A los malos, no hay que pedirles que sean buenos, tampoco
decirles que dejen de hacer maldades.
Hay que establecer las condiciones propicias para neutralizarlos, y evitar sus
fechorías. A veces hay impedimentos para poder hacer esto último, pero si el diagnóstico es el
correcto, remover todas las trabas que no permiten hacer lo necesario, es una
tarea transformadora, ya que no podemos quedarnos con que hay obstáculos
insalvables. La Justicia, la Policía, el sentido común mayoritario, seguramente
no se condicen con lo que es necesario cambiar, pero, sí no vemos que son construcciones históricas,
y por ende transformables, de a poco vamos sucumbiendo al status quo. Es progresivamente
entrar a legitimar imposibilidades lógicas, pero de una lógica que sin dudas no
es eterna. No debiera serlo.
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