Daniel Cecchini, Alberto Elizalde Leal, Mario Urrera y Julián Axat |
La presentación fue realizada en el Liceo Víctor Mercante, uno de los establecimientos educativos secundarios que, junto al Colegio Nacional Rafael Hernández, fueran dos de los principales enclaves de la patota ultrafascista de la CNU. Acompañaron a los autores del libro Mario Urrera, hermano de Horacio Urrera, quien fuera una de las víctimas de la banda criminal, y Julián Axat, que se desempeña como defensor del fuero de Responsabilidad Juvenil de La Plata. Nora Semplici, rectora del Liceo, agradeció la presencia de los panelistas y subrayó la importancia que tiene para el colegio esclarecer parte de una historia que está escrita también en las paredes del establecimiento.
En su ponencia, Julián Axat, además de agradecer el haber sido elegido para prologar el libro, enfatizó en la tarea enorme de los cronistas, comparando la obra con la realizada por Rodolfo Walsh en Operación Masacre, o los escritos de Carlo Ginzburg. En el caso de este libro, dijo Axat, los cronistas, en las notas que periódicamente escribían en Miradas al Sur, se adelantaban al juez. “Alberto y Daniel, cada domingo, escribían lo que faltaba escribir”, aportando una cantidad de datos y hechos que, todos los lunes, al juez Arnaldo Corazza –mientras estuvo al frente del Juzgado Federal Nº 3 de La Plata– le provocaban bastantes dolores de cabeza. En tal sentido, remarcó el bajo impulso procesal que se le dio a la causa, y que ella haya quedado concentrada solamente en los casos de Juan José Pomares (a) Pipi, y Carlos Ernesto Castillo (a) El Indio. Axat recordó, a la vez, algunos de los párrafos escritos en el prólogo, en los cuales señalaba que “la historia de los asesinatos de la CNU, escrita por Cecchini y Elizalde Leal, tiene mucho de novela negra y de folletín por tiradas. En estas páginas hay periodismo crudo, valiente y comprometido, escrito a salto de mata, intentando descubrir la verdad sobre hechos ocurridos hace 40 años, pero con reminiscencias muy fuertes en el presente, por el tipo de reinserción de los sospechados”. A su vez remarcó la herencia que le dejó a la ciudad el accionar criminal de la patota, debido a que “uno siempre tiene padres, tíos de amigos, o amigos de amigos (conocidos) que aparecerán nombrados en este libro, sea como víctimas o como virtuales cómplices de los crímenes”, porque “la CNU congregaba a gente conocida en La Plata, y a cierta clase media vinculada a la historia de la ciudad” que aún nadie se atreve a tocar, y que por esa razón la edición del libro se convierte en una pieza fundamental, para que la Justicia pueda actuar.
Mario Urrera expresó que para él “es un halago, un orgullo” estar en la presentación, y les agradeció a los autores el que lo hayan invitado. “En la vida está bueno contar con la mayor cantidad de virtudes posibles, y si le agregamos gratitud, capacidad de dar las gracias, tengo que agradecer a Alberto y a Daniel por haber realizado este libro”, dijo, señalando que el libro es un verdadero monumento a la verdad histórica, a la memoria y que, a diferencia de los diarios y las revistas, el libro tiene otra permanencia en el tiempo, haciendo “perdurar el homenaje a nuestros desaparecidos”. Expresó a su vez la fidelidad que los autores tuvieron con los testimonios brindados por los familiares de las víctimas, “conteniendo subjetividades”, pero también señalando que, tanto Cecchini como Elizalde Leal, según él, mostraron “una gran honestidad tanto intelectual como ideológica” para realizar el trabajo. Según Urrera, los autores es como que hubieran expresado “nosotros tenemos esta camiseta, y con esta camiseta nos paramos en este lugar del universo”, asegurando que “éstos son los periodistas que yo quiero para mi Patria, que son honestos, que dicen lo que piensan, que dan la cara, y que dicen dónde están parados”, diferenciándolos de todos aquellos que “mienten, tergiversan, sacan de contexto, o que se prostituyen al mejor postor”. “Estos son mis periodistas”, prosiguió Urrera, enfatizando que “cuando digo mis periodistas, no lo digo por lo ideológico, sino por el gesto y la moral, nada más que eso”. Al igual que Axat, Urrera señaló la lentitud de la Justicia para llevar adelante la causa, y diferenció el proceso platense de lo que sucede en Mar del Plata, invitando a todos los familiares de víctimas de la CNU a comenzar a juntarse, a “poner hombro con hombro”, porque es necesario “abrumar al juzgado con testimonios, con denuncias, con más querellas”.
En referencia a la investigación, Alberto Elizalde Leal, se refirió a que “no son sólo los hechos, ya que al igual que los ladrillos de una casa, a los hechos hay que ordenarlos, someterlos a criterios de verdad, cotejarlos con otros hechos”. “Nuestro trabajo es un trabajo militante, antes lo hacíamos de otra forma, hoy hacemos esto”, dijo Elizalde Leal, y en relación con lo expuesto por Urrera y Axat con respecto a la lentitud de la Justicia, remarcó que en Mar del Plata hubo otra actitud, mayor movilización para presionar, y que eso hizo diferencia.
Por su parte, Daniel Cecchini agradeció a todos los concurrentes, señalando que es un honor para él hacer la presentación del libro en un colegio de la Universidad de la Plata, que es donde él estudió desde la escuela primaria hasta 1976, cuando tuvo que dejar la facultad y pasar a la clandestinidad debido a la represión.
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