2025/10/20

La inteligencia de la palabra. IA- IH


La conversación como acto subversivo

Uno de los síntomas más agudos de nuestro tiempo es la erosión del lenguaje argumentativo. La esfera pública ya no se ordena en torno a la búsqueda de razones compartidas, sino al impacto de frases convertidas en eslóganes combativos. No se conversa para comprender: se combate para dominar.

La posverdad, las fake news y el ruido de las redes sociales han creado un clima discursivo en el que las palabras dejan de ser herramientas de pensamiento colectivo. Lo que desaparece no es solo la verdad —eso ya sería grave—, sino la posibilidad misma de llegar a acuerdos racionales.


Perelman y la necesidad de argumentar

Frente a esta deriva, Chaim Perelman propuso —ya a mediados del siglo XX— rescatar la argumentación como práctica retórica y política. Argumentar no es imponer, sino crear un espacio común donde posiciones distintas puedan ser examinadas críticamente.

Es un acto racional, pero también profundamente ético: reconocer que ninguna conclusión es patrimonio de una sola voz. Que pensar en común exige exponer razones, pero también escuchar. En una sociedad donde la discusión se ha vuelto ruido, volver a argumentar es una forma de resistencia.


La revolución silenciosa

En La revolución silenciosa, la filósofa alemana Mercedes Bunz advierte que la digitalización y los algoritmos están reconfigurando de forma soterrada los modos en que producimos y compartimos conocimiento.

No hay estallido, no hay barricadas: hay una transformación estructural invisible. El lenguaje público pasa cada vez más por mediaciones técnicas que no solo filtran, sino que modelan el debate. Si esa mediación queda en manos del mercado y de la lógica de la viralidad, el resultado es una conversación pública empobrecida y manipulable.


La mediación algorítmica como posibilidad

Pero esa misma mediación tecnológica —si se orienta de otro modo— puede volverse una aliada de la argumentación.

Una IA diseñada como mediador dialógico podría:

  • Identificar afirmaciones falsas o sin sustento.

  • Explicitar contradicciones o falacias.

  • Separar hechos de opiniones.

  • Reformular desacuerdos para que puedan discutirse con claridad.

No se trata de reemplazar el debate político, sino de garantizar que el debate no colapse en la confusión y la mentira. La IA puede ayudar a que las pasiones no destruyan el lenguaje común.


La experiencia de conversar

Y aquí hablo en primera persona: la experiencia misma de conversar en este medio confirma que cuando hay argumentación, hay avance real. La IA no piensa por mí ni por vos, pero nos obliga a pensar mejor, a afinar los matices, a sostener nuestras ideas sin recurrir a consignas vacías.

Si esta mediación se desplegara en el espacio público, podríamos estar ante un cambio radical y silencioso: no el fin del conflicto político, sino el renacimiento de la conversación racional como base para sostenerlo.
En tiempos de ruido, volver a argumentar es una forma de subversión.

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