Al despertar en medio de la noche, se me impuso, se colocó en primer plano, lo que venía soñando. No tanto por su contenido sino por su forma lógica, su estructura narrativa. En la trama se abrían tres posibilidades y el sueño así se complejizaba. No recuerdo ni el escenario ni los hechos sino su estructura lógico formal.
Cuando intento
descifrarlo me doy cuenta que esa variable era similar a la respuesta que me da
un chat de IA, ante una pregunta. Entonces me doy cuenta cuál era el resto
diurno del sueño. Un resto estrictamente formal, no el recuerdo de algún objeto
o situación.
El trabajo del sueño
incorpora hoy como restos diurnos proposiciones lógicas, una especie de
desarrollo de las fuerzas productivas del proceso primario.
Pensado así tengo que
suponer que cuando Aristóteles creo la lógica, la introducción del silogismo,
revolucionó el traumarbeit. No significa esto que el sueño piense sino que
trabaja sobre los restos diurnos de las operaciones mentales.
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