2025/10/22

Nervio y voz: la arquitectura sensible del símbolo


Nervio y voz: la arquitectura sensible del símbolo

 

1. Schreber y la inscripción nerviosa

“El alma humana está contenida en los nervios del cuerpo; como profano que soy, no puedo decir más sobre su naturaleza física; tan solo que son formaciones de una finura extraordinaria –comparables a los hilos de seda más tenues–, y la vida espiritual del hombre en su conjunto reposa en la facultad que los nervios tienen de ser excitados por impresiones de origen externo.” — D. P. Schreber

 

La frase de Schreber, nacida en un delirio, enuncia sin embargo una verdad material: la vida psíquica se apoya sobre un sistema nervioso excitado. No sobre una “alma” inmaterial, sino sobre huellas sensibles que se inscriben en la carne y perduran como trazos.

 

2. Primer anudamiento: fisiológico 

Antes de que exista la lengua, existe un mecanismo elemental —común a humanos y animales— que retiene y organiza percepciones: un olor reconocido por un perro, la forma aprendida por un ave, un ritmo percibido por una cría humana.

Estas percepciones dejan huellas nerviosas, patrones de excitación que se almacenan en el sistema nervioso.

Este primer anudamiento fisiológico garantiza que las percepciones no queden flotando: se graban en la materia viva.

 

3. Ritual animal y formalización prelingüística (Lorenz)

Konrad Lorenz observó que muchas especies producen rituales y ceremoniales conductuales, frecuencias repetidas de gestos, cantos, olores o posturas, que estabilizan vínculos, regulan agresión o apareamiento, y organizan la relación entre individuos.

Estos rituales no requieren lengua articulada, pero sí implican formas materiales que generan orden y sentido: lo simbólico en estado elemental.

👉 No son “pre-simbólicos” en el sentido de carencia, sino formas mínimas de organización sensible compartidas entre cuerpos.

La lengua humana no surge en ruptura con esta base, sino como su complejización: mientras los rituales animales son secuencias cerradas,

la lengua abre el sistema, lo vuelve recombinable, productivo e inagotable.

 

4. Segundo anudamiento: simbólico 

La lengua se injerta sobre la capacidad formalizadora y nerviosa ya existente.

No reemplaza el primer anudamiento: se anuda con él.

La palabra, como sonido articulado, se acopla a la huella nerviosa.

Lo que antes era memoria sensorial se vuelve también memoria significante.

Ambos niveles no se oponen: constituyen una única trama de inscripción.

 

👉 Lo simbólico no es abstracto: es sensible, material, rítmico, vibratorio.

 

5. Intercorporeidad del significante

Decir que “el significante está en el cuerpo” no basta.

El significante: se inscribe en el cuerpo individual, sí; pero proviene de otros cuerpos: de voces, gestos, ritmos, presencias. se transmite en una red intercorpórea de afectaciones sensibles.

👉 Lo simbólico no está dentro de un cuerpo ni por encima de él: está entre cuerpos que se hablan, se oyen, se tocan con sonidos, miradas y gestos.

Así se constituye el sujeto: no por interiorización de ideas, sino por la materialidad compartida de la lengua.

 

6. La palabra como acto material 

La “cura por la palabra” no es un efecto metafísico.

La palabra es sonido, vibración, ritmo, impacto auditivo sobre un sistema nervioso que responde y conserva.

Por eso: un significante puede activar o disolver un circuito de excitación,

un tono de voz puede modificar un estado afectivo, y la musicoterapia tiene eficacia clínica: actúa sobre cuerpos excitables, no sobre almas abstractas.

 

7. El inconsciente como reconfigurador de huellas

 

El inconsciente no es un archivo etéreo: reconfigura huellas nerviosas anudadas a cadenas significantes.

Condensa, desplaza, enlaza intensidades.

Actúa sobre la misma materia sensible que la palabra excita.

Y cuando el significante falla, el síntoma escribe directamente sobre el cuerpo.

 

8. Cierre

Lo simbólico no es ideal ni abstracto.

Lo simbólico es sensible y circula entre cuerpos. La lengua no flota: vibra, se transmite, deja huellas. 

El cuerpo no es mero soporte: es parte activa de la inscripción.  

La eficacia de la palabra analítica se funda en esta materialidad compartida.

“El significante no está dentro ni fuera: está en la vibración que un cuerpo emite y otro recibe.”


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