El macrismo está
librando una guerra simbólica preventiva, basada en una demagogia semántica de
alto calibre. Preventiva ya que sabe que con las políticas económicas que está
llevando adelante la bomba le estallará más temprano que tarde, pero intenta
por todos los medios mostrar que si eso sucediera es debido a la “pesada
herencia”, y fundamentalmente por la existencia de sectores ultrakirchneristas,
que están conspirando contra la gobernabilidad. Los fantasmas destituyentes son
alimentados por casi toda la red informativa, que bombardea con la existencia
de militancia corrupta, que está dispuesta a resistir bajo el mando estratégicode CFK desde su exilio en el Sur. Por esa razón la guerra santa es contra todos
esos activistas “ñoquis” enquistados en el Estado, a los que hay que descabezar
para que no arremetan; también a dirigentes sociales como Milagro Sala por
estar promoviendo la violencia; y voltear a periodistas como Víctor Hugo y
destruir la ley de medios, el Afsca, por considerarlos como resguardo
militante. También golpear fuerte a las alianzas que tuvo el kirchnerismo a
nivel continental, principalmente a Venezuela. La intervención de Macri en el
Mercosur fue en ese sentido bastante elocuente. Todos esos demonios son los que
no quieren que al macrismo le vaya bien, y por eso “hay que aniquilarlos”. Todos
los ciberoperadores, presentes en los principales portales de internet, no
hacen más que promover esa violencia simbólica. Cualquier parecido con tiempos
peores, no es simple coincidencia. Siembra consensos en un sentido común
reaccionario bastante arraigado en la cultura argentina.
Otra de las
principales preocupaciones del Establishment es acondicionar al peronismo, para
cuando el macrismo se gaste, porque saben que va a ser así. Sin embargo necesitan que cuando eso suceda ya hayan derrumbado muchos obstáculos. No son pocos los columnistas
de los medios hegemónicos que llevan adelante
esta misión. Joaquín Morales Sola es el que más se destaca en esa labor
militante. Ellos quieren un peronismo disciplinado, con vocación de diálogo, y
por sobre todo que pueda sacarse de encima a todo el kirchnerismo. El ex
candidato presidencial por el Frente Renovador Sergio Massa aspira a liderar esta operación,
pero también De la Sota, Urtubey, Scioli y algunos más. En tal sentido habría
que saber qué sucedió en el seno del gobierno de CFK los primeros meses de
2013, ya que se produjo un viraje sugestivo. Bastaría recorrer las diferentes
noticias sucedidas entre marzo y junio de ese año, y percibir que sin ese
viraje la candidatura de Martín Insaurralde quien fuera apadrinado por el
gobernador Scioli, no hubiera sido posible. El blindaje mediático que tuvieron
todos esos sectores del FpV a lo largo de los últimos años es bastante
sugestivo. No resulta casual que piensen una reestructuración peronista con
esos jugadores.
Si la derecha
externa al peronismo tiene una estrategia hacia esa fuerza, por qué las diferentes expresiones político populares no podrían tenerla. Tal vez sea una necesidad.
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