“la teoría
materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la
educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los
hombres, precisamente, quienes cambian las circunstancias y que el propio
educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la división de la
sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la otra (así, por
ejemplo, en Robert Owen).
La coincidencia de la
modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede
concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria
[umwälzende Praxis]”.
Tesis III sobre
Feuerbach
Tal vez esta sea una
de las tesis con mayor carga conceptual con respecto al qué hacer político, y
por ende con mayor incidencia en la denominada teoría de la organización, ya
sea en referencia a cuál es el rol del partido, cómo se ubica en relación a las
masas, y de singular importancia cómo deben formarse sus cuadros. Si bien hace
ya un tiempo quién escribe comenzó esta saga referida a las Tesis sobre
Feuerbach, principalmente en relación a la filosofía, trazando líneas de
demarcación entre materialismo e idealismo, la tesis abordada en este opúsculo
tardó en llegar. La razón de la demora es probable que tenga que ver con el
fuerte contenido político de la misma, no por obviar ese condimento, si no
principalmente porque el principal abordaje había sido filosófico. No dejará de
serlo de todas formas.
No resultaría demasiado explicativo señalar
que Robert Owen fue un socialista utópico, es decir alguien que planteara llegar a una sociedad
transformada mediante métodos no científicos. Esa explicación resultaría escasa
si se tiene en cuenta que Owen no fue tan utópico como se podría señalar, sino
más bien formado con teorías que correspondían a una burguesía que por ese
entonces proponía el mejoramiento general de la sociedad, mediante reformas
progresivas. Owen si se quiere fue alguien que intentó desarrollar un
capitalismo más efectivo. En tal sentido mejorar las condiciones de producción
de los obreros mediante el denominado “filantropismo empresarial” resultaba
parte de un humanismo burgués que hasta hoy no deja de formar parte de la
agenda de las principales políticas progresistas. Cuando Owen patrocinaba el
socialismo autogestionario lo hacía principalmente para el campo, pues sabía a
la perfección que sin el desarrollo de las fuerzas productivas agrarias, es
imposible avanzar en las correspondientes a la ciudad y la incipiente
industria. La revolución que proponía Owen era “desde arriba”, y por esa razón
adscribía a ideas como las de que tanto las circunstancias, como la educación eran
determinantes para los hombres. Obviamente que los de arriba también eran
hombres, pero a lo que se refería era principalmente a los de abajo.
En su crítica Marx señalaba correctamente que
a las circunstancias las cambian los hombres, y que para educar antes hay que
haberse educado. Se trata sí, de una posición filosófica diferente, a la que
hubieran propuesto tanto los materialistas metafísicos, como los socialistas
como Owen, y eso porque Marx rompía con
la reduplicación imaginaria de la sociedad, presente en el dualismo. Los
hombres y sus circunstancias, al igual que la educación y los educadores, son
parte de un mismo proceso, de una misma práctica. La revolución deja de ser
sólo “desde arriba”, y si bien la que se realiza “desde abajo” va a ser la
principal apuesta, el aspecto principal de la contradicción abajo- arriba, se
dirimirá en una única totalidad. Tal vez ésta sea la razón por la cual el
Estado es el principal sitio de la disputa política. El lugar donde se dirimen
las relaciones de fuerza entre clases sociales en lucha.
De tal forma si hay algunos elementos claves
para una teoría de la organización política, ellos son entre otros el hecho de
que un partido político que se precie ser la representación efectiva de una
clase social, nunca puede ser un docente externo, ni una vanguardia exógena a
la clase que dice representar, ya que si así lo hiciera reproduciría el
dualismo oweniano.
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