No sé la impresión que tienen los demás, pero me pareció que el primer interlocutor del discurso de Cristina ayer, fue Macri. “Cuando nosotros decimos que algo es irreversible, no nos referimos a la economía, nos referimos a la conciencia que se ha creado en la sociedad de que tienen que pelear para mantener y acrecentar esos derechos” para después decir “Estas cosas no son chiste, argentinos, porque después no puede decir me arrepiento porque sabés qué pasa, te arrepentís vos, pero se jodieron los 40 millones de argentinos”.
Cristina pidió que prosiga el mismo rumbo macroeconómico y señaló “No estamos en un partido de fútbol River-Boca, no estamos en una cuestión de oficialismo y oposición o si soy peronista o radical o socialista, estamos ante la disyuntiva de elegir un modelo de país. El barco necesita los 40 millones de argentinos adentro, con nuestras diferencias, con nuestras diversidades, con nuestras complejidades, pero lo que el barco necesita es que el motor siga andando porque si no, nos hundimos todos”.
Continúa
Además de ser una libreta en la que uno guarda diferentes ideas, este blog sirve como archivo de las diferentes notas publicadas en diversos medios gráficos y digitales.
2015/10/30
2015/10/27
Morales Solá y el sentido común
Morales Solá hoy
en su editorial de La Nación hace referencia a los resultados del pasado
domingo y resalta en particular cuánto le erraron las encuestas a lo que
realmente sucedió. Por ejemplo dice que una encuestadora del Pro decía que
Scioli ganaba con un margen de 7 puntos. Hasta ahí venía bien, a pesar de su
recalcitrante forma de pensar, pero en un momento se le suelta la cadena y
asegura que lo que podría haber afectado a las encuestas es lo siguiente: “Puede suceder que en la Argentina haya
influido también el miedo de los encuestados hacia un gobierno siempre
dispuesto a vengarse, que arrastra la imagen de usar a los servicios de
inteligencia para cualquier cosa”. Patético ¿No?
Desde hace rato
que pienso que gente que dice esas cosas no están fuera del “relato”, son parte
del mismo. Si seguimos así “vamos a ser Venezuela, o Cuba” o en el peor de los
casos “México o Colombia”, aunque metamos en la misma bolsa a los Castro y Chávez,
con derechistas como Uribe y Felipe Calderón.
Según Gramsci
el sentido común es una concepción lacunar y fragmentaria, que convive en la
asincronía y la incoherencia. Hay que pulir al más común de los sentidos para
que todas esas falacias queden expuestas como absurdas.
2015/10/26
Primera reflexión pos electoral
Ahora cuando el peronismo, muestra su impotencia para construir lo nuevo, queda mucho más claro que si existiera una izquierda que en lugar de utilizar a las elecciones sólo para hacer propaganda política, y colocar algunos legisladores, que hagan crecer sus propios aparatos partidarios; y en lugar de ello planteara alternativas concretas de gestión, en los municipios por ejemplo: sobre el transporte público, la basura, las cuestiones cotidianas… Lo seguro es que esa nueva izquierda tendría grandes chances de gobernar como en medio continente. Mientras se piense que es Revolución o Muerte, y todo lo otro reformismo, se jugará para la derecha. “Cuanto peor mejor”
Hay dos clases de
votos, se podría decir. Un voto orgánico, concertado, que se logra por la
acción militante directa; y otro que es espontáneo, el ciudadano escoge sólo
por lo que conoce a partir de los medios, por percepción de una gestión o por
trascendidos. Se podría objetar que en el medio hay muchos grises, pero en
definitiva hoy esas son las 2 principales matrices de una elección. Viene a
cuento ya que de lo primero, lo que se logra por la acción militante
directa, tal vez ello sea solo un mínimo porcentaje. La crisis de representatividad
de los partidos políticos fue ahondando esa grieta, y a partir de ahí los
candidatos quedan como productos del marketing, y no como representantes de un
proyecto. La gestión se convierte así en una acción propagandística sin mediaciones.
2015/10/17
Faltaría otra vuelta de tuerca
En la actual
situación del capitalismo global, lo que tal vez haya desaparecido como
alternativa es la ruptura total del andamiaje estructural del sistema, para dar
comienzo a una nueva sociedad. Sin dudas, ello es un logro bastante
considerable de la estrategia defensiva de las fracciones sociales que para
sobrevivir necesitan de la reproducción de la plusvalía. Decimos fracciones en
lugar de burguesía, porque es probable que catalogándola de esa forma nos
privemos de entender las principales cualidades de ella. Que se haya roto el paradigma
de las rupturas, no implica que no se pueda hacer nada por el bienestar de las
mayorías. Lo que hay que saber es que lo que sí será posible, necesariamente estará
enmarcado en esas coordenadas. Esto tiene singular importancia en la actual
realidad latinoamericana.
Hoy asistimos a
múltiples tensiones, que en última instancia están determinadas por la
contradicción capital- trabajo, pero que por cierta lógica divergente siempre
se tensan en planos disociados. Los principales enfrentamientos a nivel
planetario se producen entre fracciones que necesitan de la apropiación privada
de la producción social. Es así como el tránsito desde la unipolaridad a la
multipolaridad no representa más que la agudización de las diferentes
contradicciones intercapitalistas. Cambios en las relaciones de fuerzas,
formación de nuevos bloques tácticos, búsqueda de ocupación de zonas
estratégicas, incremento de la competencia, búsqueda de nuevos liderazgos,
irrupción de nuevos actores globales, etc. Esto se produce en simultáneo, con el
desarrollo de economías negras (narcotráfico, trata, paraísos fiscales, etc.)
que en lo aparente tienen existencia separada, pero que se complementan o son
parte de un mismo todo. En ese escenario global cobran vigencia las guerras en
lugares estratégicos (Oriente próximo, el Cáucaso), la demonización de ciertas
naciones, y el desarrollo de guerras santas como las que se hacen contra el
terrorismo y el narcotráfico.
La exacerbación
de las tensiones entre fracciones capitalistas es la matriz formal y fáctica de
la guerra. Eso es lo que Lenin pudo constatar ante la irrupción de la primera
gran guerra europea hace poco más de un siglo, y que fue lo que le permitió -a
contramano de toda la marea socialdemócrata de entonces- ver la posibilidad
concreta de la ruptura revolucionaria.
Si desde los
albores del nuevo siglo en nuestro continente se fueron dando algunos cambios,
que torcieron cierta inercia estructural de larga data, fue principalmente por
la existencia de un nuevo escenario global, y por la clara visión de algunos
líderes, como el desaparecido Hugo Chávez. La insurgencia neozapatista de enero
del ’94 ya había inaugurado una revolución molecular en el seno de los
diferentes movimientos sociales de la región. Es probable que haya que producir
una nueva vuelta de tuerca.
2015/10/12
Road Warrior
La saga Mad Max, que incluye la imprescindible Road Warrior, fue realizada entre fines de los ’70 y comienzo de los ’80. El destino de la distopía ya estaba en marcha. En medio de escenarios posapocalípticos siempre habrá lugares para hacer justicia, lo que tal vez ya no será posible será la redención completa.
2015/10/09
Acotaciones marginales de un trabajo en construcción
Desde las
actuales condiciones objetivas: el estado de las relaciones de producción y las
fuerzas productivas, no es posible observar ninguna línea tendencial que
conduzca a una sociedad más justa. Cuando Marx pudo esbozar desde el
materialismo científico, la posibilidad de un modo de producción igualitario
(el comunismo) “De cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad”.
Esto se realizaría en un complicado
proceso de transición, desde el modo de producir capitalista hasta el
comunista, en el cual desparecerían las clases sociales, el Estado y la
política. Cuando Marx pudo formular eso, sí existían condiciones materiales
para poder llevarlo adelante. Ese tránsito hacia la sociedad de iguales,
implicaba una palanca como la dictadura proletaria o socialismo. Tanto Lenin como
Mao lo plasmaron en la práctica, y lo pusieron a andar. Que no se haya plasmado
en una proyección hacia adelante, merece el más firme compromiso teórico, el
gran desafío teórico del marxismo actual. Por igual, desentrañar la existencia
de formaciones sociales capitalistas avanzadas en países como China y Rusia.
En los ’90 cuando
se proclamó el fin de la historia, y se hizo carne el neoliberalismo, se dijo
incontables veces de que el marxismo había fracasado. Vale señalar que no es lo
mismo fracaso que derrota. El fracaso alude a algo que se vuelve anodino, que toma
la forma de fallido y que por ende no debe pensarse más. Lo que fracasa siempre
debiera ser desechable, implica un estorbo, un obstáculo a sortear. En cambio
en la derrota, se pueden extraer conclusiones, aunque en ella tendrán cabida
todos esos elementos que aluden al fracaso. Incluso en esas derrotas en las
cuales se sabía de antemano que sería así, ya que la relación de fuerzas no
daba para el triunfo. Quien fue derrotada es la lucha proletaria, pero no el
marxismo como artefacto teórico. Quienes fracasaron fueron diversos elementos
anclados en la lucha de los pueblos, que se conservaban como obstáculos. Pensar
que el marxismo ha fracasado es como decir que tras Hiroshima fracasó la física
nuclear. Se podría considerar como un fracaso si no contara con los elementos
necesarios para realizar un análisis de la derrota. Si fuera así los profetas
de la eternidad capitalista tendrían razón. Ellos además sostienen
fervientemente la idea de que el capitalismo es la perfección.
En líneas
demasiado generales se podría definir a la teoría marxista como una herramienta
más de la lucha de clases, haciendo la salvedad que con respecto a otras
concepciones, ésta es científica porque no puede no trazar lineamientos
políticos si no es a partir de una determinación de la economía sobre el resto
del todo social, siendo ese basamento algo que es determinante en última
instancia y que fuera desentrañado con gran rigor científico. En esto hay que
ser bien estricto y severo para señalar que a diferencia de otras doctrinas, el
marxismo si propuso una sociedad más justa no fue por ningún idealismo humanitario,
ni por considerar el bienestar del prójimo. En ello no hay ninguna religiosidad.
Marx planteó una salida alternativa al capitalismo a partir de vislumbrar esa
posibilidad a partir de lo que tenía enfrente de sus ojos. Tanto Lenin, como
Mao o Gramsci también lo hicieron de la misma forma.
La principal
contradicción sigue siendo entre capital y trabajo, pero haciendo la salvedad
de que ninguno de esos dos términos puede articularse en un sujeto unitario,
que se constituya en consonancia con lo que en el Manifiesto se denomina “Burgueses
y Proletarios”. No es que no existan como actores económicos, lo que no tienen
ya es un valor de unidad estructural que los defina como fuerza social o
política. La sensación de este tiempo es la proliferación de contradicciones
secundarias, y que éstas en algunos casos conforman unidades tácticas entre
sectores poderosos con desposeídos. Hoy los principales enfrentamientos se
producen entre fracciones capitalistas o alianzas conducidas por esas
fracciones, e incluso las guerras santas contra el terrorismo y el narcotráfico
representan contradicciones intercapitalistas.
Hoy asistimos a
la crisis de la reproducción ampliada, ya no es posible hablar de “la”
ideología dominante, ella fue balcanizada por el relativismo cultural. Lo que
sí se podría tener en cuenta es un cierto matema de la ideología, algún axioma
o factor común pero nunca algo que se unifique en sus contenidos. Lo que ha
caído es la semántica de la ideología.
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