2025/11/05

El toro de Íris

 


El toro de Íris es la figura topológica de la reciprocidad perceptiva.

Designa el campo continuo donde el viviente y lo visible se pliegan uno sobre otro sin confundirse, produciendo la experiencia del mundo como co-presencia.

Íris —diosa del arco y del color— representa la refracción: el paso de la luz a través de un medio que la divide sin romperla.

El toro, superficie sin interior ni exterior absolutos, expresa esa misma lógica: lo que retorna sobre sí y, al hacerlo, comunica sus lados.

Su curvatura es un lazo, no una línea: cada punto se enlaza con todos los demás mediante una torsión. 

El toro de Íris es, entonces, la metáfora formal de la sinapsis topológica:

el lugar donde percibir y ser percibido son el mismo acto.

No hay sujeto ni objeto, sólo el tránsito lumínico que los hace coexistir.

Allí lo real no se opone a la forma;

se manifiesta en el pliegue que mantiene la forma abierta,

en la vibración que une lo excitatorio y lo simbólico,

la materia y el sentido.

Ver es recorrer el toro: pasar una y otra vez por el punto en que la mirada y lo mirado se encuentran.

El pensamiento, al abstraer, repite ese recorrido;

cada idea es una órbita más en el mismo cuerpo de luz.

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