2022/01/30

El deporte y el negocio ¿Hacia dónde va el fútbol?


 La adhesión a un club de fútbol no se puede comparar a las preferencias que tiene un consumidor por un producto especial, aunque se tienda a que eso suceda. La popularidad de un equipo tiene como correlato en los jugadores o los cuerpos técnicos, el sentido de pertenencia a los colores de una camiseta. Esto también es algo que la mercantilización tiende a hacer desaparecer.

Deportes hay de lo más variado. Probablemente hayan surgido como una continuación de la guerra por otros medios. El entrenamiento físico y el enfrentamiento entre competidores. En la Antigua Grecia surgieron los juegos olímpicos y la célebre Maratón que consistía en una carrera pedestre que hacía referencia directa al trayecto que había emprendido un mensajero del ejército ateniense para comunicar a la ciudad, el triunfo bélico.

Existen deportes en los que la competencia es colectiva y en otros como pueden ser el golf o el tenis que son de tipo individual. Un rasgo de importancia es principalmente la atención que un determinado juego puede producir en personas que precisamente no juegan. El público, los espectadores. Este último ítem también tiene una larga historia que no es exclusiva de los deportes. El teatro griego o el circo romano son algunos ejemplos, aunque el gran ímpetu que tiene el público en cualquier espectáculo es algo que alcanzó gran relevancia con la irrupción de la sociedad de masas, amplificado eso por la reproducción a través de los medios audiovisuales.

En tanto que el deporte que nos ocupa es el fútbol, intentaremos fijar algunos detalles acerca de su popularidad y la atención que despierta.

Sentido de pertenencia

Todo indica que el fútbol o en todo caso la utilización que se hace de él -para que cada vez sea un negocio mucho más suculento-, tienda a desplazar algunas características que varias décadas atrás eran innegociables. La adhesión o el fanatismo que producen los clubes de fútbol resulta un dato innegable, y esto de una manera peculiar en nuestro país.

El público argentino tiene características bastante especiales que no son propias del fútbol solamente. Los integrantes de la legendaria banda Rolling Stones, señalaron varias veces que cualquier  recital que se realice en nuestro país tiene ingredientes, otorgados por la presencia masiva de fans que no existen en ningún otro lugar del mundo. El famoso pogo fue destacado por innumerables bandas extranjeras de rock. El fenómeno que producía Patricio Rey y sus redonditos de ricota es inhallable fuera de nuestras fronteras.

Por características sociológicas casi no estudiadas el fútbol tiene adhesiones incomparables y especialmente en la Argentina. No tardó tanto la Conmebol (Confederación Sudamericana de Fútbol) en llevar la final de la Copa Libertadores 2018 a Madrid, en tanto la misma fue protagonizada por los superclásicos rivales de nuestro país: River Plate y Boca Juniors. Seguramente un negocio grandilocuente.

La adhesión a un club de fútbol no se puede comparar a las preferencias que tiene un consumidor por un producto especial, aunque se tienda a que eso suceda. La popularidad de un equipo tiene como correlato en los jugadores o los cuerpos técnicos, el sentido de pertenencia a los colores de una camiseta. Esto también es algo que la mercantilización tiende a hacer desaparecer. Hoy las jóvenes promesas rápidamente quieren emigrar en búsqueda de mercados más redituables.  

El periodismo deportivo en general, aprueba y fomenta la idea de que lo mejor que le pueda pasar a los mejores jugadores o directores técnicos de nuestro medio, es emigrar. Resulta curioso que ante la irrupción de Julián Álvarez, joven centrodelantero de River Plate que ya fue convocado a la selección nacional, muchos de los denominados especialistas, digan que el jugador tendría que irse ya a jugar a Europa para adquirir cualidades que en nuestro fútbol nunca va a poder tener. Obviamente no hablan de una cantidad de jugadores que participan en nuestra liga y que habiendo realizado la experiencia europea, no volvieron siendo mucho más que lo que fueron, cuando emigraron. Ejemplos sobran.

El periodismo deportivo da toda la sensación de apuntalar, en primer lugar, los diferentes negocios que informar a los simpatizantes de los clubes. Los jugadores emigran cada vez más jóvenes e incluso sin haber debutado en la primera de las instituciones que los formaron desde niños. Las convocatorias a la selección argentina desde hace ya varios años sorprenden siempre con jugadores que militan en ligas extranjeras y que ni siquiera son conocidos por los hinchas locales. Vale señalar que los grandes seleccionados, incluso los argentinos que fueron campeones mundiales, siempre fueron la expresión de las competencias  locales. Eso hoy acontece con los principales combinados europeos: Inglaterra, Alemania o Italia. Las selecciones sudamericanas se deben contentar con reclutar sus jugadores por diferentes partes del mundo.

Hoy es un lugar común señalar que jugar en la Argentina no ofrece ningún futuro. Que ninguna institución pude pagar lo que se gana en otras ligas. El problema es que si se ve bien lo que ocurre en los mercados de pases es que hoy los diferentes clubes no venden jugadores a los países considerados como de élite. El joven atacante de Independiente Alan Velasco, considerado como una de las grandes promesas de nuestro fútbol, en estos días sería vendido a un ignoto equipo de la liga estadounidense. De esta forma el club de Avellaneda podría resolver las inhibiciones que tiene y así poder contratar nuevos jugadores.

Otro club inhibido es San Lorenzo de Almagro, aunque en estos días estaría subsanando ese problema. Antes de las privatizaciones que realizara el expresidente Carlos Menem, allá por los primeros ’90, hubo una gran campaña orquestada para desprestigiar a las empresas públicas y mostrar que eran sumamente deficitarias e ineficientes. No extrañaría que en el fútbol, los grandes empresarios interesados en privatizar las instituciones estén metidos en una estrategia similar, en la que los grandes medios sin ser tan explícitos, van por el mismo camino.

Debieran existir desde el poder político instancias que protejan a los clubes de fútbol, principalmente desde el aspecto económico. No se podía esperar eso del gobierno anterior ya que el ex presidente Mauricio Macri era un ferviente defensor de convertir a las asociaciones deportivas en empresas privadas. Este gobierno se desentiende de esto, pero cuando más de la mitad de los clubes de primera división pidieron que renuncie Marcelo Tinelli como presidente de la Liga Profesional de Fútbol, fue Mario Alberto Leito, actual presidente de Atlético de Tucumán y diputado nacional por el Frente de Todos quien salió a defender al empresario televisivo. Se interpretó lo de Leito como la respuesta del gobierno.

Se dijo más arriba que esta es una tendencia actual del negocio del fútbol, difícil de revertir pero quedarse con ese realismo no es diferente a lo que hacen esas plataformas políticas que se quedan en el posibilismo y renuncian a llevar adelante lo mejor para un país.

 


2022/01/15

El fútbol como espacio ideológico- La pelota sí se mancha

 


El deporte más popular del planeta no puede ser escindido del entramado social, político e ideológico del cual emerge, y está atravesado por intereses económicos y corporativos. En la cancha y en los clubes no se juegan solamente resultados deportivos.

Hoy en un tiempo de relativa despolitización, pareciera que en el único lugar en donde aún existen las grandes masas es en el fútbol. El regreso del público tras el fin de las medidas preventivas, necesarias para enfrentar la pandemia ocasionada por el Covid19, nos muestra algo que ya todos sabíamos, pero que siendo algo normal no resultaba tan obvio. Las hinchadas tienen una gran incidencia en esta actividad deportiva, son su principal ingrediente emocional, eso que intensifica en un equipo su sentido de pertenencia.

Con la irrupción del fascismo en Europa, a mediados de los años  ’20 del pasado siglo, y principalmente cuando esa veta totalitaria logró acceder al poder, no fueron pocos los intelectuales comprometidos, principalmente marxistas que intentaron continuar la denominada lucha ideológica por otros medios, debido en primer lugar a la necesaria clandestinidad de sus labores. Aunque una vez destrabada su acción política debido a la caída tanto del nazismo alemán como del fascismo italiano, entendieron que algunas de las vetas que habían desarrollado era muy válido continuarlas, aunque a posteriori eso no tuviera un gran ímpetu. Algo similar ocurrió en la Argentina durante la última dictadura cívico militar.

El fútbol es sin dudas un lugar muy propicio para llevar adelante la lucha ideológica. A finales de los ’80, el por entonces poco conocido Slavloj Zizek, en un artículo que llevaba el nombre de “La desublimación represiva”, hacía referencia a esto. Esta pequeña introducción pareciera ser el justificativo que quien escribe tiene para abordar un tema no usual. La mayoría de los grandes medios deportivos no tienen empacho en llevar adelante una determinada línea interpretativa que se corresponde con la visión hegemónica sobre este deporte.

El fútbol aunque no se lo diga, está atravesado por grandes intereses corporativos. En tal sentido  fue Mauricio Macri el único presidente de la Nación que además de tener un determinado proyecto de país, orgánicamente incluyó la administración del fútbol, tanto financiera como institucional. Su incidencia en la Asociación del Fútbol Argentina (AFA) fue decisiva, mientras que la presidencia de Daniel Angelici al frente del club Boca Juniors siempre fue algo así como la pata macrista dentro del fútbol.

De todas maneras no se trata de analizar al fútbol solamente por sus costados económico o político para que éste tenga interés en personas que como inclinación principal tienen la actividad militante o social. En todo caso se trata de subrayar que un deporte como el fútbol no puede ser escindido del entramado social, político e ideológico del cual emerge. Esto es válido también para otro tipo de actividades como podrían ser las artísticas.

La denominada globalización lejos de unificar horizontalmente las economías de todo el planeta, no ha hecho otra cosa que profundizar las grandes desigualdades y asegurarse la división internacional del trabajo entre naciones industrializadas y productoras de commodities. Si bien este rasgo afecta principalmente a la producción y comercialización de los variados insumos que se necesitan consumir para llevar adelante la vida cotidiana; esta matriz también está presente en el fútbol.

Desde hace algunas décadas, entre 2 y 3 aproximadamente, es posible observar un cambio sustantivo en el nivel de competitividad entre los equipos sudamericanos y los europeos. Mientras que anteriormente cualquier gran equipo argentino, uruguayo o brasileño podía competir contra cualquier grande de Europa, hoy la brecha cada vez es más pronunciada. Por otra parte fueron desarrollándose nuevos lugares en los que el fútbol tiene mucha mayor incidencia como son algunos países africanos o en los Estados Unidos en donde el balompié era un deporte casi marginal.

Hoy los medios deportivos cuando hacen referencia a las grandes ligas europeas, lo hacen hablando del “fútbol de elite”. De tal forma en un país como la Argentina en el cual la popularidad de este deporte es muy marcada, con presencias masivas de adeptos, daría la sensación de ser así un deporte de segunda. En una nota televisiva bastante reciente, el jugador de la selección nacional Rodrigo De Paul, hoy vistiendo la casaca del Atlético de Madrid confesó que recién cuando llegó a jugar en Europa, logró convertirse en un verdadero profesional. De Paul había jugado localmente en el Racing club, uno de los grandes de nuestro país.

Hoy es común que cuando surgen buenos jugadores en nuestro medio, con muy poca edad ya pretenden emigrar e incluso los grandes medios interpretan esto como natural y también auspicioso. Esto se condice con el dinero que puede ganar un jugador en otras ligas pero no, con las posibilidades concretas que tiene el fútbol argentino para ofrecer certámenes acordes a la tradición nacional.

Se puede señalar que en las grandes ligas europeas, la preparación física y futbolística es mucho más exigente de lo que ocurre aquí. Se entrena de otra forma y los cuidados personales son mucho más estrictos. Si se observan estos detalles  en equipos de las ligas del interior o de las divisionales del ascenso, en donde este deporte es de semiprofesional hacia abajo, y en donde la mayoría de los jugadores trabajan de otras cosas, no se podría objetar demasiado. Si bien los futbolistas argentinos no ganan ni cerca lo que podrían ganar en las grandes ligas, tampoco se puede decir que sus sueldos sean de miseria.

Lo económico si bien es determinante, eso no exime el no poner un cierto empeño para impedir que la brecha señalada se haga cada vez más profunda. Para eso es necesario el esfuerzo mancomunado de las diferentes instituciones deportivas, para ofrecer un producto mucho más atractivo. Ejemplos positivos hoy existen en el fútbol argentino.

De igual manera que en las formaciones económicas primarizadas siempre será válido intentar cambiar la matriz productiva aunque hacerlo sea extremadamente arduo; agregar valor, industrializar lo que se pueda, es también un desafío para nuestro fútbol. Hacíamos referencia a un país como los Estados Unidos que sin tradición en este deporte, hoy se está convirtiendo un mercado bastante competitivo al que muchos jugadores argentinos emigran. Sorprende que los partidos de la MLS (la liga yanqui) se televisen a lo largo de Sudamérica, cuando eso no ocurre con certámenes de países de la región que tal vez nos despierten mucho mayor interés.

Hoy se produce una cierta interna en el fútbol argentino, en la que gran parte de los directivos de los clubes de primera, cuestionan a Marcel Tinelli presidente de la Liga Profesional de Fútbol (LPF) en torno a cuestiones económicas como por ejemplo la venta de los derechos televisivos hacia otros países. Este sin dudas es uno de los grandes temas del fútbol mundial, ya que los grandes equipos europeos cuentan con la televisación como uno de sus principales ingresos.

No son pocos los que plantean que se necesita privatizar a este deporte como se está haciendo en casi todos los lugares del mundo. Es un tema bastante controvertido y sin dudas responde a una tendencia actual del rumbo de la economía global.

El problema de convertir a los clubes en sociedades anónimas, los derechos de televisación,  el intentar salir de ser un simple productor de commodities e incluso el sentido común imperante en este deporte que se pone sobre el tapete, desde el modo de jugar hasta el cuidado de los campos de juego, son algunos de los temas que en sucesivas notas, quien escribe pretende desarrollar con mayores detalles.

Mejorar la calidad del fútbol argentino, no significa nada más que hacer que éste tenga así una mejor proyección económica. En primer lugar implica darle a uno de los públicos más exigentes del mundo un espectáculo acorde a sus deseos. Porque son principalmente los adeptos a este deporte, uno de los pilares fundamentales para que esta actividad se reproduzca.