2015/02/27

Vida de topos. El laburo subterráneo.

Marx no escatimaba hacer referencia a alguna metáfora para dar cuenta de la realidad, ya sea aquella en la cual se van produciendo los cambios, como en la cual es posible volver a practicar concretamente la transformación. Una de las principales metáforas esbozadas por el genio de Tréveris fue la del viejo topo. Ese incansable y proletario roedor, es aquel que durante la mayor cantidad de su tiempo, trabaja subterráneamente para mover inquietantemente la tierra que está por encima. El trabajo del topo es sin duda gris, es una tarea sin reconocimientos más que la que podría devenir de un futuro en el cual se produjeron los cambios soñados. Pero habría coyunturas históricas en las cuales ese incansable topo, podría despertar y lograr una visibilidad inaudita. Esos son los tiempos de la Revolución. En un incomparable film como Novecento, el topo intenta salir de la tierra, pero se queda ahí. El fascismo estaba presente aún. El topo es la figura de ese elemento emergente -vaya a saber por qué causa-, de aquel que se pasa la vida bregando por transformar lo dado por algo que sea mejor no sólo para él sino para el resto, y no por una cuestión religiosa sino porque está convencido de que es así. Nada justifica eso sino esa actitud. Esa lucha…

En la historia de la lucha de clases proletaria, el topo es ese que labura sin descanso en lo gris de la cotidianeidad, e intenta transformar lo espontáneo. Ese topo no tiene lugar en la heroicidad burguesa, tampoco en la cristiana que convirtió al caído en hijo del creador. El topo es invisible, ya sea porque labura subterráneamente o porque se confunde con el conjunto.

En una letra de la banda de rock Divididos que lleva el nombre de Vida de Topos, aparece una reflexión que podría superar largamente la esbozada por los intelectuales que se refirieron a ello. Le dice ahí Ricardo Mollo al Topo que no despierte más, que su eternidad es no despertar, mejor dicho que su eternidad es ese trabajo de zapa subterráneo. Ese laburo que carcome las neuronas anquilosadas por el sentido común. El Topo no es más que ese Otro que nos recuerda que en la sociedad que vivimos hay algo que no funciona y que podemos cambiarlo. Nos lo recuerda mientras labura por abajo, sin que siquiera sepamos que ese roedor anda por ahí….

El paradigma de lo indiscernible. La supremacía de la Doxa

Hoy existe un lugar que se fugó de la realidad. Un lugar indiscernible, un espacio y un tiempo que si bien se muestran como verosímil, como plausible; guardan en su seno lo indemostrable y la imposibilidad de rastrear de forma verdadera determinados hechos de la realidad. Tal vez ese punto de fuga o pozo gravitatorio, hoy sea parte de la realidad, pero de una que ya no es acorde a los parámetros establecidos en otros tiempos. Sin dudas la realidad es una construcción no tan real, pero cuesta observar esos hechos que demuestran fehacientemente que esa construcción se encuentra inmersa en un proceso de mutación. Es como si alguien observara en el medio de una calle, el acercamiento de un automóvil a mucha velocidad y que en el momento preciso en que lo tuviera que pisar, esos ojos vieran como ese móvil despareciera súbitamente de la escena. O fue una alucinación, un truco o tal vez un efecto visual, se podría pensar.

Ese pozo gravitatorio obviamente no es natural, tampoco queda tanto de la naturaleza. Ese hueco es parte de una construcción que está para ser vista de esa forma, por todos aquellos que sobre ese lugar sólo recibirán información. No está hecho para los que lo viven o lo presencian sin ninguna mediación. Eso que se ha vuelto indiscernible e indemostrable es todo aquello que nos llega a través de la mediación, pero entendiendo que la mediación ya no es algo que se interpone entre nosotros y el mundo. La mediación es el mundo y nosotros somos sujetos de eso.

Lo indemostrable resulta así la presencia exuberante y absoluta de la ideología, la que obviamente se presenta como realidad. Ninguna ideología se dice a sí misma ideológica, sería un despropósito, y no porque las ideologías sean el producto de genios malvados que las construyen para engañar a la gente, sino porque ellas son parte estructural del todo social, y sus leyes de producción y reproducción en gran parte se realizan al margen de la conciencia que se tenga de ello. El descubrimiento de un elemento constitutivo de la sociedad como lo es la ideología sólo fue posible a través de la irrupción del discurso científico.

Esos lugares ubicados en una rara topología en la cual prima lo indemostrable como verdad, son necesariamente sitios de disputa por la significación. Lejos de apuntar a la episteme estamos en presencia de la necesidad de la doxa, como elemento de diferenciación.

2015/02/24

El sentido común, entre la tarea gris y la poética de Mao.

Decíamos en escritos anteriores, que un nuevo sentido común se debe construir sobre el viejo, que es en primer lugar un trabajo gris de dotar a los trabajadores de herramientas e instrumentos para constituir una nueva perspectiva de la realidad. El sentido común podría ser enmarcado en una secuencia de conjuntos significantes o frases que son convalidadas por el uso repetido, por lo consuetudinario. En esas acepciones (contrastadas con la práctica) se encuentra el terreno concreto de lo que siempre se llamó la lucha ideológica. La conciencia por lo tanto lejos de ser un resultado luminoso es comparable a eso que ya no deslumbra tanto, porque fue hecho a base de trabajo. Casi comparable a la obra del artista, que puede deslumbrar, a quien no conoce el proceso de su confección. Obviamente siempre habrá elementos azarosos que son los que de alguna forma constituyen las genialidades, pero hay que convenir que lo principal son el esfuerzo, la dedicación y la tenacidad. Walter Benjamín señalaba que “el genio no es más que laboriosidad”. El trabajo rutinario del intelectual colectivo en el seno del pueblo trabajador es equivalente a lo señalado. No podría ser de otra forma si la base filosófica es el materialismo dialéctico.

En un informe al Partido Comunista de China (PCCh) realizado el 13 de agosto de 1945, que lleva el nombre de “La situación y nuestra política después de la victoria en la Guerra de resistencia contra el Japón”, Mao Tse- tung  da un claro ejemplo de lo que se viene señalando aquí sobre la construcción de un nuevo sentido común, no como un producto que surge ex nihilo sino como la labor del partido en el seno de las masas populares de la China de entonces, en el cual se vislumbra bastante bien cuál debe ser la tarea de la organización para transformar la espontaneidad de las masas y progresivamente llevarla hacia niveles de comprensión que antes no estaban. Si en Lenin es posible encontrar una secuencia de escritos que desde las Tesis de Abril hasta el momento de la revolución de Octubre, marcan la impronta del forzamiento de otra vuelta de tuerca a la revolución de febrero, para profundizar los cambios; es posible mostrar que en el escrito señalada de Mao, se encuentra la punta del ovillo que se va a desplegar hasta el triunfo en 1949 de la revolución proletaria en China. En agosto del ’45 Mao traza la particularidad del enfrentamiento al Kuomintang que hasta no hacía tanto había sido un aliado táctico en la guerra contra el imperialismo japonés.

Citaremos algunos párrafos de este escrito que nos parecen importantes, aunque sería preferible leer completo el apartado ya que la comprensión obviamente sería diferente.  “ Aparte de nuestra propia conciencia política, conciencia política de la vanguardia del proletariado, existe la cuestión de la conciencia política de las masas populares. Cuando el pueblo carece todavía de conciencia política, es enteramente posible que ceda a otros los frutos de la revolución. Esto ocurrió en el pasado. Hoy la conciencia política del pueblo chino también es mucho más alta” expresa Mao, agregando que “El despertar político del pueblo no es cosa fácil. Para desarraigar de la mente del pueblo las ideas erróneas, se requieren muchos esfuerzos serios de nuestra parte. Debemos barrer lo atrasado de la mente del pueblo chino, así como barremos nuestras habitaciones. El polvo no desaparece solo, sin que lo barran. Debemos llevar a cabo una amplia propaganda y educación entre las masas populares, a fin de que comprendan la situación real y la marcha de los acontecimientos de China y tengan confianza en su propia fuerza”.
Esta metáfora del barrido nos parece demasiado explicativa, ya que Mao utiliza ahí un ejemplo de lo cotidiano, y de lo que estaba presente en cualquier habitante de la China de entonces. Mao emprende ahí una metáfora y dice que el partido es la escoba, o que la escoba es el partido, y señala con un lenguaje muy próximo al sentido común no sólo de sus camaradas sino principalmente del pueblo que: “Escoba en mano, tienes que aprender a barrer; no te quedes en la cama soñando con que se levantará una ráfaga y barrerá todo el polvo. Nosotros los marxistas somos realistas revolucionarios y nunca nos entregamos a sueños ociosos. Hay un viejo dicho en China: ‘Levántate al alba y barre el patio’. El alba es el nacimiento de un nuevo día. Nuestros antepasados nos decían que nos levantáramos y barriéramos apenas apuntara el día. Nos señalaron una tarea. Sólo pensando y actuando de este modo sacaremos provecho y tendremos en qué ocupamos. China posee un vasto territorio, y es asunto nuestro limpiarlo con la escoba, pulgada a pulgada”. Antes había dicho que “Nuestra política es la de responder medida por medida y luchar por cada pulgada de terreno”.
Mao enunciaba las tareas ideológicas del intelectual colectivo con frases casi poéticas, pero muy cercanas al sentido común. Cuatro años después de este escrito en China triunfaba la segunda gran revolución después de la de Octubre del ’17.

Obviamente esto prosigue…

2015/02/23

El kirchnerismo tras 12 años de gobierno- Un balance que hay que hacer

Los procesos políticos sean del color que sean, nunca conservan la misma direccionalidad ni intención. Sólo una dirección muy aceitada, es decir con una masa crítica como base que le permita revertir tensiones o elementos inerciales, o modificar tendencias en el momento de mayor necesidad podría atenuar los vaivenes y declives. En la Argentina excluyendo el proceso de desmantelamiento del Estado, privatizaciones y entrega del patrimonio llevado adelante por Menem en el primer lustro de los noventa, éste pudo llevarse de acuerdo a un rumbo de dirección cuasi militar. Había un sentido común que lo convalidaba, pero, a partir de la mitad de la década comenzaría a profundizarse una resistencia que lo iría a desgastar facilitando la llegada de la Alianza al gobierno en el ’99. Ya en las elecciones de medio término del ’97 se avizoraba eso. Aún no existe un balance crítico del porqué, desde esa resistencia no se pudo generar una alternativa que no hubiera sido un rejunte con el radicalismo a la cabeza. Mucho menos de por qué ese gobierno no cumpliría más que medio mandato. Es probable que el armado de la Alianza y esa fragilidad para gobernar no sean más que las dos caras de una misma moneda. Y que el Establishment haya sido el principal mentor, aunque una gran parte del progresismo de entonces se haya ilusionado con ello. La salida prematura de Carlos “Chacho” Álvarez de la vicepresidencia era todo un indicador de la labilidad de dicha fuerza.
Tras 12 años de kirchnerismo es posible avizorar que no siempre se dio un ritmo parejo de construcción y movilización. La gestión en muchos momentos -principalmente en los primeros años- daba la sensación de ser bastante pragmática. Tras el conflicto con las patronales del campo y con el impulso de la ley de medios, el gobierno logró que la fuerza que lo sostenía se recomponga, tanto por la negativa (con la salida de sectores retrógrados del peronismo) como por la positiva con la llegada de sectores ubicadas a la izquierda, el nacimiento de nuevos medios, y el surgimiento de nuevas organizaciones no ancladas en el peronismo tradicional. Evidentemente estamos desarrollando un trazo muy grueso de lo acontecido en los últimos años. Para quien escribe el 2010 (y no exclusivamente por el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner) fue el gran año del kirchnerismo, el de más despliegue y movilización, que culminaría un año después con el altisonante 54 %.
El año 2012 era de escenario abierto. O el kirchnerismo se consolidaba en una fuerza política diferente al PJ o sucumbía. La posibilidad de desarrollo de Unidos y Organizados era una apuesta singular. No se dio. La posibilidad concreta de llevar adelante un proceso constituyente para reformar la Constitución como en los países bolivarianos, era otra posibilidad. Tampoco se dio. La nacionalización de YPF ese año podía ser la punta del iceberg para profundizar una estructura económico- social diferenciada a los peores tiempos de la dependencia. La presidenta había planteado un año antes la industrialización de la ruralidad, cosa que hubiera revertido la primarización. El kirchnerismo que llega a 2015 no es igual al de 2010 (por dar un ejemplo). Si la cuestión Nisman resulta uno de los engranajes de la puesta en marcha de un “golpe blando”, en primer lugar habría que señalar que eso se produce por debilidad. Que después de 12 años de gestión el kirchnerismo tenga como posible heredero al gobernador Daniel Scioli, tal vez sea una señal de mayor debilidad aún.

La cuestión planteada exige un desarrollo que sea lo más exhaustivo posible, sin invalidar ni obviar datos de la realidad de los últimos años. Para quien escribe el año 2013 fue clave para llegar a esta configuración actual. Desde las negociaciones secretas entre Sergio Massa y Daniel Scioli a la elección de Martín Insaurralde como primer candidato del Frente para la Victoria, se produjo un cierto golpe de timón, que para muchos pasó desapercibido. Desde ese momento las perspectivas planteadas los años anteriores parecieran haber caído en saco roto, y el gobernador bonaerense empezar a aparecer como el candidato natural de la sucesión.  Volveremos sobre este tema…

2015/02/22

Una historia de Berisso de los años ‘50

A Elías Presutti los del club El Fortín, no se lo perdonaron tan rápido. Para ellos eso fue una gran traición. Aquel sábado 3 de septiembre Elías fue a ver el partido entre el club de su barrio y el del Honor y Patria en la cancha de estos últimos. Era el Derby del barrio ampliado. Ambos clubes estaban a sólo 4 cuadras de distancia.  La cancha del Honor y Patria estaba en la manzana comprendida entre las actuales calles 11 y 12, y 157 y 158. La manzana estaba pelada salvo la casa de ese búlgaro que después se la vendió al Negro Montenegro. Algunos pocos años después esos terrenos serían vendidos y ahí se fabricarían las casas que patrocinaba el Banco Hipotecario. Quien escribe vive en esa manzana desde sus 5 años. En algún momento también vivió en La Plata, pero volvió al lugar.
Yendo a hacer los mandados, a quien escribe lo paró un hombre de unos 80 años, pero en el que se nota haber hecho siempre mucho deporte.
-¿Vos sos Drozd no?
-Sí.
-Tengo que ir a ver a tu viejo, ¿Cómo anda él?
-Bien, y por qué tema.
-Decile que yo soy Elías. Hace mucho tiempo cuando la manzana donde vos vivís era casi baldía, ahí estaba la cancha del club. Una vez se jugaba ahí la copa del barrio, entre Honor y Patria y El Fortín. Yo fui a ver no más. Vivo en lo que era el barrio de El Fortín, cerca de la plaza. Pero a los del Honor y Patria les faltaba un jugador, y el arquero Vicente Nanni me invitó a completar la formación. No sabía qué hacer, pero dije bueno voy a jugar contra mi club. Lo peor de todo es que ganamos 2 a 0 y los dos goles los metí yo…
Si bien Nanni era un gran arquero, nunca quiso ser futbolista profesional. En cambio el Ñato Bernárdez que era hijo de uno de los fundadores del Honor y Patria, además de jugar para el club, allá por los ’50 fue jugador de Estudiantes de la Plata. Por lo que se sabe fue un delantero goleador, aunque en aquel clásico barrial el que metió los goles fue Presutti.

Las circunstancias de la vida, de la historia, en verdad las solidaridades que por ese entonces existían, hicieron que a Elías sus vecinos lo perdonaran.

2015/02/21

Sentido común y espontaneidad. Del iluminismo a la tarea gris

Según Gramsci el sentido común es una concepción disgregada, fragmentaria. A pesar de ello el sentido común es el lugar donde se asienta la hegemonía. En Gramsci es posible encontrar dos vetas principales, a saber, una de tipo filosófico o de reflexión sobre los métodos conceptuales del marxismo, y otra que es profundamente política, o más precisamente de teoría de la política. La noción de sentido común es esbozada principalmente en el lugar de la reflexión sobre la filosofía. Pero como un profundo autor marxista que nunca pierde la visión de la totalidad, aunque aborde las particularidades, Gramsci no deja de lado al sentido común en sus elaboraciones sobre teoría política. En “Espontaneidad y dirección consciente” de 1931, Gramsci encuadra al sentido común dentro de lo que Lenin había designado como lo espontáneo. El autor señala que no existe la espontaneidad pura, ya que de esa forma ella coincidiría con la mecanicidad pura, y que en el movimiento más espontáneo no es que no haya elementos de dirección conscientes sino que los mismos son incontrolables, no han dejado documentos identificables. A su vez afirmaba que en la espontaneidad se da una multiplicidad de elementos de dirección consciente que no sobrepasan el nivel del sentido común imperante, ya que a su vez ninguno de ellos alcanza a constituirse en preponderante.

Tal vez la oposición leninista entre lo espontáneo y lo consciente debiera ser reformulada. No por sus implicancias políticas sino principalmente por las derivaciones semánticas a las que condujeron interpretaciones alejadas de la práctica. Tanto Lenin como Gramsci sabían a qué se referían con esa diferencia pues la efectivizaron en prácticas revolucionarias. El problema es suponer que la conciencia es un estado superior escindido de la acción espontánea de las masas. Concretamente se podría afirmar que no es otra ideología la que irrumpe sorpresivamente en los trabajadores en oposición a otra anterior, considerada como ideología de las clases opresoras. Un nuevo sentido común no surge ex nihilo sino a partir del trabajo cotidiano sobre el sentido común imperante. La conciencia denominada revolucionaria no irrumpe como los rayos del sol iluminando la oscura espontaneidad, sino que también es un trabajo gris de dotar a los trabajadores de instrumentos que les permitan construir otra perspectiva de la realidad. Lo denominado consciente debiera ser lo elaborado, lo trabajado, lo instrumentado, mientras que su opuesto, lo espontáneo lo que nos viene dado, sin ninguna objeción o crítica y reproduce al sentido común. Si en lo consciente tendría que prevalecer lo instrumentado, necesariamente se opondría a la instrumentalización, como una de las artimañas políticas de utilización de lo espontáneo para fines ajenos. 

La Unión Democrática, el GAN y el 18F.

En la historia se dan coyunturas específicas que no se pueden explicar a sí mismas a través de su propia autoreferencia. Desde el peronismo siempre se hizo hincapié en la denominada Unión Democrática, ese espectro entre oligárquico y pequeño burgués que no soportaba los derechos alcanzados por los trabajadores, y que conspiró permanentemente para propiciar el retorno de la oligarquía burguesa terrateniente al poder en 1955 y propiciar un nuevo sesgo de la dependencia, esta vez principalmente yanqui. Porque hay que precisar que las clases dominantes en la Argentina siempre necesitaron del apoyo externo, o en todo caso: los intereses externos necesitaron siempre de la obsecuencia local para convalidar su predominio y hegemonía.

Esta historia pareciera repetirse sin modificaciones, pero en la repetición siempre hay diferencias. El peronismo caído en el ’55 supervivió en la resistencia, pero una gran parte de esa fuerza se volvió cómplice de los amos. El sindicalismo colaboracionista por ejemplo, con el Lobo Vandor a la cabeza, mientras caían los Felipe Vallese y otros emblemas de la resistencia.

Tras las caídas de los dictadores Onganía y Levingston, a partir de los Cordobazos del 69 y el 71, las clases dominantes cambiaron de táctica (no de estrategia) y el nuevo dictador Alejandro Agustín Lanusse propuso  el Gran Acuerdo Nacional (GAN). No sólo el peronismo revolucionario sino también el conjunto de la izquierda clasista y revolucionaria nucleada materialmente en los sindicatos de las automotrices cordobesas (Sitrac y Sitram, y Smata) se opusieron a esa nueva Unión Democrática sino que además la denunciaron y combatieron en las calles y en los puestos de trabajo.  Entre el 69 (año del Cordobazo) y 1976 (golpe genocida) pasaron muy poco años y el entusiasmo y revolucionarización de los sectores juveniles obreros e intelectuales  cayó en saco roto. Ese balance aún no se hizo. Debiera hacerse para proseguir una historia que si no queda incompleta, mucho más cuando hay 30 mil compañeros caídos.

Los acontecimientos que los argentinos vivimos hoy, después de 12 años de gobierno kirchnerista, en los cuales muchos de esos estandartes perdidos parecieron haber reflotado, no debieran caer en saco roto. Sin dudas la Revolución no se produjo, pero ella no es más que una Larga Marcha, que no debiera retroceder. 

2015/02/05

Más sobre el Sentido Común

El Che, Lenin, y Mao
Mucho se habla sobre la necesidad para el cambio social, de construir un nuevo sentido común. Es verdad, es una proposición valedera si se la toma solamente en su primer enunciado, incluso desglosando el porqué de esa necesidad. El problema es que si no se plantea el cómo, la propuesta resulta abstracta, y cercana al idealismo. Queda sólo como una expresión de deseos, y se acerca así a la crítica que Marx realizaba en la 3ra Tesis sobre Feuerbach, sobre el determinismo de la educación y las circunstancias, sin tener en cuenta que a las circunstancias es el sujeto quien las cambia, y que el educador antes debe haberse educado. El determinismo economicista que esbozaba Stalin, y que fuera constitutivo del desarrollo del socialismo en la ex URSS, cae en el mismo vicio, es decir en suponer un futuro más propicio, solamente por el desarrollo de una tendencia natural del flujo histórico. Plantear un nuevo sentido común, sin siquiera esbozar el cómo, resulta así como un resultado tendencial, subordinado a otras luchas, por ejemplo la política. Esto no deja de marcar una cierta raigambre ideológica, que supone que todo lo ideológico es el reflejo de las principales prácticas de la sociedad. La productiva y luego la política, sin advertir que es el mismo sentido común imperante el que sobredetermina a esas prácticas, condicionándolas. Hay sin dudas, una política convalidada por el sentido común. Pensar que desde esa práctica es posible construir un nuevo sentido común, es girar en redondo, y reproducir la inercia.

Construir un nuevo sentido común, es una práctica que tanto Lenin, Mao o el Che, llevaron adelante sin haber dejado más que indicaciones de cómo hacerlo. Volveremos sobre esto…

2015/02/04

Una pequeña introducción al sentido común

Antonio Gramsci comienza señalando que una obra como la de Bujarin estando destinada a lectores que no son intelectuales de profesión, en lugar de haberse focalizado en una crítica de los grandes sistemas filosóficos, debiera haber partido de la crítica del sentido común, a la que él denomina “la filosofía de los no filósofos”. Bien vale detenerse en esta introducción ya que es ahí en donde Gramsci esboza una cantidad interesante de apreciaciones que permitirán rastrear el sentido preciso de lo que él denomina sentido común. Según Gramsci es “la concepción del mundo absorbida acríticamente por los diversos ambientes sociales y culturales en los que se desarrolla la individualidad moral del hombre medio”. Si bien en términos generales se está de acuerdo con lo que se intenta formular, habría que poner en dudas esa acción de ser “absorbida acríticamente”. Tal vez sea más preciso señalar que esa concepción, emana de esos ambientes sociales y culturales, le es propia, y realizar una crítica de ella es factible en segunda instancia. La disquisición apunta a mostrar que más que ser “absorbido”, integrado, proveniente de otro lugar, el sentido común es constitutivo de los sujetos sociales y culturales. Esta diferencia lejos de invalidar la posición gramsciana, es posible que le dé un marco más preciso. Volveremos sobre ella.

Gramsci prosigue definiendo al sentido común, de forma negativa: “no es una concepción única, idéntica en el tiempo y en el espacio”. Lo define así como al folklore de la filosofía y al igual que ésta puede encontrarse de diferentes formas. Resulta muy interesante las cualidades que le atribuye, señalando que es una concepción “disgregada, incoherente, inconsecuente” incluso en cada “cerebro individual”. Cuando tiene que afirmar por la positiva, Gramsci afirma que cuando en la historia se conforma un grupo social homogéneo, también se elabora una filosofía homogénea (coherente y sistemática) que se impone sobre el sentido común. Planteado así pareciera ser una especie de sedimento fragmentario que abona la estructura social, y que si bien se diferencia de otras instancias de la misma estructura, posee un índice de importancia singular. Es justamente lo que hace falta, construir una teoría positiva del sentido común. En Gramsci hay muchas indicaciones al respecto.

Nisman, Fein y el tratamiento de los medios

Cuando existen elementos que llevan la marca de principales, todos los demás componentes se convierten en secundarios. De igual forma si a algo se lo considera como causa, lo que se desprende de ahí es un efecto. Obviamente que tanto lo principal, como la causa, deben estar formuladas de tal forma que gocen del un carácter aproximado a la objetividad, o en todo caso de ser un punto que nadie pueda tomarlo como algo azaroso o contingente. Por ejemplo las leyes o los resultados de las ciencias duras. El problema es el relativismo, que convierte aspectos secundarios en principales, o efectos en causas.

La trágica muerte del fiscal Nisman puso sobre el tapete, el hecho de que la agenda de los medios, puede reversar efectos a causas, y aspectos secundarios a principales. Todo vale si se trata de operaciones políticas, que tienen la capacidad de crear opinión pública.

El fiscal Nisman desde hace más de 10 años investigaba la causa Amia, una causa que ya tiene más de 20 años, y que por motivos que sí debieran transparentarse, nunca avanzó. Tras su muerte la primera sensación que da, es que el fiscal solamente investigaba a la presidenta, al canciller y a un pequeño grupo de militantes considerado como diplomacia paralela. Planteado así la causa desparece, lo secundario se transforma en principal. Obviamente que la denuncia que Nisman preparaba debiera continuar con su sucesor, pero lo que no se debiera perder es lo principal de la investigación, ya que tal vez ahí sería posible encontrar elementos que aporten mucho más a la verdad.

La investigación de la fiscal Fein, aún no pudo –al menos en lo concerniente al conocimiento público- avanzar demasiado en el esclarecimiento de la muerte de Nisman. Incluso resulta curioso que en el arma, proporcionada por Lagomarsino, sólo haya ADN del fiscal fallecido. Resulta que ahora lo importante (lo principal o la causa) pasó a ser un papel abollado en el tacho de basuras. En ese río revuelto, pescadores como el abogado Rusconi, se transforman en peces en aguas servidas, mostrando que es más importante la operación política que la defensa de un cliente al que la fiscal, dijo que no va a convocar a declarar.

Si la muerte del fiscal se transformó en una cuestión política, habría que ver a quienes favorece, y a quienes perjudica. El escenario electoral para este año parece no moverse demasiado, ya que a algunos de los candidatos presidenciales no los afecta demasiado, aunque sean parte del armado oficialista. Es más no detuvieron la campaña aprovechando la ida de turistas a las playas.