La noticia de que
el perro Santillán podría arribar al Frente de Izquierda y los Trabajadores
(FIT) de buena performance en las últimas elecciones, podría resultar importante,
si uno no conociera cómo está hecho el palo de la izquierda. Sin embargo bajo
el rótulo de izquierda, en el imaginario colectivo, entran diferentes
variantes, que van desde el gubernamental Frente para la Victoria, hasta
pequeños grupos anarquistas, pasando por las diferentes variantes trotskistas,
maoístas, socialdemócratas, nacionalistas revolucionarias, autonomistas, y que
en muchos casos son parte de las principales alianzas partidarias de la
Argentina. Están como se había señalado en el FpV, pero también en el Frente
Amplio- Unen que integran partidos tradicionales como el de los radicales, los socialistas y otros. Hay mucho
grupo de izquierda que solamente se dedica al trabajo sindical, como otros a
los movimientos sociales, lo que se dio en llamar la izquierda social. El
espectro es sumamente variado y la crisis teórica que viene padeciendo la
izquierda desde hace algún tiempo no da posibilidad de dirimir las diferencias
a través de un debate que pueda llamarse riguroso. Es como la demultiplicación
de las religiones, sólo es cuestión de fe.
El punto de partida
era el acercamiento del Perro al FIT tal como aparentemente lo señalara el
dirigente ferroviario, el Pollo Sobrero. El FIT es un frente en primer lugar de
tres corrientes del trotskismo, que no permitirían la intromisión de grupos o
personalidades no afines a sus principios. Tal como señalara mi amigo Daniel De
Santis, todo lo que no cuadra con ese esquema es tildado de estalinista, y los
estalinistas se convirtieron en su principal enemigo. Santillán viene de otro
palo, del maoísmo. Lo veo difícil. Me gustaría que pudiese ser, pero
lamentablemente gran parte de la izquierda aún sigue encapsulada en debates
anodinos. Ojo no digo viejos debates, no digo debates de dinosaurios, sino
debates anodinos, debates que se impusieron tras la derrota de las izquierdas
revolucionarias a fines de los ’70. Obviamente que hoy los debates no son los
mismos, pero lo que no debiera dejar de ser igual es el rigor teórico y político
de los debates. Hace poco respondí que no existía el modo de producción
socialista, que el socialismo es un proceso de transición entre dos modos de
producción, a saber, el capitalista y ese que Marx denominaba como el imperio
de “De cada cual según su capacidad y cada cual según su necesidad”. La
sociedad de iguales, el comunismo. Afirmar la no existencia de un modo de
producción socialista, me hizo pensar en qué estaba pensando, ya que de eso hoy
ya no se habla. Aunque 40 años atrás era algo que ningún activista desconocía.
En los setenta el
debate entre trotskismo y estalinismo había sido superado, o mejor dicho,
eclipsado por otros debates más importantes. El problema era la vía de la revolución,
lo otro quedaba como un debate de las izquierdas que apuntaban al parlamento,
mientras desde el clasismo revolucionario se planteaba si era el foco, la
insurrección o la guerra popular prolongada. Según los trotskistas tanto
Guevara como Mao o Ho Chi Minh eran estalinistas. Para los estalinistas eran
apresurados y posiblemente revisionistas.
Obviamente la
izquierda tiene muchos debates viejos pendientes, pero muchos por hacer y que
conciernen a la actualidad. Por ejemplo considerar a Evo, Correa o Chávez como
reformistas resulta un síntoma grave.
La unidad de las
izquierdas a pesar de todo no se realiza con debates programáticos, también se
deben hacer, pero el punto de partida es la unidad de acción, el trabajo
conjunto en los sindicatos, en los barrios, en la base. En la confianza que se
gana sabiendo que el compañero enfrenta a un mismo enemigo. Sin eso el debate
es metafísico.
Cuando todo
indicara que el gobernador Daniel Scioli se hubiese convertido en el heredero
del kirchnerismo tras 12 años de gobierno, y que sus principales contrincantes
son Mauricio Macri y Sergio Massa, es cuando no deja de aparecer la necesidad
de una izquierda que pueda torcer todo eso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario