La estrategia del carbono
(seis escenas sobre una política sin sujeto)
Introducción
Antes del pensamiento, la vida ya decidía.
Cada organismo, cada tejido, cada bosque, actúa dentro de una red de ajustes y compensaciones que no necesita conciencia.
A esa inteligencia anónima, que sostiene la continuidad de lo vivo, podemos llamarla estrategia del carbono.
No es una metáfora: es la forma en que la materia orgánica se organiza para persistir.
La etología la muestra en la conducta colectiva de los animales;
la botánica, en los sistemas cooperativos de las plantas;
y la experiencia humana, en los reflejos solidarios que aparecen cuando el orden se quiebra.
Una política sin sujeto está en todas partes:
en la redistribución de nutrientes bajo un bosque,
en la mutación bacteriana,
en el instinto que mueve a los cuerpos a cuidarse entre sí.
Comprender esa política no significa volver a la naturaleza,
sino reconocer que toda organización consciente depende de un fondo biológico que nunca deja de obrar.
Las escenas que siguen muestran cómo, una y otra vez, el carbono inventa modos de seguir viviendo.
1. La colmena huérfana
Cuando muere la reina, el enjambre se agita durante unas horas.
Luego, sin orden ni jerarquía, unas pocas obreras eligen una larva y comienzan a alimentarla con jalea real.
De ese gesto espontáneo nacerá una nueva soberana.
Nadie lo decide: el carbono reescribe su guion.
2. El bosque subterráneo
Bajo el suelo de un bosque templado, raíces y hongos entretejen una red inmensa.
Los árboles viejos envían azúcares a los jóvenes debilitados,
los sanos regulan el flujo químico de los enfermos.
El bosque no compite: redistribuye.
La materia ensaya su política secreta.
3. Las bacterias en guerra
Frente a un antibiótico, la mayoría muere.
Pero unas pocas mutan, intercambian fragmentos de ADN, y sobreviven.
Luego transmiten esa resistencia a toda la población.
No hay conciencia, solo memoria molecular.
El carbono aprende, una y otra vez, a no rendirse.
4. El coral que se blanquea
Cuando la temperatura del mar sube, los corales expulsan sus algas simbióticas.
Parecen morir, pero en realidad están tratando de sobrevivir,
esperando que el calor baje para volver a recibirlas.
Una alianza rota, pero no perdida: el instinto del equilibrio persiste.
5. El barrio sin luz
Un apagón en verano.
Alguien ofrece su heladera, otro agua, otro su casa para cargar los celulares.
En la penumbra surge una red invisible de ayuda,
un reflejo biológico que se disfraza de solidaridad.
La cultura repite, en su idioma, la estrategia del carbono.
6. La semilla en el asfalto
Entre dos baldosas rotas crece un brote.
No hay tierra, apenas polvo y humedad.
Pero el carbono no necesita promesas:
le basta un resquicio para volver a empezar.
Cierre
En cada una de estas escenas, lo que actúa no es la voluntad, sino la memoria material de la vida.
Una política sin sujeto, anterior a toda ideología, sostiene la posibilidad misma de lo humano.
Tal vez comprenderla sea la única forma de seguir perteneciendo al mundo que nos dio origen.

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