Lo que se puede percibir en la mayoría de los análisis políticos
de coyuntura, tanto de los que apoyan al gobierno, como de los encendidamente
opositores, es un gran abanico de lugares comunes, de clichés, y de
sobrentendidos que lejos de aportar una visión un poco más clara acerca de cómo
debiera ser un rumbo transformador, y ofrecer herramientas para que los
militantes sepan autogestionar su práctica; la mayoría de las veces no hacen
más que crear bandos de enfrentamiento virtual, que sólo sirven para generar
consensos, obviamente necesarios para una coyuntura electoral, pero no para
revertir o consolidar nuevas relaciones de fuerzas en lo que depara a diario la
cotidianeidad. Una tarea necesaria debiera ser construir una especie de
catálogo de todas esas formas (más publicitarias que otra cosa) para
desmenuzarlas y ponerlas en consideración, de los que honestamente quieren
transformar la realidad.
Además de ser una libreta en la que uno guarda diferentes ideas, este blog sirve como archivo de las diferentes notas publicadas en diversos medios gráficos y digitales.
2014/01/30
2014/01/19
El TIAR, un tratado ya inservible
Cuando se creó suponía un enemigo externo común para
toda América, pero sólo sirvió a los fines de dominio regional de Estados
Unidos. Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Venezuela se van del organismo y proponen
su definitivo entierro.
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OEA en Cochabamba. En este encuentro de 2012 comenzó a gestarse el despegue |
El 5 de junio de 2012, en ocasión
de la 42º Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA)
realizada en la ciudad boliviana de Cochabamba, el canciller ecuatoriano
Ricardo Patiño en nombre de su país, pero también de Bolivia, Nicaragua y Venezuela,
anunció que dichas naciones se retirarían del Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca (TIAR). Para realizar este paso, que no implica
un simple anuncio, el pasado 9 de enero la Asamblea General de Ecuador dio el
inicio formal al tratamiento concerniente a la renuncia que el país andino hará
con respecto a dicho tratado. Desde el ámbito legislativo se debe aprobar la
denuncia del TIAR, que inició el Ejecutivo, para que vuelva al mismo y que éste
la haga llegar ante la OEA. Una vez cumplimentada tal acción, Ecuador dejará de
integrar el tratado en el plazo de dos años.
La dependencia, sujeción y falta de autonomía de los diferentes países latinoamericanos con respecto a la orbe del capitalismo de Occidente en general, y de los Estados Unidos en particular, no sólo se implementa y reproduce a partir de la incidencia directa de los países imperiales, o a través de la expansión económica de los mismos en la región. Es sustancial remarcar también que dicha sujeción se ejerce a través de una complicada telaraña de tratados, normativas y reglamentaciones de cooperación, que en la mayoría de los casos hasta fueron incorporados a las diferentes constituciones nacionales. El menú de enmiendas, modificaciones y reformas constitucionales que tuvieran lugar en los noventa, durante el auge neoliberal y el desarrollo de la unipolaridad, no fueron más que la aceptación tácita de un tipo de institucionalidad que no se distingue demasiado de lo que es una “Carta otorgada”, en la cual el Rey se comprometía a gobernar a sus súbditos de una manera expresa. El intento de constituir un nuevo bloque regional, no sujeto a pautas heterónomas, necesariamente debiera además de constituir nuevos acuerdos multilaterales, ir desterrando gradualmente todos aquellos que fueron funcionales a la sujeción. La iniciativa de los cuatro países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) de iniciar la salida del TIAR debe ser entendida de esa forma. El surgimiento de nuevas herramientas de integración económica, al igual que las diferentes experiencias de reforma de las constituciones realizadas este siglo, marchan en el mismo sentido.
La dependencia, sujeción y falta de autonomía de los diferentes países latinoamericanos con respecto a la orbe del capitalismo de Occidente en general, y de los Estados Unidos en particular, no sólo se implementa y reproduce a partir de la incidencia directa de los países imperiales, o a través de la expansión económica de los mismos en la región. Es sustancial remarcar también que dicha sujeción se ejerce a través de una complicada telaraña de tratados, normativas y reglamentaciones de cooperación, que en la mayoría de los casos hasta fueron incorporados a las diferentes constituciones nacionales. El menú de enmiendas, modificaciones y reformas constitucionales que tuvieran lugar en los noventa, durante el auge neoliberal y el desarrollo de la unipolaridad, no fueron más que la aceptación tácita de un tipo de institucionalidad que no se distingue demasiado de lo que es una “Carta otorgada”, en la cual el Rey se comprometía a gobernar a sus súbditos de una manera expresa. El intento de constituir un nuevo bloque regional, no sujeto a pautas heterónomas, necesariamente debiera además de constituir nuevos acuerdos multilaterales, ir desterrando gradualmente todos aquellos que fueron funcionales a la sujeción. La iniciativa de los cuatro países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) de iniciar la salida del TIAR debe ser entendida de esa forma. El surgimiento de nuevas herramientas de integración económica, al igual que las diferentes experiencias de reforma de las constituciones realizadas este siglo, marchan en el mismo sentido.
La salida del TIAR. Había sido anunciada en junio de
2012 –como anteriormente se señalaba– en ocasión de la cumbre de la OEA en Cochabamba.
Allí, el canciller ecuatoriano Ricardo Patiño, acompañado por sus pares de
Nicaragua, Venezuela y Bolivia, fue el vocero que en conferencia de prensa
expresó los diferentes argumentos que los cuatro países del ALBA esgrimieron
para decidir abandonar el tratado. “Hay algunas instituciones que ya hace mucho
tiempo dejaron de existir, aunque formalmente sigan existiendo”, dijo Patiño,
asegurando luego que “hay que limpiar la casa”. Entre otras consideraciones
también dijo: “Nuestros países han tomado la decisión de enterrar lo que merece
ser enterrado, o de tirar al tacho de la basura lo que ya no sirve. El TIAR fue
creado en condiciones en que se suponía que podría servir como un instrumento
de protección mutua de los países de nuestra América en caso de supuestas
agresiones extra continentales y que en el momento más importante en que debió
haber sido utilizado, cuando el grave episodio de las Islas Malvinas en la
década de los ochentas, no se aplicó. Y no sólo no se aplicó, sino que uno de
los miembros, Estados Unidos, respaldó y apoyó a Inglaterra. Desde allí ha
dejado de tener sentido y estaba prácticamente sin referencia alguna por parte
de alguno de los países de América para utilizarlo contra todas esas supuestas
agresiones de fuera del continente, mientras se producían problemas en el
interior del Continente, nuestros países han tomado la determinación de
denunciar el referido Tratado”, dijo el canciller, asegurando que en la
actualidad es necesaria la conformación de otra clase de organización, que esté
a favor de los pueblos y no de intereses hegemónicos, y recalcó que “los cuatro
países aquí representados damos los pasos para la sepultura del TIAR, como un
primer paso para esas transformaciones que la OEA necesita”, dijo, aclarando
luego que “esta decisión la hemos pensado muy bien, la hemos consensuado muy
bien con nuestros gobiernos para limpiar la hojarasca de esta institución de la
OEA, que, como han dicho algunos presidentes, tiene la obligación de
reinventarse”.
La decisión de los cuatro países no cayó para nada bien en los Estados Unidos, y muy rápidamente el portavoz del Departamento de Estado William Ostick consideró como “desafortunado” el proceder de los mismos, asegurando casi de modo amenazante que por dos años hasta que se efectivice la salida de Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua del TIAR, esos países deben seguir cumpliendo con sus obligaciones.
El pasado viernes 10, la comisión de Soberanía y Relaciones Internacionales del Parlamento de Ecuador aprobó el informe elaborado por la cancillería en el cual se esboza la denuncia que el país andino hace del TIAR. De esta manera esa comisión le recomienda al pleno de la Asamblea, que apruebe en próximas sesiones el informe, para devolvérselo al presidente Rafael Correa, y que éste lo gire a la OEA. Una vez realizado todo este trámite, recién luego de dos años se hará efectiva la renuncia. Los diferentes integrantes de la comisión legislativa escucharon el jueves 9 los distintos fundamentos que les aportaron los diplomáticos Mauricio Montalvo, Marcelo Vásquez, Benjamín Villacís y Denys Toscano, todos ellos representantes de la Cancillería ecuatoriana. Según dijera Mauricio Montalvo en esa ocasión, el Gobierno ecuatoriano fundamenta su renuncia a dicho tratado “en la superación de las condiciones políticas, materiales e históricas que determinaron la firma del instrumento, tras el fin de la Guerra Fría”, sostuvo el diplomático, y recordó que el TIAR, que se estableció en Río de Janeiro el 2 de septiembre de 1947, fue firmado por Ecuador el 10 de noviembre de 1949 y ratificado en 1950. Montalvo hizo hincapié en que este tratado fue promovido por Estados Unidos para hacer frente a supuestos atentados contra la paz, la seguridad y la soberanía de las naciones americanas, resultantes de la intervención de potencias extracontinentales, en particular del bloque comunista de Europa Oriental y Asia. Pero a pesar de sus fundamentos indicó Montalvo que el documento del TIAR fue utilizado en los últimos años para justificar el intervencionismo y el uso de la fuerza en contra de países y gobiernos americanos de tendencia popular, socialista o nacionalistas. A su vez el diplomático ecuatoriano indicó las contradicciones del tratado, dando el ejemplo de la invasión británica a las islas Malvinas en 1982, cuando Estados Unidos tomó partido por el Reino Unido en contra de los intereses de Argentina, a pesar de que este país sea uno de los integrantes del TIAR.
El pasado lunes la comisión de relaciones internacionales, le remitió a la Secretaría General del Parlamento unicameral, la recomendación para que el pleno de la asamblea apruebe el informe que denuncia al TIAR y solicita la salida del mismo. Según informaba el ente legislativo ese lunes, en nota de prensa, el informe que había sido aprobado el día 10 había contado con el voto favorable de 8 asambleístas sobre los 9 que conforman la comisión. Según le expresaba a la prensa la asambleísta María Augusta Calle, quien además es vicepresidenta de la Asamblea General, y presidenta encargada de la Comisión de Relaciones Internacionales, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca “es vejatorio de la soberanía del Ecuador”. El también conocido como Tratado de Río, dijo Calle, “fue suscrito por los Estados para resguardar la seguridad hemisférica frente a agresiones de otros continentes en el marco de la Guerra Fría” y “para formar círculos de seguridad en torno de los Estados Unidos”, y éste lo utilizó “para invadir” otros países, recordando que “cuando tuvo que ser aplicado en rigor en la guerra de las Malvinas (1982), Estados Unidos no lo aplicó, no entró a defender a Argentina de la agresión de un Estado que está fuera del continente”, sino que “más bien ayudó” al Reino Unido, lo que “da cuenta de la obsolescencia del tratado”, señaló la asambleísta.
Además dijo que “las amenazas (que justificaban el tratado) no existen ya, el mundo ha tenido un cambio radical, no existe el eje socialista que era la razón de existencia del TIAR, sino una nueva correlación de fuerzas en el continente”, agregó Calle, sugiriendo que ahora existen en la región otras herramientas de defensa como son la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y su Consejo Suramericano de Defensa, “lo que hace necesario que el TIAR muera”, aseguró. Para Calle, hoy en la región se están dando nuevos elementos relacionados con la seguridad. “Las nuevas amenazas que tenemos en el continente son el espionaje global, es una seria amenaza a la soberanía y seguridad de los estados, el crimen trasnacional, dentro de él la trata de personas”, dijo Calle, observando que “son nuevos escenarios de inseguridad y de amenazas los que ahora se manifiestan”, por lo que “mal haríamos en ser parte de un tratado cuyo escenario fundamental era la agresión del bloque socialista contra los Estados Unidos”, dijo.
Por su parte el asambleísta Rodrigo Collaguazo, vocal de la Comisión de Soberanía, Integración y Relaciones Internacionales, al referirse al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), subrayó que este instrumento no responde a los intereses de los pueblos latinoamericanos sino, más bien, a los de Estados Unidos, razón por la cual se debe aprobar el pedido de denuncia solicitado por el Presidente de la República.
Según la información dada por el portal de la Asamblea Nacional de Ecuador, Collaguazo precisó que desde sus inicios el tratado nunca tuvo una real defensa de los países y ha sido un arma que ha favorecido únicamente a los intereses de Estados Unidos. Además de citar el caso de Malvinas, el legislador señaló lo ocurrido en Londres, cuando se pretendió allanar la embajada de Ecuador para tratar de capturar a Julian Assange.
El parlamentario, al indicar que, si bien luego de la denuncia del tratado éste aún regirá por dos años más, porque las disposiciones del convenio así lo establecen, precisó que lo importante es impulsar nuevos espacios y mecanismos de cooperación en materia de seguridad colectiva internacional, que garanticen la soberanía de los países y que los procesos de integración sean, no solamente de carácter militar, sino principalmente en los ámbitos de la economía, lo político y lo social.
El rodaje que Ecuador comenzó a darle a su salida formal del TIAR, más allá de algunas consideraciones como enunciar que el tratado ya es “obsoleto” o que hay que “limpiar la hojarasca” si bien considerarlos de esa forma conlleva cierta validez, habría que precisar que antes que nada responden a una necesidad de afinar más aún todos los mecanismos que aseguren que se ejerza un grado mayor de autonomía, y prevenirse de injerencias futuras. La mayoría, por no decir todos los acuerdos que la potencia del Norte mantuvo y mantiene con respecto a los países latinoamericanos, siempre son armas de doble filo, que en primer lugar le dan la facultad para intervenir en cuestiones soberanas, en las cuales no debiera existir intromisión. El caso de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico tal vez sea uno de esos ejemplos paradigmáticos, y la expulsión que Bolivia hiciera de la DEA, el contraejemplo necesario.
Un dato a tener en cuenta también es que, la Corte Constitucional ecuatoriana declaró el 23 de octubre de 2013 que la denuncia del TIAR y su consecuente salida del ordenamiento jurídico no afecta, ni disminuye, ni menoscaba los derechos constitucionales de las personas de ese país.
La decisión de los cuatro países no cayó para nada bien en los Estados Unidos, y muy rápidamente el portavoz del Departamento de Estado William Ostick consideró como “desafortunado” el proceder de los mismos, asegurando casi de modo amenazante que por dos años hasta que se efectivice la salida de Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua del TIAR, esos países deben seguir cumpliendo con sus obligaciones.
El pasado viernes 10, la comisión de Soberanía y Relaciones Internacionales del Parlamento de Ecuador aprobó el informe elaborado por la cancillería en el cual se esboza la denuncia que el país andino hace del TIAR. De esta manera esa comisión le recomienda al pleno de la Asamblea, que apruebe en próximas sesiones el informe, para devolvérselo al presidente Rafael Correa, y que éste lo gire a la OEA. Una vez realizado todo este trámite, recién luego de dos años se hará efectiva la renuncia. Los diferentes integrantes de la comisión legislativa escucharon el jueves 9 los distintos fundamentos que les aportaron los diplomáticos Mauricio Montalvo, Marcelo Vásquez, Benjamín Villacís y Denys Toscano, todos ellos representantes de la Cancillería ecuatoriana. Según dijera Mauricio Montalvo en esa ocasión, el Gobierno ecuatoriano fundamenta su renuncia a dicho tratado “en la superación de las condiciones políticas, materiales e históricas que determinaron la firma del instrumento, tras el fin de la Guerra Fría”, sostuvo el diplomático, y recordó que el TIAR, que se estableció en Río de Janeiro el 2 de septiembre de 1947, fue firmado por Ecuador el 10 de noviembre de 1949 y ratificado en 1950. Montalvo hizo hincapié en que este tratado fue promovido por Estados Unidos para hacer frente a supuestos atentados contra la paz, la seguridad y la soberanía de las naciones americanas, resultantes de la intervención de potencias extracontinentales, en particular del bloque comunista de Europa Oriental y Asia. Pero a pesar de sus fundamentos indicó Montalvo que el documento del TIAR fue utilizado en los últimos años para justificar el intervencionismo y el uso de la fuerza en contra de países y gobiernos americanos de tendencia popular, socialista o nacionalistas. A su vez el diplomático ecuatoriano indicó las contradicciones del tratado, dando el ejemplo de la invasión británica a las islas Malvinas en 1982, cuando Estados Unidos tomó partido por el Reino Unido en contra de los intereses de Argentina, a pesar de que este país sea uno de los integrantes del TIAR.
El pasado lunes la comisión de relaciones internacionales, le remitió a la Secretaría General del Parlamento unicameral, la recomendación para que el pleno de la asamblea apruebe el informe que denuncia al TIAR y solicita la salida del mismo. Según informaba el ente legislativo ese lunes, en nota de prensa, el informe que había sido aprobado el día 10 había contado con el voto favorable de 8 asambleístas sobre los 9 que conforman la comisión. Según le expresaba a la prensa la asambleísta María Augusta Calle, quien además es vicepresidenta de la Asamblea General, y presidenta encargada de la Comisión de Relaciones Internacionales, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca “es vejatorio de la soberanía del Ecuador”. El también conocido como Tratado de Río, dijo Calle, “fue suscrito por los Estados para resguardar la seguridad hemisférica frente a agresiones de otros continentes en el marco de la Guerra Fría” y “para formar círculos de seguridad en torno de los Estados Unidos”, y éste lo utilizó “para invadir” otros países, recordando que “cuando tuvo que ser aplicado en rigor en la guerra de las Malvinas (1982), Estados Unidos no lo aplicó, no entró a defender a Argentina de la agresión de un Estado que está fuera del continente”, sino que “más bien ayudó” al Reino Unido, lo que “da cuenta de la obsolescencia del tratado”, señaló la asambleísta.
Además dijo que “las amenazas (que justificaban el tratado) no existen ya, el mundo ha tenido un cambio radical, no existe el eje socialista que era la razón de existencia del TIAR, sino una nueva correlación de fuerzas en el continente”, agregó Calle, sugiriendo que ahora existen en la región otras herramientas de defensa como son la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y su Consejo Suramericano de Defensa, “lo que hace necesario que el TIAR muera”, aseguró. Para Calle, hoy en la región se están dando nuevos elementos relacionados con la seguridad. “Las nuevas amenazas que tenemos en el continente son el espionaje global, es una seria amenaza a la soberanía y seguridad de los estados, el crimen trasnacional, dentro de él la trata de personas”, dijo Calle, observando que “son nuevos escenarios de inseguridad y de amenazas los que ahora se manifiestan”, por lo que “mal haríamos en ser parte de un tratado cuyo escenario fundamental era la agresión del bloque socialista contra los Estados Unidos”, dijo.
Por su parte el asambleísta Rodrigo Collaguazo, vocal de la Comisión de Soberanía, Integración y Relaciones Internacionales, al referirse al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), subrayó que este instrumento no responde a los intereses de los pueblos latinoamericanos sino, más bien, a los de Estados Unidos, razón por la cual se debe aprobar el pedido de denuncia solicitado por el Presidente de la República.
Según la información dada por el portal de la Asamblea Nacional de Ecuador, Collaguazo precisó que desde sus inicios el tratado nunca tuvo una real defensa de los países y ha sido un arma que ha favorecido únicamente a los intereses de Estados Unidos. Además de citar el caso de Malvinas, el legislador señaló lo ocurrido en Londres, cuando se pretendió allanar la embajada de Ecuador para tratar de capturar a Julian Assange.
El parlamentario, al indicar que, si bien luego de la denuncia del tratado éste aún regirá por dos años más, porque las disposiciones del convenio así lo establecen, precisó que lo importante es impulsar nuevos espacios y mecanismos de cooperación en materia de seguridad colectiva internacional, que garanticen la soberanía de los países y que los procesos de integración sean, no solamente de carácter militar, sino principalmente en los ámbitos de la economía, lo político y lo social.
El rodaje que Ecuador comenzó a darle a su salida formal del TIAR, más allá de algunas consideraciones como enunciar que el tratado ya es “obsoleto” o que hay que “limpiar la hojarasca” si bien considerarlos de esa forma conlleva cierta validez, habría que precisar que antes que nada responden a una necesidad de afinar más aún todos los mecanismos que aseguren que se ejerza un grado mayor de autonomía, y prevenirse de injerencias futuras. La mayoría, por no decir todos los acuerdos que la potencia del Norte mantuvo y mantiene con respecto a los países latinoamericanos, siempre son armas de doble filo, que en primer lugar le dan la facultad para intervenir en cuestiones soberanas, en las cuales no debiera existir intromisión. El caso de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico tal vez sea uno de esos ejemplos paradigmáticos, y la expulsión que Bolivia hiciera de la DEA, el contraejemplo necesario.
Un dato a tener en cuenta también es que, la Corte Constitucional ecuatoriana declaró el 23 de octubre de 2013 que la denuncia del TIAR y su consecuente salida del ordenamiento jurídico no afecta, ni disminuye, ni menoscaba los derechos constitucionales de las personas de ese país.
Un pacto de seguridad contra una
URSS que ya no existe
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Colaboración pasada. El portaaviones estadounidense Carl Vinson, ante las costas de Perú, en el operativo Unitas 2010 del Tiar.ir leyenda |
El TIAR (Tratado Interamericano de
Asistencia Recíproca) también conocido como Tratado de Río tuvo su conformación
el 2 de septiembre de 1947, precisamente en la ciudad de Río de Janeiro, dos
años después de terminada la Segunda Guerra Mundial. Es un pacto de seguridad
mutua entre los distintos Estados de todo el continente americano, que a lo
largo de todo el hemisferio tiene alcance desde el Polo Norte hasta los
confines de la zona patagónica. El área de protección del tratado comprende
toda la masa continental, más 300 millas marinas contadas desde la costa, lo
que equivale aproximadamente a unos 483 kilómetros. Según el artículo 3.1 del
TIAR en caso de “(...) un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado
Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos,
y en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar a
hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa
individual o colectiva” haciendo valer de esa forma el Artículo 51 de la Carta
de la ONU (Organización de Naciones Unidas).
Tras la finalización de la segunda guerra, el TIAR fue el primer acuerdo multilateral en materia de seguridad, ya que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue conformada en 1949. También el TIAR tuvo su inicio, un año antes que la Organización de Estados Americanos (OEA), que sería a partir de 1948 su ámbito de incumbencia. La OEA se convertiría, a partir de ese año, en la recreación de la antigua Unión Panamericana, y por ende, el organismo a partir del cual los Estados Unidos mantendrían un nivel de injerencia superlativo al sur del Río Bravo. De esta forma, tanto el TIAR como la OEA serían la continuación de la Doctrina Monroe por otros medios. La misma, elaborada en 1823 decía: “América para los americanos” y le daba a los Estados Unidos la facultad para interponerse y actuar ante cualquier atentado externo realizado contra cualquier región o país del nuevo continente, con lo cual ya se sentaba la base de la tutela yanqui con respecto a su patio trasero.
Según precisa el politólogo brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira, en su libro De Martí a Fidel. La Revolución Cubana y América Latina, los Estados Unidos –tras la finalización de la guerra–, si bien de palabra condenaban “las políticas de esfera de influencia y de equilibrio de poder, apelando a una era de paz apoyada en la seguridad colectiva de la ONU, no estaban dispuestos a renunciar a la hegemonía en América latina”. De igual manera que en 1919, tras la finalización de la primera guerra, cuando se conformó el Pacto de la Liga de las Naciones, los Estados Unidos tomaron muchas precauciones para que la ONU no ejerciera ninguna clase de injerencia en el hemisferio occidental. Fue así que de acuerdo con el Artículo 52 de la Carta de la ONU, firmada en San Francisco en 1945, encontraron la legitimidad para llevar adelante tanto acuerdos como organismos regionales para tratar todas las cuestiones relativas al mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales. De acuerdo con el Artículo 53 de la Carta de San Francisco, estaba previsto que los acuerdos enunciados en el Artículo 52 serían utilizados por el Consejo de Seguridad de la ONU, pero según Moniz Bandeira en tanto los Estados Unidos preservaron la Doctrina Monroe “se reservaron el derecho de tratar unilateralmente los negocios en el hemisferio occidental, sin el riesgo de enfrentarse al veto del Consejo de Seguridad de la ONU, y emprendieron la modernización del sistema interamericano”. En el marco señalado tuvo nacimiento el TIAR.
La firma del Tratado de Río tuvo un antecedente también en la Conferencia de Chapultepec (México) cuando en 1945 se acordó un acta con diversos acuerdos panamericanos. La Resolución VIII del Acta de Chapultepec ya preveía la conformación de un organismo como el TIAR, pero se objetaba la posición de la Argentina en ese entonces. Estados Unidos sostenía que no podía firmar un acuerdo de ese estilo con el gobierno de Edelmiro Farrell, ya que este violaba los derechos civiles de los argentinos, por lo cual en el ’45 pospusieron la realización de la Reunión de Río. En el artículo “Del TIAR a la OEA: Argentina, Estados Unidos y el sistema interamericano”, escrito por Leandro Ariel Morgenfeld, este autor señala que cuando llegó Juan Domingo Perón a la presidencia argentina en 1946, el mismo día de su asunción “anunció en su discurso inaugural que enviaría al Congreso para su ratificación el Acta de Chapultepec y la Carta de San Francisco” sosteniendo que “El nuevo presidente tuvo varias iniciativas para mejorar el vínculo bilateral, como fue el envío del General Carlos M. von der Becke a los Estados Unidos con la misión de obtener armas modernas para las fuerzas armadas nacionales” pero que “la Casa Blanca sólo autorizaría la venta de armas al país del sur una vez que se cumplieran los compromisos que se habían votado en la Conferencia de Chapultepec”.
El conflicto inaugural en la conformación del TIAR, entre los Estados Unidos y la Argentina, estaba marcado principalmente por la neutralidad que el país había mantenido durante la Segunda Guerra, y también según Moniz Bandeira, debido a que el embajador estadounidense en Buenos Aires George S. Messersmith, sospechaba que Perón pudiera tener un estrecho entendimiento con la Unión Soviética, y de esa forma el sistema interamericano correría el riesgo de desintegrarse.
En 1982, cuando la guerra de Malvinas, casi como un destino prefijado por aquel conflicto inaugural, los Estados Unidos omitieron la aplicación del TIAR y tomaron partido por la OTAN.
Tras la finalización de la segunda guerra, el TIAR fue el primer acuerdo multilateral en materia de seguridad, ya que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fue conformada en 1949. También el TIAR tuvo su inicio, un año antes que la Organización de Estados Americanos (OEA), que sería a partir de 1948 su ámbito de incumbencia. La OEA se convertiría, a partir de ese año, en la recreación de la antigua Unión Panamericana, y por ende, el organismo a partir del cual los Estados Unidos mantendrían un nivel de injerencia superlativo al sur del Río Bravo. De esta forma, tanto el TIAR como la OEA serían la continuación de la Doctrina Monroe por otros medios. La misma, elaborada en 1823 decía: “América para los americanos” y le daba a los Estados Unidos la facultad para interponerse y actuar ante cualquier atentado externo realizado contra cualquier región o país del nuevo continente, con lo cual ya se sentaba la base de la tutela yanqui con respecto a su patio trasero.
Según precisa el politólogo brasileño Luiz Alberto Moniz Bandeira, en su libro De Martí a Fidel. La Revolución Cubana y América Latina, los Estados Unidos –tras la finalización de la guerra–, si bien de palabra condenaban “las políticas de esfera de influencia y de equilibrio de poder, apelando a una era de paz apoyada en la seguridad colectiva de la ONU, no estaban dispuestos a renunciar a la hegemonía en América latina”. De igual manera que en 1919, tras la finalización de la primera guerra, cuando se conformó el Pacto de la Liga de las Naciones, los Estados Unidos tomaron muchas precauciones para que la ONU no ejerciera ninguna clase de injerencia en el hemisferio occidental. Fue así que de acuerdo con el Artículo 52 de la Carta de la ONU, firmada en San Francisco en 1945, encontraron la legitimidad para llevar adelante tanto acuerdos como organismos regionales para tratar todas las cuestiones relativas al mantenimiento de la paz y de la seguridad internacionales. De acuerdo con el Artículo 53 de la Carta de San Francisco, estaba previsto que los acuerdos enunciados en el Artículo 52 serían utilizados por el Consejo de Seguridad de la ONU, pero según Moniz Bandeira en tanto los Estados Unidos preservaron la Doctrina Monroe “se reservaron el derecho de tratar unilateralmente los negocios en el hemisferio occidental, sin el riesgo de enfrentarse al veto del Consejo de Seguridad de la ONU, y emprendieron la modernización del sistema interamericano”. En el marco señalado tuvo nacimiento el TIAR.
La firma del Tratado de Río tuvo un antecedente también en la Conferencia de Chapultepec (México) cuando en 1945 se acordó un acta con diversos acuerdos panamericanos. La Resolución VIII del Acta de Chapultepec ya preveía la conformación de un organismo como el TIAR, pero se objetaba la posición de la Argentina en ese entonces. Estados Unidos sostenía que no podía firmar un acuerdo de ese estilo con el gobierno de Edelmiro Farrell, ya que este violaba los derechos civiles de los argentinos, por lo cual en el ’45 pospusieron la realización de la Reunión de Río. En el artículo “Del TIAR a la OEA: Argentina, Estados Unidos y el sistema interamericano”, escrito por Leandro Ariel Morgenfeld, este autor señala que cuando llegó Juan Domingo Perón a la presidencia argentina en 1946, el mismo día de su asunción “anunció en su discurso inaugural que enviaría al Congreso para su ratificación el Acta de Chapultepec y la Carta de San Francisco” sosteniendo que “El nuevo presidente tuvo varias iniciativas para mejorar el vínculo bilateral, como fue el envío del General Carlos M. von der Becke a los Estados Unidos con la misión de obtener armas modernas para las fuerzas armadas nacionales” pero que “la Casa Blanca sólo autorizaría la venta de armas al país del sur una vez que se cumplieran los compromisos que se habían votado en la Conferencia de Chapultepec”.
El conflicto inaugural en la conformación del TIAR, entre los Estados Unidos y la Argentina, estaba marcado principalmente por la neutralidad que el país había mantenido durante la Segunda Guerra, y también según Moniz Bandeira, debido a que el embajador estadounidense en Buenos Aires George S. Messersmith, sospechaba que Perón pudiera tener un estrecho entendimiento con la Unión Soviética, y de esa forma el sistema interamericano correría el riesgo de desintegrarse.
En 1982, cuando la guerra de Malvinas, casi como un destino prefijado por aquel conflicto inaugural, los Estados Unidos omitieron la aplicación del TIAR y tomaron partido por la OTAN.
2014/01/12
La oposición en Bolivia- De frente y por la derecha
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Evo Morales. El presidente de Bolivia cargó contra el escritor peruano y su vinculación con quienes lo acusan de dictador. |
Mario Vargas Llosa llegará a Bolivia para apoyar con
su presencia al agrupamiento que disputará el poder a Evo Morales, en las
próximas elecciones nacionales del mes de octubre.
Este año, casi con seguridad el 5
de octubre tendrán lugar en Bolivia las elecciones presidenciales en las cuales
el mandatario Evo Morales intentará ser nuevamente reelegido. La fecha exacta
de los comicios la determinará el Tribunal Supremo Electoral en mayo, es decir
150 días antes tal como lo establece la ley de ese país. Si bien Morales en
octubre pasado les pidió a sus seguidores que este año se debía ganar por el
74%, incrementando un 10 % el apoyo al “proceso de cambio”, hoy la virtual
unificación de la oposición les hace decir a algunos medios que en las próximas
presidenciales se podría asistir a un inédito escenario de segunda vuelta, ya
que Evo esta vez no pasaría el 50%. En diciembre, se constituyó el Movimiento
Demócrata Social (MDS) unificando a diferentes expresiones de la derecha
boliviana, y proclamando a Rubén Costas como candidato presidencial. Costas es
un acérrimo opositor, además de ser el actual gobernador del Departamento de
Santa Cruz, considerado como un bastión clave en la estructura económica del
país del altiplano. De todas formas, la intención es construir una unidad más
amplia del arco opositor que lo que representa el MDS, y en tal sentido Costas
señaló que él es “candidato a ser presidente y también a no serlo”, dando una
clara señal de que está abierto a negociaciones que impliquen cerrar un abanico
opositor aún mayor.
En un hecho que para nada se atiene al disimulo, el próximo 22 de enero el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa visitará Santa Cruz por seis días. El Premio Nobel de Literatura 2010 y devenido vocero ideológico de las derechas regionales –quien fuera invitado por la Fundación Nueva Democracia que preside el ex senador Óscar Ortiz Antelo–, tiene prevista una nutrida agenda en la cual se destaca el encuentro que realizará con el gobernador Costas, la realización de dos conferencias y la visita a la región de Chiquitos, en el oriente petrolero, donde el novelista visitará las ruinas jesuíticas presentes en ese lugar. Según precisara Ortiz, Vargas Llosa llegará a Bolivia acompañado por su esposa Patricia Llosa y por cuatro amigos. El cruceño diario El Deber subrayó bajo el subtítulo “Coincidencias” que “Nueva Democracia es un centro de estudios que promueve las libertades individuales, económicas y políticas como base de la democracia y el progreso. Es parte de la Fundación Internacional para la Libertad, presidida por Vargas Llosa, de ahí el nexo con el personaje al que Óscar Ortiz es allegado desde hace 15 años, cuando presenció el nacimiento de la fundación internacional”, señalaba el matutino. Sin dudas, un encuentro entre viejos amigos.
El pasado domingo, en la clausura del XV Congreso de Trabajadores Petroleros de Bolivia realizado en la localidad de Camiri, Evo Morales les dijo a los presentes que “tengo información de que en estos días llega Vargas Llosa a Santa Cruz, como siempre para hablar contra Evo, contra el gobierno, contra nosotros, contra Bolivia. Es su derecho que visite, pero Vargas Llosa viene a convocatoria o instrucciones de Sánchez Berzaín”, en referencia al ex ministro del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Ambos están procesados en Bolivia por genocidio en 2003, cuando fuera la guerra del gas, y hoy tienen residencia en los Estados Unidos. Evo se manifestó sobre que nadie le puede impedir a Vargas Llosa que pise suelo boliviano, en el cual además pasó parte de su infancia, pero advirtió que “no estoy protestando. Que venga. Pero que sepa el pueblo boliviano por invitación de quién viene. Respeto a Vargas Llosa (…) pero nos trata de dictador. Eso es intromisión” le dijo a la Agencia DPA, señalando luego en tono irónico que “a este paso no me extrañaría que también visite Santa Cruz el líder de la oposición venezolana, Henrique Capriles”.
La referencia a Sánchez Berzaín que hiciera Evo Morales es con relación al libro publicado recientemente en los EE.UU. por el ex ministro, que lleva por título La Dictadura del Siglo XXI en Bolivia, en donde el autor instruye a la derecha internacional sobre cinco ejes para derrotar a Morales, en las presidenciales de este año.
En un hecho que para nada se atiene al disimulo, el próximo 22 de enero el escritor peruano-español Mario Vargas Llosa visitará Santa Cruz por seis días. El Premio Nobel de Literatura 2010 y devenido vocero ideológico de las derechas regionales –quien fuera invitado por la Fundación Nueva Democracia que preside el ex senador Óscar Ortiz Antelo–, tiene prevista una nutrida agenda en la cual se destaca el encuentro que realizará con el gobernador Costas, la realización de dos conferencias y la visita a la región de Chiquitos, en el oriente petrolero, donde el novelista visitará las ruinas jesuíticas presentes en ese lugar. Según precisara Ortiz, Vargas Llosa llegará a Bolivia acompañado por su esposa Patricia Llosa y por cuatro amigos. El cruceño diario El Deber subrayó bajo el subtítulo “Coincidencias” que “Nueva Democracia es un centro de estudios que promueve las libertades individuales, económicas y políticas como base de la democracia y el progreso. Es parte de la Fundación Internacional para la Libertad, presidida por Vargas Llosa, de ahí el nexo con el personaje al que Óscar Ortiz es allegado desde hace 15 años, cuando presenció el nacimiento de la fundación internacional”, señalaba el matutino. Sin dudas, un encuentro entre viejos amigos.
El pasado domingo, en la clausura del XV Congreso de Trabajadores Petroleros de Bolivia realizado en la localidad de Camiri, Evo Morales les dijo a los presentes que “tengo información de que en estos días llega Vargas Llosa a Santa Cruz, como siempre para hablar contra Evo, contra el gobierno, contra nosotros, contra Bolivia. Es su derecho que visite, pero Vargas Llosa viene a convocatoria o instrucciones de Sánchez Berzaín”, en referencia al ex ministro del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. Ambos están procesados en Bolivia por genocidio en 2003, cuando fuera la guerra del gas, y hoy tienen residencia en los Estados Unidos. Evo se manifestó sobre que nadie le puede impedir a Vargas Llosa que pise suelo boliviano, en el cual además pasó parte de su infancia, pero advirtió que “no estoy protestando. Que venga. Pero que sepa el pueblo boliviano por invitación de quién viene. Respeto a Vargas Llosa (…) pero nos trata de dictador. Eso es intromisión” le dijo a la Agencia DPA, señalando luego en tono irónico que “a este paso no me extrañaría que también visite Santa Cruz el líder de la oposición venezolana, Henrique Capriles”.
La referencia a Sánchez Berzaín que hiciera Evo Morales es con relación al libro publicado recientemente en los EE.UU. por el ex ministro, que lleva por título La Dictadura del Siglo XXI en Bolivia, en donde el autor instruye a la derecha internacional sobre cinco ejes para derrotar a Morales, en las presidenciales de este año.
Liberty and Democracy. El pasado octubre, en el marco de la
Feria del Libro de Miami, se presentó el panel “Dictaduras del Siglo XXI”, en
el que participaron Osvaldo Hurtado, ex presidente de Ecuador, autor de Las
dictaduras del siglo XXI. El caso de Ecuador –que fue el libro
antecesor al de Berzaín–; Asdrúbal Aguiar, ex juez de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, ex miembro del Comité Ejecutivo de la Sociedad
Interamericana de Prensa; Edmundo Jarquin, ex candidato a la presidencia (2006)
y a la vicepresidencia (2011) por el Movimiento Renovador Sandinista (fue
ministro de Cooperación Externa y embajador de Nicaragua en México y España), y
el ya nombrado Carlos Sánchez Berzaín, quien es ex ministro de la Presidencia,
de Gobierno, de Defensa y ex parlamentario de Bolivia, y hoy se desempeña como
director del Interamerican Institute for Democracy (IID). Además de contar con
el patrocinio del IID, se sumaron a la iniciativa Miami Book Fair
International, Diario Las Américas y Koubek Center de Miami
Dade College. Básicamente, todo este cónclave se propone demonizar a los
gobiernos de las naciones integrantes de la Alternativa Bolivariana para
Nuestra América (ALBA), señalando el carácter dictatorial de los mismos, e
incitar a la comunidad internacional acerca de la necesidad de restaurar las
democracias en esos países.
En dicho evento, que fuera moderado por el argentino Guillermo Lousteau (padre del ex ministro de Economía), la ponencia de Berzaín resultó sumamente paradigmática. Además de tildar a su país como gobernado por una dictadura, esto lo hizo extensivo a países como Venezuela, Ecuador y Nicaragua. Berzaín apuntaba que a las cosas hay que llamarlas por su nombre y que a Evo, Nicolás Maduro, Rafael Correa y Daniel Ortega no hay que nombrarlos más como presidentes, sino como “dictadores”. Según el ex ministro, en Bolivia, a partir de 2003, en complicidad con el ex presidente Carlos Mesa, Evo Morales comenzó a romper con la institucionalidad, para generar el proceso que llevaría a la Asamblea Constituyente para sancionar una nueva Constitución Política de Estado, la cual para Berzaín es completamente anticonstitucional y antidemocrático. El principal argumento esbozado por los diferentes panelistas del cónclave de Miami es contra las diferentes reformas constitucionales, ya que según ellos, de esa forma las diferentes instancias judiciales quedan a merced del poder político, haciéndole perder a la Justicia la autonomía requerida por la democracia. En tal sentido, la propuesta que hacía Berzaín era la de denunciar internacionalmente a estas dictaduras, y unificar a las diferentes oposiciones de esos países para recuperar la democracia, la libertad y los derechos humanos, que según él están seriamente afectados. La principal preocupación pareciera ser para estas personas, más que la pérdida de la democracia, la ampliación de la misma a sectores sociales que anteriormente estuvieran relegados, y que con los diferentes procesos constituyentes empezaron a cobrar un protagonismo político inédito.
A la próxima llegada de Vargas Llosa a Bolivia, el gobierno de Morales muy rápidamente la identificó como un aporte más a la estrategia que vienen sosteniendo tanto Berzaín como Sánchez de Lozada desde Miami, en correspondencia con otros sectores de la derecha continental.
El lunes 6, en la inauguración de la 4ta Reunión de Embajadores del Estado Plurinacional, Evo señaló que “la unidad de la derecha es por instrucción de Goni (Sánchez de Lozada) mediante Sánchez Berzaín” asegurando que si ellos deciden unirse para derrotarlo “aquí también estamos unidos con movimientos sociales, no es el partido, la dirección departamental del MAS la que prepara las proclamaciones, sino las organizaciones sociales” sostuvo el mandatario.
Por su parte, Carlos Romero, ministro de Gobierno, dijo el martes que en consonancia con lo delineado por Sánchez Berzaín la oposición se decidió en lugar de “dar un debate programático, a hacer una guerra sucia”, asegurando también que en esa línea argumentativa el opositor que no se una contra el gobierno será considerado como un agente del mismo. Según Romero, hay una línea en la que coinciden todos los opositores, entre los que nombra al ex presidente Jorge Quiroga, y al empresario cruceño Branco Marinkovic, que es la de tildar de “dictador” al presidente Morales, y en lo cual Vargas Llosa no se diferencia en absoluto. Sobre la visita del escritor a Santa Cruz, Romero aseguró que no es para hablar de literatura sino de política. “Su discurso será igual a la línea discursiva que se está trabajando desde Sánchez Berzaín”, dijo el ministro, según informaba la Agencia Boliviana de Noticias (ABI).
En dicho evento, que fuera moderado por el argentino Guillermo Lousteau (padre del ex ministro de Economía), la ponencia de Berzaín resultó sumamente paradigmática. Además de tildar a su país como gobernado por una dictadura, esto lo hizo extensivo a países como Venezuela, Ecuador y Nicaragua. Berzaín apuntaba que a las cosas hay que llamarlas por su nombre y que a Evo, Nicolás Maduro, Rafael Correa y Daniel Ortega no hay que nombrarlos más como presidentes, sino como “dictadores”. Según el ex ministro, en Bolivia, a partir de 2003, en complicidad con el ex presidente Carlos Mesa, Evo Morales comenzó a romper con la institucionalidad, para generar el proceso que llevaría a la Asamblea Constituyente para sancionar una nueva Constitución Política de Estado, la cual para Berzaín es completamente anticonstitucional y antidemocrático. El principal argumento esbozado por los diferentes panelistas del cónclave de Miami es contra las diferentes reformas constitucionales, ya que según ellos, de esa forma las diferentes instancias judiciales quedan a merced del poder político, haciéndole perder a la Justicia la autonomía requerida por la democracia. En tal sentido, la propuesta que hacía Berzaín era la de denunciar internacionalmente a estas dictaduras, y unificar a las diferentes oposiciones de esos países para recuperar la democracia, la libertad y los derechos humanos, que según él están seriamente afectados. La principal preocupación pareciera ser para estas personas, más que la pérdida de la democracia, la ampliación de la misma a sectores sociales que anteriormente estuvieran relegados, y que con los diferentes procesos constituyentes empezaron a cobrar un protagonismo político inédito.
A la próxima llegada de Vargas Llosa a Bolivia, el gobierno de Morales muy rápidamente la identificó como un aporte más a la estrategia que vienen sosteniendo tanto Berzaín como Sánchez de Lozada desde Miami, en correspondencia con otros sectores de la derecha continental.
El lunes 6, en la inauguración de la 4ta Reunión de Embajadores del Estado Plurinacional, Evo señaló que “la unidad de la derecha es por instrucción de Goni (Sánchez de Lozada) mediante Sánchez Berzaín” asegurando que si ellos deciden unirse para derrotarlo “aquí también estamos unidos con movimientos sociales, no es el partido, la dirección departamental del MAS la que prepara las proclamaciones, sino las organizaciones sociales” sostuvo el mandatario.
Por su parte, Carlos Romero, ministro de Gobierno, dijo el martes que en consonancia con lo delineado por Sánchez Berzaín la oposición se decidió en lugar de “dar un debate programático, a hacer una guerra sucia”, asegurando también que en esa línea argumentativa el opositor que no se una contra el gobierno será considerado como un agente del mismo. Según Romero, hay una línea en la que coinciden todos los opositores, entre los que nombra al ex presidente Jorge Quiroga, y al empresario cruceño Branco Marinkovic, que es la de tildar de “dictador” al presidente Morales, y en lo cual Vargas Llosa no se diferencia en absoluto. Sobre la visita del escritor a Santa Cruz, Romero aseguró que no es para hablar de literatura sino de política. “Su discurso será igual a la línea discursiva que se está trabajando desde Sánchez Berzaín”, dijo el ministro, según informaba la Agencia Boliviana de Noticias (ABI).
2014/01/05
A 20 años de una nueva vía abierta en la selva Lacandona
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Banderas y pasamontañas. Los primeros pasos del movimiento zapatista, hace ya dos décadas |
El inicio de la década de los noventa y sus primeros años, parecían estar marcados por el signo de la resignación, al menos en lo concerniente a la búsqueda de alternativas políticas de cambio social en favor de las mayorías populares. Todo el escenario parecía signado por aquella frase de Friedrich Nietzsche de que “No hay más que esto”, y que el hecho de proyectar que otro mundo sea posible, quedara reducido a no ser más que una simple quimera, una ensoñación de viejos dinosaurios que ya no tenían razón de existir. Los derrumbamientos del Muro de Berlín (1989) y de la Unión Soviética en 1991, abrían el escenario de la unipolaridad. Con el fin de la guerra fría, la internacional capitalista proclamaba que se había llegado al grado más alto de la historia de la humanidad.
Francis Fukuyama en el El fin de la historia y el último hombre (1992) señalaba que la democracia representativa y liberal era la forma de gobierno más elevada, y que la economía de libre mercado era su correlato necesario. En Latinoamérica, aislada Cuba como único faro emancipatorio, derrotado el Sandinismo en 1990 en Nicaragua, y con una pléyade de gobiernos adscriptos al neoliberalismo y al Consenso de Washington el panorama era completamente desalentador. Mucho más cuando se imponían políticas de ajuste, exclusión y miseria. Eran los años del paradigma de las privatizaciones de las principales empresas públicas, el despido masivo de trabajadores y el imperio del libre mercado.
El 1º de enero de 1994 –pasaron ya dos décadas–, lo que parecía sumergido regresó a la superficie, como ese viejo topo que Marx evocaba, cuando hacía referencia a ese incansable roedor que se interna debajo de la tierra, y trabaja sin cesar, para emerger cuando menos se lo espera. Aquel “primer día del último año” –tal como lo bautizó el politólogo irlandés John Holloway–, fue cuando quince mil indígenas armados irrumpieron sin aviso previo en el estado mexicano de Chiapas, ubicado en el sur de ese país. La denominada insurgencia zapatista tuvo lugar el mismo día en que México preparaba su entrada triunfal en el Mundo Uno –tras la firma por parte del por entonces presidente Carlos Salinas de Gortari–, del Nafta (Tratado de Libre Comercio) compartido con los Estados Unidos y Canadá.
Pocos días antes de finalizar el año 1993, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) emitiría su Primera Declaración desde la Selva Lacandona, y el primer día del ’94 irrumpirían en escena, protagonizando la toma de siete cabeceras del estado de Chiapas: San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Huixtán y Chanal. Las imágenes de la insurrección zapatista se reprodujeron rápidamente por todo el planeta, mostrando sobre un verde selvático las figuras de miles de indígenas armados, y con el rostro cubierto por pasamontañas, mientras que de entre ellos sobresalía la de un extraño vocero, que fumando en pipa, y a través de sus muy expresivas declaraciones, no dejaba de mostrar indudables dotes de creativo y comprometido intelectual. Éste era el subcomandante insurgente Marcos, quien aunque no se le conocieran sus facciones, se convertiría por esos años en un verdadero símbolo de la resistencia social al neoliberalismo. La insurrección en Chiapas también daba por tierra con el argumento del converso intelectual mexicano Jorge Castañeda, quien hacía pocos meses atrás había publicado su obra La utopía desarmada, en la cual ya no dando ningún margen al accionar de las guerrillas latinoamericanas de los años ’70, decía que las nuevas izquierdas debían acoplarse al realismo político, y a la concurrencia democrática. Si bien el neozapatismo se había constituido como una organización político-militar, vale señalar que introducía en la izquierda algunas innovaciones que con respecto a guerrillas anteriores contaba con elementos de ruptura y también de continuidad (ver aparte).
Francis Fukuyama en el El fin de la historia y el último hombre (1992) señalaba que la democracia representativa y liberal era la forma de gobierno más elevada, y que la economía de libre mercado era su correlato necesario. En Latinoamérica, aislada Cuba como único faro emancipatorio, derrotado el Sandinismo en 1990 en Nicaragua, y con una pléyade de gobiernos adscriptos al neoliberalismo y al Consenso de Washington el panorama era completamente desalentador. Mucho más cuando se imponían políticas de ajuste, exclusión y miseria. Eran los años del paradigma de las privatizaciones de las principales empresas públicas, el despido masivo de trabajadores y el imperio del libre mercado.
El 1º de enero de 1994 –pasaron ya dos décadas–, lo que parecía sumergido regresó a la superficie, como ese viejo topo que Marx evocaba, cuando hacía referencia a ese incansable roedor que se interna debajo de la tierra, y trabaja sin cesar, para emerger cuando menos se lo espera. Aquel “primer día del último año” –tal como lo bautizó el politólogo irlandés John Holloway–, fue cuando quince mil indígenas armados irrumpieron sin aviso previo en el estado mexicano de Chiapas, ubicado en el sur de ese país. La denominada insurgencia zapatista tuvo lugar el mismo día en que México preparaba su entrada triunfal en el Mundo Uno –tras la firma por parte del por entonces presidente Carlos Salinas de Gortari–, del Nafta (Tratado de Libre Comercio) compartido con los Estados Unidos y Canadá.
Pocos días antes de finalizar el año 1993, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) emitiría su Primera Declaración desde la Selva Lacandona, y el primer día del ’94 irrumpirían en escena, protagonizando la toma de siete cabeceras del estado de Chiapas: San Cristóbal de Las Casas, Altamirano, Las Margaritas, Ocosingo, Oxchuc, Huixtán y Chanal. Las imágenes de la insurrección zapatista se reprodujeron rápidamente por todo el planeta, mostrando sobre un verde selvático las figuras de miles de indígenas armados, y con el rostro cubierto por pasamontañas, mientras que de entre ellos sobresalía la de un extraño vocero, que fumando en pipa, y a través de sus muy expresivas declaraciones, no dejaba de mostrar indudables dotes de creativo y comprometido intelectual. Éste era el subcomandante insurgente Marcos, quien aunque no se le conocieran sus facciones, se convertiría por esos años en un verdadero símbolo de la resistencia social al neoliberalismo. La insurrección en Chiapas también daba por tierra con el argumento del converso intelectual mexicano Jorge Castañeda, quien hacía pocos meses atrás había publicado su obra La utopía desarmada, en la cual ya no dando ningún margen al accionar de las guerrillas latinoamericanas de los años ’70, decía que las nuevas izquierdas debían acoplarse al realismo político, y a la concurrencia democrática. Si bien el neozapatismo se había constituido como una organización político-militar, vale señalar que introducía en la izquierda algunas innovaciones que con respecto a guerrillas anteriores contaba con elementos de ruptura y también de continuidad (ver aparte).
Las razones de la insurgencia. En la primera Declaración de la Selva Lacandona, que fuera la razón argumental del pasaje al acto del 1º de enero, los zapatistas le expresaron al pueblo de México “Hoy decimos ¡basta!, somos los herederos de los verdaderos forjadores de nuestra nacionalidad, los desposeídos somos millones y llamamos a todos nuestros hermanos a que se sumen a este llamado como el único camino para no morir de hambre ante la ambición insaciable de una dictadura de más de 70 años encabezada por una camarilla de traidores que representan a los grupos más conservadores y vendepatrias. Son los mismos que se opusieron a Hidalgo y a Morelos, los que traicionaron a Vicente Guerrero, son los mismos que vendieron más de la mitad de nuestro suelo al extranjero invasor, son los mismos que trajeron un príncipe europeo a gobernarnos, son los mismos que formaron la dictadura de los científicos porfiristas, son los mismos que se opusieron a la Expropiación Petrolera, son los mismos que masacraron a los trabajadores ferrocarrileros en 1958 y a los estudiantes en 1968, son los mismos que hoy nos quitan todo, absolutamente todo”. En el comunicado firmado por la Comandancia General del EZLN, afirmaban que tras todo intento de restaurar la legalidad en el país a través del cumplimiento de la Carta Magna, recurrían a hacer efectivo el Artículo 39 de la Constitución mexicana que dice: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo el poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”. El EZLN de esta forma proclamando lo inconstitucional del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, y apegados a la institucionalidad pedían conforme a su declaración de guerra que el resto de los poderes de la nación “se aboquen a restaurar la legalidad y la estabilidad de la Nación deponiendo al dictador”. Sin dejar detalles en el tintero, los zapatistas también se dirigieron en la declaración a los organismos internacionales y a la Cruz Roja, pidiéndole a esta última que vele por la seguridad de la población civil, mientras que señalaban con mucha fuerza su apego a las leyes de la guerra de acuerdo a la Convención de Ginebra convirtiéndose de hecho en una fuerza insurgente. “Rechazamos de antemano cualquier intento de desvirtuar la justa causa de nuestra lucha acusándola de narcotráfico, narcoguerrilla, bandidaje u otro calificativo que puedan usar nuestros enemigos. Nuestra lucha se apega al derecho constitucional y es abanderada por la justicia y la igualdad”, señalaban.
Las demandas que proponían ese 1º de enero, los zapatistas eran: “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”.
Las demandas que proponían ese 1º de enero, los zapatistas eran: “trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz”.
Un plus para la resistencia. Lejos de realizar un intento de rastreo histórico de estos 20 años de zapatismo, que por lo demás han provocado la escritura de muchas publicaciones, algunas de gran valor como el libro Los arroyos cuando bajan, del periodista uruguayo Raúl Zibechi –e incluso las mismas que realizara el subcomandante Marcos–; es de importancia resaltar la implicancia que la insurgencia zapatista del 1 de enero del ’94 tuvo en cuanto a cómo iría a influir en el ánimo tanto de los movimientos sociales que resistían al neoliberalismo –principalmente en Latinoamérica–, como también la forma en que todo eso fue un fuerte disparador para generar una nueva camada de militantes comprometidos, en un tiempo en dónde el paradigma dominante era el “sálvese quien pueda”. Mientras algunas viejas camadas de viejos militantes se rendían al posibilismo de los ’90, el neozapatismo generó indudablemente una nueva luz en la esperanza de cambiar lo establecido. Si bien nadie duda de que la resistencia al neoliberalismo, de la última década del siglo pasado, fuera el principal sedimento para alumbrar los procesos progresistas que desde los albores del nuevo siglo vive la región, poco dicho o enunciado es el rol que en ello tuvo la insurgencia zapatista, y los métodos de trabajo político para crear una fuerza considerable.
El zapatismo venía a mostrarse como una experiencia de inserción en las bases indígenas, que podía ser sólo comparable a lo que ya venía desarrollando en Brasil el Movimiento de los campesinos Sin Tierra (MST), o la organización de algunos movimientos indígenas en la zona andina, tal como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Todos los que conocen de cerca las diferentes experiencias de conformación del movimiento piquetero en la Argentina, promediando el ’97, saben del rol preponderante que tuvo en ello la influencia zapatista, no solamente por los métodos de democracia directa, y estilo asambleario, sino incluso en cuanto a la estética misma.
El zapatismo venía a mostrarse como una experiencia de inserción en las bases indígenas, que podía ser sólo comparable a lo que ya venía desarrollando en Brasil el Movimiento de los campesinos Sin Tierra (MST), o la organización de algunos movimientos indígenas en la zona andina, tal como la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Todos los que conocen de cerca las diferentes experiencias de conformación del movimiento piquetero en la Argentina, promediando el ’97, saben del rol preponderante que tuvo en ello la influencia zapatista, no solamente por los métodos de democracia directa, y estilo asambleario, sino incluso en cuanto a la estética misma.
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En Oventic, la movilización por el aniversario refrendó la resistencia de un pueblo. |
Celebración en Chiapas. Tras 20 años de haber salido a la luz, los zapatistas celebraron el alzamiento armado del ’94. Tuvieron lugar los recordatorios en los cinco “caracoles” zapatistas, que son las sedes de las Juntas de Buen Gobierno creadas por el EZLN en 2003 como su forma de organización política autónoma. El principal acto tuvo lugar en la comunidad de Oventic, siendo la comandante Hortencia quien hablara en nombre del grupo. Ella, en su declaración refrendó la opción zapatista por la autonomía, una opción que según dijo “nadie podrá detener”; y a su vez acusó a los tres niveles del “mal gobierno” de saquear las riquezas naturales del país. En su ponencia la dirigente indígena señaló que los zapatistas han aprendido a resistir “de manera organizada” ante una “verdadera guerra de exterminio”, asegurando que “hace 20 años no teníamos nada, ningún servicio de salud y educación que sea de nuestro pueblo”, afirmó, señalando que “estamos aprendiendo a gobernarnos de acuerdo a nuestras formas de pensar y de vivir. Estamos tratando de avanzar, de mejorar y fortalecer entre todos, a hombres, mujeres, jóvenes, niños y ancianos. Como hace 20 años, dijimos ¡Ya basta!”, sostuvo la comandante Hortencia.
En diciembre, a través de un comunicado del EZLN, el subcomandante Marcos señalaba en el escrito titulado Cuando los muertos callan que “hace frío como hace 20 años y, como entonces, hoy una bandera nos cobija: la de la rebeldía”, señaló Marcos, afirmando que “Chiapas es territorio zapatista, es Latinoamérica, es la Tierra”. Mientras que sobre los diferentes políticos de su país dijo: “Los criminales de la clase política mexicana que han mal gobernado estas tierras seguirán siendo, para quienes padecieron sus desmanes, criminales impunes. No importa cuántas líneas se paguen en los medios ídem; ni cuánto se gaste en espectaculares en las calles, en la prensa escrita, en radio y televisión”.
El modelo de los zapatistas para algunos ya pareciera anticuado, a pesar de sus 20 años; pero así como fue el emblema principal que dio pie a la resistencia al neoliberalismo en los ’90, generando las condiciones para la irrupción de los gobiernos progresistas de este siglo, tal vez sea uno de los pocos modelos que preserva un lugar para enfrentar un giro a la derecha.
En diciembre, a través de un comunicado del EZLN, el subcomandante Marcos señalaba en el escrito titulado Cuando los muertos callan que “hace frío como hace 20 años y, como entonces, hoy una bandera nos cobija: la de la rebeldía”, señaló Marcos, afirmando que “Chiapas es territorio zapatista, es Latinoamérica, es la Tierra”. Mientras que sobre los diferentes políticos de su país dijo: “Los criminales de la clase política mexicana que han mal gobernado estas tierras seguirán siendo, para quienes padecieron sus desmanes, criminales impunes. No importa cuántas líneas se paguen en los medios ídem; ni cuánto se gaste en espectaculares en las calles, en la prensa escrita, en radio y televisión”.
El modelo de los zapatistas para algunos ya pareciera anticuado, a pesar de sus 20 años; pero así como fue el emblema principal que dio pie a la resistencia al neoliberalismo en los ’90, generando las condiciones para la irrupción de los gobiernos progresistas de este siglo, tal vez sea uno de los pocos modelos que preserva un lugar para enfrentar un giro a la derecha.
El encuentro: desde la fracasada guerrilla urbana a la integración con los indígenas lacandones
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Marcos. El vocero del movimiento |
Lejos de intentar abordar un apasionante debate teórico político, la intención es señalar que la experiencia zapatista tuvo efectos dispares, principalmente en el arco de los que se consideran partidarios de las ideas de izquierda, ya que muchos de ese espacio, prefirieron hablar de “reformismo armado”, o de guerrilla sin programa revolucionario. Por otro lado estuvieron los que como John Holloway, pretendieron hablar de un modelo completamente nuevo, renegando de todas las concepciones que pueden haber llevado, como antecedentes conceptuales, a formalizar una experiencia singular.
Lo cierto es que a diferencia de otras organizaciones guerrilleras, el EZLN se convirtió, en primer lugar, en un insumo, una herramienta para implementar y llevar a cabo las decisiones que los pueblos indígenas tomaban en asambleas. Contra la verticalidad de otras organizaciones el lema zapatista era el de “mandar obedeciendo”, y que la función del Ejército popular no sea imponer la política desde una cúpula. De ahí el rol del o los subcomandantes, ya que lo estrictamente considerado comandancia, debía ser integrada por dirigentes indígenas. El denominado Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) es así la dirección del EZLN, siendo su subcomandante un portavoz y ejecutante de las decisiones que los diferentes comandantes traen de las distintas comunidades. Según lo expresado por Marcos en las primeras entrevistas dadas a la prensa, tras el levantamiento del 1º de enero del ’94, la decisión de haber pasado a la acción tomando las diferentes cabeceras del estado chiapaneco, fue la decisión de las comunidades. A su vez expresaba el subcomandante que antes de esa fecha, el EZLN si bien se preparaba para realizar acciones guerrilleras, éstas estaban supeditadas a la decisión de sus bases, y nunca podían ser llevadas adelante por decisión unilateral. En este sentido “el avance organizativo” debía ser “un fiel reflejo del apoyo político”, ya que “las bases zapatistas dependen de la familia, de que todo el núcleo familiar colabore en alimentos y guarde el secreto”.
Otro tema que generó debates en la izquierda a partir de la irrupción zapatista fue el tema del “poder”. En una carta del 2 de febrero del ’94 a Gaspar Morquecho Escamilla del diario Tiempo de San Cristóbal de las Casas, el subcomandante Marcos le dice en un pequeño párrafo: “¿La toma del poder? No, apenas algo más difícil: un mundo nuevo”.
Marcos señalaba en otro lugar que “la nueva sociedad, o el mundo nuevo o como quieran llamarlo, debe pasar previamente por una antesala. Las propuestas o rumbos que debe seguir el país, sea esto el comunismo, el socialismo, la socialdemocracia, la democracia cristiana, el liberalismo o cualquier otra corriente ideológica de moda, debe confrontarse con la realidad de cada pueblo para su aprobación. Si esto no ocurre, estaríamos hablando de una falsa revolución, y no porque sea una revolución que mienta, sino porque, sin el sustento que menciono –la aprobación y la participación de las grandes mayorías–, sería siempre susceptible de desviarse o de voltearse”.
2014/01/01
Una reflexión de inicio de año.
La economía negra e informal, el crimen organizado, el
narcotráfico, la trata de personas, el trabajo esclavo, mal que pese nos son
aspectos marginales del montaje general de la economía. Son aspectos integrados
y muchas veces estructurantes de la economía general. Para hacer grandes
negocios es necesario un gran capital, y aunque esos grandes negocios sean
legales, la máxima acumulación de capital se logra de formas que no distinguen
lo legal de lo ilegal. Esto sigue, la misma lógica que lo que Marx llamó acumulación
originaria, esa acumulación previa pero permanente que permite la reproducción
del capital: “En la realidad, los
métodos de la acumulación originaria fueron cualquier cosa menos idílicos”.
Obviar todo esto, es privarse de abordar muchas demandas de la sociedad,
queriéndoles encontrar una resolución
mágica o ficticia, que lejos de ser la solución son justificativos para prolongarlas
en el tiempo.
Hoy se cumplen 20 años -
pareciera ayer- de la irrupción del Zapatismo (EZLN) en la localidad mexicana
de Chiapas. Su emblemático vocero, el subcomandante insurgente Marcos, el
escarabajo Durito y el inicio de una resistencia social al neoliberalismo, que hoy
parecieran invisibilizados por la emergencia de los nuevos progresismos; pero
esas resistencias siguen siendo esenciales para proseguir una lucha que recién
comienza, porque el reloj no debe mezclarse con el tiempo, mientras existan
injusticias.
Marcos dijo sobre
el Che "se adelantó. Es un hombre de una generación que todavía no acaba
de nacer".
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