Imagen: Ferdinand Hodler |
Infinidad de veces, a uno se
le ocurren determinadas ideas, que si bien es posible conservarlas, y que ellas
mismas a uno le permitan leer determinados hechos; no siempre es posible
explicitarlas completamente. Tal vez porque a uno le falte redondearlas, darles
un estatus riguroso; pero la sorpresa y a la vez la algarabía se producen
cuando uno encuentra en textos ajenos, una misma percepción de la realidad, con
un formato mucho mejor delineado, más riguroso, con fuentes referenciales más
abarcativas. “Dice lo que yo hubiera querido decir” es lo primero que se nos
viene a la mente.
Esto deja bien a las claras
que el pensamiento no es personal, sino colectivo, y que las similitudes se
deban principalmente a coincidencias epistemológicas y conceptuales, a ser
parte de un mismo tiempo, y a cierta necesidad racionalista de querer dar
cuenta de lo acontecido y lo porvenir.
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