2016/02/08

La crueldad en la toma de posición

En la mayoría de las películas de acción la trama siempre impone la construcción de uno o varios personajes a los cuales en algún momento les debe llegar la justicia o el castigo. Esto conlleva la necesidad argumental de que el espectador desee fervorosamente que así sea. ¿Qué debe suceder para que el que pasivamente observa un film, tome partido y deje atrás la indiferencia o la neutralidad? Sin dudas resulta una pregunta interesante, para buscar a partir de ella algunos de los elementos que juegan decisivamente en la conformación del tomar posición. Si en las películas esto resulta paradigmático y sujeto a cierta temporalidad, habría que precisar que no son elementos tan distintos, los que están presentes en la información, en los noticieros; y que tienen la capacidad de formar opinión pública e incidir en las tomas de posiciones.

En lo referido a los films si se hace una apreciación rápida se podría decir que todo gira en torno a la identificación. El espectador puede encontrar en determinados personajes a sus equivalentes, no sólo en lo que a él mismo atañe sino también a personas de su círculo más cercano. Pero hablar nada más que de identificación es caer en un circuito especular y restringido, sin ver el porqué de la misma. Suponer que todo el mundo quiere que suceda un hecho justo y que triunfen los buenos no son expectativas tan acordes a lo que cotidianamente se vive. Tienen que haber otros elementos, para que se haga preponderante el deseo de justicia. Un elemento recurrente que permite que el espectador tome partido, es el de ser solidario con los que son víctimas de la crueldad humana. El dolor y el sufrimiento nunca logran pasar desapercibidos. El que infringe dolor, se pone al público en contra, casi como si fuera el victimario propio. Sin dudas esto se produce a través de la identificación, tanto de las víctimas como de los que vengarán el sufrimiento. No hay en este mecanismo nada de religioso ni humanista como tal vez se podría suponer. Todo lo contrario. El victimario debe ser ajusticiado y con rigor. Veamos un ejemplo.

En la película sueca We are monsters (2015) del género rape & revenge, es posible ver cómo se produce el secuestro de una joven mujer australiana, por parte de dos hombres que, no lo hacen para pedir rescate, sino para realizar con ella todos esos actos que les darán satisfacción a sus más sádicas pasiones. Ningún espectador les ofrecería la otra mejilla a esos personajes. Uno de ellos violará dos veces a la mujer en medio de llantos desconsolados. Ella en un momento de la trama logra escapar y logra en el intento que uno de sus perseguidores quede atrapado entre aspas metálicas que le trituraron gran parte del cuerpo como si fuera un embutido. Habiendo visto todo lo anterior a esa escena, ningún espectador podría espantarse, y mucho menos cuando la mujer se toma venganza del otro hombre, quien fuera precisamente quien la había violado. Ella logra atarlo a una silla, mientras él desde ese lugar le dice que cuando se libere la irá a matar, y violar nuevamente, aunque en ese caso sea el cadáver. Ella ya se predisponía a huir del lugar cuando al escuchar lo anterior, decide con un martillo abollarle completamente el miembro viril. Nadie podría solidarizarse con esos victimarios convertidos en víctimas. Cuando los villanos no hacen uso indiscriminado de la crueldad, es posible que se conviertan en personajes simpáticos, y que alguna vez despierten el deseo del público de que puedan ganar. Muy probablemente los villanos de Batman entren en esa categoría.

La presencia de la crueldad afecta la economía del goce, por eso no resulta indiferente y lleva a tomar posición. En política esto no debe descuidarse, aunque  a veces se pretenda hacer pasar la crueldad como revancha contra victimarios. El desarrollo y visibilización de las problemáticas de género, se dan en consonancia a esa imposible indiferencia.

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