2015/12/29

La realidad al revés



En la última película de James Bond, Spectre (2015) se transgreden ostensiblemente las normas de lo que ante un hecho similar ocurre en la realidad. Ante la reestructuración de los servicios de inteligencia británicos, el nuevo jefe determina dejar cesantes a todos los agentes 00, entre ellos al 007. Lejos de dimitir Bond se enfrasca en una lucha contra grupos mafiosos, como tarea pendiente que le había dejado su antiguo M (Jefe del Servicio) ya fallecido. Esto lo hace sin ningún permiso de sus ya ex superiores. En la realidad, un Bond despedido, terminaría aportando y sumándose a las mafias. 

2015/12/22

El debut de Macri en el Mercosur

El debut de Mauricio Macri en el escenario internacional, no fue como él lo esperaba. No midió que la participación en una cumbre de presidentes, en este caso del Mercosur y socios, no es lo mismo que ir a la mesa de Mirtha Legrand, en donde se pueden vociferar algunas perogrulladas ideológicas y la señora junto al resto de los comensales (invitados a su medida) le hagan un coro de adulaciones.

Dijo Macri en el Mercosur "Pido por la pronta liberación de los presos políticos en Venezuela. No puede haber persecución ideológica". Antes de asumir como presidente había dicho que iba a pedir la suspensión del país caribeño del mercado común, cosa que después retrotrajo. La respuesta de la canciller venezolana Delcy Rodríguez fue contundente: “Señor Macri, usted está cometiendo actos de injerencia sobre los asuntos de Venezuela, usted está defendiendo a Leopoldo López expresamente, defendiendo la violencia política, porque fueron usadas hasta bazucas en las manifestaciones durante el año 2014 en Venezuela”, dijo, agregando luego que “en Venezuela existen poderes públicos independientes que deben ser respetados con la comunidad internacional, si es que realmente respetamos los principios que fundamentan los principios del derecho internacional público, como la no injerencia en los asuntos internos, la autodeterminación de los pueblos y la igualdad soberana de los Estados”. También invitó al diálogo sincero en el tema de los derechos humanos (DDHH): “Si vamos a hablar de DDHH de forma franca como lo pidió el presidente Macri, tenemos que hacerlo sin doble moral. No podemos hablar de DDHH para defender a los violentos causantes de terrorismo y para penalizar o criminalizar las protestas sociales”.

Lo que Macri obvió, y seguramente no por desconocimiento es que Leopoldo López, presunto preso político, en su expediente figuran: instigación a delinquir, intimidación pública, daños a la propiedad estatal y homicidio intencional calificado. El presidente argentino llegó a una instancia multilateral con los mismos brincos con los que lo hacía el ex presidente colombiano Álvaro Uribe. No está de más recordar que el actual mandatario colombiano Juan Manuel Santos enrolado sin dudas en un perfil ideológico de derechas, entendió perfectamente cómo debían ser las relaciones entre países vecinos, y rápidamente restableció la diplomacia con Venezuela y Ecuador, y se sumó al bloque suramericano con verdadero espíritu de  confraternidad. La famosa “confrontación” y división de los argentinos que Macri le reprochara al gobierno saliente, es pareciera lo que él lleva al escenario internacional.

Lo que se espera en la Argentina es que los dichos del presidente de que no haya “persecución ideológica” se cumplan. No sea cosa que algún mandatario pida luego que la Argentina sea excluida del Mercosur

2015/12/19

La revolución abstracta

¿Por qué un bando puede derrotar a otro? Si se busca un argumento científico, es necesario ir a las leyes de la guerra, esbozadas por alguien como Clausewitz,  por ejemplo. Una fuerza para triunfar debe contar con un superior balance material, y también moral, a su favor. Lo que se desprende de ahí es válido para poder esbozar una teoría de la revolución proletaria. Tanto Marx, Engels, Lenin o Mao para poder plantear los cambios nunca descuidaron este factor. Lo que llama poderosamente la atención es que algunos marxistas, supongan de antemano que el proletariado tenga un balance de fuerzas favorable, para derrotar a la burguesía. En proposiciones como ésas se desprende automáticamente que el socialismo tarde o temprano llegará. El proletariado va a triunfar porque es superior tanto cuantitativa como cualitativamente a su oponente social, sostienen. Sin dudas cuando Marx y Engels escribieron el Manifiesto, esto era más o menos así. No tanto cuando triunfara la revolución del ‘17, ya que sin la alianza obrero- campesina no hubiera alcanzado. Mucho menos en la revolución china donde la mayor parte eran los campesinos. Más allá de las clases participantes, todas fueron revoluciones proletarias, ya que fueron hechas de acuerdo a un programa basado en la hegemonía proletaria. La hegemonía a diferencia del bonapartismo, implica una alianza de clases en la que una de ellas lleva la conducción estratégica. Todo se realiza de acuerdo a la visión de esa clase. La visión que esa clase les ofrece a otras de acuerdo a sus postulados e intereses. Los actuales sistemas dominantes no distan de ello. La burguesía tiene respuesta para las diferentes clases subordinadas, que son acatadas por el consenso social y ello a su vez, es legitimado ideológicamente. En el bonapartismo alguien se coloca por encima de las clases y las unifica. Es diferente.

Un buen DT de fútbol, además de saber con qué rival se enfrenta, debe conocer con qué cuenta como fuerza propia. De ahí debe desprender sus tácticas como la estrategia. A veces da la sensación de que algunos grupos de izquierda creen que cuentan con el mismo escenario que el que Marx y Engels tenían ante sus ojos en 1848. Olvidan que la burguesía no se mantuvo inmóvil, y que desarrolló desde ese momento una extrema lucha de clases contra el proletariado. Lo hizo desde el poder, cosa que es mucho más fácil. Muchas de las posiciones que se dicen proletarias están cooptadas por el enemigo al que suponen enfrentar.

2015/12/12

¿Quién es el sujeto social del kirchnerismo?


Tras doce años de kirchnerismo, no son pocos los que intentan dar cuenta de quiénes fueron los principales sujetos sociales a los que el gobierno saliente pudo movilizar y conformar como base principal de apoyo. En primer lugar citaremos dos notas publicadas en la fecha.

En un artículo de La Izquierda Diario denominado: Mauricio Macri: discurso poshegemónico y nuevo “cesarismo” escrito por Fernando Rosso y Juan del Maso, los autores señalan que "El kirchnerismo fue, a su manera, ‘laclausiano’. Frente a una ‘multitud’ que se había expresado en 2001 (bloque social heterogéneo en un contexto de retroceso y debilidad estructural de la clase obrera), buscó recomponer la autoridad del Estado, al mismo tiempo que moldear un sujeto colectivo que a medida que se retiraba de las calles se identificaba como el ‘pueblo’, en los marcos del acceso al consumo y de un discurso que desde arriba se proponía como supuesto articulador de las demandas insatisfechas" agregando luego que "El camino recorrido de la crisis a la restauración se manifestó en el discurso político ideológico con la construcción por el ‘populismo’ de un sujeto ‘pueblo’ (juventud y ‘pobres’) cuya estrategia fue ‘desagregar’ a la clase obrera como posible eje de su propia hegemonía".

 Por su parte Luis Bruchstein en un artículo para Página/12 que lleva como título Cristimacrimáticas, señala con respecto al último acto de Cristina el pasado miércoles que "Fue un acto limpio, con poco aparato y mucha gente que participó sin encuadramiento. El kirchnerismo aprendió de las elecciones: la militancia no tiene que obturar la participación, sino facilitarla. Se vieron pocas banderas de taller y muchos cartelitos caseros, muchas parejas, muchas familias con chicos y muchos grupos de amigos o compañeros de trabajo. Hubo algunos colectivos, pero mucho menos que en otros actos. Y la respuesta de la gente fue impresionante por lo emotiva y por lo masiva".

Vayamos por parte, los autores del portal digital del PTS, sin decirlo, caen en conceptualizaciones de clase no diferentes a lo que hoy pareciera ser el sentido común sociológico, a saber: la existencia de la clase media, y de un sector mayoritario de excluidos. La referencia explícita a la clase obrera en ese marco quedaría completamente desdibujada. Por otra parte intentar definir al sujeto social K haciendo referencia a Laclau, es quedarse a medio camino, y no entender que el kirchnerismo no contó con una teorización homogénea y que ese rol tendría que haber partido principalmente desde la izquierda marxista, no para competir en el juego de la democracia liberal, sino para potenciar un movimiento de masas que encare una transformación social efectiva.

Los autores de alguna forma lo percatan cuando dicen:  En este sentido, el pensamiento ‘poshegemónico’ (de izquierda o de derecha) tiene el problema de haberle creído a Laclau sin percatarse de su ‘picardía peronista’: cantaba loas al giro lingüístico y a Lacan para hacer el peronismo más digerible para los ambientes intelectuales europeos, pero sabía que la única verdad (o por lo menos una parte muy importante de ella) es la realidad de los aparatos y las fuerzas materiales: PJ, policía y sindicatos estatalizados y totalitarios”. Pero entran en contradicción cuando dicen que con la conformación de un sujeto constituido por jóvenes y pobres, la estrategia fue intentar desagregar a la clase obrera como posible eje de su hegemonía.

Si nos ubicamos en un bloque de fuerzas sociales en las cuales la clase obrera debe hegemonizar al conjunto, conviene señalar que eso no se logra con los “sindicatos estatalizados y totalitarios” sino con una organización política marxista leninista que pueda conducir a todos los otros sectores de la sociedad. Esa idea, no cuadra con el ideario trotskista que sólo pretende un frente de clase, ya que a lo otro lo considera frentepopulista (conciliación de clases). La conformación del FIT y el rechazo a expresiones progresivas latinoamericanas como la que lleva adelante Evo Morales en Bolivia dejan bien en claro que su política no es otra que el aislamiento. Vale señalar que no se trata de unirse a otras clases para ir a la cola de ellas, sino que los trabajadores deben conducir esos procesos. En esto el trotskismo no entiende el concepto gramsciano de hegemonía, y lo confunde con el bonapartismo. Tal vez en eso coincidan con el investigador canadiense John Beasley-Murray, a quien se refieren en la nota "La hegemonía no existe, ni nunca ha existido". El peronismo histórico no desagregó a la clase obrera, todo lo contrario, la incorporó como su columna vertebral. Si le hubiera temido a la hegemonía obrera no lo hubiera hecho, pero sí se predispuso a disputarles la conducción del movimiento a los sindicalistas como Cipriano Reyes. Es bueno señalar como lo hacía Julio Godio, que el peronismo no fue una fuerza populista sino nacional- laborista.

 El problema actual es que la clase obrera no está conformada ni socialmente ni políticamente en una fuerza que pueda sostener un proceso de cambio, o que de forma homogénea pueda alinearse a fuerzas heterónomas, como lo había hecho durante el primer peronismo; aunque vale señalar que fue el propio kirchnerismo quien recompuso bastante la estructura obrera de clase, no sólo por la creación de puestos de trabajo, sino también por la política que llevó adelante desde el Ministerio de Trabajo, restaurando las paritarias y los convenios colectivos.

Si los “jóvenes y los pobres” aparecen como sectores proclives a constituirse en “sujeto populista” habría que señalar que los sujetos sociales nunca son producidos artificialmente, sino que son el resultado de la dinámica político- social, en la cual la economía es determinante en última instancia. Los autores no tienen en cuenta que ambos sectores son justamente parte de lo que se aglutina mediante aparatos, y que si hay un actor relevante del kirchnerismo, es particularmente ese sector de “la clase media” que como bien señala Bruchstein son los que fueron a la plaza en familia, grupos de amigos o compañeros de trabajo. Si nos mantenemos en definiciones como la de “clase media” no notaríamos que entre esos grupos hay una masa crítica de trabajadores muy importante, no encuadrada ni sindicalmente ni en estructuras partidarias. Eso es lo nuevo que generó el kirchnerismo, y que si hay que hacerle algún reproche es no haberle dado contención orgánica. Porque es verdad, lo que primaron fueron “los aparatos y las fuerzas materiales”.

De todas formas habría que seguir desarrollando estos conceptos, ya que tal vez ese sector medio de la sociedad no sea más que el cacerolero de 2001, que participaba de las asambleas barriales, el de “piquete y cacerola, la lucha es una sola”, y no el desvirtuado cacerolero de derecha surgido recientemente. Además las extracciones de clase de ambos difieren. También hay que considerar un nuevo actor proletario que es el trabajador autogestionado, que cada vez tiene mayor relevancia, y que esperamos pueda seguir desarrollándose. 

2015/12/09

Optimismo de la voluntad


Ante la actual coyuntura sería muy fácil parafrasear al Chapulín Colorado y decir “Qué me sigan los buenos”. Lo nuevo es que hoy, hay mucha gente piola y “común” (dirían los “buenos”) que se puede sumar a algo bueno y nuevo.

Eso se percibe en las calles, también que, hay un resurgimiento “fascistoide” entre gente que no cuaja con eso, lo que hace que esa primavera dure muy poco. “Optimismo de la voluntad”

2015/12/06

Sobre el dogmatismo

El dogmático está imbuido de lo general, y quita de encima las particularidades. Mira hacia ese horizonte que las construcciones edilicias ya no le permiten ver, y en el eclipse de una mirada que no puede extenderse en el espacio, encuentra su destino. En ese sitio inexistente se sitúa el concepto. Entre medio de los dos, en el recorrido de la mirada, todo es despreciable para la comprensión de lo que se afirma discursivamente. Ese lugar despreciado es ocupado por otra cosa. El vacío siempre tiene efecto de embudo, siempre atrae lo que necesita encontrar un sitio para poder ser. Tal vez pueda mirar el horizonte en el mar, pero éste ya estará convertido en fetiche. Tampoco importa demasiado lo que haya entre medio de ese horizonte y el lugar desde donde se lo ve. La mirada hacia el horizonte del mar o el desierto, es como mirar las estrellas. Entre medio habrá incesantes repeticiones espaciales invisibles o de ínfima importancia. Aunque algunas veces puedan aparecer elementos en el trayecto. Siempre serán de gran atención, porque rompen con la ilusión del vacío.

Siempre se trata de lo mismo, la dificultad de articular la interrelación entre lo particular y lo general. Una dialéctica difícil, si de lo que habla lo general no es precisamente el sentido común. La cotidianeidad para éste último ya está englobada, vive ahí. Por esta razón dejarla de lado significa regalársela, entregársela en bandeja.

Pero para el dogmático no importa la cotidianeidad. Al menos no la tiene en la agenda de los observables. Todo lo que deviene de ella, tiene el mismo valor que el que le daba Platón al mundo sensible. De esta forma lo palpable queda fuera del plano conceptual y por ende queda capturado por la ideología dominante. De esta forma es posible que un dogmático lleve una vida del estilo propio a lo que supuestamente combate. Porque en verdad eso no cuenta.

 El dogmatismo es reduccionista, y supone que la inmensa variedad de elementos materiales existentes, pueden alinearse o realinearse a partir de una simple acción mecánica. Lo real es una totalidad en la cual es posible encontrar espacios en los cuales existen desarrollos relativamente autónomos. Por esta razón es que existen diferentes campos científicos y la interrelación entre ellos nunca resulta simple.

El dogmático en su fuero interno sabe que lo que sostiene no se condice con lo que vive, pero se aferra obsesivamente a ello como el teísta. El dogmatismo antistémico es en verdad una herencia del sentido común, debiera ser una escansión, un momento hacia otro abordaje de lo real. Pero si eso es lo que debiera ser, nada demuestra que eso ocurra, ya que como tal tiene un lugar privilegiado. Es necesario para la reproducción de lo existente. Sirve para privarse de conocer una parte de lo real, y hacer de ese desconocimiento un lugar incierto.

2015/12/03

La economía social

Pienso que la economía social, las empresas recuperadas, las cooperativas de trabajo, y todo ese espectro social van a ser un gran bloque de la resistencia. Lo pienso como germen de una economía alternativa aunque el tiempo que viene no sea del todo favorable. La economía social sigue siendo el saldo organizativo más importante de lo que va de este siglo. Es la prosecución de lo mejor de la resistencia al neoliberalismo en los '90. Por eso banco a muerte a la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo de la Argentina (CNCT) y las Fabricas Recuperadas Por Trabajadores

2015/12/02

La coyuntura y el activismo virtual

A partir de saber que en la Argentina se iba a producir el balotaje, se produjeron interesantes debates políticos e ideológicos. No tanto en relación a las fuerzas implicadas en el mismo, sino principalmente en el más amplio espectro de lo que se denomina izquierda. Pero también, es oportuno señalar que una masa crítica nada desdeñable de kirchneristas sin organización, o al menos, no pertenecientes a los sectores con más aparato -como puede ser el Partido Justicialista- se fueron dando cita en el espacio público para debatir con la ciudadanía sobre los logros de la gestión que -tras 12 años- culmina el próximo 10 de diciembre.

 Las redes sociales son el lugar privilegiado para todos esos debates, pero bien vale señalar que hoy ese lugar, no puede desdeñarse como lo vinieron haciendo muchos dirigentes políticos más bien atados a una práctica, ya casi obsoleta. Si es verdad que “la gente” en las elecciones apostó a “lo nuevo”, hay que entender que lo que sucede en las redes sociales es parte de la novedad.
Entonces lo que habría que delimitar con mayor precisión es cuáles son los límites que le imponen las redes sociales, tanto a los debates como a la militancia práctica, entendida en un sentido más tradicional. Esto conlleva una importancia superlativa, cuando ese activismo virtual no se realiza desde esferas de poder, ya sea éste político o económico. En términos cuasi informáticos se podría aseverar que la acción virtual es una gran productora de software, pero tiene como límite la propiedad del hardware. Las principales estructuras políticas, y sus fuentes de financiamiento siguen estando atadas a propietarios tradicionales, por más que se haga uso extensivo y repetitivo del sintagma “lo nuevo”. Esto principalmente en cuanto a la incidencia real en las esferas principales de la sociedad política y de las decisiones de importancia.

Desde el conflicto con el campo, el kirchnerismo comenzó a sumar una masa bastante importante de adherentes espontáneos, que nunca encontraron un lugar propicio como para unirse orgánicamente. De tal forma esa masa fue desarrollándose inorgánicamente, ya que los PJs comunales nunca lograron atraerlos. Tampoco representaban lo que esa masa crítica buscaba.  Lo que pudiera suceder en lugares como la ciudad de Buenos Aires fue más propio de microclimas que de una realidad efectiva.

En cuanto a los debates conceptuales, principalmente en el seno de la izquierda, las redes sociales no permiten que todo ello supere la declamación de principios. Y si hoy aún asistimos a una crisis del pensamiento teórico, es posible que las redes no hagan más que generar malos entendidos. Mucho más cuando toda la ingeniería conceptual del Establishment, principalmente anclada en la esfera universitaria, pero apuntalada desde organizaciones no gubernamentales, no hacen más que promover modas intelectuales, que muchas veces aparecen como progresivas o libertarias, pero que en la práctica no sirven más que para generar mayor dogmatismo ideológico. 

2015/12/01

Sandeces


Y si Stalin no fue tan malo, y Trotski no tan bueno, no se abriría una hiancia por donde los ultraliberales ya no podrían justificar el fin de la historia, de las ideologías y todas esas sandeces. Ayer escuché a una persona que me decía que Venezuela es un desastre, una porquería. Pensé que era un férreo derechista, y no, era trotskista.