Decíamos que hoy
una parte de la realidad se ha fugado de ella. Que existen lugares
predeterminados a lo indescifrable, a lo indemostrable. Qué lugar tiene ahí el
periodismo, uno se podría preguntar. Sería una de las preguntas más sanas para
hacerse, ya que hoy la posibilidad de conocer la realidad es un privilegio dado
a los medios de información. El conocimiento directo, hoy está desacreditado,
ya que los que podrían revelarlo a través de los grandes medios son justamente
aquellos a los que menos les interesa hacerlo. Las clases dominantes sólo
difunden sus recortes. Y la información concerniente a las experiencias
populares no es noticia. Para los sectores subalternos existe un tipo de
información despolitizada, lo más alejada de la cotidianeidad. Los entretelones
de los famosos por ejemplo.
Noticias de ayer. Extra, extra. Para el periodismo hoy la verdadera
información, es casi un imposible. Por eso lo valioso de un Julian Assange y
sus Wikileaks. Desde el 18 de enero esto es casi una certeza. La trágica muerte
del fiscal Alberto Nisman lo primero que desnuda es la imposibilidad de acceder
a lo real del acontecimiento. El departamento en Le Parc más que un dato de la
realidad pareciera haberse convertido en
una de las principales piezas de un entramado de novela negra. Si en el género
policial el cuarto cerrado por dentro representa el principal enigma a
descifrar, el departamento de Nisman hoy pareciera haberse fugado de la
realidad y ser parte de un eslabón más de ese laberinto construido por la
proliferación, superposición y yuxtaposición de datos e imágenes que lejos de
aportarle algún viso de realidad, lo convierten en un sitio de ficción.
Planteado así cualquier especulación es válida. Los guerrilleros eran saharadíes, abajo en la tabla.
Pero el problema
tal vez sea otro. Perdí mi cupo para el
gas nervioso y noticias piratas. La concentración en un punto de la
realidad, inevitablemente eclipsa al resto. El 23 de enero -cuando todos
hablaban de Nisman-, en el barrio porteño de Mataderos, un kiosquero acribilló
a balazos a Franco Zárate un joven boliviano
de 19 años. El asesinato tuvo encubrimiento policial, y eso obligó a sus
familiares, amigos y organizaciones de DDHH a movilizarse. Todavía sigue siendo
una cuestión abierta, pero eso para los medios no es noticia.
Las monjas verdes revolucionarias para el gran
consumo. Noticia es la
profecía de Lilita Carrió. La legisladora vaticinó un autogolpe de Estado que
tendría que haber sucedido ayer 1º de marzo. La presidenta iba a romper la
institucionalidad y Carrió temía ser fusilada por el general Milani.
Buenos atracos, perfectos atentados bien
iluminados. Según los
medios y también el jefe de la Seguridad de la Provincia de Buenos Aires Alejandro Granados, se resaltó "que la
emergencia de seguridad no se prorrogará porque cumplió sus objetivos". Granados
reiteró las cifras expuestas por Scioli: "Incorporamos 25.000 policías,
3300 nuevos patrulleros y renovamos y modernizamos el equipamiento de la
fuerza". No nos quedamos muy
tranquilos con lo expuesto por el ministro sciolista. Justamente la oposición
había dicho que la presidenta en su extenso discurso no había hablado de la
Seguridad, cuando la cuestión de las policías y su accionar es un tema de las
provincias. De eso nadie habla.
Interminables cadenas de video, la presión sujetan.
Buenas noticias, sabrosas telefotos
¡A tragar sin culpa!
¡A tragar sin culpa!
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