2025/12/27

Cuando Mao volvió con Freud: "Aprender de las masas" y el sujeto.

Conocí el psicoanálisis de manera fehaciente en 1982, a los 28 años. Mi formación original, desde los 16 o 17, había sido el marxismo en su vertiente maoísta. Durante la dictadura (1976-1982) tuve que censurar y sostener un cierto autoengaño respecto de esas ideas. A partir del análisis fui reponiendo elementos y procedimientos conceptuales que habían quedado casi apagados.

La lectura de Freud y de Lacan me hizo volver a mis antecedentes juveniles, aunque de un modo inesperado: si los hubiera conservado intactos, es muy probable que nunca me hubiera acercado al psicoanálisis. En mis veinte años aceptaba sin demasiada elaboración algunas posiciones marxistas que calificaban al psicoanálisis como metafísico. Tampoco tenía entonces un conocimiento particularmente afinado del marxismo a pesar de mi adhesión ideológica.

Muchos años después —más de veinte— descubrí que tampoco sabía tanto de marxismo como creía, y me puse a estudiarlo con mayor rigor. Con Freud y Lacan me sucede algo similar, aunque siguiendo ciertos ciclos temporales: hay momentos de retorno en los que vuelvo a indagarlos de forma más precisa. No se trata de acumular saber, sino de leer de otro modo en otro tiempo.

En la vida intelectual de alguien de 72 años como yo, es posible reconocer con bastante claridad los distintos períodos: aquellos en los que se producía mucho y otros en los que no tanto; y, sobre todo, sobre qué se producía, qué influencias estaban más presentes, qué problemas insistían.

A pesar de esos vaivenes, la figura de Mao quedó para mí de un modo particular, casi como ocurre con Cristo o el Buda: no por sacralización, sino por una forma de transmisión en la que los conceptos estaban encarnados en la práctica. Tal vez por eso nunca ingresó plenamente en la Academia. Los marxistas académicos, en general, no hablan de Mao.

Una de las enseñanzas centrales de Mao se apoyaba en su modo de conducción política, que subvertía la concepción clásica de una dirección puramente consciente. “Desde las masas para luego retornar a ellas”, el pez en el agua, “aprender de las masas”. La relación entre el partido y las masas a las que dirige se transforma radicalmente: es el obrero o el campesino quien debe instruir. El partido no deja de ocupar un lugar de vanguardia, pero se trata de un lugar topológicamente modificado.

En el análisis pude constatar algo análogo: yo era el obrero de Mao, el que producía, y el analista, en su función de vanguardia, facilitaba esa producción sin obturarla. Lacan le dio al viejo “paciente” el nombre de analizante, desplazando el protagonismo hacia el sujeto y ubicando al analista en la posición de objeto.

Encontré muchas otras similitudes que no voy a desarrollar aquí, pero que me sirvieron para afianzar una posición: hacer de Freud una de mis influencias intelectuales más fuertes, sin necesidad de renunciar a una lectura materialista ni de forzar conciliaciones artificiales.

No hay comentarios.: