2023/08/28

El materialismo de Schreber


 Me sorprendió el materialismo de Schreber. Contrasta con los que ven al sujeto excluido de lo real.

“El alma humana está contenida en los nervios del cuerpo; como profano que soy, no puedo decir más sobre su naturaleza física; tan solo que son formaciones de una finura extraordinaria –comparables a los hilos de seda más tenues-, y la vida espiritual del hombre en su conjunto reposa en la facultad que los nervios tienen de ser excitados por impresiones de origen externo.”

2023/08/14

El engma de la Esfinge y el desafío biopolítico.

 

No sabemos a ciencia cierta qué concepción acerca de nuestra especie se tenía en la Antigua Grecia. Los llamados dioses del Olimpo eran sí, a semejanza de los humanos y se distinguían por atributos exaltados. Los semidioses eran el resultado de cierto mestizaje entre poderosos dioses y escogidos humanos, principalmente bellas mujeres mortales.

En una teoría que hoy podría denominarse “racista” Platón en su República hablaba de hombres de oro, plata y bronce. Algunos autores sostienen que esas distinciones no implicaban más que diferencias de aptitud subjetiva y que ello no invalidaba la hermandad humana. Había hombres para gobernar, otros para colaborar con ellos y otros para producir. Si se quiere, con otros términos por cierto no “metálicos”, hoy esa misma concepción está bastante arraigada en el sentido común.

Sófocles quien viviera aproximadamente en el S.V. antes de Cristo, obviamente no contaba con una interpretación evolutiva de la especie como la que desarrollara Charles Darwin en el S.XIX de nuestra era.

En Edipo Rey, la Esfinge interroga al personaje presentándole algo así como un acertijo.

 “Existe sobre la tierra un ser bípedo y cuadrúpedo, que tiene una sola voz, y es también trípode. Es el único que cambia su aspecto de cuantos seres se mueven por tierra, por el aire o por el mar. Pero cuando anda apoyado en más pies, entonces la movilidad en sus miembros es mucho más débil.”

Edipo le responderá:

“Escucha, aun cuando no quieras, musa de mal agüero de los muertos, mi voz, que es el fin de tu locura. Te has referido al hombre, que, cuando se arrastra por tierra, al principio, nace del vientre de la madre como indefenso cuadrúpedo y, al ser viejo, apoya su bastón como un tercer pie, cargando el cuello doblado por la vejez.”

No sabemos si esta alegoría de la Esfinge es una invención de Sófocles o un relato que circulaba en la antigüedad griega. Lo que sí es evidente, es que el autor lo incorpora a esta tragedia en la que se habla del parricidio, el incesto y la peste. Hay en ese enigma una concepción bien definida acerca de la especie humana. Una visión si se quiere, nada idealizada, más bien peyorativa.

En primer lugar, el hombre es un animal más. No se trata de un ser superior. En segundo lugar, concibe al humano como una especie anatómicamente endeble, fallada estructuralmente. Hoy diríamos con dificultades funcionales genéticas. Sófocles seguramente no sabía que el hombre deviene de algunos primates y de que todas las especies vivas se van transformando en su puja con la selección natural.

Lo que debiéramos preguntarnos es si la ciencia podrá alguna vez dar pie a la construcción de herramientas que desafíen al enigma de la Esfinge y terminar con esta coyuntura bioanatómica.

Estamos acostumbrados a pensar que nuestra especie siempre fue y será, igual que hoy.