2013/03/17

Junín, muerte, seguridad y especulación política


El asesinato de la joven Karen Campos generó una pueblada que supera el análisis de un hecho criminal. Una vez más, la “inseguridad” es el plato fuerte que sirven los medios de comunicación y la oposición contra el Gobierno Nacional.


La ciudad de Junín, ubicada en el norte de la provincia de Buenos Aires, tiene poco más de 90 mil habitantes, una población relativamente escasa como para que en un año haya habido doce asesinatos. El sábado 9 rebasó el vaso cuando la joven Karen Campos fue, en ese distrito, una nueva víctima de la inseguridad. Esta vez, los vecinos salieron a la calle protagonizando, principalmente el domingo por la noche, una verdadera pueblada. Tanto el intendente Mario Meoni, como el ministro de Justicia y Seguridad de la provincia, Ricardo Casal, señalaron que en los disturbios producidos hubo “infiltrados”. Los hechos de Junín se terminaron politizando debido a las declaraciones de Meoni, reclamándole al Ministerio de Seguridad de la Nación, y por la utilización mediática que realizaron los principales medios periodísticos.

El problema de la inseguridad es uno de los temas más sentidos por la población, ya sea porque este flagelo es amplificado por los medios intentando ubicarlo en el centro de la agenda, como también porque sin lugar a dudas el problema existe. El tema es elucidar lo más posible: las diferentes causas que lo producen, de qué forma combatirlo, y las responsabilidades políticas e institucionales al respecto.

La noche del sábado 9, debido a que el tiempo estaba feo, no había demasiado movimiento en las calles de Junín, y las empleadas del kiosco “Carlitos”, ubicado en Borges y Siria, estaban tomando mate y conversando entre ellas cómo arreglar los horarios, ya que Karen el lunes comenzaba las clases. La tranquilidad del comercio ubicado a menos de una cuadra de la comisaría se interrumpió cuando un hombre de campera negra y capucha ingresó al lugar exigiendo que le den “toda la plata”, repitiendo varias veces que “¡Esto es un asalto!”. Según el testimonio de Pamela, la otra empleada, y principal testigo del caso, Karen le comenzó a entregar el dinero diciéndole: “Llevate todo, llevate todo”, pero cuando quiso utilizar una pistola tipo picana contra el delincuente, éste automáticamente le disparó, abatiéndola. Lo cierto es que en el kiosco ubicado a 80 metros de la comisaría, el dueño del mismo, quien a su vez es policía, les dejaba a sus empleadas al lado de la caja una picana y gas pimienta para defenderse de los robos.

Ese sábado por la noche algunos vecinos se autoconvocaron y apedrearon la comisaría e incendiaron patrulleros, pero fue el domingo cuando se recalentó más el clima y, además de la seccional, fueron atacados el edificio municipal, la sede del Banco Provincia y otros edificios públicos, incluso con bombas Molotov. La policía reprimió severamente a los manifestantes con balas de goma produciendo al menos dos heridos. Según se pudo saber, el malestar de los vecinos de Junín con respecto a la policía es muy grande, ya que en un año se produjeron doce asesinatos en el distrito, y se sospecha una fuerte connivencia de la fuerza pública con el delito organizado. No menor es el dato de que en ese kiosco ubicado a menos de una cuadra de la comisaría, el propietario, quien es también parte de la fuerza, les haya dejado una picana y gas pimienta a las empleadas para defenderse de los robos.

El intendente de Junín, Mario Meoni, un radical que fuera cobista y ahora es cercano al macrismo, y al intendente de Tigre Sergio Massa, además de reclamarle al Ministerio de Seguridad de la Nación el envío de la Gendarmería, inculpó de los desmanes a militantes “infiltrados” supuestamente enrolados en el kirchnerismo, los cuales habrían llegado a Junín desde otros lugares de la provincia.

El ministro Ricardo Casal, quien se acercó a Junín, en sintonía con Meoni, aseguró que la protesta no fue espontánea, sino que tuvo que haber sido organizada por “algún político o grupo político”. En cuanto a la represión a los manifestantes expresó que iba a investigar lo realizado por la policía, aunque su principal preocupación era detectar quiénes estuvieron detrás de los desastres realizados contra los edificios públicos.

Si por espontáneo se entiende a algo que surge casi desde la nada, indudablemente que lo ocurrido en Junín no lo es, ya que la bronca de los vecinos se viene sedimentando desde hace algún tiempo. Meoni intentó deslindar responsabilidades y en lugar de apelar a quienes corresponde, es decir el gobierno de la Provincia, se dirigió directamente a la negativa de Nación de no enviar tropas de Gendarmería para combatir al narcotráfico, lo que produjo la respuesta inmediata tanto de la ministra Nilda Garré como del secretario de Seguridad Sergio Berni. Garré criticó al intendente por manipular los hechos y confirmó que no enviaría a la Gendarmería, ya que ésta no es una Bonaerense dos. En tanto, Berni expresó que el hecho lamentable del asesinato de la joven Karen Campos es “responsabilidad del Ministerio de Justicia bonaerense y por consiguiente del gobernador Scioli, a quien objetivamente le corresponde que haga un análisis con nosotros”. A su vez, el funcionario dijo que los números de delincuencia y de homicidios en esa ciudad son “alarmantes, casi con los mismos números de Rosario”, asegurando que si se camina por los barrios de esa localidad es fácil advertir “la falta y compromiso de la gestión municipal para dedicarse a los problemas, que entre otros lleva a este tipo de inconvenientes”.

Este viernes nuevamente Junín fue noticia, cuando una mujer de 74 años fuera degollada en su vivienda en horas de la mañana, mientras dormía con su sobrina nieta de dos años de edad.
Estos hechos, al igual que el asesinato de un joven rugbier en la localidad de Villa Elisa, Partido de La Plata, se dan en simultáneo con el duro reclamo que el gobernador Daniel Scioli hiciera a la Corte Suprema de Justicia bonaerense por la cautelar que deja en stand by la ley que restringe las excarcelaciones en los casos de delitos cometidos con uso de armas de fuego.

El sciolismo, a través del diputado Guido Lorenzino, un habitual vocero del sector y que también se desempeñó en el área de seguridad provincial, salió al cruce de la cautelar, esgrimiendo que esto fue obra del CELS y la Comisión Provincial por la Memoria , pidiéndoles que ahora tras lo ocurrido en Junín “den la cara”, mientras que el principal argumento esbozado por Casal es justamente referirse a lo mismo: “Es imposible mantener una sociedad en paz con personas armadas entre nosotros” ya que “cualquiera tiene un arma y no pasa nada”. Casal, sin embargo, afirmó que “la responsabilidad de la seguridad es del Poder Ejecutivo Provincial, y en este caso de quien encabeza el Ministerio de Justicia y Seguridad”.

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