2024/01/31

El reino de los sofistas

 


Toda idea. La que sea. No es su simple enunciado. Estamos acostumbrados a defender o denostar ideas a partir de lo que muestran en su superficie.

Toda idea es producto de un proceso de pensamiento que casi siempre desconocemos. Se puede defender algo a rajatablas sin saber que su confección no fue bien realizada.

Hoy el gran problema con las ideas no es su producto acabado sino la manera de producirlas. En el producto obviamos la producción. Hoy prima lo estético del producto acabado.

Aristóteles cuando funda la lógica parte si se quiere del mismo problema. Mientras que los sofistas podían realizar enunciados ingeniosos para ganar discusiones, el filósofo se preocupó en demostrar que ningún enunciado ingenioso por más verosímil que parezca, está exento de ser falaz.

Hoy vivimos en un universo relativista en el que cada uno puede sacar las conclusiones que quiera. Es el paradigma liberal. No está mal si esas conclusiones le sirven a un Robinson Crusoe, pero generan múltiples tensiones cuando la relatividad sobre lo real es compartida. Suponer una vida social sin cierta cohesión ideológica es sin dudas una utopía desestructurante.

2024/01/15

Sobre la eficacia simbólica

 


“Un hombre listo llegó a pensar que los hombres se hundían en el agua y se ahogaban simplemente porque se dejaban llevar por la idea de la gravedad” dijo Marx en el prólogo a La Ideología Alemana. “Ese hombre se pasó la vida luchando contra la ilusión de la gravedad”.

Pasados casi 180 años de este texto, hoy se puede seguir escuchando a ese mismo hombre, aggiornado naturalmente, incluso considerándose materialista, haciendo alardes de los poderes sobrenaturales de la eficacia simbólica.

Obviamente la eficacia simbólica existe, no hay dudas sobre eso. La eficacia simbólica se puede constatar tanto en la experiencia psicoanalítica como en los efectos de la ideología sobre la sociedad. Lo que no puede esa eficacia, es contrariar a las leyes de la física, a menos que -sin dejar de contrariarlas- invente al aeroplano.

2024/01/07

El Ello y la cientificidad en Freud



Plantearse la cientificidad del psicoanálisis, no necesariamente significa considerarlo como una ciencia. En el mismo sentido se podría hacer referencia a disciplinas como la medicina, la veterinaria o la agricultura.

Freud distinguía correctamente entre ciencia y arte. La cuestión principal es si ese arte se ocupa de realidades de las que la ciencia puede dar cuenta, convirtiéndolas en objetos científicos; ya que existen artes que no necesariamente se apoyan en esas realidades.

Ningún saber que aspire a ser científico puede negar ciertos principios propios de otras ciencias a menos que intente refutarlos para establecer nuevas conceptualizaciones.

Que la causalidad de las neurosis sea algo que escapa a las determinaciones estrictamente biológicas no significa que niegue a la biología, sino que indaga en ciertas determinaciones no menos materiales y objetivas que los procesos bioquímicos, neuronales o fisiológicos.

A partir de Freud y principalmente de Lacan podemos observar que los procesos psíquicos están regidos por cierta rigurosidad que excede cualquier lógica individual o subjetiva. El inconsciente freudiano está regido por leyes de las cuales, ningún sujeto puede aislarse.

Todo humano al igual que el resto de las especies animales, cuenta con un sistema perceptivo. Freud asocia ese sistema con el Yo. Lo cierto es que, desde el período prenatal, ese sistema se pone en marcha y todo lo que se percibe se va acumulando. Debemos suponer que en el sistema nervioso. Sorprende que cuando un niño comienza a hablar, pareciera que hubiera aprendido todo de golpe. Según Lacan el sujeto que habla antes que nada es hablado.

No solamente escuchamos palabras sino también el modo en que son dichas. Guardamos a su vez todo el caudal auditivo de un modo que podríamos llamar murmullo y a ello se le suman otras cualidades sonoras como la música o determinados sonidos como un timbre, un trueno, una máquina. Hoy el avance tecnológico hace proliferar diferentes percepciones sonoras. El interés no es ser exhaustivo con ejemplos sino dar cuenta de un fenómeno que todos conocemos pero que no siempre advertimos como tal.

A lo auditivo hay que agregarle el caudal visual, olfativo o gustativo. Todo ello confluye en lo que Freud denominaba huellas mnémicas, la memoria. El Presidente Schreber agregaba la voluptuosidad y posiblemente eso sea la matriz perceptiva de la libido freudiana. Una memoria del goce.

Todas las especies animales perciben y deben almacenarlo. De otra manera no podrían advertir el peligro, ni ser adiestrados por el hombre. Todo se guarda y se archiva sin selección. Que haya huellas mnémicas más elocuentes que otras muestra una selección posterior o en todo caso que al ser percibidas, debido a la estructura existente, hayan sido predominantes.

A todo ese caudal guardado que obviamente es mucho más embrollado que en los otros animales, debido a que están sometidos a la complejidad del lenguaje humano, Freud lo denominó Ello. El Yo vendría ser ese filtro selectivo que siempre estará determinado por ese territorio inhóspito del Ello.

En ese punto Freud descubrió al psicoanálisis como tratamiento de las neurosis. A sus pacientes los invitaba a decir lo que se le venga a la cabeza, aunque ello pareciera absurdo o ridículo. La denominada asociación libre que obviamente no era para nada libre. Invitar al paciente a que deje que el Ello hable, como lo hace en el sueño sin que se interponga un filtro o que cuando se tope con lo doloroso tenga que despertar, o en la sesión analítica quedar callado.

Podría decirse que el Ello excede a Freud largamente y que todas las religiones lo trabajaron. En los métodos orientales de meditación hay que buscar un elemento que acalle al Ello: algún número, alguna pequeña frase, un mantra.

En cambio, lo que conocemos como inconsciente freudiano es un tratamiento específico del Ello, a través de un modo interpretativo singular y sujeto a la transferencia, que Freud fue construyendo a partir del abordaje de la histeria. Que Ello hable.