2006/12/09

El futuro Internet

Estas son algunas reflexiones mínimas que debieran plasmarse en un trabajo mucho más extenso y a la vez riguroso.

¿Cuál es el futuro de Internet? Es posible, para no decir seguro, que muchos científicos y tecnócratas, tengan en su cabeza esta perspectiva, y ya estén trabajando en ello. Cuando uno dice “su cabeza”, nunca se había visto con tanta evidencia que el pensamiento no se limita a la corteza cerebral. Estas ideas además, y principalmente, están almacenadas en el software y en la memoria de los ordenadores, siendo a su vez, la materialidad tecnológica quien determina en última instancia, las posibilidades asociativas del pensamiento.

Es posible que esté prevista la confección de la Web que se actualice automáticamente, que funcione en tiempo real, al igual que hoy, lo hacen los mensajeros, lo que implicaría de hecho la desaparición de estos. El Google mail ya nos muestra tal vez un anticipo, con esta posibilidad de emitir mensajes instantáneos desde el correo electrónico. Cuando el ciberespacio adquiera estas características, nuestra subjetividad se encontrará prisionera de una temporalidad irreductible.

¿Cuál será el lugar de Internet? Su principal morada o sitio operativo, son los ordenadores, aunque esto si tiene eficacia es principalmente porque por lejos los excede, produciendo una inevitable duplicación de la realidad, condicionando nuestros actos cotidianos. En este sentido, el camino ya lo había realizado la TV. Es indudable que el espacio televisivo ya no se encuentra solamente en la pantalla chica, sino en las prácticas sociales que es capaz de generar. Hoy el sujeto humano, adquiere el punto de vista del televidente cuando observa el escenario social, y es esta visión la que le sobredetermina su accionar. Es decir que la TV introduce una mirada, que casi no es distinta a la mirada de Dios.

Cuando Internet salga de los ordenadores y funcione en tiempo real, esto ya sucede con la intromisión de la red en la telefonía celular; cuando se construyan nuevos hardwares, incorporados a todas las actividades humanas, nuestra vida será la navegación ininterrumpida, y tal vez hablar de virtualidad se convierta en un monumento del pasado, y es allí donde la muerte será puesta entre paréntesis. Nadie hoy puede negar que algunos muertos han resucitado y llevan una vida mucho más prolífica que los que estamos vivos. Si la existencia ha desplazado su escenario hacia la Red, es indudable que un Bob Marley o un Jimi Hendrix, hoy gozan de mayor actividad que nosotros mismos.

De la banda sonora

Hace poco me sorprendió bastante un comentario realizado a uno de mis cuentos, en el cual se hacía referencia a la banda sonora presente en el relato. Se apreciaba la música de Jethro Tull, una banda inglesa de rock progressive de los años setenta, pero haciendo alusión de que esto hoy pareciera inaudible, ya que en sitios como los que estaban descriptos en la narración, lamentablemente esto ya no se escuchaba más. Musicalmente hablando tal vez se trataba de un elogio, aunque literariamente resultaba contradictorio. Fue ahí donde también me di cuenta que esto de poner sonidos en el relato, era algo así como una constante que en mí se repetía, cosa que me puso mucho más atento en la lectura de determinados autores, encontrándome que muchos de ellos también lo hacían. Por otro lado esto de banda sonora, generó un cúmulo de reflexiones. En el cine que es donde nace el soundtrack, a las escenas visuales, al despliegue de acontecimientos se le adosa una música de fondo, y es posible que con el nacimiento de este arte, se hayan producido cambios en la literatura que de otra forma no hubieran sido posibles. De todas formas creo que la inclusión de sonidos de reproducción, para contrastarlos con los sonidos espontáneos, se fueron desarrollando de manera considerable a partir de algunas décadas atrás. Fueron quizás la música funcional y la existencia de la radio, quienes tuvieron gran parte de la obra inaugural, aunque me atrevería a decir que a diferencia del oyente de radio atento a la emisión, característica principal de los inicios de este medio, hoy existe el sonido radial, que ya no precisa necesariamente de la atención permanente sino que está incorporado a la escena diaria de distintas formas como por ejemplo que ella esté encendida en locales comerciales, o en estaciones de tren, o de subterráneos. Hoy asistimos a una cultura auricular, a la de los reproductores de MP3, y mientras se viaja en automóvil o en ómnibus, al paisaje se le suma el soundtrack que uno tiene la posibilidad de elegir. Como en las escenas cinematográficas nuestro andar cotidiano pareciera estar marcado por distintas melodías y ritmos.
Esto me hace pensar que así como en la literatura de hace más de tres cuartos de siglo atrás, esto era casi inaudible, hoy forma parte de la descripción del ambiente casi como pueden ser los detalles de la vestimenta o los ámbitos urbanos.