2015/06/04

En un principio ¿Fue el Verbo?

Cuando quien escribe descubrió a Jacques Lacan, y posteriormente a los diferentes popes de la pléyade estructuralista, es cuando se acordó de algo que había escuchado en una clase de filosofía del secundario, a saber que, todo pensamiento –según Hegel- está construido con palabras.
Para ser más precisos con los tiempos, podemos decir que quien escribe tiene 61 años. Escuchó decir la frase de Hegel a los 17, y se encontró con Lacan a los 28, cuando la labor de analizante le demostró que la experiencia de Freud era tan científica como la de Marx, Lenin y Mao que quien escribe conocía desde su adolescencia. Decir 28 años es hablar del ocaso de la dictadura cívico- militar argentina. Digamos que en el ’82. Un sobreviviente que si no fue aniquilado por las armas y la violencia de los aparatos represivos del Estado, debía al menos salir del aniquilamiento que producen los aparatos ideológicos del Estado. Esa salida fue con el psicoanálisis. Esta perorata autorreferencial sólo sirve para darle un contexto a lo que acá se intenta subrayar, aunque quien esto escribe da por sentado que no es el único ejemplar de lo acá se intenta decir. Al menos es lo que cree.
Desde esos tiempos señalados, la idea de que toda idea es construida sólo con significantes perduró hasta no hace tanto. Podemos decir que hasta algunos meses atrás. Obviamente que hablamos de lo más reciente. Y todo esto a pesar de haber leído no pocas veces que en la enseñanza de Lacan “No todo es significante”.

Marx y Freud. Lacan y Althusser.

Según la espléndida lectura que hizo Louis Althusser sobre Marx, vale señalar que la ideología, es decir el edificio de la superestructura (Überbau), a ésta no hay que entenderla como un mero artificio, sino como algo que se despliega en la realidad social de forma tan material como la economía, esa que Engels muy bien señala en su carta a J. Bloch, es aquello que es determinante sólo en última instancia.
En La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung), Freud realiza una elaboración muy interesante acerca de lo que él denomina el trabajo de sueño (traumarbeit). El sueño, lo que nos visita luego de la vigilia es algo que se elabora mientras ella reina. Sólo que se ordena de acuerdo a otros parámetros y a otros códigos. Freud dirá que son los del principio del placer (lustprinzip). El trabajo del sueño recopila todos esos elementos de la vida diurna y los articula, les da tiempo. Esa es la tarea del sueño, y el material resultante, es ese fragmento discursivo que Freud considera elemental para el análisis y que a su vez considera como la realización del deseo. No ahondaremos sobre esto, sólo señalar el valor fundante de la articulación de los significantes para entender que el sueño es una construcción discursiva que no necesariamente debe coincidir con lo que el Yo consciente considera como tal.
En la clínica psicoanalítica lo que vale es la verbalización del sueño, es decir poner en palabras, lo que en lo onírico fueron secuencias. Pero vale preguntarse si todo lo que se recupera de ello es ¿significante?

Hoy hay que preguntarse si todo lo que nos rodea puede verbalizarse. En otros términos habría que ver qué relación tienen con nuestros pensamientos, elementos ajenos a la lengua -pero no al significante-, como lo son la topología o la lógica matemática. En algunos casos imposibles de verbalizar. 

No hay comentarios.: