2025/12/17

Escritura para un lector no lineal


Cuando comencé a leer a Baudrillard, a comienzos de los años noventa, tuve una impresión extraña y persistente: sus textos no parecían avanzar, sino disponerse. No progresaban como un argumento, sino que se ofrecían como fragmentos móviles, capaces de insertarse en distintos puntos sin perder consistencia. No era una escritura acumulativa, sino reubicable.

Esa sensación me llevó a una hipótesis ingenua pero reveladora: supuse que Baudrillard utilizaba algún tipo de software especial. No un simple procesador de textos, sino una herramienta que le permitiera mover, recombinar, rearticular fragmentos ya escritos. Cuando accedí por primera vez a una computadora y comprobé que tal programa no existía, abandoné la idea. Pensé que había proyectado sobre los textos una fantasía técnica.

Hoy entiendo que no era una fantasía técnica, sino una lectura formal.

Lo que estaba en juego no era el instrumento de escritura, sino el modelo de lector que esa escritura presuponía. Baudrillard no escribe para un lector que sigue una línea, que progresa capítulo a capítulo, que suma saberes. Escribe para un lector que reconoce, que establece resonancias, que vuelve atrás, que conecta fragmentos dispersos. Un lector que no acumula sentido: lo reactiva.

Esa escritura no espera ser comprendida de una vez, sino releída desde distintos puntos. Cada fragmento funciona como una unidad relativamente cerrada, pero no autónoma: su sentido depende del lugar donde se inserta, del contexto que lo rodea, de la constelación que momentáneamente integra. No hay totalidad final, sino configuraciones provisorias.

En los años noventa, esa forma de escritura parecía anticipar un soporte que todavía no existía. No era digital, pero tampoco estrictamente analógica. Era una escritura pensada para circular, no para fijarse; para desplazarse, no para concluir. Una escritura que ya no necesitaba un libro continuo, sino un campo de relaciones.

Hoy, con las herramientas actuales, esa intuición se vuelve legible: no porque la tecnología explique la escritura, sino porque la escritura había anticipado una forma de lectura que la tecnología recién ahora puede alojar.

No se trataba de escribir con máquinas, sino de escribir como si el lector ya no fuera lineal.

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