La deserción del
presidente Mauricio Macri a la cumbre de la Celac, que tendrá lugar mañana
miércoles en Quito, abrió una serie de conjeturas y suspicacias algo
desopilantes. Según se informó el presidente argentino no viajará a Ecuador por
razones de salud. Por esa misma causa no tendría que haber viajado a Davos y
tampoco a Córdoba en el día de la fecha. El diagnóstico es el mismo, la fisura
de una costilla.
Algunos salieron
a decir que lo que Macri intentaba eludir era la inevitable confrontación con
el mandatario de Venezuela Nicolás Maduro. "O nos respetamos todos o se acaban las reglas de
juego en esta batalla por la nueva América y la nueva historia. Así se lo digo
al presidente de Argentina que viene agrediendo a Venezuela: O nos respetamos
todos o se acabó esta historia. Respeto a Venezuela, respeto a la patria de
Bolívar" dijo Maduro el pasado fin de semana. Otros fueron más
lejos señalando que a Macri le brotó el miedo, y que tampoco quería ver la
estatua de Néstor Kirchner presente en la sede de Unasur situada en el distrito
quiteño de la Ciudad de la Mitad del Mundo.
Lo
que Maduro debiera revisar es este señalamiento de “batalla por la Nueva
América y la nueva historia”. Si bien Mauricio Macri se pronuncia por la
novedad y el cambio, su modelo continental no es precisamente el de una Nueva
América. Lo que tanto Macri como la mayoría de la derecha continental propician
es el retorno a la Vieja América. Existen salvedades como la que representa con
ciertas ambigüedades el presidente colombiano Juan Manuel Santos, pero no son
la regla general.
Más
que intentar explicar la ausencia de Macri, por temor o por la presencia de
estatuas; habría que saber que en la Vieja América, organismos como la Celac o
la Unasur, estarían de más. Si en la región se está produciendo un viraje a la
derecha es probable que en pocos años esos organismos tiendan a desaparecer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario