2025/10/22

El imperio de las formas: historia de una torsión perceptiva

 


El imperio de las formas: historia de una torsión perceptiva

1. La invención de la forma

¿De dónde provienen las hermosas formas de un cuerpo?
Si fueran naturales, bastaría la biología para explicarlas. Pero no: las formas no son un dato del mundo, sino una invención técnica y simbólica que recorta la experiencia sensible y la vuelve reconocible.

La geometrización del entorno fue una de las operaciones más radicales de la especie: al construir su hábitat —paredes, caminos, cultivos, refugios— el ser humano impuso líneas, polígonos, volúmenes sobre lo informe.
A partir de ese gesto, ya no se pudo percibir sin forma: lo natural quedó eclipsado detrás de una rejilla formal.

Como el número: una vez inventado, ya no es posible pensar sin contar.
Como la forma: una vez instituida, ya no es posible ver sin formalizar.

Este imperio de la forma no es abstracto. Se instala en la carne: la percepción se organiza sobre su huella. Y aunque los cinco sentidos participan en la experiencia, la vista —por su capacidad de codificar y estabilizar— se vuelve hegemónica. Lo visible captura al resto.


2. Gestalt: la gramática sensible

La Gestalt no inventa esta operación, la describe: nuestro cuerpo reconoce figuras, bordes, simetrías, cierres. No porque estén “antes de la cultura”, sino porque la cultura se apoya sobre esa base sensible para imponer su régimen formal.

La percepción no registra fragmentos: anuda relaciones espaciales y las estabiliza en configuraciones reconocibles.
Ver es organizar.


3. Trompe l’œil: la ilusión fabricada

El trompe l’œil renacentista llevó esta operación a un nuevo plano: no sólo ver formas, sino producirlas deliberadamente.
A través de sombras, fugas y perspectivas, el ojo es conducido a leer profundidad en un plano.

La cultura ya no se limita a acompañar la percepción: la captura y la dirige.
La ilusión deja de ser accidente para convertirse en técnica.

La imagen engaña no porque mienta, sino porque conoce nuestra manera de ver.


4. Imagen técnica: habituación perceptiva

Con la fotografía y el cine, la ilusión deja de ser un efecto puntual y se convierte en entorno.
La imagen técnica naturaliza el trompe l’œil:

  • La profundidad deja de depender de la experiencia corporal.

  • La vista reconoce volúmenes en signos bidimensionales.

  • El cuerpo aprende a confiar en un plano.

Mientras en ciertas culturas una fotografía no es legible sin entrenamiento, en la modernidad visual la imagen plana es transparente: ver y leer imagen son la misma operación.


5. Realidad virtual: torsión topológica del cuerpo

La realidad virtual no borra al cuerpo, lo torsiona topológicamente.
La interfaz no sustituye la carne: la pliega en un nuevo régimen espacial.
La frontera entre dentro y fuera se vuelve reversible; el espacio perceptivo se redistribuye entre cuerpo biológico y superficie técnica.

Ya no se trata de ver ilusión sobre el mundo, sino de habitar la ilusión como mundo.

La imagen no desplaza al cuerpo: lo curva.
No niega su presencia: la reconfigura.


6. Lo bello y lo erótico como residuos formales

La belleza, lejos de ser un principio universal, es el residuo perceptivo de una larga formalización.
No proviene de la naturaleza: emerge del cruce entre gramáticas sensibles y regímenes visuales.

Incluso el deseo sexual, que en otras especies se apoya en olores, roces o temperaturas, en el humano está profundamente formateado por la visión: por la forma, no por la carne directa.
Las curvas, los contornos, las simetrías no son atractivos por sí mismos: son codificaciones culturales ancladas en una percepción torsionada.


7. Coda: historia de una torsión

EtapaDispositivoEfecto perceptivoRelación cuerpo–imagen
GeometrizaciónCultura materialFormalización del entornoEstructuración
GestaltEstructura sensibleConfiguración relacionalBase perceptiva
Trompe l’œilArte ópticoIlusión localizadaCaptura
Imagen técnicaFotografía–cineIlusión cotidianaHabitualización
VRInterfaz digitalTorsión topológicaReconfiguración

La historia de la percepción no es una historia de sustituciones, sino de torsiones acumulativas. Cada técnica se injerta en la carne perceptiva y modifica su forma de anudar mundo.

Las formas nacen en la cultura, se inscriben en el cuerpo, y retornan como evidencia natural.
Lo que llamamos “ver” es, en el fondo, una política de la forma.

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