Con la llegada de Cambiemos al gobierno no sólo se cerraron
diferentes canales de comunicación, también se produjo la unificación del
discurso mediático oficialista en el que se pregona el desprestigio de
cualquier voz contraria al gobierno.
Por Osvaldo Drozd*
Con la llegada de Mauricio Macri al gobierno en 2015 se instaló la
idea de que se iba a salir de un supuesto régimen en el que la libertad de
prensa había estado sojuzgada. En lo concreto, la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual terminó siendo derogada por un DNU y la existencia de
una variedad de medios y programas que no comulgan con el pensamiento de
Cambiemos fueron paulatinamente erradicados hasta un estado mínimo. La diversa
programación periodística que hoy puede verse por la TV, escucharse en radio o
leerse en los principales matutinos impresos, guarda un alineamiento político-
ideológico bien elocuente. Por más que hablen de persecución, los actuales popes
mediáticos durante el anterior gobierno tuvieron un protagonismo superlativo.
Que hayan sido escrachados por movimientos sociales no es lo mismo que haber
sido acallados por la intervención estatal. La Argentina nunca fue ni Corea del
Norte, ni Cuba ni siquiera Venezuela, aunque con la labor periodística se corra
más riesgos en Colombia o en México. En nuestro país fue promulgada en 2010 la
ley que derogaba las penas de prisión por delito de calumnias e injurias en la
actividad periodística por pedido de la CIDH. De todas formas, sería necesario
hacer un balance crítico acerca del funcionamiento concreto de los medios
surgidos durante el gobierno anterior para poder entender la facilidad con la
que se produjo el gran desguace a partir de 2015, que no afectó nada más que a
las principales empresas emergentes como fuera el grupo encabezado por Sergio
Szpolsk sino también a una variada red de medios alternativos que comenzaban a
desarrollarse de manera autogestiva.
Los actuales voceros periodísticos esbozan una falacia para
justificar la falta de voces críticas en los principales medios. Aseguran que
hoy se puede acceder a la información en cualquier lugar de internet y por ese
motivo habría mayor democracia. Es verdad que la red ofrece una variedad muy grande
de opciones para informarse pero esto no reemplaza ni puede competir contra los
principales canales televisivos que son lo que el ciudadano medio tiene más a
su alcance. Todos los que desde la labor periodística acceden a internet para
conseguir información saben muy bien que esto tampoco es lo que se pinta como
la gran apertura hacia el universo, y que hay que conocer un poco para saber en
dónde buscar ya que los principales motores de búsqueda están sujetos a
algoritmos que direccionan de acuerdo a intereses corporativos.
Los medios tradicionales hoy cuentan con sus propios portales en
internet y entrar a ellos a través de las redes sociales nos va a hacer
encontrar con una legión de los denominados “trolls”. Mucho se habla de ellos
pero hay poca sistematización para combatirlos o controlarlos. Es de destacar
que recientemente Amnistía Internacional y también la diputada del FIT Myriam
Bregman, denunciaron la existencia y el comportamiento de esos usuarios con
cuentas falsas, bots y también personas reales que se dedican a campañas de
desprestigio a los opositores o a insultar a usuarios que hacen comentarios
contrarios al gobierno. Se podría decir que hay muchas notas en los medios
hegemónicos subidas a la red que dan la sensación de ser escritas para ser
replicadas por los trolls. Basta con titular una nota con el nombre de algún ex
funcionario cuestionado para que se produzca una avalancha de insultos y
reflexiones hechas con la más descarada moralina. Es posible encontrar en los
comentarios que se diga que hay gente que no tiene derecho a decir nada por
haber apoyado al anterior gobierno. Cualquiera que diga algo contra el gobierno
actual será tachado de kirchnerista. La famosa grieta mostrando un desnudo
pornográfico. La existencia de cuentas falsas para generar odio y violencia no
es algo que pueda considerarse demasiado democrático. En la agenda trolling no
cuentan ni los argumentos ni las razones. Sólo se trata de callar al que piensa
diferente a través de insultos o falacias. Esta actitud también se replica en
programas televisivos como Intratables en
el cual, sentados todos en redondo, pareciera que todo se decide por mayoría
simple. Casi todos los “periodistas” tienen un mismo posicionamiento político y
deben debatir con algún solitario invitado opositor hasta que salga sangre. Si
a pesar de eso no les va del todo bien, el hablar encima o el silenciar a la
fuerza también les sirve como argumento válido para hacer colapsar al otro.
La sensación que produce la realidad que los medios hoy construyen
es que nada válido se puede decir sin que eso sea utilizado para fines
completamente alejados a lo que se enuncia o en todo caso lo que se diga o
escriba necesariamente caerá en saco roto porque el destinatario parece haberse
corrido del lugar hacia donde el mensaje iba dirigido.
Es probable que con la emergencia de diferentes medios masivos con
un perfil “progre” durante el anterior gobierno, muchos de los que escribimos
hayamos supuesto que eso podía leerse masivamente. Otros podían pensar que le
daban letra a una ciudadanía oficialista mostrando los principales logros. Lo
importante sería saber que eso no llegaba más que a determinados círculos de
militantes y algunos dirigentes con alguna tradición de activismo comprometido.
Contrario a los que hoy se diga, la mayoría se informaba por los mismos medios
que en la actualidad. El sentido común imperante sigue siendo casi el mismo a
pesar de que hoy los que siempre tuvieron el poder tengan la libertad para
decir a los cuatro vientos sus verdades ponzoñosas. Lo que habría que saber
desde el campo popular es qué métodos emplear para revertir este clima de
época. En un pequeño texto llamado Gasolinera,
Walter Benjamin decía que “Las opiniones son al gigantesco aparato de la vida
social lo que el aceite es a las máquinas. Nadie se coloca frente a una turbina
y la inunda de lubricante. Se echan unas cuantas gotas en roblones y junturas
ocultas que es preciso conocer”.
Berisso, 6 de abril de 2018
*Periodista
No hay comentarios.:
Publicar un comentario