Tal cuenta
Cipriano Reyes en su libro “Yo hice el 17 de Octubre”, las injusticias en el
lugar de trabajo eran muchas. Él se refiere en primer lugar a los frigoríficos
Swift y Armour de Berisso, de los cuales el fuera parte. En ese lugar los
trabajadores padecían las mayores atrocidades. Cipriano había trabajado en la Sala
de Calderas, y decía que los trabajadores de esa sección comían con las manos
sucias, y sentados en el piso con las espaldas apoyadas en una pared. No lo dijo
Cipriano en su libro, sino viejos obreros que trabajaron en ésa época –a quienes
este cronista alguna vez escuchó-, que si alguien en la fábrica pedía permiso para
ir al baño, si en 2 o 3 minutos no salía de él, un sereno les golpeaba la puerta con un palo. Realizar un
inventario de las injusticias que padecían los obreros en el puesto de trabajo,
llevaría una labor aparte. Para lo que se intenta decir acá sólo basta saber
que eso era la moneda corriente, y que las tendencias sindicales de entonces
tenían como primera política resolver esas situaciones. El problema salarial
estaba subordinado a ello. Cipriano en su libro lo dice con todas las letras:
para ese esfuerzo sobrehumano de trabajar en una sala de calderas que se
asemejaba al infierno que describe el Dante en la Comedia, lo que se pagaba era
extremadamente poco. No cuestionaba la plusvalía obviamente, sino la
distribución completamente injusta de la misma. Tampoco se le puede pedir a un Cipriano
que sobre las tesis marxistas de El Capital
no haya sabido tanto, cuando otros que si decían conocerlas, a esos detalles de
las injusticias laborales, no le prestaban demasiada atención. Cipriano en los
frigoríficos de Berisso, construyó las principales bases de lo que más tarde
sería el partido laborista, y fue uno (sino el más importante) de los
sindicalistas que generaron la gran movilización que fuera el 17 de Octubre del
’45. En esas coordenadas al gremio de la Carne, los laboristas se lo ganaron a
los comunistas que encabezaba el célebre dirigente José Peter. Se lo ganaron a
fuerza de sostener mejor las demandas obreras, no por artilugios burocráticos.
Eso debiera quedar muy claro si se pretende entender por qué el proletariado de
entonces abandonó la conducción del partido comunista. Tiene que quedar muy
claro que, quien escribe nunca va a utilizar la palabra comunista en sentido
peyorativo, ya que esa palabra misma podría enmarcarlo ideológicamente. Lo que
se cuestiona acá es una política muy concreta que los que decían llamarse
comunistas -por ese entonces- habían dejado de lado. Muchos militantes obreros
comunistas de base, con mucha participación en las luchas de la década del ’30,
irían a pasarse con Cipriano. Esos mismos militantes alguna vez le contaron a
quién escribe su profunda admiración por Peter, a pesar de haber quedado en la
vereda de enfrente. Y eso que en Berisso se produjeron enfrentamientos armados
entre laboristas y comunistas que dieron como resultado que uno de los hermanos
de Cipriano, cayera muerto. Al funeral en Berisso hasta el por entonces Coronel
Perón asistió y la caravana que se hizo desde el lugar hasta el cementerio de
La Plata, cuentan que fue inmensa. De todas formas aunque haya habido bajas, ésas,
eran contradicciones en el seno de la clase trabajadora. Pero no hay que dejar
que eso no se señale, porque sino la historia se quedaría por la mitad. La emergencia
del laborismo en Berisso es una labor de reconstrucción histórica que debiera
hacerse. Si en los años ’70 los que adheríamos a las tendencias clasistas y
revolucionarios de entonces, señalábamos que los obreros de las automotrices cordobesas
eran la fracción más importante de toda la clase en su lucha contra la dictadura
que había iniciado Onganía en el ’66, y que podía convertirse en la verdadera
vanguardia proletaria; lo que no caben dudas es que los trabajadores de los
frigoríficos de Berisso en los ’40, habían sido los que ocuparan un idéntico lugar.
Esa caracterización surge de un análisis objetivo de los principales baluartes
de la producción, tanto en un ejemplo como en el otro. De igual forma,
magistralmente Cipriano en su libro señala que tanto la sala de Calderas, como
la de Máquinas eran el principal eslabón de la cadena productiva en los
frigoríficos. Si se paraban esas dos secciones se paraba todo.
Como esto se hizo
un poco extenso para la lectura que se hace en Internet, terminamos por acá y
proseguimos en una próxima entrega en la cual nos referiremos particularmente
al trabajo que los sindicalistas laboristas les encargaban a los muchachos del
barrio en el que vivían. Era esa la idea inicial pero la introducción se hizo
un poco larga.
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