Si se realiza un
balance crítico de lo acontecido políticamente en los últimos años, se puede
aseverar que el 2001 quedó bastante atrás, pero tampoco lo suficiente como para
dormirse tranquilos. En aquel año de los inicios del nuevo siglo la
gobernabilidad democrática estaba en riesgo. Recordemos un poco. En las
legislativas de octubre, el gran protagonista fue el por entonces denominado
“Voto bronca”, a saber: abstención de cerca del 30%, voto en blanco, impugnados,
gente que ponía en el sobre la foto de Bin Laden o la de Siete Sacos, y hasta
algunas asquerosidades. Poco más de dos meses después, el presidente Fernando
de la Rúa huía desde la Casa Rosada en helicóptero dejando vacante su cargo.
Fue muy popular por ese entonces la proclama “¡Qué se vayan todos! ¡Qué no
quede ni uno solo!”. Cinco presidentes pasarían en 10 días, para que asuma
interinamente Eduardo Duhalde. Desde ese momento hasta la Masacre de Avellaneda
sucedida el 26 de junio de 2002, el pueblo argentino estaba movilizado. El
asesinato de dos militantes piqueteros aceleró la salida de Duhalde y el
llamado prematuro a elecciones.
En 2003 con la
deserción de Carlos Menem a participar de la segunda vuelta, llegaría Néstor
Kirchner al gobierno con un exiguo margen, pero en poco tiempo lograría iniciar
un proceso importante que pudiera contrarrestar la crisis de representatividad.
A tono con los emergentes gobiernos progresistas de la región suramericana que
encabezara el comandante bolivariano Hugo Chávez, el gobierno kirchnerista
logró generar mayorías e incluso repolitizar en gran medida el escenario
político argentino. Este proceso sigue abierto. Si en tal sentido no se abren
nuevos argumentos y desafíos es posible que no se avance. Y como no existe el
punto inmóvil, el retroceso sería inevitable. Por esta misma razón es
imprescindible analizarlo desde lo local.
En Berisso
En tiempos
democráticos en esta ciudad el peronismo nunca fue vencido, salvo los tiempos
oscuros de la proscripción. Qué con la gesta heroica del 17 de Octubre del ’45
que encabezara Cipriano Reyes, y de la cual algunos no muchos sobrevivientes
pueden aún contar, Berisso está marcada por una identidad principalmente
obrera. En setenta años pasaron muchas cosas, entre ellas que las identidades
políticas hayan perdido densidad y poder de atracción. No está demás señalarlo.
Recomponer la
unidad entre gobernantes y gobernados, para generar una nueva militancia y un
nuevo pacto social es una apuesta fuerte que en primer lugar interpela a las
organizaciones políticas y principalmente a quien se convierta en la nueva
conducción del municipio. Para ello hoy surgieron nuevos instrumentos para que
eso sea posible. Algunos lograron instrumentarse en la gestión actual. Por
ejemplo el Presupuesto Participativo a partir de 2010, movilizó a diferentes
actores sociales como ser barriadas y clubes. Una plataforma que sería
saludable que se implemente definitivamente es la que se conoce como Gobierno
Abierto (OpenGov) consistente en abrir la gestión al conjunto de los ciudadanos
a partir de la utilización de las nuevas tecnologías.
Consultados por
este medio algunos referentes de la agrupación UNICA que conduce el candidato a
intendente Juan Mincarelli, señalaron que para ellos resultará de gran importancia
la utilización de los nuevos instrumentos tecnológicos para convertir a
Berisso en un Estado moderno. Hicieron
hincapié también en el protagonismo que deben tener las instituciones
intermedias, como también hacer que la gestión esté siempre presente en los
barrios.
Un fluido ida y
vuelta entre los que gobiernan y el resto de la ciudadanía es la condición
principal para que la gestión sea eficaz. No alcanza con el acuerdo entre
dirigentes, si la base no se mueve.
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