Marcos. El vocero del movimiento |
Lejos de intentar abordar un apasionante debate teórico político, la intención es señalar que la experiencia zapatista tuvo efectos dispares, principalmente en el arco de los que se consideran partidarios de las ideas de izquierda, ya que muchos de ese espacio, prefirieron hablar de “reformismo armado”, o de guerrilla sin programa revolucionario. Por otro lado estuvieron los que como John Holloway, pretendieron hablar de un modelo completamente nuevo, renegando de todas las concepciones que pueden haber llevado, como antecedentes conceptuales, a formalizar una experiencia singular.
Lo cierto es que a diferencia de otras organizaciones guerrilleras, el EZLN se convirtió, en primer lugar, en un insumo, una herramienta para implementar y llevar a cabo las decisiones que los pueblos indígenas tomaban en asambleas. Contra la verticalidad de otras organizaciones el lema zapatista era el de “mandar obedeciendo”, y que la función del Ejército popular no sea imponer la política desde una cúpula. De ahí el rol del o los subcomandantes, ya que lo estrictamente considerado comandancia, debía ser integrada por dirigentes indígenas. El denominado Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) es así la dirección del EZLN, siendo su subcomandante un portavoz y ejecutante de las decisiones que los diferentes comandantes traen de las distintas comunidades. Según lo expresado por Marcos en las primeras entrevistas dadas a la prensa, tras el levantamiento del 1º de enero del ’94, la decisión de haber pasado a la acción tomando las diferentes cabeceras del estado chiapaneco, fue la decisión de las comunidades. A su vez expresaba el subcomandante que antes de esa fecha, el EZLN si bien se preparaba para realizar acciones guerrilleras, éstas estaban supeditadas a la decisión de sus bases, y nunca podían ser llevadas adelante por decisión unilateral. En este sentido “el avance organizativo” debía ser “un fiel reflejo del apoyo político”, ya que “las bases zapatistas dependen de la familia, de que todo el núcleo familiar colabore en alimentos y guarde el secreto”.
Otro tema que generó debates en la izquierda a partir de la irrupción zapatista fue el tema del “poder”. En una carta del 2 de febrero del ’94 a Gaspar Morquecho Escamilla del diario Tiempo de San Cristóbal de las Casas, el subcomandante Marcos le dice en un pequeño párrafo: “¿La toma del poder? No, apenas algo más difícil: un mundo nuevo”.
Marcos señalaba en otro lugar que “la nueva sociedad, o el mundo nuevo o como quieran llamarlo, debe pasar previamente por una antesala. Las propuestas o rumbos que debe seguir el país, sea esto el comunismo, el socialismo, la socialdemocracia, la democracia cristiana, el liberalismo o cualquier otra corriente ideológica de moda, debe confrontarse con la realidad de cada pueblo para su aprobación. Si esto no ocurre, estaríamos hablando de una falsa revolución, y no porque sea una revolución que mienta, sino porque, sin el sustento que menciono –la aprobación y la participación de las grandes mayorías–, sería siempre susceptible de desviarse o de voltearse”.
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