2015/03/15

Los vaivenes del radicalismo

La Unión Cívica Radical produce inclinamientos tan pronunciados que ya le hicieron perder el equilibrio. Vaya a saber por qué clase de cumplido, al radicalismo se lo ubicó como el partenaire del Peronismo en la clásica escena del bipartidismo. Tal vez eso sea porque el mentado bipartidismo en la Argentina nunca tuvo ninguna raigambre seria. Habría que indagar en la historia para esclarecer esta cuestión. Lo cierto es que la UCR en las presidenciales de 2011 hizo una alianza con el empresario colombiano Francisco De Narváez, quien se alinea con el peronismo no kirchnerista, y que es un exponente claro de una fracción de la sociedad que se inclina hacia la derecha del tablero político. En esa oportunidad el candidato Ricardo Alfonsín llevó como acompañante de fórmula al economista Javier González Fraga, un hombre decididamente jugado hacia los intereses de los sectores más concentrados de la economía argentina. En las elecciones legislativas de 2013, el radicalismo volvió a una alianza con el resto de los sectores de la socialdemocracia argentina (de la cual es parte), retornando así a sus viejos socios del frente progresista.

En 2015 decidió aliarse a la nueva derecha encarnada por el Pro de Mauricio Macri. No son incoherencias ideológicas, es el resultado de la supervivencia de una estructura que ya no resulta funcional a la sociedad.  En 1983 con el triunfo de Raúl Alfonsín se pensó que en la Argentina existía el bipartidismo. El alfonsinismo tal vez haya sido un hecho anómalo en la existencia del radicalismo, una excepción a la regla en un momento clave de la historia reciente, que implicaba el retorno de la democracia tras la dictadura más sangrienta de todas las que vivió el país. El radicalismo de la década del ochenta mostraba las banderas que había bajado hacía varias décadas. Un temor fundado es que el kirchnerismo sea para el peronismo, un equivalente del alfonsinismo para el radicalismo. Un retorno de banderas históricas en coyunturas específicas.

La primavera alfonsinista decayó ostensiblemente, y vale señalar que en las presidenciales de 1995, es decir dos elecciones presidenciales después de la de 1983, la UCR dejó el supuesto bipartidismo atado al surgimiento de una nueva fuerza política: el Frepaso. En los ’90 el radicalismo estaba en una crisis casi terminal, para que en el ’99 la nueva fuerza emergente en el 95 le tirara una soga para salvarla. En verdad ya desde las legislativas del ’97 el Frepaso constituiría junto al radicalismo la olvidable Alianza. Sin dudas eso fue empujado por sectores de la socialdemocracia y el socialcristianismo, entre los que se encontraba la CTA de Víctor De Gennaro entre otros.

La llegada de un presidente radical a la Rosada en el 99, no implicaba que el radicalismo se haya recompuesto. La salida prematura de Fernando de la Rúa de la presidencia implicó una fuerte crisis de hegemonía. Del “Voto Bronca” en las legislativas del 2011 al “Qué se vayan todos” de diciembre habían pasado nada más que dos meses. La presidencia interina de Eduardo Duhalde fue un escalón para la recomposición de la gobernabilidad. La logró con represión. El peronismo también sucumbió a la crisis. En ese escenario iría a aparecer Néstor Kirchner en 2003 logrando un significativo cierre a la crisis de representatividad, cubriendo así las fragmentaciones de los partidos tradicionales. Ese hueco no está cerrado.

No hay comentarios.: