Antonio Gramsci
comienza señalando que una obra como la de Bujarin estando destinada a lectores
que no son intelectuales de profesión, en lugar de haberse focalizado en una
crítica de los grandes sistemas filosóficos, debiera haber partido de la
crítica del sentido común, a la que él denomina “la filosofía de los no
filósofos”. Bien vale detenerse en esta introducción ya que es ahí en donde
Gramsci esboza una cantidad interesante de apreciaciones que permitirán rastrear
el sentido preciso de lo que él denomina sentido común. Según Gramsci es “la
concepción del mundo absorbida acríticamente por los diversos ambientes
sociales y culturales en los que se desarrolla la individualidad moral del
hombre medio”. Si bien en términos generales se está de acuerdo con lo que se
intenta formular, habría que poner en dudas esa acción de ser “absorbida
acríticamente”. Tal vez sea más preciso señalar que esa concepción, emana de
esos ambientes sociales y culturales, le es propia, y realizar una crítica de
ella es factible en segunda instancia. La disquisición apunta a mostrar que más
que ser “absorbido”, integrado, proveniente de otro lugar, el sentido común es
constitutivo de los sujetos sociales y culturales. Esta diferencia lejos de invalidar
la posición gramsciana, es posible que le dé un marco más preciso. Volveremos
sobre ella.
Gramsci prosigue
definiendo al sentido común, de forma negativa: “no es una concepción única,
idéntica en el tiempo y en el espacio”. Lo define así como al folklore de la
filosofía y al igual que ésta puede encontrarse de diferentes formas. Resulta
muy interesante las cualidades que le atribuye, señalando que es una concepción
“disgregada, incoherente, inconsecuente” incluso en cada “cerebro individual”.
Cuando tiene que afirmar por la positiva, Gramsci afirma que cuando en la
historia se conforma un grupo social homogéneo, también se elabora una
filosofía homogénea (coherente y sistemática) que se impone sobre el sentido
común. Planteado así pareciera ser una especie de sedimento fragmentario que
abona la estructura social, y que si bien se diferencia de otras instancias de
la misma estructura, posee un índice de importancia singular. Es justamente lo
que hace falta, construir una teoría positiva del sentido común. En Gramsci hay
muchas indicaciones al respecto.
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