2014/05/01

García Linera y las tensiones creativas de la revolución

En 2013 Ediciones Luxemburg publico el libro “Las tensiones creativas de la revolución- La quinta fase del proceso de cambio en Bolivia” cuyo autor es nada menos que el vicepresidente Álvaro García Linera, quien además de cumplir con funciones públicas, es un destacado intelectual con formación “marxista seducido por la insurgencia indígena” según su propia autodefinición.

Haciendo un pequeño recorrido por las 4 primeras fases del proceso iniciado con la Guerra del Agua en el año 2000, García Linera va a encargarse de desarrollar expresamente la fase que él denomina la de las tensiones creativas de la revolución. Si bien el autor, por razones heurísticas (y también políticas) diferencia las 5 fases, quien escribe cree que las contradicciones presentes en cada fase siguen existiendo, con menor intensidad, con desplazamientos, con diferencias en las relaciones de fuerzas,  y que lo que definiría cada fase en especial es el aspecto principal de las contradicciones en juego. Tras haber dirimido fuerzas con el enemigo principal del proceso de cambio, el pueblo boliviano habiendo derrotado la intentona golpista de 2008 y logrando promulgar una nueva Constitución Política de Estado, dio inició tras ese punto de bifurcación o momento jacobino de la revolución, tal como los denomina el autor, el inicio del tratamiento de las tensiones creativas.

La intención de esto, no es hacer una reseña del libro. A este libro: hay que leerlo, porque es uno de esos aportes necesarios no sólo para analizar la experiencia de lucha de los pueblos por su emancipación, sino también un aporte al desarrollo del marxismo, que hoy algunos parecen haber dado por sepultado, o suponer que se convirtió en algo inocuo. De igual forma que no hay openmarxism como planteaba John Holloway, para quien escribe no hay marxismo creativo, o por lo menos lo que algunos sostienen con ese nombre. Si para las diferentes “iglesias” marxistas, el legado de Marx, Engels, Lenin, Mao, Gramsci o Trotsky  fue convertido en dogmas que se ven a sí mismos como enemigos principales, habría que precisar que eso se encuentra casi en las antípodas del pensamiento de los autores señalados. El marxismo nunca deja de ser ni abierto ni creativo, pero sí está sujeto a las leyes de la ciencia, y por ende debe ser debatido con ese mismo rigor, sin privarse de utilizar determinadas categorías creadas por autores, que para otro sector que también se dice marxista, no es conveniente ni leer.

Para la sorpresa de quien escribe, García Linera retoma desde el inicio el tratamiento de la contradicción tal como la había desarrollado Mao Tse Tung, un aporte bastante caro para la izquierda revolucionaria de los ’70 en la Argentina. Desde el PRT a la izquierda peronista, y obviamente los grupos maoístas, tenían a ese texto de Mao sobre la contradicción, como uno de sus principales referencias. El abordaje de las tensiones creativas es casi una versión boliviana del conocido opúsculo de Mao sobre el tratamiento de las contradicciones en el seno del pueblo. Igual que Lenin o Mao, García Linera va analizando el proceso de transformaciones en el cual él es uno de los implicados.

La primera tensión en el seno del pueblo, que García Linera analiza es la que opone al Estado con los movimientos sociales. Cuando hace referencia al rol de los sindicatos, y a la tensión implícita con el Estado, aunque este último esté en un proceso de transformación que llevaría a que el mismo se disuelva gradualmente en el seno de la sociedad; el planteo que realiza acerca de cómo abordar las contradicciones que se generan en la estructura sindical, a quien escribe le hizo recordar las espléndidas páginas de L’Ordine Nuovo de Antonio Gramsci, cuando éste se planteaba la diferencia entre sindicatos y consejos.

En un mundo que pareciera querer suprimir al pensamiento teórico, alagando sólo la acción, sin precisar qué es lo que delimita si la acción es válida o no, incluso dentro de las filas de las izquierdas; este libro de García Linera resulta imprescindible. No lo escribe un intelectual de gabinete, lo hace uno de los protagonistas del proceso de cambio boliviano.

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