2020/08/29

Apuntes sobre la condición humana. Equilibrio, pulsión y fuerza productiva. El rol de la experimentación.


Conjunto de aforismos que intentan dar cuenta de algunas atribuciones de nuestra especie a partir de Darwin, Marx, Engels y Freud.

Lo propiamente humano es posible que sea la posición erecta, el ejercicio complejo del equilibrio postural. Todas las otras adquisiciones: el lenguaje, la destreza manual, la inteligencia no podrían tener lugar sin ese desarrollo primario. A su vez debemos reconocer que el equilibrio humano es una atribución endeble, con fallas. El enigma de la esfinge que debe resolver Edipo nos muestra tal vez una verdad de Perogrullo que por considerarnos seres superiores no hacemos más que ocultar permanentemente. Todo humano tiene a una de sus piernas como el apoyo principal. No fue posible aún desarrollar la equivalencia entre ambas extremidades. Al igual que la destreza manual no cuenta igual para ambas manos.


Se trata de leer a Darwin desde Marx (El proceso de trabajo, fuerza productiva), Engels (El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre) y Freud (Tres ensayos  sobre una teoría sexual, pulsión y narcisismo).
Se entiende que la especie humana no es algo detenido en el tiempo sino un proceso continuo de transformaciones que van desde el antepasado primate hasta una virtual proyección de lo actual. Hay que entender además que cuerpo y hábitat son inseparables.

Partimos de la idea de que el pasaje del mono a hombre es un proceso ininterrumpido de transformaciones. Quiere decir que no se podría afirmar que el humano actual es un producto acabado sino en constante cambio y con futuro incierto. Los primeros humanos deben distar considerablemente de sus pares de otros tiempos.  Consideramos que la adquisición de la posición erecta o más precisamente del equilibrio postural es el aspecto principal de las diferentes transformaciones anatómicas y de desarrollo de facultades que lo transforman en fuerza productiva. Esto produce la liberación de las extremidades superiores y el desarrollo de las facultades manuales. Sería justo suponer que tanto la adquisición del equilibrio y los atributos táctiles son el fundamento del desarrollo cerebral y no al revés. Una vez alterado el sistema nervioso central se comenzó a dar un intercambio entre las facultades señaladas. Se podría considerar al lenguaje como la exterioridad del pensamiento que a su vez es imposible sin lenguaje.

La sexualidad freudiana  no podría entenderse sino a partir de todos los cambios que se fueron produciendo a través de las diferentes épocas. Si el cuerpo humano actual posee diferentes atribuciones, funciones físicas  que supuestamente  lo separan del reino animal esto alterará la sexualidad. Ésta entrará así a un terreno de experimentación.
Se supone que toda actividad animal está impulsada por los instintos. Resultan movimientos propios y regulares. En ese punto en donde emergió una nueva especie ya es sólo factible la indeterminación de los impulsos. La actividad ya no está predeterminada. Surge la experimentación. El trabajo es ese esfuerzo que se realiza para sobrevivir. La base en la que se sostiene el trabajo nunca podría ser la de los instintos y a la vez no debe perderlos.

Se supone que, lo que cada humano percibe es único e irrepetible. La denominada individualidad no deja de ser otra cosa que la percepción que cada uno realiza de un mundo exterior objetivo. Esa percepción si bien se presentifica en el instante es producto de una acumulación que se sostiene en el cuerpo y se denomina memoria. La irrupción del extrañamiento es un indicador de que el envase yoico no es cerrado.

Todo el proceso vital del humano transcurre en la sucesión de diferentes actos enmarcados en un proceso complejo de experimentación. No se trata de un proceso siempre consciente y en algunos casos la percepción que se tiene de ello puede ser equívoca. 
Partimos de la idea de que todo acto logrado es el resultado de diferentes experimentaciones que fue realizando la especie a lo largo de su existencia como tal.


La experimentación es el resultado inequívoco del fracaso del instinto.


La palabra experimentación casi siempre va referida a acciones que se escinden de lo que acontece en la vida cotidiana. Es una palabra de alguna manera sublimada, enaltecida. La experimentación científica, religiosa o la que tiene lugar en diferentes saberes místicos o corporales. La experimentación por lo contrario es la condición humana por excelencia y está presente en todo acto, no sólo en los nombrados. Es parte constitutiva de los impulsos vitales que no hallan sus fines como meta predeterminada.


Nadie podría poner en dudas que tanto Marx como Engels o Freud aceptaban las tesis de Darwin acerca de la procedencia del humano desde alguna especie de primates ya desaparecidos. Es posible que hoy la mayoría también lo acepte, aunque si se hace concibiendo al humano eternizado en su plano actual no deja de ser una denegación de lo formulado por Darwin. Espontáneamente tenemos una visión acerca de nuestra especie sin diferenciar por ejemplo al hombre actual del de hace 20 o 40 siglos atrás. Nos hacemos la idea de que el hombre de las cavernas era diferente pero no concebimos ninguna transición. La especie debe transitar un proceso permanente de transformaciones biológicas y genéticas de las cuales no tenemos demasiado registro. Al concebir al universo de la cultura como un ámbito escindido de lo estrictamente biológico no hacemos más que darle una supuesta autonomía a algo que se desarrolla en una estricta unidad. Suponer que el descubrimiento de la electricidad por dar un ejemplo no haya producido ningún cambio en la estructura biológica humana aunque sea nimio, no parece demasiado lógico.             


Dice Engels que el trabajo es la condición básica y fundamental de toda la vida humana y lo es hasta tal punto que es el mismo trabajo quien ha creado al propio hombre.  Vale al respecto señalar como lo hace Marx en el texto sobre el proceso de trabajo que se encuentra en El capital que el trabajo es en primer lugar un proceso entre la naturaleza y la acción humana, una acción que debe ser entendida como el despliegue de una fuerza natural (la humana) con respecto a su entorno, una acción que transforma no sólo a la naturaleza sino al mismo humano en tanto parte inescindible de la misma. Considera Engels que fue la adquisición de la posición erecta el paso decisivo en la transición del mono a hombre. Esta posición es la que permitirá el desarrollo de las capacidades manuales. De esta manera es posible comprobar de qué modo el proto humano se irá transformando cada vez más en fuerza productiva.

La transformación del mono en hombre es un proceso prolongado en el que se asistirá a cambios sustanciales en cuanto a la morfología y funcionalidad del cuerpo. Implica la adquisición de diferentes habilidades que en última instancia son necesarias para la subsistencia.


Si es verdad que la especie humana antes de serlo era una clase de mono, hay que decir que su irrupción en el planeta implica un largo proceso de transformaciones corporales que fueron teniendo como correlato la invención de determinados instrumentos y diferentes modos de asociación entre sí. No es por cierto un proceso acabado sino un continuum que no cesa. En tal sentido no debe asociarse a evolución o progreso sino a cambio permanente. Los dos primeros términos se asocian más a un juicio de valor que por ende se asocia más a la ideología que a la ciencia. La especie sólo existe en un largo proceso de transformación que necesariamente implica experimentación permanente.
En la producción y reproducción de sus medios de subsistencia lo que se encuentra siempre presente es la experimentación. Se podría decir que la misma es el resultado obvio de la pérdida del objeto de la pulsión, del trieb freudiano. El impulso indeterminado necesita ir aproximándose a alguna supuesta determinación.


La división cualitativa entre los miembros superiores e inferiores parece ser por lejos la principal mutación que se produjo en la irrupción de la especie humana. Si examinamos la condición corporal tal como es en la actualidad debemos suponer que no es más que un punto efímero inscripto en un proceso de cambio permanente que sólo podría mostrar la variación conociendo las diferentes fases que fue estableciendo dicho cambio. Esto quiere decir que la división cualitativa constituye un par dialéctico entre las funciones de los miembros superiores con respecto a los inferiores que se expresa con rasgos propios de las diferentes escansiones. Toda contradicción (par dialéctico) siempre es desigual por lo que los atributos de los miembros superiores e inferiores se combinan de una manera específica interrelacionándose entre sí. Si la adquisición de la posición erecta constituye el primer paso en la transformación del mono en hombre, hay que precisar que ello constituyó el aspecto principal de la contradicción. Mantenerse de pie no sólo exige el desarrollo de determinadas zonas del cuerpo sino principalmente de esa facultad denominada equilibrio. Si todo ser vivo cuenta con equilibrio hay que precisar que de lo que estamos hablando es del equilibrio preciso que se necesita para andar con dos extremidades. Significa que la irrupción de la especie supone la conformación de un nuevo tipo de equilibrio mucho más precario y a su vez complejo. El cachorro humano no nace con la posibilidad de caminar y es probable que en su ancianidad le cueste demasiado sostenerse en dos piernas. Fue el acertijo con el que la Esfinge interpeló a Edipo. También está la sinuosa marcha del borracho que con su cuerpo oscila hacia sus dos costados y que por momentos necesita sujetarse a algo que no le permita caer. El dormir consiste en abandonar el ejercicio del equilibrio. También de la atención y la concentración. Dormir es el eclipse la voluntad. Eso debiera ser corroborado en los sueños.


En el paso del mono al hombre se tiene que haber producido la división de tareas entre los miembros superiores y los inferiores. La posición erecta consiste en la adquisición del equilibrio. Debe ser una adquisición que exige un desgaste singular que fue la causa del desarrollo de las principales aptitudes actuales de la especie. El desarrollo de los músculos anti gravitatorios. El lenguaje y el pensamiento, las habilidades manuales y un trastrocamiento de algunas funciones fisiológicas. El caso más indicativo sobre este trocamiento es sin dudas la sexualidad. Sería inútil intentar abordar la problemática sexual desde el punto de vista freudiano sin tener presente esta mutación general del cuerpo junto a la adquisición de nuevas funciones corporales. La importancia de lo visual, lo táctil y la oralidad en la sexualidad humana contrasta significativamente con la importancia que de ello tiene la sexualidad animal en todas sus especies. El catálogo de las perversiones sólo puede abordarse desde este señalamiento. La mutación del instinto sexual en pulsión es uno de los rasgos principales del pasaje del mono a hombre.


Berisso (2019)

2020/08/24

Dictadura, complicidad civil y democracia- Lo que persiste y hay que cambiar

La democracia que se inició en 1983 conservó de la dictadura, tanto al Poder Judicial como a la corporación mediática. La complicidad civil siempre contó con un abanico de cuadros políticos insertos en los partidos mayoritarios. Si hoy se quiere modificar esa realidad, manejada por los grupos económicos concentrados, no se pueden obviar los obstáculos que ya se vivieron en los gobiernos de 2003 a 2015 y que aún están presentes.
Imagen Hugo Banegas



Según dijera Carl Von Clausewitz “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Cuando se agotan los recursos para dirimir ciertas diferencias se pasa a utilizar medios violentos. Si bien la última dictadura cívico- militar (1976- 1983) no fue una guerra, como algunos intentaron señalar, sí se produjo por medios violentos la desaparición de miles de militantes populares y la extinción de gran parte de las organizaciones que habían bregado por el cambio social.
Siguiendo la línea de Clausewitz, Michel Foucault se animó a señalar que “La política es la continuación de la guerra por otros medios”. Si nuevamente en lugar de hablar de una guerra, y refiriéndonos a la utilización indiscriminada de la violencia del aparato de Estado; la Democracia que emergió en 1983 es la continuación de un equilibrio de fuerzas sumamente asimétrico y desparejo.
No se trata de una crítica del funcionamiento democrático sino del pacto social del cual emergió, habiéndoles otorgando impunidad a los mismos sectores que habían sido corresponsables de la dictadura. En una nota anterior, Política y grupos económicos- Una cosa es el gobierno y otra el poder, también publicada en Socompa, quien escribe señalaba que “Desde 1983 a hoy tenemos dos etapas. Una que concluye en 2001 y otra que emergió principalmente desde 2003 hasta la actualidad. Dos etapas que ocupan casi dos décadas cada una y en las que se pueden establecer algunas diferencias”.  Vayamos por partes.
Allá por el año 2009, en una nota publicada por Página/12,  decía el ya fallecido sociólogo Juan Carlos Marín que “Cuando se produce la catástrofe de los militares en Malvinas, lo que la sociedad hace es otorgarles a ellos una tregua… bueno, tampoco hay que caer en el reduccionismo de decir que había una dictadura militar cuando en realidad era cívico-militar. Entonces, toda la complejidad civil que está presente en la dictadura organiza un acuerdo y establece la tregua” agregando que “Lo que sucede hoy en día, y es obvio, es que la tregua ha comenzado a romperse”.
Marín insiste con la idea de que a partir de 2003 cuando asumió Néstor Kirchner  y puso en marcha su política de DDHH fue cuando también puso entre la espada y la pared a la complicidad civil que estuvo presente durante la dictadura. Durante la democracia que tuvo lugar entre 1983 y el 2001, se mantuvo una tregua entre militares y sociedad, pero, a partir de 2003 comenzó a romperse sin un final asegurado.
Estamos acostumbrados a suponer que los acontecimientos políticos más que ser el resultado de determinaciones colectivas son el fruto de la acción de ciertos individuos. En esa entrevista Marín señalaba que “llevó casi 15 o 20 años explicar a la gente que hacía investigaciones acerca de los 30 mil desaparecidos que el problema no se reducía a una banda de militares criminales” sino “que era una determinación del carácter capitalista de orden social que se devora 30 mil personas”.
Cuando promediando los 80, se pusieron en marcha los juicios, parte de la complicidad civil estaba inserta en los Tribunales. Señalaba Marín: “Nunca abandonaron los Tribunales, ni el control sobre el Poder Judicial. Es más: el Poder Judicial son ellos. Empiezan los juicios y nadie se da cuenta de la trampa: la gente va a ver el juicio pero no va a oír nada. Nunca se trasmitieron las voces del juicio. Las actas las mandaban a Suecia, como un contraseguro para que dentro de cien años se conozca el texto. Ante todo esto, la gente miraba para otro lado. Al no ser transmitida la palabra de los juicios, habría que haber salido a gritar eso. Pero nos faltaban 30 mil tipos”.
La dictadura fue en primer lugar el marco más indicado para la acumulación y concentración de riquezas en pocas manos. El establecimiento del poder económico que aún mantiene su predominio al interior de la sociedad argentina. No resulta ocioso recordar que un año antes del regreso de la democracia, estos grupos económicos se beneficiaron con la estatización -en 1982- de sus propias deudas privadas.
La democracia que se inició en 1983 conservó de la dictadura, tanto al Poder Judicial como a la corporación mediática. La complicidad civil siempre contó con un abanico de cuadros políticos insertos en los partidos mayoritarios. Esto les permitió continuar con el proceso de acumulación económica que haciéndose muy intensa durante la década del 90 no pudo impedir el colapso de 2001 y el consabido: “Qué se vayan todos”.
Con la asunción de Néstor Kirchner en 2003 se abría la posibilidad de transformar la democracia existente, apoyándose tanto en la nueva política de DDHH como en la crisis de representatividad y legitimidad heredada de 2001. Allá por los 70 el dirigente comunista uruguayo Rodney Arismendi había formulado su teoría sobre la Democracia de avanzada. Basada en la contrahegemonía gramsciana planteaba que en momentos de crisis era posible avanzar sobre determinados aparatos de Estado para transformar la sociedad sin caer en la dicotomía “reforma o revolución”.
También resultaba atrayente la reforma constitucional llevada adelante por Hugo Chávez en Venezuela y las posteriores reformas que encabezaron tanto Evo Morales como Rafael Correa, en Bolivia y Ecuador respectivamente. El proyecto kirchnerista avanzaba sin demasiados sobresaltos, hasta la aparición del conflicto con las patronales del campo en 2008.
El tiempo de la 125 fue de recomposición y reagrupamiento. El Frente para la Victoria perdió una cantidad importante de dirigentes pero a su vez fue un tiempo de acumulación por izquierda. En 2010 un grupo de intendentes díscolos entre los que se contaba a Sergio Massa de Tigre y Pablo Bruera de La Plata, sin abandonar el Frente, se pronunciaban por el poskirchnerismo. Todo lo que se había hecho estaba bien pero ya no había que cambiar más nada. La crisis de 2001 ya estaba resuelta sostenían.
Fue el mismo Sergio Massa en 2013 quien junto a su Frente Renovador se adjudicaron el triunfo sobre cualquier posibilidad de reforma de la Constitución. “No habrá Cristina eterna” señalaron por ese entonces. El kirchnerismo nunca salió a decir que reformar la Constitución implicaba muchas otras cosas que una posible reelección indefinida. Quienes tienen el poder económico en la Argentina dejaron de temer el perder sus privilegios, aunque nunca paran de decir que  si seguimos así “Vamos a ser Venezuela”.
El proceso que se abría en 2003 no terminó de prosperar. Habría que sacar muchas conclusiones sobre ello. Nos deja por su parte, el aliciente de haber sido testigos de un momento en el que la posibilidad de cambio era factible. No se descarta que vuelva a producirse. Lo que no se puede es obviar los obstáculos que ya se vivieron y que aún están presentes. Obviamente esos obstáculos no son personas sino estructuras sumamente complejas.

2020/08/14

Política y grupos económicos- Una cosa es el gobierno y otra el poder

 Las fuerzas políticas que dicen representar a los sectores populares deben desprenderse de la inercia que es propia de un sistema social extremadamente poderoso que no está dispuesto a resignar lo más mínimo. Porque bien vale subrayar que acceder al gobierno no es acceder al poder.

Nota Socompa

Si se pretende alcanzar una economía que pueda satisfacer a todos, no se puede esperar que eso se produzca linealmente, por un simple evolucionismo. Se deben tocar intereses que son los que se benefician con lo existente. Se deben por tanto realizar diversas vueltas de tuerca que sacudan el status quo y den por sentado los pilares para un nuevo rumbo. Esto es algo que se sabe, no es necesario machacar tanto en ello. De lo que se habla poco es de los obstáculos que lo impiden.

El gobierno nacional haciéndose cargo de producir esos cambios propuso entre otras cosas, la expropiación de Vicentín y el impuesto a las grandes rentas. En poco tiempo ambas propuestas cayeron en saco roto. Algunos hablaran de tibiezas o de cómo los grandes medios manipulan la opinión pública. Si esto fuera nuevo, podría llamar la atención.

Durante los gobiernos kirchneristas (2003-2015) acontecieron no pocas veces situaciones similares que convendría siempre tenerlas en cuenta. El conflicto con el campo en 2008 a pocos meses de la asunción de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta, comenzó a  marcar la agenda de una oposición que siempre estuvo alineada con los intereses que sostienen el status quo.

En 2009 se logró sancionar la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aunque llevarla a la práctica haya sido casi una quimera. No resultaba importante sólo por la democratización de las voces sino por poner entre las cuerdas la propiedad ultra monopólica de los principales medios nacionales.  

En 2010 surgió el debate sobre la empresa Papel Prensa. En agosto de ese año la presidenta CFK presentó el informe Papel Prensa: La verdad, en el cual se detalla cómo la empresa fuera apropiada de manera irregular durante la última dictadura cívico militar. Recuperarla implicaba facilitar a todos los medios impresos del país conseguir papel a un precio accesible y no sólo un perjuicio para los apropiadores que siguieron manteniendo un privilegio, al que accedieron gracias a maniobras llevadas adelante, enmarcadas por delitos de Lesa Humanidad.

Casi todas las medidas a favor de destrabar el anclaje del capitalismo dependiente en la Argentina fueron sometidas a la imposición de cautelares judiciales que impedían que avancen, más una ofensiva mediática que ellos mismos tildaron de “periodismo de guerra”. Cuando se señala que hay que tocar intereses para permitir que la economía pueda avanzar, la mayoría de las veces se trata de grandes propietarios que no solamente fueron beneficiados por la dictadura, sino que a su vez fueron sus socios civiles.

La Sociedad Rural, los diferentes grupos económicos que se beneficiaron con la estatización de la deuda privada, -la circular A251 del 17 de noviembre de 1982 del Banco Central de la República Argentina (BCRA) cuando lo presidía de facto Julio González del Solar- más algunos sectores políticos y el Poder Judicial, constituyeron la pata cívica de la última dictadura.

Desde 2002 nucleados principalmente en la AEA (Asociación Empresaria Argentina), junto a la Rural y el Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA) que realiza su clásico coloquio anual constituyen el principal lobby corporativo argentino. El verdadero poder económico nacional asociado a diversas ramificaciones del capital financiero y comercial que fluctúa por el mundo.

Un poder que no es afectado por las sucesivas crisis que padece el pueblo argentino sino que a su vez se beneficia de ellas. La llegada de Mauricio Macri al gobierno en 2015 lo muestra a la perfección. La protección a todos esos sectores económicos más la fuga indiscriminada de capitales, - para ellos resulta un gran negocio- implica para el país dejar una economía extremadamente frágil.

Si uno se detiene a observar las diferentes medidas económicas llevadas adelante a partir de 1983 en ocasión de la vuelta de la Democracia podrá percatarse que salvo los desendeudamientos y la recuperación parcial de YPF en 2012 nunca fue posible destrabar la economía que se heredó de la última dictadura. Es más, la mayoría de las medidas llevadas adelante - principalmente durante el gobierno de Carlos Menem (1989-99)- profundizaron ese cauce.

Se pueden ampliar los derechos democráticos (Leyes de Divorcio o Matrimonio Igualitario) pero tocar intereses económicos implicará seguir girando en una inercia casi indeleble. Industrializar la ruralidad, cambiar la matriz productiva, institucionalizar el modelo de inclusión social, durante los gobiernos de Cristina, terminaron siendo buenas consignas. Entonces es cuando nos preguntamos cuáles son las trabas.

El sistema democrático que se inauguró en 1983 no parece demasiado permeable a soportar los cambios que demanda la sociedad. Tanto el Poder Judicial como la corporación mediática heredados de la dictadura, son integrados sin que ello produzca demasiado conflicto. A su vez es un régimen político que demostró su labilidad con la crisis de diciembre de 2001 generando una grave crisis de representatividad.

Desde 1983 a hoy tenemos así dos etapas. Una que concluye en 2001 y otra que emergió principalmente desde 2003 hasta la actualidad. Dos etapas que ocupan casi dos décadas cada una y en las que se pueden establecer algunas diferencias. A partir de la crisis de 2001 era necesario restablecer la legitimidad de la política y dar algunos pasos importantes en la recuperación económica y social, a partir del desguace neoliberal de la década anterior.  

Si se lo ve correctamente, la política de DDHH inaugurada por Néstor Kirchner implicaba no sólo la reivindicación de los caídos durante la dictadura, sino terminar con la teoría de los dos demonios -que había dominado durante los 80- y así poder avanzar también sobre las responsabilidades civiles durante el genocidio. Planteado de esa forma se transformaba en una palanca para recuperar un sistema democrático en el que ya no tendrían protección los viejos dinosaurios de antaño.

Ese proceso que se abre en 2003 no será lineal sino que estará marcado por enfrentamientos que se comenzaron a visibilizar a partir del conflicto de la 125 en 2008, pero que ya estaban bien presentes. Cuando la derecha habla de democracia o república siempre se refiere al sistema que se inició en el 83 culminando en 2001, y su programa es que lo que comenzó a partir de 2003 no se dispare para otro lado y vuelva a ser lo anterior. Es una lucha que sigue con final abierto. Hoy oponerse a la reforma de la Justicia es una muestra de ello.

Lo que principalmente se debate en torno al funcionamiento de la democracia es qué lugar deben ocupar los socios civiles de la dictadura. La derecha argentina tiene bien claro cuál es ese lugar y si bien durante el gobierno de Macri (2015-19) no pudo alcanzar una hegemonía sobre el conjunto de la sociedad, se percibe claramente que lo seguirá intentando.

Las fuerzas políticas que dicen representar a los sectores populares deben desprenderse de la inercia que es propia de un sistema social extremadamente poderoso que no está dispuesto a resignar lo más mínimo. Porque bien vale subrayar que acceder al gobierno no es acceder al poder.

En una próxima nota que será la continuación de ésta, se hará principal referencia al sistema democrático que se inició en 1983 y que fuera diseñado casi en exclusiva por la pata civil de la dictadura, que fue quien organizó por aquel tiempo un acuerdo con ciertos sectores políticos. Sus avatares y su colapso en 2001 y la posibilidad de reformulación a partir de 2003. También los diferentes enfoques sobre cómo salir de la crisis de representatividad con la conformación de un nuevo bipartidismo.