Conjunto de aforismos que intentan dar cuenta de algunas
atribuciones de nuestra especie a partir de Darwin, Marx, Engels y Freud.
Lo propiamente humano
es posible que sea la posición erecta, el ejercicio complejo del equilibrio
postural. Todas las otras adquisiciones: el lenguaje, la destreza manual, la
inteligencia no podrían tener lugar sin ese desarrollo primario. A su vez
debemos reconocer que el equilibrio humano es una atribución endeble, con
fallas. El enigma de la esfinge que debe resolver Edipo nos muestra tal vez una
verdad de Perogrullo que por considerarnos seres superiores no hacemos más que
ocultar permanentemente. Todo humano tiene a una de sus piernas como el apoyo
principal. No fue posible aún desarrollar la equivalencia entre ambas
extremidades. Al igual que la destreza manual no cuenta igual para ambas manos.
Se trata de leer a Darwin desde Marx (El
proceso de trabajo, fuerza productiva), Engels (El papel del trabajo en la
transformación del mono en hombre) y Freud (Tres ensayos sobre una teoría sexual, pulsión y
narcisismo).
Se entiende que la especie humana no es algo
detenido en el tiempo sino un proceso continuo de transformaciones que van
desde el antepasado primate hasta una virtual proyección de lo actual. Hay que
entender además que cuerpo y hábitat son inseparables.
Partimos de la idea de que el pasaje del mono
a hombre es un proceso ininterrumpido de transformaciones. Quiere decir que no
se podría afirmar que el humano actual es un producto acabado sino en constante
cambio y con futuro incierto. Los primeros humanos deben distar
considerablemente de sus pares de otros tiempos. Consideramos que la adquisición de la posición
erecta o más precisamente del equilibrio postural es el aspecto principal de
las diferentes transformaciones anatómicas y de desarrollo de facultades que lo
transforman en fuerza productiva. Esto produce la liberación de las
extremidades superiores y el desarrollo de las facultades manuales. Sería justo
suponer que tanto la adquisición del equilibrio y los atributos táctiles son el
fundamento del desarrollo cerebral y no al revés. Una vez alterado el sistema
nervioso central se comenzó a dar un intercambio entre las facultades
señaladas. Se podría considerar al lenguaje como la exterioridad del
pensamiento que a su vez es imposible sin lenguaje.
La sexualidad freudiana no podría entenderse sino a partir de todos
los cambios que se fueron produciendo a través de las diferentes épocas. Si el
cuerpo humano actual posee diferentes atribuciones, funciones físicas que supuestamente lo separan del reino animal esto alterará la
sexualidad. Ésta entrará así a un terreno de experimentación.
Se supone que toda actividad animal está
impulsada por los instintos. Resultan movimientos propios y regulares. En ese
punto en donde emergió una nueva especie ya es sólo factible la indeterminación
de los impulsos. La actividad ya no está predeterminada. Surge la experimentación.
El trabajo es ese esfuerzo que se realiza para sobrevivir. La base en la que se
sostiene el trabajo nunca podría ser la de los instintos y a la vez no debe
perderlos.
Se supone que, lo que cada humano percibe es
único e irrepetible. La denominada individualidad no deja de ser otra cosa que
la percepción que cada uno realiza de un mundo exterior objetivo. Esa
percepción si bien se presentifica en el instante es producto de una
acumulación que se sostiene en el cuerpo y se denomina memoria. La irrupción
del extrañamiento es un indicador de que el envase yoico no es cerrado.
Todo el proceso vital del humano transcurre en
la sucesión de diferentes actos enmarcados en un proceso complejo de
experimentación. No se trata de un proceso siempre consciente y en algunos
casos la percepción que se tiene de ello puede ser equívoca.
Partimos de la
idea de que todo acto logrado es el resultado de diferentes experimentaciones
que fue realizando la especie a lo largo de su existencia como tal.
La experimentación es el resultado inequívoco
del fracaso del instinto.
La palabra experimentación casi siempre va
referida a acciones que se escinden de lo que acontece en la vida cotidiana. Es
una palabra de alguna manera sublimada, enaltecida. La experimentación científica,
religiosa o la que tiene lugar en diferentes saberes místicos o corporales. La
experimentación por lo contrario es la condición humana por excelencia y está
presente en todo acto, no sólo en los nombrados. Es parte constitutiva de los
impulsos vitales que no hallan sus fines como meta predeterminada.
Nadie podría poner
en dudas que tanto Marx como Engels o Freud aceptaban las tesis de Darwin
acerca de la procedencia del humano desde alguna especie de primates ya
desaparecidos. Es posible que hoy la mayoría también lo acepte, aunque si se
hace concibiendo al humano eternizado en su plano actual no deja de ser una
denegación de lo formulado por Darwin. Espontáneamente tenemos una visión
acerca de nuestra especie sin diferenciar por ejemplo al hombre actual del de
hace 20 o 40 siglos atrás. Nos hacemos la idea de que el hombre de las cavernas
era diferente pero no concebimos ninguna transición. La especie debe transitar
un proceso permanente de transformaciones biológicas y genéticas de las cuales
no tenemos demasiado registro. Al concebir al universo de la cultura como un
ámbito escindido de lo estrictamente biológico no hacemos más que darle una
supuesta autonomía a algo que se desarrolla en una estricta unidad. Suponer que
el descubrimiento de la electricidad por dar un ejemplo no haya producido
ningún cambio en la estructura biológica humana aunque sea nimio, no parece
demasiado lógico.
Dice Engels que el trabajo es la condición
básica y fundamental de toda la vida humana y lo es hasta tal punto que es el
mismo trabajo quien ha creado al propio hombre.
Vale al respecto señalar como lo hace Marx en el texto sobre el proceso
de trabajo que se encuentra en El capital que el trabajo es en primer lugar un
proceso entre la naturaleza y la acción humana, una acción que debe ser
entendida como el despliegue de una fuerza natural (la humana) con respecto a
su entorno, una acción que transforma no sólo a la naturaleza sino al mismo
humano en tanto parte inescindible de la misma. Considera Engels que fue la
adquisición de la posición erecta el paso decisivo en la transición del mono a
hombre. Esta posición es la que permitirá el desarrollo de las capacidades
manuales. De esta manera es posible comprobar de qué modo el proto humano se
irá transformando cada vez más en fuerza productiva.
La transformación
del mono en hombre es un proceso prolongado en el que se asistirá a cambios
sustanciales en cuanto a la morfología y funcionalidad del cuerpo. Implica la
adquisición de diferentes habilidades que en última instancia son necesarias
para la subsistencia.
Si es verdad que la especie humana antes de
serlo era una clase de mono, hay que decir que su irrupción en el planeta
implica un largo proceso de transformaciones corporales que fueron teniendo
como correlato la invención de determinados instrumentos y diferentes modos de
asociación entre sí. No es por cierto un proceso acabado sino un continuum que
no cesa. En tal sentido no debe asociarse a evolución o progreso sino a cambio
permanente. Los dos primeros términos se asocian más a un juicio de valor que
por ende se asocia más a la ideología que a la ciencia. La especie sólo existe
en un largo proceso de transformación que necesariamente implica
experimentación permanente.
En la producción y reproducción de sus medios
de subsistencia lo que se encuentra siempre presente es la experimentación. Se
podría decir que la misma es el resultado obvio de la pérdida del objeto de la
pulsión, del trieb freudiano. El
impulso indeterminado necesita ir aproximándose a alguna supuesta
determinación.
La división
cualitativa entre los miembros superiores e inferiores parece ser por lejos la
principal mutación que se produjo en la irrupción de la especie humana. Si
examinamos la condición corporal tal como es en la actualidad debemos suponer
que no es más que un punto efímero inscripto en un proceso de cambio permanente
que sólo podría mostrar la variación conociendo las diferentes fases que fue
estableciendo dicho cambio. Esto quiere decir que la división cualitativa
constituye un par dialéctico entre las funciones de los miembros superiores con
respecto a los inferiores que se expresa con rasgos propios de las diferentes
escansiones. Toda contradicción (par dialéctico) siempre es desigual por lo que
los atributos de los miembros superiores e inferiores se combinan de una manera
específica interrelacionándose entre sí. Si la adquisición de la posición
erecta constituye el primer paso en la transformación del mono en hombre, hay
que precisar que ello constituyó el aspecto principal de la contradicción.
Mantenerse de pie no sólo exige el desarrollo de determinadas zonas del cuerpo
sino principalmente de esa facultad denominada equilibrio. Si todo ser vivo
cuenta con equilibrio hay que precisar que de lo que estamos hablando es del
equilibrio preciso que se necesita para andar con dos extremidades. Significa
que la irrupción de la especie supone la conformación de un nuevo tipo de
equilibrio mucho más precario y a su vez complejo. El cachorro humano no nace
con la posibilidad de caminar y es probable que en su ancianidad le cueste
demasiado sostenerse en dos piernas. Fue el acertijo con el que la Esfinge
interpeló a Edipo. También está la sinuosa marcha del borracho que con su
cuerpo oscila hacia sus dos costados y que por momentos necesita sujetarse a
algo que no le permita caer. El dormir consiste en abandonar el ejercicio del
equilibrio. También de la atención y la concentración. Dormir es el eclipse la
voluntad. Eso debiera ser corroborado en los sueños.
En el paso del mono al hombre se tiene que
haber producido la división de tareas entre los miembros superiores y los
inferiores. La posición erecta consiste en la adquisición del equilibrio. Debe
ser una adquisición que exige un desgaste singular que fue la causa del
desarrollo de las principales aptitudes actuales de la especie. El desarrollo
de los músculos anti gravitatorios. El lenguaje y el pensamiento, las
habilidades manuales y un trastrocamiento de algunas funciones fisiológicas. El
caso más indicativo sobre este trocamiento es sin dudas la sexualidad. Sería
inútil intentar abordar la problemática sexual desde el punto de vista
freudiano sin tener presente esta mutación general del cuerpo junto a la
adquisición de nuevas funciones corporales. La importancia de lo visual, lo
táctil y la oralidad en la sexualidad humana contrasta significativamente con
la importancia que de ello tiene la sexualidad animal en todas sus especies. El
catálogo de las perversiones sólo puede abordarse desde este señalamiento. La
mutación del instinto sexual en pulsión es uno de los rasgos principales del pasaje
del mono a hombre.
Berisso (2019)
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