2020/10/29

La doble vara- La sacrosanta propiedad privada

  


 
En estos días, la mediatización de la disputa terrateniente de la familia Etchevehere y de la ocupación de tierras en Guernica volvieron a poner en primer plano el latiguillo de la “propiedad privada”, una fórmula que se olvida cuando se trata del bolsillo de los trabajadores o de los abusos de las empresas.

                                                                                                                  “Lo tuyo es mío y lo mío es mío”

Cada vez que resulta posible que se toquen intereses de los sectores con mayor poder económico, ya no resulta sorprendente que tanto la oposición al gobierno como las bandadas de trolls que contaminan las redes sociales, salgan a decir que en la Argentina corre serio riesgo la propiedad privada, y que por eso vamos camino a ser Venezuela o Cuba.

Por desdicha para algunos- inclusive de quien escribe- tanto la propiedad privada como el capitalismo están presentes hasta en el último recoveco del planeta, y todo a lo que la derecha tilda de no capitalista no deja de ser una variante más de un mismo modo de acumulación económica. Claro que para justificar lo que dicen metan en la misma cacerola, a Keynes y Marx, siendo el denominado Estado de Bienestar lo mismo que el socialismo y el comunismo y por qué no el nazismo. Para ellos no importa que clase social tenga el poder sino hablar de la prepotencia del estado, aunque de este aparato la derecha cuando llega al gobierno, nunca se desprenda –aunque no se canse de hablar del déficit fiscal- ya que fue diseñado por los mismos capitalistas para preservar sus propios intereses.

La propiedad privada es una cualidad generalizada. La billetera del trabajador también es propiedad privada, aunque cuando las grandes empresas de servicios le meten al pueblo las manos en los bolsillos de eso no dicen nada. Los tarifazos de luz o gas durante el gobierno de Macri no era atentar contra la propiedad privada, sí lo era si no se aumentaban las tarifas, ya que eso era meterse con la propiedad de las grandes empresas. El cuidado patrimonial de los pequeños comercios o industrias nunca les interesó a los grandes defensores de la propiedad. En tal sentido la defensa que hace la derecha no deja de ser parcial y relativa, defienden nada más que a los más poderosos.

Ante la ocupación de tierras en Entre Ríos por parte del movimiento que encabeza Juan Grabois con el consentimiento de Dolores Etchevehere, comenzó una hostil propaganda contra el gobierno debido a que éste auspiciaba ir contra la propiedad privada. En 2017 cuando Mauricio Macri nombró a Luis Miguel Etchevehere al frente del Ministerio de Agroindustria, su hermana Dolores denunció que el flamante funcionario contaba con causas abiertas por lavado de dinero, evasión fiscal y contar con mano de obra esclava. Obviamente que para aquellos que consideran que fugar divisas hacia paraísos fiscales es lícito -porque cada uno hace con su plata lo que quiere-, lo del titular de la Sociedad Rural no era un problema. “Mis hermanos realizan maniobras fraudulentas en las empresas familiares de Entre Ríos. Fueron llamados a indagatoria, pero interpusieron una nulidad para que no se conozca la verdad sobre la información aportada por la AFIP” dijo por ese entonces Dolores Etchevehere.

Ante el lanzamiento de un plan de tierra y vivienda el gobernador bonaerense Axel Kicillof sostuvo que "La mayoría de los barrios privados y countries no están habilitados, entonces no pagan impuestos. Son prácticamente ocupaciones de tierra. Hay que regularizarlo". Esto en el marco de ocupaciones de tierra que movimientos sociales realizan en Guernica. La oposición no tardó en lanzar dardos envenenados contra esas declaraciones. "Primero la inacción en Guernica. Ahora el gobernador pone en duda la propiedad privada. Estas ideas atrasan y fracasaron. De esta crisis salimos si cumplimos la Constitución y respetamos la iniciativa privada. Ese es el camino para recuperar la inversión en la Argentina", expresó Ricardo López Murphy, mientras que el diputado macrista Cristian Ritondo dijo: "Kicillof cruzó la raya de la racionalidad política. Avalar la toma de tierras con argumentos extraviados solo genera más incertidumbre y promueve inseguridad legal. Defienda la propiedad privada, gobernador. ¡Póngase del lado de la ley!". El titular de ARBA Cristian Girard salió entonces a explicar que hay unos 230 barrios privados que representan el 25% del total de ese tipo de construcciones que no está registrado formalmente y que por ende no pagan impuestos. Para la derecha meterse con la propiedad privada es lo que hacen los movimientos sociales pero no ciertos emprendedores inmobiliarios y habitantes de barrios Vip. En 2008 se descubrieron en las cercanías de Rosario varios barrios privados enganchados de la corriente eléctrica, lo que representa un consumo considerable por la utilización de aparatos de aire acondicionado, calefacción eléctrica y diferentes equipos que se utilizan para mantener grandes piscinas. Seguramente estos casos señalados no son una excepción a la regla.

En 2019 cuando Fabián de Souza, socio de Cristóbal López quedó en libertad tras haber estado 2 años en prisión reveló que el Grupo Indalo sufrió una sistemática persecución administrativa y judicial para que se desprenda de la empresa y se la entregue a otros propietarios. En septiembre de este año la Justicia reconoció los manejos espurios de la Afip macrista. Nunca vale olvidar los diferentes aprietes mafiosos de ciertos empresarios de medios durante la última dictadura cívico militar para quedase con Papel Prensa SA. Los defensores de la propiedad privada de todo esto nunca dicen nada.

Las guerras que propicia hoy el imperio estadounidense no dejan de ser acciones de rapiña para quedarse con recursos naturales. Hoy uno de los principales modos de acumulación económica es el saqueo al igual que el lavado de activos que surgen de la delincuencia económica. De todo eso no habla la derecha y si lo hace es para culpar a todos aquellos que no comparten su visión. El economista José Luis Espert dijo que Venezuela es un “Estado narco terrorista” aunque no cuente con ninguna prueba al respecto. Hubiera sido más sincero si eso lo hubiese dicho de Colombia. Durante los 90 la CIA ubicó a Álvaro Uribe como el número 82 de los buscados internacionalmente por narcotráfico. Luego lo apoyó para ser presidente de ese país por dos mandatos. El actual presidente neogranadino es del riñón del hoy senador Uribe.

Los últimos días circuló por las redes sociales un meme en el que puede verse al General Roca conquistando el “desierto”. Allí decía que las tomas de tierras están bien o mal según quién las realice.

El mito comunista

Hubo en otros tiempos un mito sobre la propiedad privada y el comunismo que era repetido por muchos. La base de ese mito es parte del actual discurso de la derecha. Se decía por entonces que en la Unión Soviética, China o Cuba; si tenías una casa o un auto te lo sacaban y eso era para el estado. Esto no ocurrió nunca. Vayamos por parte.

Cuando desde el marxismo se plantea ir contra la propiedad privada no se trata de la ropa que se lleva puesta sino de los grandes medios de producción, las grandes propiedades que obstaculizan el desarrollo económico. Ya la burguesía revolucionaria llevó adelante expropiaciones para que el capitalismo supere al modo de producción feudal. En la Argentina no nos enteramos de ello porque siguen existiendo grandes terratenientes y latifundios hoy sojizados y la derecha defiende esas propiedades. Es imposible tanto en los EEUU como en Europa la existencia de una Sociedad Rural. No tendría socios, a menos que lo hagan los monárquicos nostálgicos.

La reforma agraria que llevaron adelante algunos gobiernos socialistas, hablando con cierta exactitud, no es socialista; es transformar resabios feudales para que la economía agraria tenga una mayor productividad. Por otra parte hay que decir que en ninguno de los países llamado socialistas se tocó la propiedad capitalista del campo. Mientras que las fábricas eran controladas por sus obreros, la tierra era para quien la trabajara. Es más la colectivización de la tierra como una perspectiva a futuro, fue uno de los grandes obstáculos y tal vez algo que el marxismo aún hoy debiera teorizar.

2020/10/20

Tras el triunfo electoral del MAS ¿Podrá Bolivia retomar el camino?

 El triunfo electoral de Luis Arce en las elecciones del domingo marcó el principio del fin del golpe que impuso una dictadura de 11 meses en Bolivia. No es ocioso preguntarse cómo enfrentará el MAS cuando recupere el gobierno el lastre y los posibles condicionamientos dejados por Áñez y sus secuaces.

Tras casi un año de producido el golpe de Estado, el pueblo de Bolivia se expresó en las urnas ratificando el camino que fuera interrumpido el 10 de noviembre de 2019. El problema que se plantea hoy, es si tras ese corte, podrá resultar posible la continuidad del proceso de cambio que se vivió en el país del altiplano desde la llegada de Evo Morales al gobierno el 22 de enero de 2006 y que fuera abortado hace poco más de once meses.

Desde la asunción en 1999 de Hugo Chávez Frías como mandatario de Venezuela, y con la marea de gobiernos de tinte progresista o de izquierda que fueron irrumpiendo en el continente promediando la mitad de la primera década de este siglo, la derecha continental, expresada principalmente por poderosos magnates locales asociados a la banca internacional, nunca escatimó llevar adelante diferentes maniobras desestabilizadoras para impedir que los diferentes procesos populares puedan avanzar y sentar raíces firmes.

Venezuela 2002, Bolivia 2008, Ecuador 2010 fueron intentos golpistas que no resultaron. A partir del derrocamiento de Mel Zelaya como presidente de Honduras en 2009 se fueron dando diferentes experiencias de interrupciones gubernamentales que siguieron diferentes métodos pero que perseguían siempre los mismos fines. Trastocar ciertos elementos estatales para condicionar ostensiblemente cualquier posible retorno.

En 2012 se produjo la remoción de Fernando Lugo en Paraguay, en 2016 la de Dilma Rousseff en Brasil, agotando efectivamente las políticas que esos mandatarios llevaban adelante e incluso logrando que sus partidos no pudiesen ganar tras nuevas convocatorias electorales. El fallecido economista argentino Jorge Beinstein sostenía que el triunfo de Mauricio Macri en 2015 se producía enmarcado en un golpe blando que estaba en marcha. Si hubiese ganado Daniel Scioli era probable que sucediese algo similar a lo ocurrido en Ecuador con el triunfo de Lenin Moreno como sucesor de Rafael Correa. Llegando al gobierno a través del mismo partido, la política de Moreno fue dar vuelta todos los logros de la llamada “revolución ciudadana”, incluyendo procesar al su vicepresidente e incluso intentándolo con Correa.

Suscribir a nuevos acuerdos internacionales, generar deuda externa, promover nuevos jueces, anular las principales leyes y decretar otras nuevas, son algunas de las medidas que las derechas realizan para obstaculizar el desempeño de un eventual retorno progresista al gobierno. En la Argentina actual eso resulta bastante evidente. Todo esto implica necesariamente un bombardeo mediático ininterrumpido que desinforme o informe siempre promoviendo antipatías en contra de cualquier acción que vaya en contra de los intereses de los sectores más poderosos. 

Por desgracia existen sectores progresistas que se desentienden del rol represivo del Estado, del carácter de sus fuerzas militares y de seguridad, de los tribunales y del desmesurado protagonismo de esos aparatos ideológicos que son los grandes medios –aunque no se deje de hablar de ellos- y se confíe en estas democracias que las derechas transgreden permanentemente, sin ningún pudor existencial. Por lo contrario, a sus movimientos sediciosos los inviste como cruzadas democráticas, contando a su vez con organismos como la OEA que siempre hace la vista gorda. Ahí también cabe el desmantelamiento de organizaciones como la Unasur que cumplió una gran labor para resguardar las democracias continentales.

De todas maneras esa visión sesgada de ciertos progresismos no es por cierto la que tiene una organización como el MAS- Ipsp de Bolivia que debe volver a gobernar tras 11 meses de interrupción forzada, debiendo revertir todas las trabas que seguramente dejará esta gestión fraudulenta. Al menos eso se espera.

En su libro Las tensiones creativas de la revolución: la quinta fase del proceso de cambio, escrito en 2011 el ex vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera no ignora en absoluto el carácter del estado, y cuando describe la cuarta fase, la denomina punto de bifurcación o momento jacobino de la revolución. Concretamente García Linera caracteriza a la derrota del intento golpista de 2008 como el momento en que los movimientos sociales le ganaron el cruce de fuerzas a las fuerzas de choque de la Medialuna. En Bolivia además se produjo una reforma de su Constitución y la puesta en marcha de un Estado Plurinacional.

El pueblo boliviano retomará así, una nueva fase de un proceso de cambio que por lo que se ve, no se detiene.

2020/10/05

Skiffle, un antecesor del rock- Música desde abajo

 El Skiffle surgió en los Estados Unidos hacia 1920, pero a finales de los ’50 hizo furor en Gran Bretaña, donde fue tomado por los jóvenes de las clases pobres como bandera de resistencia e inspiró a The Beatles y The Rolling Stones. 

Cuando surgen determinadas expresiones artísticas que se tornan masivas no siempre se sabe muy bien cuáles son sus antecedentes inmediatos. Mucho menos cuando esos ancestros son parte de la cotidianeidad y por ende pareciera que pueden pasar inadvertidos. En este caso nos referiremos al Skiffle, un género olvidado que estuvo muy presente en la irrupción del rock de la década del sesenta. Fundamentalmente en Gran Bretaña.

Este género tuvo su origen en los Estados Unidos durante la década de 1920. Con instrumentos principalmente caseros y acústicos, trabajadores pobres y negros convertían en melodías sencillas piezas del blues y del jazz. Un instrumento como la tabla de lavar se destacará en este género.

De todas maneras fue en los 50 cuando el skiffle irrumpió en Inglaterra con características propias, aunque sin renegar de su antecesor afro americano. Los jóvenes y niños proletarios que padecían el empobrecimiento de la posguerra fueron los que tomaron a este estilo como una bandera de resistencia. En 1957 había en Inglaterra unos 50 mil grupos de skiffle.

Desde las entrañas de las clases populares siempre emergieron ritmos y melodías. Con la emergencia de la cultura de masas en la que comenzó a hacerse posible la reproducción, muchos estilos pasaron a ser conocidos e incluso comercializados. El skiffle es un género casi doméstico que influyó considerablemente, sin ser reproducido de acuerdo a su relevancia. Bandas célebres como los Beatles y los Rolling Stones habían sido en su origen grupos de skiffle.

En 2017 fue publicado en Inglaterra el libro Roots, Radicals and Rockers: How Skiffle Changed the World escrito por Billy Bragg, autor que además es un ya legendario cantautor de izquierda, ligado al movimiento obrero británico.

En una nota publicada por BBC, Bragg sostenía que el surgimiento de este estilo fue una revolución, no una moda pasajera. “Skiffle fue un movimiento de retorno  a lo básico que trataba sobre las raíces de la música afroamericana”, y lo comparaba con el punk, por ser una revuelta de bajo presupuesto realizada por jóvenes cansados ​​de formas de música más convencionales y (supuestamente) sofisticadas. “Skiffle era de base. Venía de abajo. Sorprendió a todos”.

A principios de los años 50, la música popular estaba dominada por grandes bandas de swing y crooners schmaltzy. Las bandas de Skiffle redescubrieron los primeros discos de blues y los reinventaron para una nueva generación. Como el punk, el skiffle fue una reacción contra los supergrupos y las grandes empresas discográficas. Según Bragg el  “Skiffle permitió que esa generación se distanciara de la cultura de sus padres” ya que “Cada generación necesita algo así” agregando que para su caso, eso “fue el punk”.

Contra lo que la mayoría piensa, el instrumento más importante de Skiffle no era la tabla de lavar o el bajo del cofre de té, sino la guitarra. En las bandas de baile de la década de 1940, la guitarra era un instrumento marginal, y el skiffle lo puso en el centro del escenario. Este instrumento había impulsado la auténtica música de los cantantes de blues afroamericanos, una música que las bandas de skiffle veneraban de igual forma que al jazz tradicional. 

Según Billy Bragg, los jóvenes que formaban las bandas de skiffle creían que la música real sólo se hacía en Nueva Orleans, cuna del jazz, y que por esa razón la música británica le debe más a Nueva Orleans que a cualquier otra ciudad estadounidense. La famosa Caverna de Liverpool en dónde comenzaron los Beatles, fue originalmente un club de jazz.

La palabra skiffle en la jerga de los negros significaba una Rent party (fiesta de alquiler). Así se le llamaba en Harlem a un encuentro social en el que los inquilinos contratan a un grupo musical, realizan una fiesta y luego pasan el sombrero, para con el dinero recaudado pagar el alquiler. Sin embargo skiffle como nombre de un género musical recién fue utilizado en Inglaterra durante los años 50.

En Gran Bretaña el skiffle fue la piedra inicial del surgimiento -en los sesenta- tanto del rock como del blues blanco. Fue la base de la invasión de los grupos británicos en las listas estadounidenses. Hacia 1957 había 50 mil bandas de skiffle en Inglaterra.  Decía Billy Bragg en la nota citada que  “Cuando los Beatles irrumpieron en los Estados Unidos en 1964, había un ejército de bandas británicas, listas para continuar por el mismo camino; todas habían comenzado con el skiffle, y  venían haciéndolo desde que tenían 12 años”.

Mungo Jerry

Allá por los años setenta este grupo británico encabezado por Ray Dorset  se hizo muy popular por el tema In the summertime. Si bien esta banda tuvo una gran producción es recordada principalmente por ese tema. En el verano como fue conocida en nuestro país era un tema simple, bailable pero hecho bajo el molde tradicional del folk rock, el blues y el rockabilly.

Mungo Jerry siempre fue catalogado como una banda de skiffle. Cuando se escucha gran parte de su producción se pueden encontrar rasgos bien marcados del blues, el rock and roll y el rhythm & blues, aunque realizados con una variedad significativa de instrumentos caseros.

Además se hace notorio para Mungo Jerry considerar que el blues, por ejemplo, siempre será un género clásico realizado por los monstruos clásicos del Delta del Mississippi, mientras que su producción será sólo un tributo casero. Esa posición marca a la perfección la ideología del skiffle.

 

2020/10/01

Neoliberalismo y democracia- La pata civil, vivita y coleando

En sociedades donde las complicidades civiles de las dictaduras siguen manteniendo los principales resortes de poder, como puede ser el Poder Judicial, la actividad política de cualquier izquierda o progresismo siempre estará maniatada. Se podrán proponer grandes proyectos, pero plasmarlos resultará bastante difícil.

Los defensores a ultranza de las democracias liberales, no sólo son los paladines de la independencia de los tres poderes y la libertad de prensa -entendida como libertad de empresa-, sino que además son los que abogan por la alternancia en los gobiernos, proponiendo así la existencia de un cierto bipartidismo en el que cada una de las fuerzas tenga una leve inclinación tanto a la derecha como a la izquierda. En lugar de un solo mando se trataría de dos que convalidarían simultáneamente el poder establecido.

Tanto lo que pregona la derecha liberal como la socialdemocracia, no son más que los perfiles de un sistema político que fue pensado principalmente para los países centrales en los que el modo de acumulación económica resulta casi invariable. En Latinoamérica, la región más desigual del planeta y la más rica en materias primas, el conflicto social inevitablemente presente, siempre erosionará la estabilidad política.

No se trata de hacer añicos a la democracia sino de establecerla de acuerdo a las realidades regionales. Casi todas las experiencias denominadas populistas o progresistas son intentos de establecer una democracia de nuevo tipo. Pasadas ya dos décadas de este nuevo siglo, es necesario realizar balances críticos de lo hecho. Hubo avances notorios y también retrocesos muchas veces dolorosos, para la vida cotidiana de los sectores populares.

En varias notas, publicadas también en Socompa, quien escribe sostiene que uno de los rasgos principales de las democracias latinoamericanas es la supervivencia de las complicidades civiles de las últimas dictaduras. Suponer que los denominados regímenes militares fueron la puesta en escena de la bestialidad castrense no es más que ver las cosas de forma extremadamente sesgada.

Las dictaduras y las masacres producidas, fueron un ordenamiento del capitalismo dependiente. Los denominados socios civiles fueron el sector predomínate, ya que se trataba de sus propios intereses económicos, lo que se consolidaba con la represión política. El lugar que ocuparon en la Justicia nunca se modificó y todos los intentos políticos de las derechas, fueron formados por ese sector de la sociedad. No resulta ocioso destacar que las derechas no escatiman recurrir a métodos golpistas para derrocar gobiernos progresistas, aunque se vanaglorien de democráticos.

El poder siempre se sostiene en un balance de fuerzas favorable que en cierto punto es ajeno a la actividad política propiamente dicha. En la mayoría de los países latinoamericanos tanto las fuerzas armadas como las de seguridad siempre serán un sector rebelde a los cambios, y con predisposición a rebelarse, alineándose a las derechas y los grupos económicos más poderosos.

Transversalidad y bipartidismo 

Durante el gobierno de Néstor Kirchner (2003- 2007) se puso en marcha la transversalidad como un intento de construir un nuevo bipartidismo que legitime y dé proyección a las principales políticas de Estado. Kirchner al inaugurar una nueva política de DDHH, en la que ya no se trataba de la vieja teoría de los dos demonios, encontraba un piso para avanzar sobre las complicidades civiles. Mediante la transversalidad podía alinear a sectores de una derecha democrática no emparentada directamente a la de los socios civiles.

El conflicto con el campo de 2008, o más bien el modo de encararlo, dio por tierra con este proyecto y dividió a la sociedad política. Los socios civiles volvieron al ruedo y se llevaron con ellos a los que habían sido ganados por la transversalidad, incluido un vicepresidente, y muchos dirigentes del oficialismo de entonces.

El bipartidismo supone una hegemonía preestablecida que no se modificará gane la centroderecha o gane la centroizquierda. El modo de acumulación económica así persistirá sin sufrir riesgos. El bipartidismo que dominó la escena política entre 1983 y 2001, representaba una hegemonía política bien definida bajo una endeble alternancia entre el Partido Justicialista y la Unión Cívica Radical. La propuesta de Kirchner representaba un intento de bipartidismo bajo otra hegemonía.

En sociedades en donde las complicidades civiles de las dictaduras siguen manteniendo los principales resortes de poder, como puede ser el Poder Judicial, la actividad política de cualquier izquierda o progresismo siempre estará maniatada. Se podrán proponer grandes proyectos, pero plasmarlos resultará bastante difícil.

Construir una nueva democracia debe ser el principal objetivo. Así lo señalaba repetidas veces el ex vicepresidente de Bolivia Álvaro García Linera, lo que no significa que eso sea inexorable. El país del Altiplano fue tal vez la experiencia más avanzada de llevar adelante una democracia de nuevo tipo, pero en la que las fracciones económicas más poderosas no escatimaron junto a las derechas, en llevar adelante un sangriento golpe de Estado para abortar ese proceso. Lo que se espera es que la memoria de los pueblos no se pierda y vuelva al ruedo.