2015/01/11

Los abúlicos del Dante. Lo hiperreal, la castración y la política.

Según Jean Baudrillard se terminaron las oposiciones binarias con posibilidad de síntesis. Ya no se trata de lo bello contra lo feo, o lo verdadero contra lo falso. Ahora uno de los extremos va por su redoblamiento, absorbiendo en esa operación toda la energía de su contrario. De esa forma lo más real que lo real (lo hiperreal), termina absorbiendo la irrealidad. El redoblamiento de los elementos considerados “buenos” por el sentido común y la tradición, produce lo obsceno, y tal vez lo siniestro. Ser más transparente que lo transparente puede provocar la impunidad de los actos. El hombre que engañó a su mujer sin disimulo, o el ladrón que se pasea tranquilamente ante los asaltados.

 “Sé que eso está mal, pero hay que hacerlo”. Freud cuando buscaba la génesis de las perversiones se centraba en aquello que él denominaba la renegación de la castración. La construcción que realizaba sobre ese complejo inserto en el de Edipo, se desplegaba en una secuencia de significantes que más o menos se alineaban en una frase del estilo: “Ya sé que es así, pero aún así…”.

En el Canto Tercero de la Comedia Dante se refirió a los abúlicos. Esos que no son aceptados ni en el cielo ni el infierno, que “corren desnudos y aguijoneados por tábanos y avispas”
Dante en compañía de su maestro Virgilio:
“Con el terror ciñendo mi cabeza dije: ‘Maestro, qué es lo que yo escucho, y quiénes son éstos que el dolor abate’  Y él me repuso: ‘Esta mísera suerte tienen las tristes almas de esas gentes que vivieron sin infamia y sin motivo de gloria. Están mezcladas con el coro infame de ángeles que no fueron ni fieles ni rebeldes a Dios, sino a ellos mismos manteniéndose neutrales.
 Los echa el cielo, para no perturbar su belleza, y el infierno los rechaza, pues podrían dar gloria a los condenados’
 Y yo le insistí: ‘Maestro, ¿qué les pesa tanto y provoca lamentos tan amargos?’
 Respondió: ‘Te lo diré brevemente. Éstos ya no tienen esperanza de muerte, y su ciega vida es tan abyecta que se sienten envidiosos de cualquier otra suerte. En el mundo no puede quedar traza de ellos: desdéñalos ya ni son recordados. No hablemos más de ellos, míralos y pasa de largo’”.
El canto del Dante se circunscribe a la entrada del Averno, al lugar desde donde Caronte llevaba en su barca a los condenados por el Aqueronte. Los abúlicos quedaban ahí, sin morir, sin condena, y olvidados por los vivientes del mundo.

Tal vez Jorge Luis Borges en su cuento “El inmortal” haya intentado sondear esa melancolía. Tal vez la sociedad girando sobre sí misma, haya entrado en un éxtasis, que la muestre en su forma pura y vacía. Lo que no debiera caer en el éxtasis es la política. 

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