Hoy resulta bastante difícil hacer un planteamiento político
suscrito a una alternativa de izquierda posible. Los diferentes gobiernos
progresistas de la región se apoyaron principalmente en la redistribución de la
riqueza generada por el boom de los commodities.
Que ese ciclo económico haya concluido no significa que debe
dejarse que las derechas neoliberales desmantelen cualquier condición objetiva
propicia para que los sectores populares avancen hacia una sociedad más justa.
No resulta casual -por ejemplo en la Argentina- que el progresismo saliente hoy
no sea una alternativa de resistencia. Ello
se debe a que fundamentó casi toda su política en esa palanca positiva que
propiciaba un ciclo económico favorable. La industrialización de la ruralidad y
de la minería, como paso para salir de una economía principalmente exportadora
de materias primas para transformar la matriz productiva, no se produjo. Hoy ya
resulta mucho más difícil esa tarea.
Hoy debiera plantearse en las izquierdas y el progresismo,
un ¿Qué hacer? Que exceda la resistencia, y que le brinde a las masas populares
una alternativa cercana y viable, que no ilusione con paraísos utópicos. Sin
dudas no se trata de plantear que la alternativa es la revolución socialista y
la dictadura proletaria. No porque se reniegue de ello, sino porque en la
realidad actual no existen indicios objetivos que permitan plantear eso seriamente.
No tememos ser tachados de reformistas, ya que el reformismo es condenable
cuando se ofrece como alternativa, estando la revolución a la orden del día. Las
diferentes organizaciones de izquierda que hacen de la revolución socialista un
absoluto, no muestran en la práctica nada más que una labor sindical de
resistencia, acompañada del fortalecimiento de aparatos burocráticos, que en no
pocas excepciones son lugares de privilegio. En eso no se diferencian demasiado
de los diferentes partidos que ellos tildan de burgueses. A las masas obreras y
populares a las que se pretende representar también hay que brindarles
alternativas cercanas, no solamente futuristas. Una estrategia que se priva de
tácticas inmediatas es una desviación conocida como estrategismo.
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