imagen Platense, que Patricio sea todo lo que parece que es”.

2014/04/06

¿Qué se juega en Ucrania? Claves de una disputa estratégica.


Los acontecimientos que se vienen desarrollando desde diciembre en ese país de la Europa Oriental muestran a las claras las intenciones de los Estados Unidos y Europa, de ocupar un lugar estratégico en el nuevo mapa multipolar, intentando  contrarrestar el creciente protagonismo ruso en el escenario de la geopolítica.

Nota publicada en Mascaró

Los últimos acontecimientos en Ucrania se transformaron en uno de los principales focos de atención de la opinión pública internacional. Las pantallas de la TV al igual que en Venezuela muestran principalmente escenas de violencia pero muy poco acerca de qué cosas están en juego en esos lugares. Sin dudas, una tendencia generalizada de los medios de comunicación masiva, de mostrar hechos que se recortan de la realidad, generando imágenes que se propalan casi como si se tratara de puro espectáculo. Al igual que en las películas de acción que se realizan en Hollywood se trata luego de castigar a los malos. Pero dejemos de lado la cinematografía y la simulación cinéfila de los medios, para encontrar algunas claves que permitan entender mínimamente qué sucede  en esa zona de la Europa Oriental.
Sólo hay que observar el mapa de lo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) para poder inferir que su disolución no representaba nada más que desarticular al denominado campo del socialismo real para retornar a un capitalismo que de hecho hacía tiempo que allí, ya se venía restaurando. En primer lugar fue un movimiento geoestratégico muy bien pensado para aislar a la principal nación de la ex URSS, es decir, a Rusia. Se trataba de meter un cordón de naciones ex soviéticas que la separen del resto de naciones europeas, otro en el Cáucaso cerrándole el paso hacia el Oriente Próximo, y también quitarle el Asia central. Por otro lado se le privaba a Rusia considerablemente, el acceso a los diferentes mares cercanos. Tanto por el mar Negro, el Báltico y el Caspio lo que le quedó a Rusia de zona costera fue muy escaso por no decir ínfimo en relación a los que supo ocupar estratégicamente durante la era soviética. Un serio problema para un país con una gran flota. Esta pequeña introducción permite aproximarnos a la importancia de Ucrania en ese plan de la OTAN para neutralizar cualquier intento de resucitamiento ruso. Ucrania junto a Bielorrusia son el principal muro entre Rusia y la Europa Occidental, pero Ucrania a su vez es clave en cuanto al control de las costas del mar Negro en sociedad con Georgia. La importancia geoestratégica de Ucrania es el principal elemento para que Occidente pretenda sacarla de la órbita rusa, en un tiempo en el que se está reconfigurando el mapa geopolítico mundial, y Rusia sea un actor global de importancia.
Lo cierto es que al interior de Ucrania, hay diferentes regiones en las cuales, las posiciones difieren acerca de cómo debe alinearse la ex república soviética en el tablero regional. Si seguir manteniendo una relación estrecha con Rusia o incorporarse a la Comunidad Europea. En diciembre las movilizaciones se iniciaron precisamente a partir de que el por entonces presidente Viktor Yanukovich se negara a firmar un importante acuerdo con la Unión Europea a pesar de ya llevar el país varios años de  negociaciones para integrarse al bloque de las 28 naciones de la zona euro. Los que salieron a la calle fueron principalmente los habitantes de la capital Kiev y la región occidental decididamente proeuropea.  En el este del país y el sur, la mayoría de los ucranianos están mayormente identificados con la alianza con Rusia. Principalmente en la península de Crimea, en la cual el domingo 16 de marzo sus habitantes refrendaron su autonomía con respecto a Ucrania, para sumarse a Rusia. De hecho Rusia tiene firmado un contrato de arrendamiento con Ucrania hasta 2042 para tener su único puerto militar en el Mar Negro, precisamente en Crimea. Hasta 1954 esta península fue territorio ruso  y se la cedió a Ucrania como un regalo por Nikita Kruschev. Además a Crimea llegan por año más de un millón de turistas rusos.
Para entender un poco más los acontecimientos que vienen sucediendo en Ucrania desde diciembre es preciso remontarse a una década atrás, cuando en el país se produjo la denominada Revolución Naranja. En noviembre de 2004 tras haberse realizado los comicios presidenciales, fue necesario ir a segunda vuelta entre el candidato del Partido de las Regiones Viktor Yanukovich (acercado a Rusia) y la coalición de Viktor Yuschenko (pro europeo). A Yuschenko se le unieron otras figuras opositoras como Yulia Tymoshenko para el ballotage y así y todo gana el partido de las Regiones. Pero la oposición denunció fraude, se movilizaron realizando  grandes protestas y logrando que se vote por tercera vez. Esta vez sí ganó la denominada Coalición Naranja y gobernó hasta 2010, a pesar que a los 6 meses de haber asumido la gestión, Tymoshenko dejó su cargo de primera ministra. En 2010 nuevamente ganó las elecciones el Partido de las Regiones y asumió nuevamente Yanukovich, hasta febrero de este año, cuando tuvo que dejar el cargo.
No habiéndoles funcionado la Revolución Naranja, diez años después las potencias occidentales lo volvieron a intentar, como en Siria, Libia y las primaveras árabes. En diciembre las manifestaciones opositoras no fueron sólo movilizaciones ciudadanas, sino principalmente acciones violentas desarrolladas por grupos de extrema derecha. Según informara el portal El Espía Digital: “En Lvov, los manifestantes se apoderaron del edificio abandonado de la policía regional, llevándose decenas de unidades de medios especiales, y prendieron fuego al cuartel de las tropas del Ministerio del Interior. En Ivano-Frankovsk, los radicales entraron libremente en las oficinas de la administración regional. En Lvov y Ternopil, irrumpieron en la sede del fiscal quemando gran parte de la documentación allí guardada. En la frontera con Polonia, bloquearon los puestos de control fronterizo”.
Cuando el 20 de febrero la Rada Suprema (parlamento) de Ucrania prohibió la acción antiterrorista, hizo que las fuerzas de seguridad se retiren del conflicto, y dejándoles las riendas sueltas a los grupos de ultraderecha. Éstos tomarían la embajada de Canadá, y el gobierno de ese país descaradamente anunció que impondría sanciones al gobierno de Ucrania. Por su parte el vicepresidente de los EEUU Joe Biden dijo el 21 que el gobierno debía retirar a la policía y las fuerzas de seguridad de la calle, porque sí no, ellos les impondrían también sanciones por la violencia que se daba en el país. John Kerry, secretario de Estado de los EEUU dijo que “El presidente Yanukovich debe celebrar inmediatamente negociaciones serias con los líderes de la oposición para establecer un gobierno de transición”.
Yanukovich y la oposición alcanzaron un acuerdo en fijar un gobierno de coalición, regresar a la Constitución de 2004 y adelantar elecciones presidenciales en 10 días. Pero este acuerdo quedó sujeto a la creciente violencia callejera de los extremistas de ultraderecha que pedían la renuncia del presidente, mientras que los diputados eligieron un nuevo presidente: Oleksandr Turchínov, consolidando lo que sin dudas fue un golpe de Estado. De lo acordado anteriormente en que se harían comicios en 10 días, a esa fecha se la pospuso para el 25 de mayo. Yanukovich se fue de Ucrania, y las regiones del Este y el Sur  del país al igual que Crimea, reunidos en la ciudad de Járkov,  asumieron desde entonces el poder político autónomo hasta que se resuelva lo que denominan una seria crisis institucional. Es por esta razón que el referéndum realizado en Crimea en marzo, más allá de la opinión adversa de Occidente es plenamente válido.

De todas formas el conflicto en esa zona de la Europa Oriental sigue abierto, mostrando otra vez que los que proponen luchar contra el terrorismo y por la democracia, son justamente los que no vacilan, a la hora de utilizar todas las formas de lucha posibles. La hipocresía de Occidente.

Ecuador- Yachay, el futuro es hoy

La inauguración del complejo Yachay, en Ecuador, es un hito en las políticas gubernamentales que ponen en el centro de la gestión lograr un salto cualitativo en la educación como parte de la Revolución Ciudadana.
La inauguración el pasado lunes del complejo Yachay (Aprende, en kichwa) o Ciudad del Conocimiento, que es la primera universidad de Ecuador dedicada a la investigación científica y tecnología experimental, con el propósito exclusivo de convertirse en la mayor fuente de conocimiento para transformar la matriz productiva ecuatoriana, es un proyecto pionero en Suramérica, y representa la mayor apuesta educativa del presidente Rafael Correa, desde su asunción en 2007. Según el mandatario, ésta es la mayor obra de educación de los últimos cien años. Sin dudas, un salto cualitativo en la perspectiva de profundizar todo lo necesario para que avance la Revolución Ciudadana, pero sobre todo una apuesta muy fuerte en la construcción del Buen Vivir, y un aporte esencial al desarrollo del conocimiento científico-técnico en toda la región, ya que Yachay también les abrirá sus puertas a estudiantes de otros países latinoamericanos.
Si a las principales economías emergentes de Asia (China, India) se las ha denominado como los “tigres asiáticos”, haciendo un paralelismo con los mismos –hace poco más de un año– el viceministro de Cooperación Económica y De­sarrollo alemán, Hans Jürgen Beerfeltz, de visita a Ecuador, calificó a ese país como “el jaguar latinoamericano al que Alemania está dispuesto a apoyar en este gran salto”. Beerfeltz, destacando en esa ocasión la inversión pública que la nación andina realiza para impulsar su economía productiva, consideró que el modelo de desarrollo que ha elegido el Ecuador está dando resultados sumamente positivos, y recalcó que “el jaguar es el tigre latinoamericano”. En febrero pasado, en estas páginas se señalaba que Ecuador se tomó muy en serio el cambio de su matriz productiva para dejar atrás la dependencia, y que en ese marco la generación de tecnología de punta es uno de los principales desafíos a sortear en el mediano plazo. Para poder realizarlo, el gobierno de Rafael Correa no se priva de planificar y desarrollar todo aquello que si no se concretara –como Yachay– daría la sensación de ser nada más que una linda ensoñación.
La nueva ciudad está emplazada en el cantón San Miguel de Urcuquí, provincia de Imbabura, zona ubicada en los Andes norteños del país. Hace poco más de un año, más precisamente el 13 de marzo de 2013, por Decreto Ejecutivo 1457 firmado por el presidente Correa, fue creada la Empresa Pública Yachay EP, con la finalidad de ser la institución legal encargada de administrar la nueva Ciudad del Conocimiento. Yachay EP se conformó con un directorio tripartito en el cual están los diferentes titulares de dos secretarias claves y un ministerio. La Secretaría de Planificación y Desarrollo (Senplades), la Secretaría de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt) y el Ministerio de Desa­rrollo Urbano y Vivienda (Miduvi). Esta empresa tiene una persona jurídica de derecho público, con patrimonio propio, dotada de autonomía presupuestaria, financiera, económica, administrativa y de gestión. También está ubicada en Urcuquí, en la provincia de Imbabura. Entre sus atribuciones esta empresa pública se hace cargo de gestionar las zonas de administración especial que se creasen con la Ciudad del Conocimiento. También administra la concesión y arrendamiento de los espacios físicos de las zonas especiales de desa­rrollo económico.
Otra responsabilidad para la empresa Yachay EP es constituirse en delegatorio o concesionaria de los distintos niveles de gobierno para la presentación de servicios públicos. Además, deberá administrar y generar instrumentos de apoyo a emprendedores, innovadores y científicos a través de preincubadoras de empresas, incubadoras de empresas, hábitat tecnológicos (parque tecnológico), centro de transferencia de tecnología, centro de prototipos industriales (capital de riesgo) y diversidad de áreas de negocios.
El patrimonio inicial de la empresa pública Yachay EP se conformó por los recursos destinados por el Ministerio de Finanzas a la Senescyt, además de los bienes muebles e inmuebles adquiridos o declarados de utilidad pública para potenciar este emblemático proyecto.
Una vez creada Yachay EP, en mayo del año pasado se dio paso a la construcción del nuevo complejo universitario y científico. En un muy bello valle de 4.489 hectáreas –situado entre montañas y colinas–, y donde había estado la histórica Hacienda San José creada –hace 400 años– en tiempos de la colonia, se comenzó a construir la nueva ciudad, la primera en Ecuador que fuera planificada antes de su ejecución, y una de las escasas de ese estilo en el mundo. Será además la primera ciudad tecnológica de Latinoamérica. Allí se levantan edificios de no más de tres pisos, entre los cuales hay laboratorios, espacios académicos, locales comerciales de inversión privada, espacios de economía social y solidaria, campus universitario, un parque industrial y 16 institutos públicos de investigación, informaba la agencia de noticias Andes. En su primera fase tendrán lugar 46 residencias para 200 alumnos, 14 casas para docentes, 14 aulas con una capacidad máxima de 25 personas, una biblioteca que a futuro espera contabilizar un millón de libros, además de áreas administrativas, de salud, recreativas y espacios verdes. Hasta la fecha ya se llevan invertidos mil millones de dólares en esta suntuosa y paradigmática obra.
La inauguración. El pasado lunes 31 de marzo, a las 16 (hora de Ecuador), el presidente Rafael Correa dio por inauguradas las primeras clases nivelatorias para 187 alumnos de la nueva Universidad de Investigación en Tecnología Experimental.
“Este lunes 31 de marzo empieza el boom del conocimiento en Ecuador. Hoy es un día de mucha esperanza porque comienzan a construirse nuevas historias y una nueva era: la era del conocimiento”, manifestó Correa en la inauguración, agregando luego que “la ciencia, la tecnología y la innovación son fundamentales para la paz, el desarrollo y el Buen Vivir; creo firmemente en el poder transformador de la ciencia y la tecnología y en ella deposito gran parte de mi esperanza en el futuro del planeta y en la posibilidad de alcanzar el bienestar para todo el planeta” indicó el mandatario, poniendo énfasis en que con la apertura de las clases en Yachay emerge una nueva época en la historia universitaria del país y en el camino hacia la sociedad del conocimiento.
Tal como informara ese lunes la agencia Andes, en las instalaciones del campus universitario, el presidente Correa firmó además el Decreto Ejecutivo para la creación de la Comisión Gestora, que estará integrada por académicos de nivel PhD (Doctorado) de Ecuador, India, España y Grecia. Correa destacó varias veces en su ponencia la belleza de la provincia de Imbabura. Incluso anunció que el tren llegará a Yachay, para promover el turismo.
Ares Rosakis, docente de Caltech (Instituto de Tecnología de California) y uno de los principales integrantes de dicha comisión, definió a Yachay como el punto de partida que transformará el panorama económico de Ecuador y América latina.
La universidad, según informó también Andes, estará enfocada en cinco áreas de nivel científico: ciencias biológicas, tecnologías de la información y comunicación, nanociencias, energías renovables, y petroquímica. También habrá cinco carreras de tercer nivel: ingeniería en biofarmacología, ingeniería en software, nanoingeniería, ingeniería en energía e ingeniería de polímeros.
Está previsto que la Ciudad del Conocimiento Yachay tendrá en los próximos 30 años 120 mil habitantes y 10 mil estudiantes permanentes. Una proyección sin dudas de gran relevancia que revolucionará la generación no solamente de ciencia y tecnología, sino que fundamentalmente dará pie a la formación de una importante elite científica, no solamente en Ecuador, sino con proyección en la región.
Los nuevos estudiantes, provenientes de 21 provincias, comenzaron a arribar al campus universitario el sábado 29 de marzo para convertirse así en los primeros inquilinos de la nueva Ciudad del Conocimiento. También ese día llegaron los primeros profesores de nacionalidad ecuatoriana, y algunos extranjeros. Todos ellos, como ya se ha dicho, deben cumplir con la condición de ser PhD. Durante el lapso de 20 semanas, los 187 alumnos recibirán un curso de nivelación general en Ciencias e Ingenierías Integradas, que incluye materias de Química, Física, Matemáticas, Investigación, Lógica y un programa de inglés intensivo. Este último será impartido por docentes de la Universidad de Kansas State (KSU), que ha enviado 9 profesores. El resto de la planta docente está formado por 43 profesores extranjeros, entre Prometeos e investigadores.
Las tres áreas de la Ciudad del Conocimiento. Si bien pareciera a primera vista sustancial la creación de la Universidad, Yachay cuenta con tres patas en las cuales se sujeta todo el andamiaje del complejo. Además del área académica, la ciudad universitaria contará con un área productiva y empresarial, y una de urbanismo.
Según dice en la página oficial www.yachay.gob.ec, el Área Académica de la Ciudad del Conocimiento tiene como eje principal a la Universidad de Investigación de Tecnología Experimental, destinada a apoyar la transformación de la matriz productiva del país mediante la investigación aplicada, el desarrollo del talento humano y la generación de redes nacionales e internacionales de conocimiento. El desarrollo y funcionamiento de la Universidad según lo que expresan sus gestores debe darse en un ambiente de convivencia que promueva las dinámicas de producción de conocimiento y su propagación entre quienes habiten este ecosistema de investigación, innovación y tecnología.
“Con el objetivo de trabajar en conjunto para generar sinergia en los procesos de investigación entre estudiantes y otros habitantes de Yachay, el Área Académica se encarga de la coordinación con los Institutos Públicos de Investigación, que tendrán su sede en la Ciudad del Conocimiento y así, fomentar el cooperativismo e impulsar la aparición de redes de conocimiento” se afirma en la web de Yachay.
Además el Área Académica enfoca sus esfuerzos en impulsar y desarrollar el talento humano de las y los ciudadanos mediante una oferta académica innovadora, bilingüe y de calidad mundial.
La Universidad, dentro de la ciudad, cumplirá con un doble rol, que es el de articular la generación de investigación científico para formar al mejor talento humano, y que esto pueda incidir directamente en el fortalecimiento de la industria de las principales áreas del conocimiento que fueran detectadas como prioritarias para el desarrollo del país.
La Universidad de Investigación de Tecnología Experimental contará con carreras en las cinco áreas del conocimiento priorizadas a partir del Plan Nacional para el Buen Vivir, estando estas carreras enfocadas en el cambio de la matriz productiva del país y en resolver problemas de la sociedad. Ciencias de la Vida, Tecnologías de la Información y Comunicación, Nanociencias, Energías y Petroquímica son las cinco áreas del conocimiento en las cuales la Universidad pondrá su principal empeño.
Por su parte, se instalarán institutos de investigación y desarrollo que según afirman sus gestores, deben constituirse en centros de vanguardia regional y continental, garantizando una sinergia productiva que fortalezca la investigación, el desarrollo y la innovación.
La integración de estos actores fortalecerá la transferencia de conocimiento y el desarrollo económico del Ecuador y su competitividad en la región al establecer líneas de investigación específica, vinculadas a solucionar problemas nacionales y a la creación de emprendimientos productivos.
El Área de Desarrollo Productivo y Atracción de Inversiones de Yachay es la encargada de crear mecanismos que permitan instalar y desarrollar proyectos de emprendimiento, promover la instauración de pequeñas, medianas y grandes empresas y atraer a inversionistas comprometidos con la innovación. Esta área también se encargará de potenciar la producción agrícola, que es la principal actividad de los habitantes del cantón Urcuquí, donde se encuentra la Ciudad del Conocimiento. En este sentido, Yachay ofrecerá realizar una mejor producción, mediante la tecnificación de los procesos y la inserción de la investigación científica en este campo.
La Ciudad del Conocimiento ha facilitado la inversión con la aprobación de la Zona Especial de De­sarrollo Económico (ZEDE), que consiste en ser un destino aduanero en una delimitación territorial con régimen especial de administración y un esquema de privilegios e incentivos tributarios para fortalecer el desarrollo productivo con el asentamiento de nuevas inversiones. Un parque industrial atractivo para inversores preocupados por el desarrollo nacional ecuatoriano.
Por su parte, el área de urbanismo además de planificar la ciudad, debe ir sosteniendo en el tiempo la proyección esbozada por sus gestores, para que vaya ajustándose en tiempo y forma a las necesidades emergentes.
Yachay, “aprende” en el quechua ecuatoriano, es una verdadera apuesta no sólo a la creación e innovación en ciencia y tecnología; se convierte en una verdadera vanguardia de todos aquellos que en la región sueñan con romper definitivamente la dependencia, no solamente económica, también en el terreno de las ciencias y las ideas, sin reproducir los diferentes paradigmas que en Occidente ya eclosionaron. Una apuesta al Buen Vivir de los pueblos originarios de la América indiolatina.