2025/10/26

Dos modelos pulsionales y una objeción no contradictoria

 2. Dos modelos pulsionales y una objeción no contradictoria

En la obra de Freud conviven dos modelos pulsionales.
El primero —pulsiones del Yo y pulsiones sexuales— surge de la clínica de la neurosis y se organiza en torno a la tensión entre autoconservación y apertura al objeto.
El segundo —Eros y pulsión de muerte— aparece más tarde, cuando Freud necesita pensar fenómenos que exceden ese primer marco: compulsiones de repetición, tendencias autodestructivas, retorno de lo inanimado.

Estos modelos no se excluyen: coexisten y se implican mutuamente. El segundo reorganiza al primero desde dentro: Eros incluye las pulsiones sexuales y de autoconservación, mientras que la pulsión de muerte no es un polo exterior, sino una inflexión interna de ese mismo movimiento. No hay dos principios en oposición, sino una torsión interna.

La metáfora es sencilla y eficaz: cuando el hambre se vuelve gula, no aparece una nueva fuerza que se oponga a la primera. Es el mismo impulso —el de alimentarse— que, al plegarse sobre sí, se transforma en exceso. No hay dos principios, sino un único movimiento que puede volverse sobre sí mismo.

Es precisamente este giro interno lo que Freud intenta pensar con la pulsión de muerte: no un principio ajeno a la vida, sino la posibilidad inherente a toda ligadura de invertirse, de retornar a un estado anterior.

Konrad Lorenz formula su objeción desde otro registro:

“...el concepto de instinto tanático consiste en un principio destructor polarmente opuesto a todos los instintos de conservación del individuo. Esta hipótesis, extraña a la biología, es para el etólogo no sólo innecesaria sino falsa.”

Su crítica se dirige a una lectura literal de la pulsión de muerte como fuerza biológica independiente. Y en ese plano tiene razón: la biología no necesita un “instinto de muerte” autónomo. Para Lorenz, la agresión es un instinto como cualquier otro, funcional a la supervivencia, que sólo en ciertas condiciones produce efectos destructivos.

Freud no dice lo contrario: simplemente no está hablando en ese nivel. No propone un dualismo biológico, sino un modelo metapsicológico para pensar cómo, dentro de un mismo proceso pulsional, puede emerger una tendencia de inversión, de retorno, de desligadura.

Así, la objeción de Lorenz y la formulación freudiana no se enfrentan:
— Lorenz habla desde la biología adaptativa,
— Freud desde la economía pulsional y la metapsicología.

La pulsión de muerte no contradice la biología: no pertenece a su plano. Tampoco la biología desmiente a Freud: describe otro nivel de organización. Ambos registros pueden coexistir sin conflicto si no se confunde un fenómeno con el modo de formalizarlo.

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