2014/02/23

Álvaro Uribe, torpedo de EE.UU.

Uribe condecorado por George W. Bush
El “padrino” de la derecha extrema en el área del Caribe.
Luego que el presidente de Venezuela Nicolás Maduro involucrara al ex presidente de Colombia Álvaro Uribe Vélez como uno de los promotores de la violencia ejercida por los grupos opositores  que intentan derrocarlo, el ex mandatario neogranadino no titubeó en lanzar una campaña por un millón de firmas para que en ellas se exprese la solidaridad de la ciudadanía colombiana con el pueblo venezolano y contra “la dictadura sangrienta” que los gobierna, asegurando que el presidente Juan Manuel Santos es cómplice de todo ello. Esto, se dio casi en simultáneo  con el envío de copias que la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia de Colombia les acercara a la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes, para que se investigue si hay mérito para abrir un proceso contra Uribe. La razón radica en que el capo del narcotráfico Diego León Montoya (a) Don Diego le haya dicho al alto tribunal que él mismo financió con dineros del narcotráfico, una de las campañas presidenciales de Uribe.
Maduro le cantó el tanto- El mandatario venezolano conoce muy bien los movimientos a los que Uribe está predispuesto, e incluso a qué puertas sabe tocar para llevar adelante sus más pérfidos designios. Maduro que se desempeñó como jefe de la diplomacia de su país entre 2006 y 2013, sabe que Uribe no es un “bebé de pecho”. No pocas veces tuvo que mediar con su par colombiano, en los momentos más ríspidos de la relación entre el Palacio de Miraflores y la Casa de Nariño, cuando ambas sedes presidenciales eran ocupadas por Hugo Chávez y Álvaro Uribe, incluida la rotura de lazos diplomáticos entre ambos países. Chávez no pocas veces culpó a Uribe de enviar grupos paramilitares a Venezuela para desestabilizar, mientras que su por entonces par colombiano, le retrucaba al mandatario bolivariano de refugiar guerrilleros de las Farc en territorio venezolano, incluida la patraña de decir que contaba con pruebas concretas sobre ello, las cuales estaban presentes en las memorias USB de los ordenadores del extinto jefe guerrillero Raúl Reyes. Conociendo muy bien al ex mandatario colombiano, Maduro no titubeó y lo acusó de estar detrás de la violencia de ciertos grupos opositores que están intentando a sangre y fuego desestabilizar al gobierno bolivariano.
Durante la marcha por la paz realizada en Caracas el sábado 15 de febrero, Maduro dijo que “A nivel internacional los fascistas se regodean en los medios de comunicación y han dicho que los hechos de violencia contra la Fiscalía General y la Ciudad de Caracas son culpa mía. Ellos dicen que yo convoqué a un autogolpe de Estado” asegurando luego que “La mediática mundial ha dejado un mensaje muy claro. Ya le he mandado un mensaje muy claro (...) a este canal de noticias (colombiano NTN24) donde detrás está la mano de un fascista enemigo de Venezuela, Álvaro Uribe, fascista que está detrás de todos estos movimientos violentos que se desarrollan en Venezuela” repitiendo con fuerza “Así lo declaro: Álvaro Uribe Vélez está detrás dirigiendo y financiando a estos movimientos fascistas, y pretende a través de un canal de noticias anti venezolano hacer lo mismo que hicieron aquel 11 de abril de 2002” generando caos y zozobra que justifiquen posteriormente un golpe de Estado efectivo.  Maduro señaló a la derecha internacional, pero la personificó en Uribe como principal ariete de la misma.
Uribe le echó la falta- Sin inmutarse por las declaraciones de Maduro, el ex presidente Uribe salió con los tapones de punta a escribir en la red social Twitter, un medio en el cual se mueve como pez en el agua, siendo ya un hiperactivo usuario. “Dictadura de Venezuela y su socia Farc hacen su labor: asesinan lo que queda de ímpetu de libertad” escribía Uribe, invitando a que un millón de colombianos firmen “este mensaje de solidaridad con los hermanos venezolanos maltratados por la dictadura Castro-Chavista que prolonga Nicolás Maduro”. Expresaba a su vez  que “Desde Colombia, mantendremos nuestro corazón latiendo en solidaridad con el grito democrático de Venezuela y nuestra decisión inclaudicable para que a nuestra Patria no la lleven al mismo camino Castro-Chavista” escribía Uribe, afirmando que “Cada firma es un apoyo del alma a la democracia y al hermano pueblo venezolano. Apoyamos la Democracia en Venezuela y rechazamos el Castro Chavismo en Colombia”. Por otro lado aseguraba que el gobierno de  Juan Manuel Santos “por temor a Farc se vuelve cómplice de dictadura sanguinaria de Venezuela”. Para entender un poco la lógica uribista, habría que precisar que al igual que en el discurso del megalómano, su principal enemigo siempre ocupa el centro de un universo especular. Uribe quien acusa a las Farc de haber matado a su padre, no vacila en tildar de pro Farc a los gobiernos de Venezuela, también de Ecuador, y ahora al gobierno de Santos por el hecho de sentarse a negociar una salida pacífica al conflicto armado más viejo del continente. Todo lo que no vaya en la dirección de proseguir una guerra sanguinaria contra la guerrilla, en la cual el sector terrateniente del que Uribe es parte, se benefició anchamente con el desplazamiento de campesinos e indígenas, y les permitió no sólo conformar tropas irregulares como las del paramilitarismo, sino que a su vez les dio licencia para involucrarse en el negocio del narcotráfico.
Le cantaron 82- En 1991 un informe del Pentágono -en el cual aparecía la lista de los principales narcotraficantes del mundo-, ubicaba en ese lugar (el 82) a Uribe, asociándolo al cartel de Medellín y como un amigo cercano del ya célebre capo narco Pablo Escobar Gaviria. La relación de Uribe con el paramilitarismo y el narcotráfico siempre estuvo en la superficie, pero nadie se animó a tocarla. Un síntoma tal vez de un poder que aún tiene vigencia. No resulta ocioso destacar que el alcalde de Bogotá Gustavo Petro haya considerado que Colombia aún conserva una estructura estatal narco mafiosa, y que cuando existía la posibilidad concreta de que algunos paramilitares pudieran declarar sobre los nexos del ex presidente con el delito, ellos fueran extraditados a los EE. UU. para quedar silenciados. Pero la rueda da vueltas y las voces retornan. Fue así que el sindicado como jefe del Cartel del Norte del Valle Diego León Montoya  Sánchez (a) Don Diego y también conocido como el “Señor de la Guerra”, quien actualmente está extraditado en los Estados Unidos y recluido en una prisión de alta seguridad de Arizona, haya declarado ante magistrados de la Corte colombiana, que él les entregó recursos a diferentes dirigentes políticos,  precisando más específicamente que financió la campaña de Uribe para alcanzar su primera presidencia en 2002. Debido a esta declaración la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia compulsó copias a la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes, para que se investigue si hay mérito para abrirle un proceso penal a Uribe. La Sala Penal también compulsó copias a la Fiscalía, para que determine si hay lugar para abrir investigación en contra de la ex congresista Dilian Francisca Toro, Juan Carlos Martínez, Rocío Arias, Leonora Pineda y Luis Helmer Arenas, a quienes, según Don Diego, también les realizó aportes en dinero para financiar sus campañas.
Ante esta situación Uribe puso en acción para su defensa al abogado Jaime Granados, quien le aseguró a la prensa que denunciará a Don Diego por tres delitos. “Cabe una denuncia por falso testimonio, fraude procesal y una querella por calumnia" dijo Granados y expresó que “El presidente Uribe tiene una política de cero tolerancia con ese tipo de manifestaciones que lo único que buscan es confundir a la opinión pública”. La mejor defensa es un buen ataque. En 2002 en plena campaña presidencial, el periodista Joseph Contreras de la revista Newsweek le preguntó a Uribe acerca de aquel vínculo que lo sindicaba en el lugar 82. Uribe se erizó y terminó abruptamente la entrevista, y luego acusó a Contreras de tratar de manchar su reputación, diciendo que "como político, he sido honorable y responsable”. Durante 8 años de gobierno Uribe llevó adelante las principales recetas estadounidenses tanto en la economía como en la guerra, cosa que seguramente hizo que le perdonaran el estigma clasificatorio realizado en el ’91. La doble moral le dicen.


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