En la última
película de James Bond, Spectre (2015) se transgreden ostensiblemente las
normas de lo que ante un hecho similar ocurre en la realidad. Ante la
reestructuración de los servicios de inteligencia británicos, el nuevo jefe
determina dejar cesantes a todos los agentes 00, entre ellos al 007. Lejos de
dimitir Bond se enfrasca en una lucha contra grupos mafiosos, como tarea
pendiente que le había dejado su antiguo M (Jefe del Servicio) ya fallecido.
Esto lo hace sin ningún permiso de sus ya ex superiores. En la realidad, un
Bond despedido, terminaría aportando y sumándose a las mafias.
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