2025/10/07

Introducción a la holomorfía


 Un camino de hormigas puede ser percibido, al menos en apariencia, de dos modos radicalmente distintos. Podemos verlo como un conjunto de individuos coordinados en una acción común —cada uno con su cuerpo, su carga, su trayectoria—, o bien como un flujo continuo, una corriente viva en la que el hormiguero, el sendero y las propias hormigas constituyen un solo organismo expandido. En el primer caso, el pensamiento recorta unidades; en el segundo, percibe un campo.

Pero esa disyuntiva —lo discreto o lo continuo, las partes o el todo— no agota la cuestión. La percepción, entendida como un proceso de integración formal, no puede limitarse a elegir uno de esos polos, del mismo modo que el bosque no debe ocultar a los árboles ni los árboles al bosque. La ciencia misma nos recuerda que ambos niveles coexisten: la sangre es un líquido biológico y, al mismo tiempo, la suma de sus glóbulos rojos; el camino de hormigas es un flujo orgánico, pero también la coordinación de múltiples individuos con funciones diferenciadas.

Lo que se vuelve necesario, entonces, es un pensamiento capaz de sostener la simultaneidad estructural de ambos registros. No basta con superponer análisis parciales ni con declararlos complementarios: hay que encontrar una forma conceptual que los haga coexistir sin reducir uno al otro. Lo que está en juego no es una síntesis ni un término medio, sino un nivel más profundo de comprensión en el que la totalidad y la parte se revelen como momentos de un mismo proceso.

En esa dirección aparece la necesidad de un concepto nuevo —todavía en estado germinal— que podríamos llamar holoforma. No se trata de un nombre definitivo, sino de una tentativa para señalar una totalidad topológica, un campo estructural en el que las partes son nodos de densidad y el todo es la morfodinámica que las articula. La holoforma no suprime la diferencia entre individuo y conjunto: la vuelve inteligible dentro de un marco donde ambos se co-determinan mutuamente.

Este gesto no pretende clausurar la interpretación en una imagen subjetiva ni absolutizar una perspectiva. Por el contrario, busca abrir la posibilidad de pensar formas en movimiento que, sin perder su complejidad interna, puedan ser comprendidas como expresiones de un mismo tejido. Así, el camino de hormigas deja de ser alternativamente suma de individuos o mero flujo, para convertirse en la figura dinámica de una co-implicación estructural.

La co-vitalidad, noción que nombra la interdependencia constitutiva de los seres, encuentra en esta idea un concepto complementario: si toda vida se da en relación con otras vidas, toda relación necesita también una forma donde esa coexistencia se exprese. La holoforma no sustituye a la co-vitalidad, pero le otorga un plano formal; la co-vitalidad no explica la forma, pero le confiere espesor ontológico. Entre ambas emerge un marco conceptual donde las partes no niegan el todo ni el todo disuelve a las partes, sino que se revelan como modulaciones inseparables de un mismo devenir.

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