2010/06/15

Siglo XXI ¿Qué hacer? 2da aproximación


La actual realidad latinoamericana, o más particularmente sudamericana, es imposible entenderla, si no es a partir del nuevo escenario político y económico internacional, a saber, de las nuevas relaciones de fuerza que van desplazando el eje, que hacía del mundo occidental, la panacea a la cual debían aspirar todas las naciones denominadas periféricas, no solamente en lo concerniente al desarrollo económico, sino principalmente en cuanto a aceptar como imprescindible, la adopción de los patrones culturales de ese primer mundo, hoy sumergido en una profunda crisis.
La crisis actual del sistema occidental no es sólo económica, sino también que ésta, adquiere un correlato necesario en lo social, en lo político, y en lo ideológico cultural.
A mi entender esta no es una crisis del capitalismo en general, como algunos sostienen, sino que es la crisis de un capitalismo en particular, el del bloque que auspició la irracionalidad neoliberal, haciendo del capital financiero el aspecto principal de la acumulación, mientras que por otro lado los antiguos países de la orbe socialista, reconvertidos en capitalistas, comenzaron un desarrollo, que de a poco comenzó a carcomer, el predominio económico de los países que lideraban la economía mundial. Esto es el resultado de una tendencia objetiva, que es la del desarrollo desigual y a la vez combinado, o también denominado desigual y a saltos. A nivel planetario el capitalismo en su etapa mundializada, nunca se expande de manera igualitaria, sino principalmente desigual, y la emergencia de nuevos picos espaciales de crecimiento, necesariamente provocan nuevos pozos, allí donde no estaban. Esto es como dije más arriba, algo que se produce de manera objetiva, quiere decir que no es necesariamente conciente, aunque su profundización necesite de un proyecto estratégico.
El surgimiento de las izquierdas latinoamericanas, con todo lo que ello implica, como el cuestionamiento a los ajustes y desguaces neoliberales de los 90, el retorno a otorgar al estado una función insustituible con respecto a la economía, y principalmente el pararse de otra forma con respecto los poderes hegemónicos, no es el resultado solamente de que en la era Bush, los EEUU descuidaron su patio trasero, sino principalmente a que los nuevos emergentes asiáticos y euroasiáticos, comenzaron una relación mucho más fluida con respecto a Sudamérica, entendiendo al continente como pieza fundamental en el armado de un nuevo sistema multipolar. Fue así como por ejemplo China, desplazó a los EEUU en cuanto a ser el principal receptor de las exportaciones de países como Brasil y Bolivia, o Rusia el principal proveedor de armamentos a Venezuela. Entre los gigantes euroasiáticos y Sudamérica, hoy se produce una gran transferencia de tecnología, principalmente en lo referido a energías como el petróleo o el gas.
La actual crisis europea, principalmente en Grecia, España, Portugal o Italia, que pronostica ajustes salvajes similares a los que padecimos los sudamericanos en los 90, es el chivo expiatorio de la crisis estadounidense de 2009, que aún no tiene resolución.
Ante este panorama estamos parados de otra forma, y esto es porque el alineamiento internacional cambió sustancialmente, y aunque esto se de cómo una tendencia que se despliega objetivamente, aún creo que no tenemos una estrategia común, que pueda romper con el espontaneísmo, y pueda proyectar una estrategia que no sólo rompa definitivamente los lazos de dependencia, sino que sea capaz de construir un modelo político autónomo, propiamente nuestro, y para esto es necesario una transformación de la cultura que Occidente nos fue imponiendo, y poder ver que el centro del planeta está en otro lugar que el que nos hicieron creer, o más precisamente que no tiene un centro, y tal vez una pequeña luz al respecto, fue la marcha de los pueblos originarios en los festejos del Bicentenario el pasado 25 de mayo en pleno centro de Buenos Aires.