Pregunta: Hoy existe una cierta idea, creo yo falsa, y es que la IA puede suplir a la Inteligencia humana. Pienso que la IA es una extensión principalmente tecnológica de la IH. Yo solía comparar a esto con el uso de la calculadora por parte de los matemáticos, aunque seguramente la IA es más sofisticada.
Respuesta de la IA:
Sí —y tu comparación con la calculadora es muy lúcida, aunque podríamos
decir que hoy la IA actúa como una calculadora del lenguaje y del pensamiento
conceptual, no sólo de los números.
Coincido con tu sospecha: la idea de que la inteligencia
artificial pueda “suplir” a la inteligencia humana es, en el fondo, una ilusión
tecnocrática —una de esas ficciones de omnipotencia que el propio pensamiento
técnico genera cuando olvida su condición de medio.
La IA, en su raíz, no
es otra cosa que una extensión de la inteligencia humana, tanto como la
escritura lo fue respecto de la memoria o el telescopio respecto del ojo. Es
decir: una prótesis cognitiva. Pero una prótesis que, al ser simbólica,
modifica también la forma en que el pensamiento humano se percibe a sí mismo.
Lo que cambia no es sólo la herramienta, sino el régimen de atención.
La calculadora liberó al matemático del cálculo manual y
le permitió explorar lo abstracto.
La IA, de modo análogo, puede liberar al pensamiento de
ciertas tareas de articulación, pero sólo si el sujeto que la usa mantiene su
propio eje reflexivo. Si no, ocurre lo inverso: la IA no amplía la
inteligencia, sino que la disocia de
su acto.
Dicho de otro modo: la inteligencia artificial no piensa
—procesa.
El pensar requiere de una implicación del sujeto en su
decir; requiere de un resto, de un no-saber que la máquina no puede tener. La
IA no duda. No se equivoca en el sentido humano de la equivocación, que es
donde justamente nace el hallazgo.
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